miércoles, 1 de febrero de 2012

Aquí 52


Aquí
La Paz (Bolivia), nueva etapa, 1 de febrero de 2012 Año I No. 52
Afiliado a la Federación Latinoamericana de Periodistas, Felap
Editor: Remberto Cárdenas Morales
http://www.semanarioaqui.com
Edición de homenaje a Pedro Moye Noza, niño fallecido accidentalmente el 21 de agosto de 2011 durante la VIII Marcha Indígena en defensa del TIPNIS.


Índice
Editorial
El Presidente propone que indígenas decidan construcción del camino de la discordia
De sábado a sábado (180)
Gobernantes alientan disputas entre sectores populares para resolver conflictos
Remberto Cárdenas Morales
Maligno ajedrez (ElNuevoDía,Domingo)

Roger Cortez Hurtado
El TIPNIS desalienta
Por Antonio Peredo Leigue
Entre el congreso de la COB y el nuevo Gabinete
Por: Alfredo Rada
Incongruencias del gobierno seudo socialista del MAS
¡Viva el D.S. 21060 y su vigencia!: “Nadie puede trabajar menos de ocho horas”
Manuel González Callaú
de nuestra tierra
Ministra de Comunicación:
“Si la prensa no debate una nueva ley, lo hará la sociedad”
Diario Pagina Siete, La Paz
La Ley de Imprenta de Bolivia, esa venerable
Por José Luis Exeni
Espinosos retos para la cartera de Comunicación
Por Baldwin Montero Plaza
Teresa Alem sobre Alasita 2012
Sin dinero se recupera la Alasita, fiesta del intercambio y de la esperanza
Yuri Aguilar Dávalos

batalla de kuruyuki
Evo promete acabar con la esclavitud de los guaraníes
Diario Cambio
La Masacre de Kuruyuki en tierra guaraní
Diario El País, Tarija
lucha de nuestros pueblos
Raúl Castro: El rumbo ya ha sido trazado
Entrevista a Ignacio Ramonet en Porto Alegre sobre la coyuntura mundial
"Si el movimiento social no da paso a la política,
la crisis seguirá sirviendo a la extrema derecha"
Por Martín Granovsky
Malvinas, la memoria
Declaración del BP del CC del PCM
Las aventuras imperialistas ponen a la humanidad al borde de una nueva guerra
farc-ep
Escrito por Gabriel Ángel: Invencible Alfonso, invencibles FARC-EP
josé martí
Martí y la educación
De América soy hijo y a ella me debo
Por Ramón Guerra Díaz

lecturas
La dimensión ética en la formación docente
fundada en una pedagogía de preocupación por los “otros”
Roberto Valdiviezo Luna

Aquí
La Paz (Bolivia), nueva etapa, 1 de febrero de 2012 Año I No. 52
Afiliado a la Federación Latinoamericana de Periodistas, Felap
Editor: Remberto Cárdenas Morales
http://www.semanarioaqui.com
Edición de homenaje a Pedro Moye Noza, niño fallecido accidentalmente el 21 de agosto de 2011 durante la VIII Marcha Indígena en defensa del TIPNIS.

Editorial
El Presidente propone que indígenas decidan construcción del camino de la discordia
El Presidente, en respuesta a los marchistas del Consejo Indígena del Sur (Conisur) propuso que éstos, con los que protagonizaron la VIII marcha en defensa del TIPINIS, conversen para acordar la anulación de la Ley que prohíbe la construcción de un camino por medio de la reserva natural y territorio indígena y, además, que en ese mismo diálogo determinen la construcción de la vía Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, en su segundo tramo. Dicho de otra forma: Evo Morales pretende que sean los indígenas (cocaleros marchistas incluidos) los que resuelvan el problema que él en especial ha provocado y que tiene que resolver. Es una maniobra (¿envolvente?) que alientan, sugieren, organizan o imponen los gobernantes y que ejecutan operadores a su servicio: que los sectores del pueblo, es decir, que los empobrecidos solucionen líos en los que, hombres y mujeres del Estado plurinacional, no quieren “mezclarse”. Leamos:
La marcha que llegó a La Paz el lunes 30 de enero con la exigencia de anulación de la Ley que defiende al TIPNIS y para demandar la construcción del camino de la discordia, fue pedida por el Presidente por lo que no es una exageración decir que esa caminata fue para él. Además, antes que empezara esa caminata el Alcalde de Villa Tunari dijo que ese municipio respaldaría con todo lo que requieran los marchistas. Ese funcionario público acaba de asegurar que “su” casa municipal y la de San Ignacio de Moxos abrirán el camino si es que no lo hace el gobierno.
El Presidente, con parábolas (“Narración de un hecho fingido…”) a veces o desafiante casi siempre pidió la caminata de la que, según él, participaron los “verdaderos” indígenas y ocultó la participación de los cocaleros del Conisur. Los dirigentes de la VIII marcha indígena, por los medios a su alcance, han explicado que excepto los indígenas de Oromomo que mantienen su identidad, los otros originarios se han convertido en peones de los cocaleros y varios de ellos han sido dotados de tierras en propiedad personal por lo que dejaron de vivir en comunidad.
Los marchistas del Conisur perdieron su capacidad de autodeterminación el momento en el que, aleccionados por el primer ciudadano del país y otros funcionarios públicos, a lo llunk’u se incorporaron a la marcha, aunque otros lo hicieron porque creyeron que les iban a pagar Bs 300 por día de caminata y víveres, de acuerdo a la denuncia de los que se retiraron de esa acción cuando se sintieron burlados porque no les llegó la paga. Además, de la marcha participaron niños, mujeres embarazadas (cuatro de ellas dieron a luz durante la caminata), ancianos, tal cual sucedió en la VIII marcha en defensa del TIPNIS. Esta vez los gobernantes dieron “por bien hecho” lo que rechazaron de los caminantes de la mayoría de los indígenas el año pasado.
La VIII marcha fue presentada, por los gobernantes, como una acción política que tenía como objetivo fundamental echar del Palacio Quemado al Presidente, como éste “denunció” el día que informó de sus labores de 2011 ante la Asamblea Legislativa Plurinacional, el último 22 de enero. En cambio, la marcha del Conisur fue y es mostrada como plena de virtudes: reivindicativa, pacífica, en reclamo de legítimos derechos (como el de la consulta).
Quizá lo más importante: los marchistas del Conisur están extraviados porque impulsan y sostienen una medida en contra de sus intereses. Ocurrió en Bolivia y en otros países latinoamericanos y caribeños: sectores del pueblo libraron acciones que favorecieron planes ajenos.
Los 37 corregidores que se entrevistaron con el Presidente en el Palacio de Gobierno, por lo que dijeron, pusieron a la vista que les importa el camino (de la discordia) sin reparar que con esa obra, en pocos años, se destruirían las riquezas naturales del lugar, de las que ellos viven y vivirán mientras exista el bosque. Queda más claro que la depredación les preocupa nada cuando demandan caminos vecinales, es decir, caminos que unan sus comunidades con la vía principal que exigen se construya. Esa petición pone de manifiesto, asimismo, que el camino de la discordia no unirá a la mayoría de las comunidades indígenas del Isiboro Sécure. Por lo que dijo el Presidente en su encuentro con los delegados del Conisur ni él fue avisado de la demanda de los caminos vecinales. Esto no estaba en la “agenda”, dijo el Presidente, luego que leyó ese punto del pliego de peticiones de los marchistas, por los que siente pena, por ejemplo, R. Puente.
A propósito de la pena que provocó en algunos aquella marcha, cabe subrayar el comportamiento del pueblo paceño y los que nos incorporamos a este inmenso contingente humano: los paceños del pueblo se vuelven o son sabios cuando se trata de la defensa de sus legítimos intereses y de los de Bolivia. No esperaron a los marchistas, a pesar de que el Ministro de la Presidencia tuvo la osadía de pedir que los paceños reciban a los delegados del Conisur.
Los paceños y no peceños que vieron la marcha se abstuvieron de aplaudir o de insultar a los marchistas. Pocos invitaron refrescos y/o alimentos a los forasteros que entraron a la sede de gobierno. Hubo excepciones: algunos silbaron a los caminantes o los llamaron vendidos al gobierno. Pero nada oculta que los paceños y residentes en La Paz nunca tuvieron en sus planes recibir a tomatazos a los llegados. Este rumor fue otra mentira de los gobernantes.
A propósito de mentiras sólo señalamos las más notorias y dichas hace horas por el Presidente: Que él nada tuvo que ver con la organización de la marcha de los de Conisur y que nunca trabajó con ONG, que él no puede decir qué deben hacer los masistas de la Asamblea Legislativa Plurinacional y que son los “verdaderos” indígenas (y no cocaleros) los que dicen que no volverán a sus casas sin la anulación de la Ley de protección al TIPNIS, que él defiende los intereses de Bolivia y que con el camino quiere el progreso de la gente de la reserva natural y del territorio indígena.
El enfrentamiento, ahora en el plano de las ideas, también tiene lugar entre los indígenas que protagonizaron la VIII marcha indígena y los protegidos por el gobierno: los del Conisur que buscan el camino por medio del TIPNIS de modo que esa obra facilitaría la destrucción de esa riqueza que de veras es de todos los bolivianos y en primer lugar de sus pobladores originarios.
Ese enfrentamiento en el campo de las ideas, sin embargo, puede escalar hacia otro de tipo orgánico y físico, es decir, habrá una mayor división en las organizaciones indígenas y un riesgo altamente probable: lo que en otro tiempo de llamó “cha’mpa guerra”, peleas físicas y que no serían ti’nku (encuentro) alguno sino desencuentro. Vale recordar sólo los enfrentamientos, casi siempre sangrientos, entre laimes, kakachacas y jucumanis, para que se haga todo (y todos) lo que esté a nuestro alcance para evitar lo que podría suceder en el TIPNIS y en el país entre hermanos y compañeros.
 Sensiblemente el primer ciudadano del país, otra vez induce a un enfrentamiento entre gente del pueblo, cuando propone que deben conversar y ponerse de acuerdo entre los defensores del TIPNIS y los que facilitarían la depredación de las riquezas de la reserva con el camino de la discordia. Lo que decidan ambos bloques hará la ALP, les dice el Presidente en la reunión con los corregidores en el Palacio de Gobierno.
Dicho en otro castellano: con aquella propuesta el Presidente trata de lavarse las manos, como Pilatos, una de las prácticas frecuentes en la conducta de los actuales gobernantes.
A Evo Morales se le debe exigir que se abstenga de proponer, facilitar, inducir, imponer… que los empobrecidos se enfrenten entre ellos, lo que sucede cuando uno de los sectores (como los de Conisur) marcha en contra de sus intereses, de los del pueblo y del país.
Una regla inviolable de los empobrecidos, sobre todo ahora, es que entre ellos no tienen por qué pelearse porque la gente del pueblo, en cambio, debe formar un bloque unido, organizado y consciente para defender los verdaderos intereses regionales, populares y plurinacionales

De sábado a sábado (180)
Gobernantes alientan disputas entre sectores populares para resolver conflictos
Remberto Cárdenas Morales*
Datos recogidos de la realidad actual nos convencen de que los gobernantes y el Presidente en particular estimulan, organizan, sugieren o consienten enfrentamientos entre sectores del pueblo como “método” o “técnica” para resolver conflictos o contradicciones de clases sociales y/o pueblos indígenas. Citamos ejemplos recientes para mostrar la afirmación precedente.
—Trabajadores mineros asalariados de la Empresa Minera Huanuni, con cooperativistas mineros, se disputaron parajes en el cerro Posokoni para explotar minerales de estaño en octubre de 2006. Los gobernantes sabían o debieron advertir que los asalariados de ese centro minero, como en otras ocasiones, defenderían la extracción de minerales en la heredad estatal. Así como era del conocimiento suyo que los cooperativistas, como sucede en este momento, entonces trataban de acrecentar sus pertenencias mineras (concedidas en usufructo pero no en propiedad y también tomadas de hecho) a costa de las reservas fiscales, preferentemente, porque aquéllas contienen ricos recursos naturales no renovables.
Ante esos hechos los gobernantes asumieron una actitud, para decir lo menos, negligente, desde la cúspide del poder, así como admiten que aquella disputa debía ser resuelta por los sectores sociales y económicos concernidos en el conflicto. Sabemos que a las 3 de la mañana del día del enfrentamiento luctuoso en Huanuni (6-X-06), el que en ese momento era ministro de Trabajo, Alex Gálvez, fue avisado de que ambos sectores laborales alistaban barricadas y los vecinos del centro minero temían un enfrentamiento, ante lo que deciden “dar parte” a las autoridades nacionales, vía el Ministro citado. La policía llegó después de los hechos sangrientos y luego de que el Vicepresidente anunció que mandarían ataúdes para enterrar a los muertos.
Hasta este momento el gobierno ni siquiera ordenó una investigación que establezca las causas, actores, ideas, propuestas, agentes económicos, accionar de partidos políticos, etc.   
—Cuando pobladores de Caranavi sostenían un bloqueo del camino La Paz-Caranavi en demanda de la instalación de una planta de cítricos en aquella capital de provincia, el entonces ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, difundió que allí operaba un movimiento político armado, que infiltrados mataron a dos estudiantes (M.F. Hernani y D. Calisaya), y que se corría el riesgo de que cooperativistas auríferos de la región desbloqueen y que se produzca un enfrentamiento entre grupos del pueblo. Este supuesto enfrentamiento sirvió como “argumento” para que se ordene la intervención de 700 policías, la mayoría de ellos ingresó a Caranavi a pesar de que ya se había desarticulado el bloqueo y no obstante de que esa ciudad intermedia está ubicada a tres kilómetros del lugar en el que se interrumpió el tránsito de vehículos por lo que allí ya no se necesitaban efectivos policiales. 
Téngase en cuenta que en este caso el entonces Ministro de Gobierno recurrió a tres mentiras para sofocar el conflicto y, particularmente, el cuento de riesgo de un enfrentamiento entre sectores del pueblo los que, con certeza, siempre tienen más cosas en común, es decir, salvo excepciones es más fuerte lo que los une que lo que los separa a la gente del pueblo.
—Son pobladores empobrecidos los que discuten el derecho de propiedad sobre territorios situados en la frontera entre Oruro y Potosí. El origen de la discordia es una mala delimitación administrativa que se arrastra años y que en ese caso orureños y potosinos reivindican tierras aptas para el cultivo de quinua, pretenden más habitantes en cada territorio departamental para aumentar la cuota de dinero que les toca según la ley de Participación Popular del movimientismo y lo más importante: en el territorio que unos y otros reclaman se encuentra una importante reserva de piedra caliza, materia prima para la producción de cemento.
Las autoridades departamentales de Oruro y de Potosí, parcialmente, e involucradas en la demanda de porciones del territorio disputado, pertenecen al MAS o son los “invitados” del gobierno para ejercer alguna función pública. Quizá por esa circunstancia se encuentran a salvo, ahora, de que se les endilgue vínculos con la derecha o con alguna oposición así ésta no exista.
Frente a la batalla que libran orureños y potosinos los gobernantes, aunque de manera discontinua, los gobernantes alegan que ellos no pueden ser ni siquiera mediadores del conflicto o que la solución la deben buscar los contingentes departamentales señalados y que esa resolución no la tiene que encontrar el gobierno.
Otra vez, en ese caso, los gobernantes esperan que sectores populares encuentren una salida al diferendo. Y mientras más distantes se encuentren o estén en realidad los gobernantes respecto del lío tanto mejor para ellos.
—Durante la VIII marcha indígena que con su acción indoblegable y el extenso apoyo del pueblo boliviano consiguió la Ley 180 (ley corta o de protección al TIPNIS), el gobierno ensayó lo que en este último tiempo se muestra como el recurso que tienen a la mano los oficialistas como camino de arreglo de conflictos y/o enfrentamientos clasistas y de pueblos indígenas. Recordemos que a pesar del bloqueo de los colonizadores en Yucumo, para impedir el paso de los marchistas de los pueblos indígenas (2011), el gobierno propuso de manera abierta que esos bloqueadores debían dialogar y conciliar con los marchistas indígenas, el año pasado. Entre otras demandas, entonces, la principal de los autodenominados (ahora interculturales) fue que los caminantes acepten la construcción del camino de la discordia y por el medio del TIPNIS, así como demandaron de los indígenas que dejen de reclamar la consulta previa ante alguna obra que podría afectarle.
El Presidente y otros voceros oficiales y oficiosos del gobierno ahora proponen que los que consiguieron la protección del TIPNIS con la llamada ley corta y los que marcharon los últimos días para que se construya el camino de la discordia por el corazón de la reserva natural y territorio indígena, tienen que buscar un acuerdo mediante el diálogo.
—La confrontación entre vecinos de Yapacaní, por culpa de un alcalde que se negó a renunciar no obstante de que se sirvió del cargo público que ejerció y a pesar de su negligencia denunciada, se dejó crecer hasta los llamados enfrentamientos entre vecinos, los que costaron la vida de tres personas y de más de 50 heridos. No debemos olvidar, asimismo, que el alcalde de marras recibió refuerzo de pobladores de Bulo Bulo y del Chapare, el que sirvió poco, porque la razón y la fuerza fueron favorables a los yapacanenses que ejercieron su derecho a la participación de la lucha política para defender sus legítimos intereses colectivos y personales.
Ante el enfrentamiento en Yapacaní ministros del gobierno dijeron que la derecha llevaba la batuta en el conflicto. Todo con el ánimo de restar simpatía y apoyo a la causa popular en la próspera ciudad intermedia cruceña.
Aquellos son casos visibles que permiten constatar que los gobernantes y, en particular el Presidente, esperan que los enfrentamientos entre sectores del pueblo faciliten una salida a los conflictos la que, a la vez, muestre al gobierno, sobre todo al Presidente, limpio de polvo y paja. 
La Paz, 28 de enero de 2012.
*Periodista

Maligno ajedrez (ElNuevoDía,Domingo)

Roger Cortez Hurtado
Es un hecho irrebatible que las energías de los principales funcionarios y los más encumbrados dirigentes del MAS se concentran hoy  en tratar de derrotar, humillar  y asfixiar al movimiento social que abrió cauce al proceso constituyente.
El rediseño del equipo de ministros se ha montado, antes que nada, sobre el ansioso deseo de contar con las personas y recursos que permitan aniquilar las conquistas obtenidas por la VIII marcha indígena y el movimiento popular que bloqueó el proyecto de construcción de una carretera a través del TIPNIS; sólo en segundo lugar, el recambio del gabinete apunta a agilizar la atención de demandas y conflictos y mejorar la gestión administrativa.

Entender las razones y fuerzas que han convertido la construcción de una carretera en la mayor de las prioridades estatales sigue desafiando la capacidad de análisis, pero después de re examinar toda la oferta de explicaciones me quedo como primera causa, con la centralidad que tiene dentro del nuevo bloque de poder un grupo de especuladores de tierras, cuyo designio para el TIPNIS es convertirlo en la primera área de expansión de sus actividades comerciales y especulativas de tierras agrícolas.

Desde ese punto de vista, más importante que los cambios en los “ministerios políticos” es la continuidad de quienes administran las concesiones de tierras y el entorno íntimo presidencial. Los demás funcionarios, incluyendo la Vicepresidencia, trabajan en función de la demanda y los intereses que se gestionan en torno a ese núcleo duro; pagando, de paso, los errores teóricos que cometieron cuando postulaban que la visión autonómica indígena tenía sello e impronta andina.

El segundo factor que empuja a sobredimensionar el esfuerzo por recuperar el proyecto de construcción de la carretera, dividiendo imprescindiblemente al Parque Nacional, resulta de la combinación de territorialidad cocalera chapareña (más que de la necesidad de expandir ilimitada y continuamente los cocales) y la muy peculiar consistencia y densidad de la jefatura que ejerce el Presidente del Estado. Los otros motores del conflicto, como los intereses brasileños y los beneficios de maniobras corruptas resultan secundarios en este contexto.

La mayor parte de los ministros, jerarcas parlamentarios, máximos dirigentes de organizaciones sociales de confianza, no creen ni comparten los bríos con que el supremo conductor encara y reaviva el conflicto y tampoco usufructúan directamente las ganancias y beneficios del sector que lucra con la especulación de tierras, pero ninguno de ellos sueña siquiera con contradecir a la jefatura, porque jamás arriesgarían el mayor bien que define a la burguesía burocrática, que es su cuota de poder y su carrera política.

Por el contrario, todos se esmeran en sobresalir por encontrar fórmulas de triunfo imposible como la  exhumación de la consulta “previa”, el diálogo a palos entre los nuevos marchistas y la dirigencia de CIDOB, o exigir la primera prueba de lealtad al flamante Tribunal Constitucional. Absorbidos por esa competencia, ni siquiera los privilegiados tecnócratas de Hacienda u otros componentes “técnicos” se atreven a hacer notar la desmesura que resulta el que cuatro de cada seis iniciativas estatales de las últimas semanas, se relacionen con la reactivación del conflicto del TIPNIS.
En cualquier caso, todos carecen de la capacidad e independencia para reconocer que la anulación de la “ley corta”, o cualquier otra fórmula similar, sólo profundizará la derrota estratégica que cosecharon en 2011.

El TIPNIS desalienta
Por Antonio Peredo Leigue
Enero 31, 2012
Ayer, en Palacio de Gobierno, Evo Morales se entrevistó con los representantes de la segunda marcha del TIPNIS y dijo algo importante, aunque con muchas semanas de retraso: lleguen a un acuerdo entre ustedes para reformular la ley corta. Los marchistas del CONISUR fueron recibidos por el Presidente y sus ministros, al terminar la tarde, luego de enfrentar a policías y maltratar a periodistas. Se sentaron en una misma mesa donde, las autoridades, tuvieron la paciencia de escuchar a cada uno de los 37 corregidores presentes en la negociación. Todos, sin excepción, reclamaron la modificación de la ley corta, dijeron que quienes dirigieron la primera marcha no los representan y reclamaron por la construcción de la carretera de Villa Tunari a San Ignacio de Moxos.
Todo esto era de esperar. El Presidente Morales dijo estar de acuerdo en sus peticiones, pero dejó establecido claramente que, la modificación de la llamada “Ley Corta” sólo era posible en la Asamblea Legislativa. Añadió que, los legisladores, no propiciarían una modificación, si no hay acuerdo entre los pueblos del Parque Nacional Isiboro Sécure. Durante 47 días caminaron hasta llegar a La Paz, con la esperanza de que, el gobierno, los recibiera y les dijera que su marcha hacía ver la necesaria anulación de aquella ley que declara la intangibilidad del TIPNIS.
Pero fueron otros tantos, o algo más, los días de la marcha del otro sector que llegó a La Paz demandando que la carretera no pase por el Parque. Llegaron después de muchos incidentes, incluyendo la represión policial. Cuando llegaron a La Paz lograron, en negociación con el gobierno, la promulgación de una ley que expresamente prohíbe la construcción de la carretera a través del TIPNIS, para asegurar lo cual incluyeron el término ‘intangibilidad’ que dio motivo a interpretaciones exageradas.
Desde este lunes 30 de enero, están aquí los marchistas contrarios a esa ley. El presidente ha convocado a un diálogo entre las dos partes, pero no hay base para dialogar. Los primeros alcanzaron su objetivo; no hay razón alguna que los lleve a discutir la revisión de esa ley. Pero, quienes llegaron ayer, están convencidos de que el gobierno puede lograr esa revisión. Ya los dirigentes de quienes rechazan la construcción de la carretera, que tienen representación parlamentaria, han formado un bloque para defender la llamada ‘ley corta’. Los llegados ahora no tienen ese tipo de representación, pero pueden contar con otros apoyos. La alternativa no se ve conciliadora; más bien aparece como otra confrontación, cualquiera sea el resultado. Es una perspectiva desalentadora.
Pero, quedarnos en esa expresión sería como resignarnos al enfrentamiento, del que seremos espectadores, sin tomar partido. No es correcto, tratándose de un tema que concierne a todos. Técnicamente, podría proponerse la formación de una comisión internacional de expertos que establezca las posibilidades de esa construcción; pero ese no es el caso. La confrontación tiene características políticas y es en ese terreno que debe resolverse.
La consulta previa a los pueblos indígena originario campesinos es un requisito que sanciona la Constitución Política del Estado. El artículo 30, parágrafo II, inciso 15, establece este derecho de los pueblos indígena originario campesinos: “A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles. En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales no renovables en el territorio que habitan”. Es una definición muy clara que incluye, sin duda alguna, la posibilidad de construir una carretera. Sí. Ese tipo de construcción, además de afectar sus usos y costumbres, modifica su medio ambiente. Que esa afectación sea constructiva, corresponde demostrarlo al Estado en una consulta de buena fe y concertada, particularmente con sus instituciones.
No se trata de hacer referendo, como algunos diputados y senadores han propuesto. Se trata de los derechos de uno o más pueblos indígena originario campesinos. Son una minoría, frente a los pobladores del Chapare y de Moxos. Nadie lo desdice. Pero se trata de aplicar la consulta previa a esos pueblos que son minoría, precisamente porque lo son, porque la Constitución les reconoce el derecho a ser iguales a los demás pueblos, etnias y naciones que conforman Bolivia, más allá de su número.
Reconozcamos que cometimos un error muy grave que tendrá un fuerte costo. Reconozcamos que, quienes se oponen a la construcción de la carretera, son también indígenas que viven en el TIPNIS, tal como los que reclaman la construcción. Estos últimos dicen que no fueron consultados por sus dirigentes. El Estado tiene la responsabilidad de hacer la consulta, esa consulta que debió hacerse antes de comenzar la construcción, no del tramo, sino de la carretera. Tendremos que hacerla con muchos factores en contra. Hagámosla de buena fe y busquemos la concertación. Es responsabilidad del Estado, según dice la CPE. El peor error, más grave de los cometidos hasta ahora, sería dejar que se enfrenten entre pueblos que viven en aquel parque.
Busquemos soluciones, no dejemos que la confrontación sea más profunda de la que existe en este momento. Chimanes, yuracarés, moxeños y otras etnias asentadas en el TIPNIS son nuestros hermanos. Tratémoslos como tales.

Entre el congreso de la COB y el nuevo Gabinete
Por: Alfredo Rada
Más de una semana de espera, varias disputas internas que hasta llegaron al pugilato y, finalmente, las decisiones. Después de seis años, el mismo tiempo que lleva Evo Morales en Palacio, la Central Obrera Boliviana realizó su XV Congreso en Tarija. Esa COB que el año 2006 dudó en apoyar al proceso de cambio, pero luego –los años 2007 y 2008- participó abiertamente de él, sumando su fortaleza simbólica y capacidad de convocatoria al de otras organizaciones aglutinadas en la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam). El pico más alto de las movilizaciones de masas convocadas por la COB y la Conalcam para apoyar las transformaciones sociales y políticas, fue la multitudinaria marcha de octubre de 2008 exigiendo el referéndum que finalmente aprobó en las urnas la nueva Constitución Política del Estado.
Pero luego del más grande triunfo popular –la puesta en vigencia del nuevo texto constitucional- comenzó el distanciamiento entre la central sindical y el gobierno; mientras aquélla retornaba al salarialismo diluyendo su capacidad de incidencia estratégica, éste priorizaba la gestión de corto plazo perdiendo el impulso transformador. El distanciamiento se convirtió en confrontación los dos últimos años, agravado en diciembre de 2010 por el denominado “gasolinazo”, una medida que la COB convocó a resistir en las calles hasta forzar su anulación.
El retorno político de la clase obrera
Lo más importante del XV Congreso de la COB es el renovado protagonismo obrero que, desde los socavones de Huanuni, propuso al cónclave laboral una Tesis Política que delinea con precisión la continuidad entre los cambios democráticos y las transformaciones económico-estructurales, en párrafos tan interesantes como este: “Para nosotros la lucha antiimperialista tiene un único contenido: la lucha por el Socialismo. Diariamente se viene especulando que el nacionalismo u otra tercera vía, es ajeno tanto al capitalismo como al socialismo. Se insinúa que es una política neutra entre ambos extremos, que llega a su punto culminante bajo la forma de capitalismo de Estado. Algunos teóricos de esta tendencia sostienen que América Latina puede lograr su pleno desarrollo económico siguiendo el llamado ‘modelo nacional del capitalismo de Estado’, por la conciliación del capital privado con la economía estatal. Ambas formas de economía, al no salir del área del sistema capitalista, concluyen consolidando nuestro atraso y dependencia.”
¡Exacto! Los obreros le están enseñando economía política marxista a la adocenada intelectualidad que hoy deambula por los pasillos del poder.
En el Congreso cobista –que concluyó demandando la inmediata nacionalización de las minas que están bajo control de las empresas transnacionales- hubo también una reacción de la base laboral contra la burocracia dirigencial representada por Pedro Montes. Terminaron eligiendo como secretario ejecutivo a Juan Carlos Trujillo, un minero de 33 años de edad. Es el dirigente más joven desde que Juan Lechín, con 37 años, asumiera el 18 de abril de 1952 la máxima cartera en la fundación de la COB. La elección de Trujillo puede ser el inicio de una saludable renovación, no exenta sin embargo de algunos lastres como Jaime Solares, que fue agente de los servicios de represión de la última dictadura militar.
El nuevo Gabinete
En La Paz y casi coincidiendo en el tiempo con el evento sindical, el presidente Evo Morales hizo ajustes a su equipo ministerial. Optó por mandar una señal a la población urbana juramentando a profesionales de la clase media en la mayoría de los ministerios. En los seis años de gobierno, éste es el gabinete con menor presencia indígena y obrera, incluso en un ministerio tan simbólico como el de Justicia. En descargo de este caso particular se podrá decir que nunca como hoy hubo tantos magistrados indígenas y mujeres al frente del poder judicial.
El cálculo en Plaza Murillo es correcto: en las ciudades se ha producido el mayor desgaste gubernamental y es allá también que se concentra más del 60% del padrón electoral, por lo que recuperar fuerza política urbana es algo en lo que se juega la continuidad del proceso y del propio gobierno.
Es también un acierto el fortalecimiento del gabinete político incorporando a Juan Ramón Quintana en el Ministerio de la Presidencia y designando a Carlos Romero en el de Gobierno. Este recambio de piezas tiene por objetivo superar la debilidad en la prevención y resolución de conflictos, pero en estas asignaturas no está demás recordar que el trabajo de un par de personas no será suficiente, si es que no funciona la coordinación con los sectores sociales y el apoyo de una estructura política nacional (tendría que ser el Movimiento al Socialismo, MAS) como pilares de gobernabilidad.
El riesgo que corre Quintana, como en su momento le pasó a Sacha Llorenti, es que termine concentrando la carga negativa de segmentos importantes de la población. Está claro que los partidos de oposición y algunos medios de comunicación intentarán convertir este rechazo en un nuevo factor de desgaste para el presidente.
¿Por qué funcionó el equipo ministerial del 2007 al 2009, ése al que Evo calificó como “gabinete histórico”? No fue por lo brillante de sus componentes individualmente considerados, sino porque se trataba de un equipo cohesionado por el liderazgo político del propio presidente, por la claridad programático-estratégica y por el apoyo popular movilizado a las reformas estructurales.
Este año que inicia hay que recuperar programa y pueblo, lo que sólo se puede hacer planteando al país nuevas y más profundas transformaciones y acumulando la fuerza social necesaria para implementarlas. “Debemos escuchar al pueblo”, decía el canciller David Choquehuanca en su discurso el día de la posesión del nuevo gabinete, esta es la  receta. Las soluciones no vendrán de la mano de técnicos convertidos en ministros que, lejos de aportar al programa revolucionario, acentuarán la tendencia a administrar el actual estado de cosas.
La Paz, 27 de enero de 2012

Incongruencias del gobierno seudo socialista del MAS
¡Viva el D.S. 21060 y su vigencia!: “Nadie puede trabajar menos de ocho horas”
Manuel González Callaú
El decreto supremo que aumenta las horas de trabajo a los médicos en centros públicos de 6 a 8 horas, sin tomar en cuenta las razones profesionales ni las conquistas sociales vulnera la CPE en su artículo 48 parágrafo III: “Los derechos y beneficios reconocidos en favor de las trabajadoras y los trabajadores no pueden renunciarse, y son nulas las convenciones contrarias o que tiendan a burlar sus efectos.”
Sin embargo, el gobierno y su ministerios de Trabajo y de Justicia, guardan silencio a las jornadas de más de ocho horas que hacen los asalariados de radio taxis quienes trabajan 12 horas, y ponen en alto riesgo la vida de los usuarios y de ellos mismos; los conductores de transporte interdepartamental e interprovincial; los empleados de muchas reparticiones públicas; los empleados del comercio y muchas empresas privadas; los empleados del servicio doméstico.
La conquista de las ocho horas de trabajo surge a mediados del siglo XIX, cuando la tecnología no alcanzaba los niveles actuales. En esos tiempos la energía eléctrica era una exclusividad para pocos, las máquinas funcionaban a leña y a vapor, y la energía producida por los hidrocarburos se desarrollaba. Los mártires de Chicago lucharon por la jornada de 8 horas en 1886 y en 1919 fue reconocida mundialmente esa conquista, hace casi ya un siglo.
Hoy que tenemos avances tecnológicos sorprendentes —–energía nuclear, cibernética, robótica y automatización en la industria; comunicaciones y transacciones comerciales transoceánicas casi en tiempo real— resulta anacrónico seguir manteniendo las ocho horas de trabajo. Ahora que el ritmo de la sociedad se ha acelerado, que las ciudades han crecido y los viajes hacia las fuentes de trabajo son más largos, ante la tensión o estrés crecientes, el trabajador necesita más tiempo para descansar y compartir con su familia, dedicarse al ocio (que es un derecho) y al esparcimiento para relajarse y así, en definitiva, conseguir mejor rendimiento laboral; además, como ya se dijo, el altísimo avance tecnológico ha reducido el tiempo, en la mayoría de las tareas, de hace 10 ó 20 años.
El actual gobierno (que dice que avanza al socialismo), si es que tiene como uno de sus objetivos el “vivir bien”, debería convertirse en el abanderado del respeto a la vida y dar un salto en la legislación laboral latinoamericana, reduciendo la jornada de trabajo a 6 horas. Con esa medida se obligaría a la patronal (incluido el Estado) a generar más fuentes de trabajo creando, por ejemplo, dos turnos en la administración pública y un cuarto en las fábricas para así disminuir la desocupación.
Y algo más en materia laboral que muestra la cara neoliberal del gobierno del MAS: mantiene el régimen de los consultores en la administración pública, modalidad impuesta durante los gobiernos neoliberales por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según la cual esos trabajadores no gozan de las principales conquistas sociales reconocidas por la CPE (seguro de salud, aguinaldo, vacaciones). La diferencia del actual gobierno con los neoliberales es que los consultores de entonces ganaban por mes entre Bs 15 mil, 20 mil o más, lo que les permitía asegurarse en una entidad privada de salud y pagar consultas médicas caras, además de tener capacidad de ahorro con el que se pagaban el “aguinaldo”; pero ahora, en el actual gobierno, los consultores en las entidades públicas reciben remuneraciones entre Bs 4 mil y 7, monto que apenas cubre una canasta familiar para cinco miembros, además de que son contratos por plazos cortos, en el mejor de los casos de un año.
El gobierno del Evo Morales mantiene en vigencia el D.S. 21060 (supuestamente abrogado), porque en los hechos con la aprobación del D.S. de aumento de horas de trabajo para los médicos del servicio público, está aplicando el principio neoliberal de que nadie debe trabajar menos de ocho horas. La desregulación y flexibilización laboral, la libre contratación, la sobreexplotación con bajos salarios y exceso de horas de trabajo siguen vigentes.
Es lamentable que el gobierno del MAS desconozca que muchos sindicatos y organizaciones progresistas en el mundo están luchando por la reducción de las horas de trabajo. En esa línea Venezuela desde el 1 de mayo del 2010 instruyó reducir la jornada laboral a 6 horas y semanalmente a 36 horas en las empresas públicas y también en las privadas. En Argentina, el gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem propuso a la OIT la reducción de la jordana de trabajo a seis horas: ¡Qué paradoja!
Si esta es la política del “vivir bien”, estamos perdidos, y los gobernantes mienten al pueblo.

de nuestra tierra
Ministra de Comunicación:
“Si la prensa no debate una nueva ley, lo hará la sociedad”
Diario Pagina Siete, La Paz
A menos de una semana de haber asumido sus funciones, la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, habló con Página Siete sobre la futura legislación en comunicación y otros temas de su agenda. Dijo que son los periodistas y empresarios de los medios y todos los involucrados en el área los llamados a elaborar las propuestas para la nueva legislación en comunicación e ingresar al debate; sin embargo, en caso de no haber planteamientos, las organizaciones sociales podrán elaborar sus propuestas pues se trata de un tema de interés de toda la ciudadanía.
Éste es el texto del diálogo en el Desayuno de Trabajo.
Página Siete.- ¿Cómo llega usted al ministerio y cuál es su percepción?
El Ministerio de Comunicación no tiene ni un año de vida. Fue creado en febrero de 2011, como un esfuerzo del Gobierno destinado a institucionalizar y fortalecer la comunicación del Estado.
Ahora, en cuanto a lo otro, llego al ministerio por sorpresa. Tiempo atrás, el Vicepresidente me convocó a Palacio para conversar, por supuesto que fui inmediatamente. Nadie le dice no a un Vicepresidente. Cuando entré a la sala, estaban Álvaro García Linera y el mismo presidente Evo Morales. Fue una conversación que me gustó porque el Presidente escuchó con respeto, incluso críticas que hice, pues es abierto y muy franco; además, tiene buen humor, lo cual me encanta. Tiempo después me llamó el Presidente y me dijo que estaba reunido con el canciller David Choquehuanca y que habían acordado invitarme para que me hiciera cargo del ministerio. Me enteré (de) que se tejían especulaciones sobre nombramientos en el área, pero espero que mis amigos y amigas comprendan que debía guardar silencio.
Página Siete.- ¿Cómo visibiliza de manera práctica ese acceso a los medios de sectores que nunca tuvieron espacios?
Por ejemplo, un diario que comprende el proceso y la nueva Constitución lo que tendría que hacer es abrir espacios para los movimientos afro, los movimientos de diversidad sexual religiosa, etc., pero sobre todo no criminalizar la política.
Criminalizar la política significa que los movimientos sociales que cogobiernan e influyen hoy en el Estado han pasado de ser víctimas de la crónica roja a cosas peores sobre las cuales hay que hacer caricatura, mofa, escarnio sólo porque estas víctimas han pasado a ejercer su derecho a participación y al ejercicio de la política sin pedir permiso a nadie.
La respuesta de algunos medios, frente a esto, es que nada bueno puede hacer el Gobierno y si hay algo bueno es un error, lo cual es un ninguneo; le invito a hacer un análisis de contenido de algunas columnas en la prensa, aunque creo que ya las están haciendo, lo cual trasluce una naturaleza racista.
Página Siete.- ¿Qué es lo que no se hizo en estos seis años de Gobierno y que ahora debe hacerse?
Creo que falta dar a conocer los logros del Gobierno de una manera menos propagandística y más informativa. Por otra parte, el Presidente ha reconocido que los medios estatales dan acceso más a los sectores de Gobierno dando a entender, yo creo, que los sectores de opinión diversa o de oposición no han tenido presencia en los medios estatales. Y éste es un reto que vamos a asumir para que los medios estatales se abran a la pluralidad. Y el Presidente lo ha dicho ya en su informe: “Yo nunca ordené que los medios no tomen declaraciones de los opositores”.

Los medios del Estado no han sido lo suficientemente atendidos, y por ello no se tiene un canal fortalecido y con una buena infraestructura; debe avanzar más la instalación de radios comunitarias originario campesinas, obreras y mineras.
Hoy hay 39 radios instaladas y se espera llegar a más de 60 en todo el país.


Página Siete.- Se ha mencionado que hoy su ministerio tiene un importante presupuesto para llevar adelante este plan. ¿Cómo ve usted esto?


Por el contrario, considero que el presupuesto del ministerio debe ser aumentado, pues debe encarar proyectos importantes que requieren muchos recursos; por ejemplo, la compra de una gran imprenta para el Estado, como la había antes en el Ministerio de Educación, liquidada también por la privatización y el desmantelamiento en épocas anteriores para promover los contratos del sector público alimentando al sector privado; entonces, tenemos por delante un desafío importante para fortalecer los medios del Estado.


Página Siete.- ¿Es posible que se esté considerando la construcción de un proyecto de ley que unifique la idea de la Ley de Medios y la Ley de Imprenta?


No, el Gobierno no tiene nada pensado al respecto, lo que ocurre es que el Primer Encuentro Plurinacional, llevado a cabo recientemente en Cochabamba, concluyó en la necesidad de elaborar un instrumento legal que adapte la legislación existente en comunicación a la nueva Constitución Política del Estado. Es decir, todas las leyes nacionales, sectoriales, así como los estatutos departamentales, tienen que adecuarse a la Constitución. Recuerde la Ley de Telecomunicaciones que ha sido destacada por diversos sectores pese a cierta oposición.


Página Siete.- ¿Y eso debe darse este año?


No, creo que eso forma parte de un proceso: diálogo, debate con sectores, etc. Por ejemplo, el tema de la legislación en comunicación no es una prioridad para el Gobierno porque hay otras muchas leyes fundamentales para profundizar el proceso.

En este sentido, el Gobierno no tiene un proyecto de ley, ni siquiera un anteproyecto ni un mero esquema en el área de la comunicación, lo que tiene sí es el mandato de la cumbre de que el área de comunicación en Bolivia debe tener una legislación que, recogiendo los principios de la libertad de expresión e información de la Ley de Imprenta, se adapte a la CPE.


Página Siete.- ¿Entonces eso quiere decir que una ley en este campo se va a construir en consenso?


Lo que se tiene previsto, como se ha hecho con otros sectores, es que las organizaciones involucradas en el tema puedan dialogar, debatir y presentar sus propias iniciativas para adecuar sus instrumentos legales que los amparan a la nueva Constitución Política del Estado. Lo que corresponde es que las organizaciones de periodistas, de medios de prensa, de propietarios puedan presentar sus ideas, sus propuestas para avanzar en la construcción de una nueva legislación en comunicación.

Ahora, ¿qué pasaría si todos estos sectores involucrados no lo hacen y no tienen interés de hacerlo? Me imagino que las organizaciones de la sociedad pueden también presentar sus propias propuestas, porque la Constitución Política del Estado dice claramente que la comunicación y la información son derechos básicos de la ciudadanía en general y, por tanto, no son un patrimonio de los periodistas.
Si la prensa no se interesa en debatir la nueva ley, lo hará la sociedad.

Quiero aclarar también que se va a recoger y respetar el principio filosófico, la base fundamental de la Ley de Imprenta, que es el libre acceso a la información, el derecho a la opinión, el derecho a la expresión, así como el derecho a preservar la fuente de información.


Página Siete.- ¿Se incluirá el tema de la necesidad de una información “veraz”?


No, yo creo que es mejor hablar de responsabilidad. Lo que sí es importante incorporar es la posibilidad de regular el número de medios de comunicación pues no creo que sea sano, siendo la comunicación e información un derecho de todos. Que, por ejemplo, un solo empresario detente ocho radios, tres canales de televisión y dos periódicos' no creo bueno el monopolio ni el oligopolio en la prensa ni en ningún sector, pero esto puede partir o no de las propuestas que se generen.


Página Siete.- Finalmente, nos gustaría saber cómo se va a trabajar en la transparencia de la información.


Se van a mejorar los sistemas de acceso y difusión de la información. Con el Presidente hemos acordado que los ministros y viceministros deben estar abiertos a dar información, porque no hay nada que ocultar. Todo tiene que estar disponible no sólo para los periodistas, sino para todo el público, ésa es la diferencia. Finalmente, uno de los mandatos del Presidente es el diálogo con la prensa, y las puertas del Palacio y del Ministerio de Comunicación están totalmente abiertas.

La Ley de Imprenta de Bolivia, esa venerable
Por José Luis Exeni
Casi como un ritual, en su aniversario, los periodistas invocamos la Ley de Imprenta para decirle a quien (no) quiera escucharnos, en especial a los gobiernos de turno, que esta sagrada norma —nuestra abuela— “no se toca”. ¿Está claro? No-se-to-ca. Y claro que no se toca porque, para empezar, más allá de sus principios, no se aplica. ¿Entendió bien? No-se-a-pli-ca. De antiguo se sabe que la sola existencia de la ley, en estas materias, puede eximirla de su cumplimiento.
“Patrimonio jurídico”. En una memorable reunión realizada en la localidad paceña de Huatajata, hace más de una década, los operadores mediáticos allí congregados asumieron, en lógica de trinchera, una posición gremial sin precedentes: declararon la Ley de Imprenta como “patrimonio jurídico” del sector. E hicieron causa común, una vez más, sin discusión posible, de su defensa a ultranza.
Ahora, siglo XXI cachivache, cuando la venerable norma cumple 87 eneros, dicha declaración patrimonial aparece reformulada con triple falacia; a saber:
1. La Ley de Imprenta es patrimonio no sólo del gremio periodístico, que así la tiene en bandera, sino “de la democracia boliviana”. Nada menos.
2. Se trata del “único instrumento legal regulatorio (sic) de la actividad periodística” que ha sido incorporado en la nueva Constitución Política.
3. Cualquier “desacato” a la Ley de Imprenta, por definición y principio, significa violar la Constitución adoptada en las urnas.
¿Se imagina el colofón de esta renovada proclama defensiva? Como de manual, en tanto consigna de cabecera, el guión es por demás conocido: sin “plena vigencia” de la Ley de Imprenta no hay libertades de expresión y de prensa, ergo, no hay democracia. O al revés: cualquier tentativa (movimientos sociales abstenerse) de siquiera debatir —no hablemos de cambiar— la añeja norma constituye “clara demostración” de censura y autoritarismo.
Veto al debate. De verdad no creo que la democracia boliviana expire sin atenuantes con la aprobación, si acaso, de una nueva norma en reemplazo de la Ley de Imprenta (¿no nos vendieron ya tal simulacro, en los medios, con la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación?). Tampoco considero que la demodiversidad en construcción cercene su ímpetu con el mantenimiento del statu quo normativo en este campo. Lo que preocupa es la tenaz negativa a la deliberación pública.
¿El hecho de haber asumido, colegas, que la Ley de Imprenta es nuestro patrimonio de hierro niega la posibilidad/necesidad de discutir su alcance? ¿La defensa radical de sus principios, sobre los que no habremos de ceder —ni un milímetro—, implica cegarnos ante las dificultades de su procedimiento? ¿De qué “plena vigencia” de la Ley de Imprenta podemos hablar si en 87 años —que yo sepa— se logró el pronunciamiento, cuestionado, de un Tribunal de Imprenta solamente una vez?
Más todavía: cuando la Constitución habla de “su ley” —junto a las normas de ética y de autorregulación—, ¿no se estará refiriendo a una todavía inexistente, más amplia, Ley de Comunicación? ¿Por qué tanta resistencia, corporativa, de privilegio, a normar/garantizar el ejercicio ciudadano de los derechos a la comunicación e información? ¿Con parapeto/fuero mediático hay democracia? Nada sin nosotros / de nosotros, nada.
Y es que mientras sigamos solazándonos en la autocontemplación sin capacidad de autocrítica, colegas, la Ley de Imprenta seguirá siendo una coraza bastante parecida a la inmunidad. O para decirlo en las autorizadas palabras (libres de sospecha) del maestro Beltrán: seguirá siendo una norma “engorrosa en su procedimiento, carente de actualización, criticada por ineficaz, especialmente por los políticos, insuficientemente conocida por las autoridades judiciales e inclusive por los propios periodistas”.
¿Hacer? ¿Qué hacer? En 1987, años inaugurales de la democracia pactada —esa promiscuidad—, el senador Mario Rolón Anaya presentó un proyecto de ley (aprobado en el Senado por la hegemónica mayoría oficialista MNR-ADN), orientado a que los delitos previstos en la Ley de Imprenta sean tipificados de acuerdo al Código Penal y que su trámite procesal se sujete a las previsiones del Código de Procedimiento Penal. Qué tal. Un claro ejemplo de (proyecto de) “ley mordaza” que, por supuesto, quedó en el camino.
Tentaciones tales, tributarias del afán por controlar los medios, hubo y seguramente habrá en los patios interiores. Y estoy seguro que, así planteadas, ¡no pasarán! En ello no hay concesión posible. Pero tan autoritario como negar los principios de la Ley de Imprenta es bloquear el mandato constitucional de normar la comunicación e información (no para privilegio de los operadores mediáticos, sino como derechos de la ciudadanía).
¿Cuáles son los riesgos mayores? Identifico dos: que unos se monten en el desprecio (Ley de Imprenta a la basura) y los otros se congelen en la veneración (ni una coma se mueve).
Así, intransigentes, el debate ausente se convierte en muralla contra el desafío común, ya impostergable, de democratizar la comunicación, la información y el interconocimiento. Peor todavía. Estamos ante el renovado despropósito, gremial, de que —como bien advierte Andrés Gómez— la Ley de Imprenta “no sea más que la ley de la impunidad mediática”. Suena terrible. Y lo es. Sobran silencios.
El fantasma…Un fantasma asoma, mas todavía no recorre, nuestra comarca. Es el fantasma, imperecedero, irrenunciable, de la democratización de la comunicación. Ora como necesidad, ora como mandato/demanda (allende la Ley de Imprenta), nos plantea como sociedad oportunidades y retos —también riesgos— para la (auto)regulación en contextos experimentales de cambio en democracia con difícil, todavía incierta, refundación del Estado.
Está visto: la comunicación pública (su norma, su ejercicio) es un asunto demasiado importante como para dejarlo sólo en manos de empresarios mediáticos y periodistas.

Espinosos retos para la cartera de Comunicación
Por Baldwin Montero Plaza
Tremenda responsabilidad la que recayó en las espaldas de la colega periodista Amanda Dávila tras su posesión como Ministra de Comunicación en reemplazo de Iván Canelas.
La nueva autoridad debe enfrentar, a saber, al menos cuatro grandes desafíos durante su gestión, todos ellos bajo la vigilante mirada no sólo de los movimientos sociales, sino además de sus colegas, fiscalizadores del poder por naturaleza, como seguramente lo fue ella cuando se trasnochaba en las salas de redacción.
Aunque con seguridad hay muchos más, los cuatro desafíos que dan la bienvenida a la nueva autoridad son: la aprobación de una Ley de Medios y probablemente la “actualización” de la Ley de Imprenta, la consolidación de los medios del Estado como tales y no como medios propagandísticos gubernamentales, ajustes en las políticas de comunicación del Gobierno y mejoras en las condiciones laborales de los trabajadores de los medios del Estado.
Sobre el primer punto, Dávila comenzó sus funciones con anuncios alentadores. Dijo que el tema será tratado con todos los sectores interesados, que se tomarán decisiones de consenso y que se preservará un precepto fundamental para el trabajo de los periodistas: el secreto de fuente. “Es un principio que siempre se va a respetar, porque es la base de nuestro trabajo de información, no podríamos llevar a cabo ningún trabajo si no tenemos derecho de preservar nuestra fuente”, anticipó.
No sabemos si otras autoridades comparten este criterio, pero hay antecedentes que llevan a pensar lo contrario, entre ellos el caso de la aparición del video en el que se ve a Ignacio Villa Vargas (‘El Viejo’) recibiendo dinero de un presunto e funcionario del Ministerio de Gobierno. En este caso, lo que más inquietó a las autoridades fue conocer la fuente y no el contenido de semejante revelación.
Dávila deberá hacer entender a estas personas que sin secreto de fuente los periodistas quedarían en parte amputados en su labor fiscalizadora. Sobre el debate en torno a la Ley de Medios y la Ley de Imprenta, el desafío es que esta vez no se repita el mecanismo del diálogo tras la decisión, como ocurrió en el caso de la carretera San Ignacio de Moxos-Villa Tunari o el reciente decreto para aumentar las horas de trabajo en el sector salud. Hasta este viernes, día en que se entregó este artículo, las invitaciones para el diálogo aún no habían llegado.
Pero la cosa no acaba con la instalación del debate. Lo más importante será garantizar que de él salgan decisiones concertadas y sin contaminación de intereses políticos, meta que se perfila realmente difícil y que forma parte de los desafíos de Dávila ministra y Dávila periodista.
“Cualquier nuevo instrumento se hará en consenso con las organizaciones de propietarios de medios y periodistas, que son los llamados a trabajar en esto. En este momento no hay un proyecto nuevo y está en proceso de construcción”, ha dicho la autoridad sobre el tema.
En el caso de los medios del Estado, Dávila también dio un mensaje alentador el día de su posesión. “Prometo en este despacho continuar los pasos para cumplir el objetivo de tener una comunicación estatal que no solamente sea gubernamental, una comunicación que pueda acercarnos a la sociedad, entre el Estado y la sociedad que forma parte de él”.
En una entrevista que concedió al periódico oficialista Cambio el 16 de febrero de 2011, dijo que la estructura accionaria de varios medios de comunicación privados está comprometida con grandes negocios y que “lógicamente esta estructura accionaria provoca una política informativa y editorial ligada a estos intereses”.
Totalmente cierto, los medios de comunicación están ligados a los intereses de sus propietarios y, como dice su nombre, los “medios del Estado” también deberían estar ligados a los intereses del Estado. Pero lamentablemente están ligados a los intereses de los partidos de turno en el Gobierno y ahora en particular hacen una labor propagandística que ya resulta grosera.
Con seguridad ésta es la meta más ambiciosa para la nueva autoridad y la que personalmente considero inalcanzable, tomando en cuenta la importancia que el Gobierno otorga al área de comunicación, donde seguramente le gustaría que todos los periodistas informen bajo el libreto de los medios gubernamentales, asunto que felizmente Dávila también descartó de entrada.
Dijo que regular los contenidos de los medios de comunicación sería una forma de “coartar la libertad de expresión y de información y eso es imposible que se pueda hacer”. Bien por el anuncio, aunque a primera impresión pareciera innecesario.
Ahora, no sólo se trata de que los medios del Estado sirvan al Estado, sino también de que los medios privados, y en particular los periodistas, cumplan con el mandato constitucional de la autorregulación, pero no una autorregulación nominal que lo más severo que hace es jalar las orejas a los responsables de faltas éticas. El tema debe ser necesariamente abordado en el diálogo que se avecina.
En el caso de los ajustes a las políticas de comunicación del Gobierno, ya hace un año la ahora ministra detectó que no existe relación entre el bombardeo de información oficial y la efectividad de los mensajes, cuando en una entrevista con el periódico Cambio analizó cómo manejaron los medios de comunicación el tema del gasolinazo.
“Creo que hay una especie de énfasis más en la propaganda que en el contenido informativo” dijo, tras apuntar que “el Gobierno tiene que corregir y considerar la política de información estatal desde el punto de vista de los datos, abrir las fuentes, actualizar las páginas web de las entidades estatales”.Un diario colega, Página Siete, contabilizó que en diciembre de 2011 tres de los principales periódicos de La Paz otorgaron más del 50% de sus aperturas a noticias que se originaron en el Gobierno y en el Movimiento Al Socialismo (MAS), pero no obstante los mensajes no logran los resultados deseados. Ahora la receta queda en manos de Dávila.
Finalmente, urge también discutir sobre las condiciones de trabajo de los funcionarios de los medios del Estado, que si bien no hacen públicas sus denuncias para no perder sus fuentes de trabajo, se quejan constantemente por ello en conversaciones entre gente del gremio. A fines de 2011, algunos de ellos denunciaron ante la red Erbol que intentaron descontarles los aguinaldos, que les quitaron el refrigerio y que deben trabajar hasta 15 horas diarias sin pago de horas extras.
Dávila deberá investigar esto, y una buena señal sería que promueva el surgimiento de sindicatos fuertes en esos medios. En fin, menudo trabajo el que le espera a la ministra.

Teresa Alem sobre Alasita 2012
Sin dinero se recupera la Alasita, fiesta del intercambio y de la esperanza
Yuri Aguilar Dávalos

La fiesta de Alasita, como dice Ismael Sotomayor en sus Añejerías paceñas, “es esperada con inusitado ahínco, anualmente, por jóvenes y viejos y con un entusiasmo que jamás dejará de arranciarse…”
Es la fiesta de la esperanza, de la ilusión, del juego a soñar y, con esa magia que se apodera especialmente al mediodía del 24 de enero, todos los que por motivos diversos tienen perdida la fe, la recuperan, hacen planes, y muchos piensan que no todo está perdido. Además, es el día en que la gente invade las calles, primero en busca de las miniaturas que quieren que se hagan realidad, y luego en busca del plato tradicional de la feria —el plato paceño— que es devorado en medio de la calle:  comensales sentados en la acera o en cualquier banco improvisado. Ese es el momento en que un orden del desorden paceño se apodera de la ciudad de La Paz que por cierto no tiene mucho de paz.
Dicen que originalmente la fiesta surgió como una manera de mofarse de los chapetones, de aquellos soldados españoles y criollos que lucharon en las filas realistas contra ridiculizarlos, nació el regordete Ekeko. Otros dicen que su origen es más remoto, precolombino, cuya imagen con una enorme giba, representaba a una deidad de la abundancia.
También dicen que en esas primeras ferias, los pequeños productos fabricados por manos de hábiles artesanos, no se los vendía, sino que eran intercambiados por víveres, pan u otros productos de primera necesidad. Luego se los intercambiaba por botones especiales dorados, que nadie sabe de dónde salían; así al menos lo señala Sotomayor, aunque su nombre Alasita —comprame en aymara— podría desmentir esa versión. Pero aquella vieja tradición cambió, y se mercantilizó. Ahora todos los comerciantes-expositores no aceptan ni en chiste unos botones o unos billetitos de Alasita a cambio de sus miniaturas.
Pero, como sabiamente dice Ismael Sotomayor, son las apremiantes necesidades de la vida moderna las que “impusieron la verdadera compra de cositas con dinero contante y sonante, pagadero a la vista del portador” costumbre que “prevalece y prevalecerá hasta que el Diablo cese de hacer picardías por el mundo”.
Y quién sabe ese tiempo ya ha llegado porque desde hace siete años un grupo de compañeras amantes de la esperanza, aparecen con sus cositas al medio día de 24, se instalan en el puente de la avenida del Ejército, cositas que no las venden y sólo piden a cambio los ilusorios billetitos de Alasita, sean éstos bolivianos, euros o dólares.
El juego no dura mucho, pues los pequeños productos se acaban en hora y media. “Venga señor, acérquese señora, le cambio cualquiera de estas cositas por billetitos de Alasita”, anuncian a los apurados transeúntes que van en busca de los comerciantes. Son pocos los que se detienen, porque tal vez muchos no entienden que esas miniaturas no se venden, no cuestan dinero; pero cuando alguno atiende y entiende el mensaje y se detiene para aceptar la oferta que en realidad es un regalo, se arremolinan otros y allí empieza el juego del intercambio, como antiguamente se hacía sin dinero, antes de que se haya mercantilizado esta feria. 
Se trata de la recuperación de la vieja tradición de Alasita, donde las miniaturas eran cambiadas por botones (o por billetitos como una vez me contó mi padre), y no se las vendía como ahora, acción parecida al juego que teníamos de niños y lo llamábamos “tiendita-tiendita”; por eso, en medio del entusiasmo del intercambio gratuito, algunos incrédulos se aseguraban y preguntaban: “¿No tenemos que pagarles? ¿Sólo tenemos que darles billetitos de Alasita?” Recibiendo de respuesta: “Así es, sólo tienen que darnos los billetitos de Alasita que quieran.”
“¿Qué es esto?”, preguntan los “compradores”. “Son trensitas de colores para tener-tejer buenas relaciones”, responden las “vendedoras”. “Entonces quiero que me dé tres, y aquí están sus billetitos de Alasita”, así entablan la amena conversación del intercambio. Y como ya hay viejos clientes que reaparecen, algunos preguntan si trajeron nuevas cositas o si tiene los clásicos frasquitos de flores para la salud, los bichitos quitapenas o los pancitos…
Son muchas las miniaturas fabricadas. Y aquí viene lo novedoso: las cositas que traen esas compañeras las hacen en Cochabamba. Pero es mejor que deje que nos cuente una de las principales y entusiastas iniciadoras de esta singular recuperación de la fiesta de la esperanza: Teresa Alem.
“¡Para mi ese día es mágico! Desde que hago mis intercambios, me siento agradecida a la vida y me encanto con las conversaciones tan desprendidas que se dan en esa hora y media.”
“Tratamos de llevar diferentes cosas cada año, pero hay productos ‘estrella’ o sea, que nos los piden los que nos conocieron años pasados, estos productos son: los bichitos ‘quita pena’, los frasquitos con flores para la salud y las cositas con granos integrales,los besitos, el pan y las casitas... (todo es reciclado o reutilizado), pero lo curioso es que las personas siempre nos dicen ¿qué cositas nuevas han traído? o sea que si bien nos piden lo de siempre, para regalar a alguien que lo necesita, siempre quieren sorpresas! Los que por primera vez nos conocen quieren de todo un poco.”
“Todo ese tiempo es renovador en todo el sentido de la palabra, desde que empezamos a recoger semillitas, cuando las amigas nos juntan cajitas, o la víspera cuando se deciden a viajar o cuando nos traen sus cositas hechas y sus encargos...”
“Y ahora sí, ésta es la lista de cositas que ofrecemos este 2012:

—Trencitas de colores, para tener/tejer buenas relaciones.

—Ojitos de dios, que nos permiten ver lo que se oculta y nos abren caminos y salud.

—Banderitas de Feng Shui, para que la energía circule.

—Pensamientos positivos, para recordarnos lo que necesitamos.

—Granitos de quinua, para tener abundancia y buena alimentación.
—Bolsitas con trébol de cuatro hojas, para la suerte.
—Bolsitas recicladas de bolsas de leche, para llevar lo necesario y distribuir las creaciones entre amistades queridas.
—Semillas, para seguir sembrando a pesar de todo.

—Pancito: integral y de semillas (siempre pensando en la alimentación sana como fuente de energía vital).
—Besitos, para que no nos falte cariño.
—Molinillos: para tener vientos de cambio, cuando lo necesitamos.
—Casitas
—Bichitos quita penas.
—Mochilitas, para iniciar cualquier camino.
—Frasquitos con flores, para baños de buena salud.
—Sobres con cartas de florales y elíxires de los andes, para acompañar en momentos emocionalmente difíciles.
—Redondel para trenzar, para que no nos falte oficio.

—Maceteritos con flores de marcadores reutilizados, para florecer siempre.
—“Masajeador” anti estrés.

“Casi siempre somos entre 10 y 15 personas las que hacemos —dice Tere—, y venimos las que podemos, por ejemplo, este año vinimos tres: Michelle Dechelette, Paty Vargas y yo; y luego nos repartimos los billetitos de Alasita, que les llamamos "ganancia", en partes iguales para seguir intercambiando esperanzas y deseando buen año a los amigos, familiares y personas que se cruzan en el camino...”
Y así, bañados con esos aires de esperanza, estaremos esperando el próximo 24 de enero, renovándonos mientras tanto con un espíritu de desprendimiento, de compartir lo que tenemos, de desterrar el mercantilismo y el consumismo en estos tiempos difíciles.

batalla de kuruyuki
Evo promete acabar con la esclavitud de los guaraníes
Diario Cambio
En el marco de un ambiente festivo y emotivos discursos en ocasión de recordarse la Batalla de Kuruyuki, en la comunidad de Ibo, el pueblo guaraní reafirmó su apoyo al proceso de cambio, y el presidente Evo Morales instruyó acabar con los resabios de la semiesclavitud en la región y promover proyectos de desarrollo.


La cita, que recordó más de un siglo de la Batalla de Kuruyuki, del 28 de enero de 1892, entre los blancos (Karai) y los guerreros guaraníes (Kereimbas), fue escenario en que la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) reafirmó su respaldo al proceso de cambio y al presidente Evo Morales.
Morales recibió muestras de simpatía y gratitud de las autoridades y el pueblo guaraní.  El Jefe de Estado bailó, recibió aplausos, abrazos y permanentes vítores de ¡Evo¡ ¡Evo¡ ¡Evo¡

“Es tu pueblo señor Presidente. Bienvenido a la comunidad de Ibo. Evo nace de Ibo y Evo viene a Ibo. Yo quiero decirle, este es mi pueblo, es tu pueblo que está a tu frente. Tenemos que trabajar juntos para aportar a este proceso de cambio por el que apostamos”, dijo, el presidente de la APG, Faustino Flores.

El dirigente dijo que el nuevo directorio de la APG trabaja en la unidad de esa nación de los pueblos del chaco boliviano, disperso en los departamentos de Santa Cruz, Tarija y Chuquisaca. La marcha por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) de 2011 dividió a la APG.
“Sabemos que vamos a trabajar por este proceso de cambio, en coordinación con nuestros alcaldes, asambleístas departamentales y nacionales, y contribuir para una mayor transformación estructural”, insistió.
Invocó a trabajar la Ley de la Consulta Previa y de Recursos Naturales, además de garantizar la seguridad alimentaria.
“Con este evento (de recordación a Apiaguayqui Tambo) que es de gran significancia para todos nosotros que conformamos el pueblo guaraní, queremos reafirmarnos como militantes del proceso de cambio”, señaló.

Por su parte, el presidente Evo Morales, vestido con atuendos de la nación guaraní, agradeció el recibimiento y las muestras de aprecio del pueblo guaraní.
Evocando al líder de la Batalla de Kuruyuki, Apiaguayqui Tumpa, el Primer Mandatario descalificó la actitud traidora de algunos dirigentes indígenas con el proceso de cambio.
Citó el pasaje de la historia que da cuenta que Apiaguayqui murió ahorcado porque un compañero le traicionó en marzo de 1892, cuando estaba refugiado tras la masacre del 28 de enero de ese año en Kuruyuki.


“No puedo entender que (…) algunos de nuestros dirigentes o asambleístas firmen acuerdos con representantes de terratenientes y opresores, por eso no faltarán  traidores en esta historia que llevamos para cambiar Bolivia”, dijo.


Resaltó los cambios que encara su gobierno, como el considerable aumento de los recursos económicos para los municipios rurales.


Morales comprometió un coliseo para esa comunidad, próxima a Camiri, además de proyectos productivos y acciones para acabar con la semiesclavitud en la región guaraní.


DATOS

• El presidente de la  Asamblea del Pueblo Guaraní, Faustino Flores, comprometió el apoyo de los tres consejos departamentales, 26 capitanías y todos los municipios de la nación guaraní al proceso de cambio.


• La APG invitó al presidente Evo Morales para el 29 de marzo a los actos de conmemoración de la muerte del líder guaraní, Apiaguayqui. 


• Por su parte, el presidente Evo Morales invitó a los dirigentes de la APG al Palacio de Gobierno para los próximos días.

• En el acto de conmemoración de los 220 años de la Batalla de Kuruyuki, estuvieron presentes  capitanes de la APG, alcaldes y concejales municipales guaraníes, asambleístas departamentales y nacionales, y las ministras y ministros de Autonomías, de Desarrollo Rural, de Trabajo y de Gobierno.


Alcaldes también respaldan 
Los municipios del pueblo guaraní de los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, a través del alcalde de Huacareta, Anastasio Flores, expresaron el respaldo firme al presidente Evo Morales.
“Estamos para apoyarle como alcaldes desde las diferentes regiones. Sabemos que hay muchos conflictos de los pueblos indígenas para gobernar los municipios, quieren desestabilizar primero los municipios y mucho más si son del proceso de cambio y del pueblo guaraní, luego será a nivel departamental y nacional”, dijo Flores.

En el acto de conmemoración de los 120 años de la Batalla de Kuruyuki, agradeció el apoyo del Gobierno a los municipios con proyectos de desarrollo local que mejorarán las condiciones de vida.


Morales pide acabar con esclavitud de guaraníes
El presidente Evo Morales prometió ayer la implementación de políticas gubernamentales para acabar con la semiesclavitud del pueblo guaraní, que habita en el sudeste y oriente boliviano.
En un masivo acto de celebración de la gesta del municipio de Kuruyuki, el Jefe de Estado, acompañado de varios ministros de Estado y otras autoridades locales, saludó la “claridad” ideológica y cultural programática de la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) en respaldo del proceso de cambio instaurado en Bolivia en 2006.


“He traído a nuestra flamante ministra de Justicia, Cecilia Ayllón, para que pueda garantizar la liberación de los hermanos indígenas guaraníes, es decir que acabe con las familias cautivas a fin de dar fin a la esclavitud y semiesclavitud”,  aseguró en su discurso.


Asimismo, Morales sostuvo que el Gobierno también garantizará la autonomía, el modelo de desarrollo y producción, además de seguridad laboral para los pueblos indígenas a fin de consolidar la “liberación” de esa etnia boliviana.

Semiesclavitud


Por su parte, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, sostuvo que las comunidades del pueblo guaraní antes de su emancipación vivían en “condiciones de esclavitud”, que eran ejercidas por los colonizadores europeos, quienes llegaron a esa región oriental para hacer fortuna con la explotación de la goma.


“Perseguían a los indígenas, los cazaban como animales para incorporarlos a la siringa en condiciones de esclavitud”, recordó la autoridad gubernamental.

Dijo que varios historiadores coinciden en que ese proceso migratorio por la explotación del caucho y la esclavización de los indígenas de tierras bajas es equivalente a la colonización española asentada en la zona andina.


A su juicio, la “verdadera” conquista económica y sometimiento político se produjo en esa época y posteriormente en la década de los 90 en la que el pueblo guaraní vio con expectativa la implementación de la participación popular. 


Gobierno dará un coliseo, telefonía y más recursos
El presidente Evo Morales remarcó ayer que el Gobierno transfirió el año pasado más de ocho millones de bolivianos al municipio de Macharetí y comprometió otros importantes proyectos en telefonía y educación.


“Estamos en el territorio del municipio Macharetí, el cual desde 2005 ha recibido la transferencia de dos millones de bolivianos, y el año pasado más de ocho millones para su desarrollo, esa es la lucha del pueblo boliviano”, argumentó en la recordación de más de un siglo de la Batalla de Kuruyuki.


Morales agregó que esas transferencias, a Macharetí y a todos los municipios del país, son producto de la nacionalización de los hidrocarburos de 2006.


Asimismo, anunció la instalación de antenas telefónicas de la estatal Empresa Nacional de Telecomunicaciones de Bolivia (Entel) en esa zona.


“También mediante el Fondo Indígena se va a garantizar 100 mil dólares para el proyecto de control social del proceso agrario y de constitución del territorio de la nación guaraní, la cual va a controlar la APG para que pueda ejercitar esa responsabilidad”, agregó.


También mencionó la  construcción de un coliseo en la región y garantizó recursos para la Universidad Indígena. Asimismo, sugirió la instalación de una radioemisora.

La Masacre de Kuruyuki en tierra guaraní
Diario El País, Tarija
A 120 años de la masacre de Kuruyuki (28 de enero de 1892), en la que murieron unos seis mil indígenas, los pueblos guaraníes siguen en la búsqueda de la “Tierra sin Mal” para preservar su identidad cultural, por lo que aprovechan la rememoración de esta fecha para consolidar su liberación de la semiesclavitud. Cada 28 de enero, en la comunidad de Kuruyuki (Santa Cruz), guaraníes de Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay se reúnen para recordar la lucha encabezada por Apiguaiqui Tumpa en contra de los terratenientes para defender a sus pueblos y a sus tierras, en la que murieron unos seis mil quereimbas (guerreros guaraníes).

El presidente de la Asamblea Legislativa Departamental, Justino Zambrana (representante guaraní), indicó que en esta fecha recuerdan los años de masacre de mujeres y niños, la pérdida de sus tierras, la humillación que sufrieron, además de la discriminación que también actualmente sufren en algunas ocasiones. “A partir del 1992 se busca la recuperación de los territorios, la identidad y el autoestima, sólo nos arrancaron las ramas pero hay raíces que están en flote y estamos construyendo esa planta que queremos”, afirmó.

El coordinador de la Dirección Departamental de Pueblos Indígenas Originarios (Didepio), Gastón Crespo, recordó que los originarios sufrieron constantes agresiones, como cuando se fueron estableciendo las haciendas en el departamento de Tarija y la delimitación para la conformación de las provincias. “En ese entonces, el general Burdett O’Connor planteaba la extinción de los indígenas, por lo que esclavizó a los simbas, en las regiones de Concepción y Salinas. Esa provincia fue nominada con el nombre del general, como premio por haber sojuzgado y eliminado a cientos de indígenas y de la misma manera ocurrió con los pueblos toba y weenhayek, que fueron reducidos en la región del Algodonal, donde llevaron a los indígenas a un puesto militar y los fusilaron, esto ocurrió a finales del siglo XVIII”, explicó.

Crespo señaló que ese 28 de enero de 1892 los pueblos indígenas se consolidan como nación. “Cada año, los pueblos de esta nación vuelven a reencontrase y a volver al inicio de la organización, ya que en Kuruyuki es en donde empezó a conformarse de nuevo la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), a través del apoyo de los franciscanos”, recordó.


Formas de sometimiento
Crespo indicó que los pueblos indígenas fueron víctimas de la esclavitud, sin embargo, dijo que  actualmente existen casos de semiesclavitud en Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz, más conocidas como las comunidades cautivas. “Se trata de comunidades enteras que son dependientes de un patrón y están dentro de una hacienda, ya que los indígenas no cuentan con tierras y, es más, las casas en donde viven no les pertenecen y se calculan que en el departamento existen alrededor de doce comunidades con esas características”, manifestó.

En los años noventa, comenta Crespo, se pudo evidenciar que los indígenas de las comunidades cautivas trabajan sólo por alimentos, los mismos que eran servidos en un tronco partido a la mitad, sentados en el piso. “Muchos sacaban el pedazo de carne de la lagua y lo escondían en las ojotas”, relató.

Otra forma de sometimiento es la conocida “deudita”, en donde el trabajador le debía un monto de dinero al patrón, la misma que nunca podía terminar de pagar, muchas veces esa deuda era transferida de los padres a los hijos. “Este tipo de casos se han reducido aunque todavía son parte de la realidad”, indicó.

Feriado nacional

Zambrana dijo que el 28 de enero debería ser una fecha histórica no sólo para el pueblo guaraní sino para todo el país, por lo que se trabaja, como Asamblea Departamental, de manera conjunta con asambleístas plurinacionales indígenas, para que el Gobierno pueda declarar feriado nacional, “al igual como se hizo con el 21 de junio, el Año Nuevo Aymara”.


Antecedentes
La conquista karai (blanca-mestiza) de la Cordillera Chiriguana, se reinicia en 1840 después de la Guerra de la Independencia, con la ocupación de tierras para la crianza de ganado vacuno en territorio indígena. Se observan desde entonces serios conflictos entre guaraní-chiriguanos y ganaderos karai.

La ocupación de tierras de cultivo de maíz de las comunidades por parte de los colonos y sus ganados, provoca la reacción de los indígenas, quienes asaltan las haciendas quemando potreros, destruyendo cabañas y establos, y robando animales. Como respuesta, los karai protagonizan sanguinarias masacres —como la de Karitati en 1840—, donde mueren hombres, mujeres y niños de las comunidades.

Hartos de los abusos, distintas parcialidades chiriguanas deciden emprender una guerra para expulsar a los karai. Es la Guerra de 1874-75, que se inicia con una ola de asaltos a las haciendas, luego se protagonizan asaltos a las misiones y valerosas batallas como las de Igüembe. Pese a tantos esfuerzos y pérdidas humanas la derrota es inevitable para los indígenas., pero ésta no sería la última guerra que protagonizarían para expulsar a los karai.
La esperanza de la liberación guaraní-chiriguana
Apiaguaiqui fue hijo de una cuña y de un ava cualquiera, no se sabe nada de su padre, posiblemente fue muerto en la Guerra de 1874-75, como muchos ava que lucharon por expulsar a los karai hacendados del territorio ancestral indígena para liberarlo de las condiciones de opresión que trajeron estos.

Apiaguaiqui, era entonces un niño que apenas superaba los 10 años, cuando fue llevado por su madre de una aldea a otra buscando la triste subsistencia del indígena que es vencido. Por un tiempo, también sufrió las condiciones de servidumbre, primero ayudando a su madre, quien fue sirvienta en la casa de hacienda de José Manuel Sánchez, el más rico ganadero de la región de Yohay, luego como pastor de cabras en la hacienda del mismo karai. Allí sufrió el maltrato y vio cómo su gente era sometida a los crueles castigos del cepo de tortura y los latigazos.

Su valiente y joven madre, resignada por un tiempo al insulto y al acoso del patrón, no estaría dispuesta a brindarle una vida de esclavitud a Apiaguaiqui. Una noche su fuerza maternal le hizo huir de aquel infierno tomando a su hijo de la mano.


La Masacre de Murukuyati

Apiaguaiqui y su madre erraban entre las pobres aldeas indígenas y por fin se establecieron en Murukuyati, una pequeña aldea ubicada en la vertiente oriental del Aguaragüe, conformada por algunas familias chiriguanas que, expulsadas de su territorio por los hacendados, se habían establecido allí buscando tierras marginales donde sembrar su maíz y vivir en libertad.

La pequeña chacra comunal no abastecía lo suficiente, pero ahora los esfuerzos en trabajo era de todos y para todos, no así para un patrón que los humillaba y maltrataba.
Apiaguaiqui bailaba junto a los demás jóvenes hombres y mujeres, o jugaba el tradicional juego de pelota llamado tóki con los de su edad. Los más adultos, parlanchines y alegres, jugaban sus tradicionales juegos de azar como el tshúcareta.

Por las noches, todos se congregaban alrededor de los ancianos, los arakua iya (dueños del saber), quienes transmitían los valores ancestrales narrando la historia de los Tumpa, creadores de todos los seres, y de los Iya, sus dueños protectores, y la historia de los antepasados, brillantes mburuvicha (capitanes) y valientes quereimbas (guerreros) y sus victorias contra el cobarde karai durante la época de la colonia española.

Un día llegó a la aldea el oficial del ejército Eduardo Cuéllar, junto con cuatro soldados, enviado por don Pedro Zárate, poderoso hacendado y delegado del Gobierno para la distribución de tierras conquistadas a los indígenas. Éste tenía la orden de realizar trabajos de agrimensura e inspeccionar la calidad de la tierra. En ese afán, sin ningún respeto, estropeó los cultivos de maíz indígenas.
Curichama, mburuvicha de Murukuyati, lo hizo detener y desarmar, también a sus soldados, obligándolo a abandonar sus tierras. Cuéllar, sintiéndose humillado, fue con Zárate y no sólo le informó lo que había pasado sino que agregó que los de Murukuyati planeaban una rebelión de gran alcance contra los blancos.

Zárate organizó una expedición de castigo. Con varias decenas de soldados una noche, cuando todos dormían, atacó Murukuyati asesinando a balazos a hombres, mujeres y niños y quemando las cabañas. Sólo Apiaguaiqui y un ava que recién se había integrado a la aldea pudieron escapar en la oscuridad de la noche. Era el mes de noviembre de 1877.


Apiaguaiqui toma conciencia de libertad
Vagando por el bosque, dos sentimientos encontrados inquietaban al adolescente Apiaguaiqui. Su corazón le incitaba a vengar la muerte de su madre, pero matar a Zárate no cambiaría su situación ni la de los suyos. Por otro lado, su memoria lo empujaba a recordar las palabras de los ancianos de Murukuyati, ahora muertos. Entonces, quiso ser un guerrero, unificar a las comunidades libres, a los ava oprimidos de las haciendas y de las misiones y emprender una guerra para expulsar a los karai.


La escuela del joven líder
Encontró acogida en la aldea de Bororigua, asiento del mburuvicha guasu Machirope. Pronto se acercó a Machirope y ganó su confianza, a tal punto que se convirtió en su mensajero. Aprendió política asistiendo a las asambleas comunales e intercomunales, también conoció la cultura karai. Se informaba de lo que sucedía entre los karai y los indígenas llevando los mensajes de aquel mburuvicha guasu a otras aldeas. En esos trajines conoció a un viejo ipaye muy respetado llamado Güirarayu.

Los ipaye no sólo curaban las enfermedades y dolencias corporales; por su conocimiento del más allá profetizaban lo que iría a suceder en el futuro, por eso durante la guerra no se tomaba una decisión sin escucharlos.

Un día Apiaguaiqui agradecido se despidió de Machirope y se fue a vivir con Güirarayu, de quien se convirtió en su aprendiz. Pasaron los años y llegó a ser un excelente ipaye. Ahora se sentía preparado para convertirse en mucho más que un mburuvicha guasu (capitán grande).


El profeta se encamina

En 1889, Apiaguaiqui demostraba sus poderes curando las enfermedades y practicando la ventriloquia. Con esta última, hacía creer a sus seguidores que él tenía el poder de hacer hablar a los animales. Llamaba a todos a la unión para ponerse en pie de guerra.

La admiración de su gente creció a tal punto que recibió el nombre de Tumpa, es decir, espíritu grande que había bajado de entre las estrellas para liberar a su pueblo.


La Guerra de 1892

En grandes asambleas de las regiones del Pilcomayo-Sur, Cordillera Central, Kaipipendi-Yuty, Alto Parapetí, Parapetí-Charagua y otras, se decidió dar inicio a la guerra en los días de carnaval de 1892. Sin embargo, un suceso precipitó el inicio de la guerra. La noche vieja de 1891, el corregidor de Ñuumbyte (Cuevo) violó y asesinó a una jovencita chiriguana, pariente de Asukari de Ivo. La furia de los chiriguanos se vio llegar cuando el asesino no recibió ningún castigo por parte de las autoridades.

La guerra se dio inicio el 7 de enero con el ataque quereimba a una tropa dirigida por el teniente Sanz, quien fue sorprendido por una lluvia de flechas en la quebrada de Mandiyuti. Grupos de guerreros chiriguanos distribuidos por toda la Cordillera, asaltaron haciendas en la zona de Camiri y Lagunillas, en el Alto Parapetí incendiaron las casas de las familias Franco y Chávez, varias propiedades fueron tomadas en la Cordillera Central y en las cercanías de Ivo.

La movilización militar fue general en la Cordillera y en Santa Cruz. El coronel Mercado de Saipurú fortificó sus tropas con voluntarios de Gutiérrez y Charagua, y con 100 flecheros neófitos de las misiones del Gran Parapetí. El cuartel de Choreti fue reforzado con peones obligados por sus patrones a asistir a la guerra. En la ciudad de Santa Cruz el prefecto Gonzáles reclutó a 150 milicianos. El obispo Belisario Santiesteban en esta ciudad exigió rezar y realizar misas en todas las iglesias en contra de “los paganos”, “indios infieles sublevados en la provincia Cordillera”.

El 13 de enero se protagonizó una primera batalla en Kuruyuki. El coronel Frías de Sauces con un ejército nada uniforme de soldados, voluntarios y neófitos flecheros, enfrentó a los quereimba de Apiaguaiqui. Frías tuvo que emprender la retirada al verse incapaz de vencer a sus enemigos. Sufrió 3 muertos y 20 heridos.


La Batalla de Kuruyuki

A los pocos días el cuartel de Santa Rosa recibió refuerzos de Santa Cruz. El coronel Gonzáles tomó el mando de un ejército de 1.690 hombres, bien dotado de municiones y armas. Este ejército se encaminó a Kuruyuki.

Apiaguaiqui y sus quereimbas, pintados sus rostros de negro y rojo con plumas sobre la cabeza, la mayoría armados con arcos y flechas, y unos pocos con armas de fuego, esperaron a sus enemigos listos para la batalla.

La batalla se realizó el 28 de enero. Se dice que los chiriguanos lucharon con un valor sorprendente. Muchos caían muertos, pero esa no fue razón para que disminuyera la moral. Los gravemente heridos continuaban usando sus arcos y flechas sin importarles su estado fatal. Estaba claro que en la conciencia colectiva prevalecía el deseo de vivir en libertad o morir antes de volver a verse dominados por los karai. Sin embargo, la desventaja en armas, municiones y hombres era demasiado grande para ellos.

La tarde del 29 de marzo de 1892, en la plaza de Monteagudo donde se congregó a todo el pueblo, Apiaguaiqui fue sometido al tormentoso suplicio en la más dolorosa soledad, sin embargo, leal a sus ideales, soportó la humillación y el dolor, y no pidió perdón ni clemencia en ningún momento.


Extractado de: Apiaguaiqui Tumpa, la última esperanza de la liberación guaraní-chiriguana frente al Estado republicano colonial, escrito por Emilio Hurtado Guzmán.

lucha de nuestros pueblos
Raúl Castro: El rumbo ya ha sido trazado
Lunes, 30 de enero, 2012 18:02
Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido, en el Palacio de Convenciones, el 29 de enero de 2012, “Año 54 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado).
La Primera Conferencia Nacional del Partido que hoy concluye sus sesiones ha estado dedicada, en correspondencia con la convocatoria librada por el 6to Congreso, a evaluar con objetividad y sentido crítico el trabajo del Partido, así como determinar con voluntad renovadora las transformaciones necesarias para situarlo a la altura que demandan las actuales circunstancias.

No olvidemos que solo el Partido, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, solo el Partido, repito, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único Comandante en Jefe de la Revolución Cubana , el compañero Fidel Castro Ruz (Aplausos).

No me detendré a exponer los datos de los participantes en el proceso de discusión del proyecto de Documento Base ni las numerosas modificaciones que resultaron del mismo, considerando el informe presentado por el Segundo Secretario del Comité Central, compañero José Ramón Machado Ventura, en la inauguración de este evento, que como todos conocen no comenzó ayer, sino casi inmediatamente después de la clausura del Congreso del Partido.

Tras la elaboración del primer borrador del Documento y su posterior análisis en múltiples reuniones del Buró Político y del Secretariado antes de la discusión en las organizaciones de base del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), durante los meses de octubre y noviembre del pasado año, sus resultados fueron analizados por el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado el 21 de diciembre de 2011.

También en las primeras semanas de este mes, a nivel de provincia, se realizó el estudio y discusión por parte de los delegados a la Conferencia y otros cuadros. En total se elaboraron nueve versiones del Documento.

A diferencia del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, cuyo debate incluyó, en uno u otro modo, a toda la población, el Documento Base de la Conferencia, dado su alcance menos abarcador y su enfoque más dirigido al funcionamiento interno del Partido fue analizado por toda la militancia, si bien nuestro pueblo conoció íntegramente su contenido a través de los medios de prensa.

Por otra parte, en el proceso preparatorio de la Conferencia fue debatido el papel de los militantes en interés del perfeccionamiento de las relaciones del Partido con la UJC , la Central de Trabajadores de Cuba y demás organizaciones de masas, de manera que las mismas incrementen, en las actuales condiciones, su protagonismo e influencia en la sociedad.

Como era de esperar, desde la publicación del Documento no han faltado las críticas y exhortaciones de quienes, confundiendo sus más íntimas aspiraciones con la realidad, se ilusionaron con que la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución, a lo largo de más de medio siglo, con el apoyo de la mayoría de los cubanos.

En este sentido, no fue nada casual que el primer objetivo del mismo exprese: “El Partido Comunista de Cuba, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, es fruto legítimo de la Revolución, al propio tiempo su vanguardia organizada y quien garantiza, junto al pueblo, su continuidad histórica”. Este concepto, al que jamás renunciaremos, se encuentra en plena correspondencia con el artículo cinco de la Constitución de la República , aprobada en referendo por el 97,7 por ciento de los electores, mediante el voto libre, directo y secreto.

Nuestros adversarios y hasta algunos que simpatizan con nosotros, abstrayéndose de la historia de permanente agresión, bloqueo económico, injerencia y el cerco mediático, expresado en las incesantes campañas de la prensa supuestamente libre, subordinada en su mayoría a los intereses imperiales predominantes, todo lo cual ha debido enfrentar la Revolución Cubana, nos exigen, como si se tratara de un país en condiciones normales y no una plaza sitiada, la reinstauración del modelo multipartidista que existió en Cuba bajo el dominio neocolonial de los Estados Unidos.

Renunciar al principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel.

Con el fin de organizar la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico concibió Martí la creación de un solo partido político, el Partido Revolucionario Cubano, según sus propias palabras: “Para fomentar la revolución de modo que puedan entrar en ella… todos los cubanos de buena voluntad:… Todos los que amen a Cuba, o la respeten”.

Cuando ya la victoria sobre España era inminente, después de treinta años de guerra, se produjo la intervención norteamericana y una de las primeras medidas fue disolver ese partido, al igual que el glorioso Ejército Libertador, para dar paso a lo que vino después, el multipartidismo de la república burguesa y la creación de un nuevo ejército con su represiva guardia rural incluida, garantía del dominio absoluto de todas las riquezas de la nación, de las que se apropiaron en los cuatro años de la primera ocupación militar.

Ese fue el triste final de los dos pilares de la revolución independentista, el Partido y su Ejército Libertador, resurgidos exactamente al cabo de 60 años bajo la conducción de Fidel, inspirado en las enseñanzas de Martí. No permitiremos jamás que esa historia se repita.

No es mi propósito, en esta intervención, hacer un recuento de la evolución histórica del término Democracia, desde su conceptualización en la antigua Grecia, como el “poder del pueblo”, aunque la mayoría esclava no contaba para nada. Tampoco pretendo filosofar sobre la vigencia y utilidad de la llamada democracia representativa, que en definitiva es harto conocido que ha devenido invariablemente en la concentración del poder político en la clase que detenta la hegemonía económica y financiera de cada nación, donde las mayorías tampoco cuentan y cuando se manifiestan, como sucede en estos precisos momentos en muchos países, son brutalmente reprimidas y silenciadas con la complicidad de la gran prensa a su servicio, también transnacionalizada.

El mejor argumento es el que nos ofrece la democracia norteamericana, la cual se pretende imponer como modelo a todo el mundo, en la que se alternan el poder los partidos Demócrata y Republicano defendiendo, sin mayores diferencias, los intereses del mismo gran capital, al cual ambos se subordinan.

Ahí están, por citar unos pocos ejemplos, la Base Naval de Guantánamo, territorio ocupado por Estados Unidos ilegalmente, contra la voluntad del pueblo cubano y que así ha permanecido por más de 100 años, con independencia del partido en el poder en ese país, que tanto proclama la defensa de los derechos humanos al tiempo que, a pesar de las promesas del actual presidente, mantiene allí, hace una década, una prisión, donde en un limbo legal en estos momentos más de 170 ciudadanos extranjeros son sometidos a torturas y vejaciones.
El segundo ejemplo, la invasión por Playa Girón, concebida y planificada por un presidente republicano, Eisenhower, y llevada a cabo por el presidente Kennedy, apenas tres meses después de tomar posesión, que era del Partido Demócrata; y por último, el bloqueo económico, que ha perdurado medio siglo, sin importar si es republicano o demócrata quien ocupa la Casa Blanca.

Sin el menor menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas y en estricto apego al principio del respeto a la libre determinación y la no injerencia en los asuntos internos de otros estados, consagrado en la carta de las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de sus experiencias en la larga historia de luchas por la independencia y soberanía nacional, defendemos el sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la mercantilización de la política.

Si hemos escogido soberanamente, con la participación y respaldo del pueblo, la opción martiana del partido único, lo que nos corresponde es promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva, mencionados varias veces en los Objetivos aprobados en esta Conferencia, los que deberán involucrarse con responsabilidad y la más estricta veracidad en este empeño, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil.

A este fin es necesario incentivar una mayor profesionalidad entre los trabajadores de la prensa, tarea en la que estamos seguros contaremos con el apoyo de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), los medios de comunicación y de los organismos e instituciones que deben tributarles información fidedigna y oportuna para, entre todos, con paciencia y unidad de criterio, perfeccionar y elevar continuamente la efectividad de los mensajes y la orientación a los compatriotas.

Al propio tiempo, la conformación de una sociedad más democrática contribuirá también a superar actitudes simuladoras y oportunistas surgidas, al amparo de la falsa unanimidad y el formalismo en el tratamiento de diferentes situaciones de la vida nacional.

Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho.

Ya hemos dicho en otras ocasiones y así también se recogió en el Informe Central al 6to Congreso, que lo único que puede conducir a la derrota de la Revolución y el Socialismo en Cuba, sería nuestra incapacidad para erradicar los errores cometidos en los más de 50 años transcurridos desde el primero de enero de 1959 y los nuevos en que pudiéramos incurrir en el futuro.

No ha existido ni existirá una revolución sin errores, porque son obra de la actuación de hombres y pueblos que no son perfectos, enfrentados además, por primera vez, a nuevos y descomunales retos. Por eso creo que no hay que avergonzarse de los errores, lo grave y bochornoso sería no contar con el valor de profundizar en ellos y analizarlos para extraerles las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo.

En este sentido, por su permanente vigencia, es oportuno recordar las palabras del compañero Fidel el 28 de septiembre de 1986 al clausurar el Tercer Congreso de los CDR, cuando señaló: “La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra los errores cometidos continuarán indefectiblemente, porque tenemos el deber sagrado de perfeccionar todo lo que hacemos, perfeccionar la Revolución, tenemos el deber sagrado de no estar satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que estamos haciendo las cosas bien hechas, mucho menos vamos a estar satisfechos cuando sabemos que no están haciéndose todas las cosas lo bien hechas que tienen que hacerse”.

La generación que hizo la Revolución ha tenido el privilegio histórico, pocas veces visto, de poder conducir la rectificación de los errores cometidos por ella misma, muestra elocuente de que no tuvieron una repercusión estratégica, de lo contrario, no estaríamos hoy aquí. No pensamos, a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad.

Al referirme a este asunto, me siento en el deber de alertar, una vez más, que no caigamos en la ilusión de creer que las decisiones adoptadas en esta Conferencia Nacional y ni tan siquiera los acuerdos de alcance estratégico adoptados por el 6to Congreso, constituyen la solución mágica a todos nuestros problemas.

Para impedir que nuevamente caigan en saco roto las instrucciones del Partido, el Buró Político decidió, al igual que como se indicó en su momento con respecto a la marcha de la actualización del modelo económico y el cumplimiento de los planes anuales y el presupuesto, que los plenos del Comité Central analicen dos veces al año la aplicación de los Objetivos de trabajo del Partido aprobados por esta Conferencia. Del mismo modo procederán los comités provinciales y municipales del Partido, en la forma y frecuencia que establezca el Comité Central.

La experiencia nos ha enseñado que aquello que no se controla con efectividad, no se cumple o se ejecuta superficialmente.

Se impone trabajar y perseverar con Orden, Disciplina y Exigencia por hacer realidad los Lineamientos de la Política Económica y Social, igual que los Objetivos aprobados en este evento, dejar atrás el lastre de la vieja mentalidad y forjar con intencionalidad transformadora y mucha sensibilidad política la visión hacia el presente y el futuro de la Patria , sin abandonar, ni por un instante, el legado martiano y la doctrina del marxismo leninismo que constituyen el principal fundamento ideológico de nuestro proceso revolucionario.

Para lograr el éxito en este empeño es imprescindible, como se expresa en el objetivo número 37, “fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y la Revolución, estrechar el vínculo permanente con las masas y consolidar la convicción de preservar la nación cubana y las conquistas económico-sociales, sobre la base de que Patria, Revolución y Socialismo, están fusionados indisolublemente”.

Ahora bien, el meollo del asunto no está en haber formulado adecuadamente ese objetivo o cualquier otro, sino en determinar las vías y formas en que lo llevamos a la práctica, con la máxima firmeza, de manera que podamos evaluar con integralidad cuánto y cómo avanzamos, detectar a tiempo las tendencias negativas y ser capaces de movilizar a la militancia y al pueblo en la consecución del objetivo en cuestión.

Esto mismo es aplicable a los enunciados relacionados con la Política de Cuadros, área que como también expresa el Informe Central del 6to Congreso, sufrió los efectos de la improvisación y la falta de previsión y sistematicidad, trayendo como secuela que no contemos todavía con una reserva de sustitutos experimentados y maduros, con preparación suficiente para asumir las complejas funciones de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno, tarea que por razones obvias, como todos comprenderán, reviste una importancia estratégica para la Revolución y en la cual trabajamos sin precipitación, pero sin pausa, en el cumplimiento de los acuerdos del Congreso.

Aprovecho la ocasión para ratificar que en la medida en que avancemos en la definición de todos los ajustes que será necesario introducir a la Constitución de la República y al marco legislativo complementario, entre otros asuntos, implementaremos la decisión de limitar a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y estatales principales. Al respecto, considero que una vez definidas y acordadas las políticas por las instancias pertinentes podemos iniciar su aplicación paulatina sin esperar por la reforma constitucional, recurso al que no debemos estar acudiendo a cada rato, o sea, ir a modificar algo de la Constitución, aunque sea por el propio Parlamento, sin necesidad de referendo. Igualmente deberán modificarse en ese sentido los Estatutos y otros documentos rectores del Partido.

Al hablar de estos temas, no puedo dejar de mencionarse la importancia de asegurar que la autoridad moral del Partido, de sus militantes y en especial de los dirigentes, en todos los niveles, se fundamente en el ejemplo personal, a partir de demostradas cualidades éticas, políticas e ideológicas y el permanente contacto con las masas.

La Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, que tanta sangre costó a nuestro valeroso pueblo, dejaría de existir sin efectuarse un solo disparo por el enemigo, si su dirección llegara algún día a caer en manos de individuos corruptos y cobardes
Estos conceptos, que no son nada nuevos, bien vale la pena tenerlos siempre presentes por el daño real y potencial que para el presente y futuro de la nación significa el fenómeno de la corrupción.

En las últimas semanas los diputados de la Asamblea Nacional y numerosos cuadros y funcionarios de todo el país, han recibido copiosa información acerca de algunos procesos investigativos, que en esta materia desarrollan los órganos especializados del Ministerio del Interior, en estrecha armonía con la Fiscalía y la Contraloría General de la República. A su debido tiempo, luego del pronunciamiento de los tribunales correspondientes, toda nuestra población conocerá con amplitud estos hechos.

No hace mucho, al intervenir en la clausura de las sesiones del Parlamento el pasado mes de diciembre, me referí a la convicción de que la corrupción es, en la etapa actual, uno de los principales enemigos de la Revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del gobierno de Estados Unidos y sus aliados dentro y fuera del país.  También dije que en lo adelante no permitiríamos que las acciones de enfrentamiento al delito fueran efímeras, como ciertamente nos ha sucedido en otras ocasiones.

Afortunadamente, sin el menor ánimo de restarle gravedad a este mal bastante generalizado en el planeta, considero que nuestro país puede ganarle la batalla a la corrupción, primero frenarla y luego liquidarla sin contemplaciones de ningún tipo. Ya advertimos que en el marco de la ley seremos implacables con el fenómeno de la corrupción.

Con frecuencia, varios de los implicados en los casos detectados ostentaban la militancia del Partido, demostrando fehacientemente su doble moral y el empleo de esa condición para agenciarse posiciones en las estructuras de dirección, violando de manera flagrante los deberes de un militante comunista, establecidos en los Estatutos.

Por ello, sin esperar a la revisión que se ejecuta en el marco de la actualización de los documentos rectores del Partido, el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado en diciembre pasado, precisó que la sanción a aplicar a quienes participen en hechos de corrupción no puede ser otra que la expulsión de las filas del Partido, sin menoscabo de la responsabilidad administrativa o penal que corresponda, pues hasta ahora, como práctica, esta medida —la de expulsión— era excepcional y se reservaba a casos de traición a la Patria y delitos graves.

No nos cabe la menor duda de que la enorme mayoría de los ciudadanos y los cuadros de dirección son personas honestas, pero sabemos que eso no es suficiente, no basta con ser honrados y parecerlo, hay que pelear y enfrentarse, pasar de las palabras a la acción.

Es cierto que el Partido desde hace años venía librando el combate contra este flagelo; sin embargo, éste andaba por un lado y el Gobierno por otro. Para asegurar el éxito es preciso que el Partido asuma definitivamente la conducción del proceso, lo cual no significa en lo más mínimo que suplantará las funciones que a cada institución le pertenecen.

El Partido, en primer lugar, exigirá a todos responsabilidades por el cumplimiento de sus obligaciones, sin intervenir en la administración, pero sí llamar la atención, alertar y luchar allí, desde el núcleo, el municipio, hurgar, pensar y volver a pensar en cómo movilizar al conjunto de las fuerzas en ese empeño. Cada vez que hagamos eso, vamos a comprobar que la correlación de fuerzas en todos los sentidos nos favorece en este empeño de derrotar la corrupción.  La importancia hay que dársela a la organización y constancia de esa lucha.

Además, esta no es función exclusiva de los militantes, es también un deber de cada ciudadano y ciudadana, militante o no, que se preocupe por su país.

Vale en este contexto retomar, por su actualidad, conceptos definidos desde 1973, hace casi 40 años, como parte del proceso preparatorio del Primer Congreso.

El Partido debe estar en capacidad de dirigir al Estado y al Gobierno, controlar su funcionamiento y el cumplimiento por ellos de las orientaciones trazadas, estimular, impulsar, coadyuvar al mejor trabajo de los órganos de gobierno, pero en ningún caso sustituirlos.  Los dirige mediante el control, y este término debe entenderse en la acepción de comprobar, examinar y revisar, nunca en el sentido de intervenir o mandar.

Aunque no está en el texto, está en el pensamiento de todos, de toda la masa de militantes, que en el Partido debe acabarse definitivamente el “mandonismo” su fuerza es moral, no jurídica, por eso hay que tener moral para dirigir el Partido y llevar a la masa de militantes ese espíritu, ¡es la fuerza moral!

El Partido dirige controlando que sus directivas, junto a las del Estado y el Gobierno, se ejecuten apropiadamente por quienes corresponda.

La organización partidista controla por intermedio de sus estructuras y de todos sus militantes, de arriba a abajo y viceversa, lo cual no niega el papel de control que el Gobierno realiza sobre la actividad administrativa a su cargo.

El control es simultáneo, pero no presupone interferencias. En una empresa de la producción o los servicios, éste se ejerce por la administración de la entidad, por sus niveles superiores y por organismos estatales o gubernamentales, según competa, ya sea la Contraloría, la Fiscalía, los bancos, las oficinas de la administración tributaria, etcétera.

Las organizaciones del Partido en la base llevan a cabo el control mediante el accionar de sus militantes, ya sean simples trabajadores o dirigentes, apremiando con el ejemplo, del que emana su autoridad, que la administración se atenga estrictamente al cumplimiento de las normativas jurídicas vigentes, sin dejar de trasmitir a los organismos políticos superiores la información pertinente. El Partido controla que los planes económicos y el presupuesto se elaboren de manera correcta y luego de aprobados por el Gobierno y el Parlamento se cumplan con rigurosidad.
Estos conceptos están bien claros hace bastante tiempo, desde el Primer Congreso, pero después nos olvidamos de aquellas resoluciones, de aquellos acuerdos, de aquel magnífico congreso y los engavetamos, y por eso casi medio siglo después tenemos que estarles quitando el polvo a los papeles de lo que hicimos hace 40 años, porque nos dedicamos a otras cosas, por una razón o por otra.  Por eso defendemos tanto la institucionalidad y que cada cual haga lo que le corresponda, sin interferir a los demás, más bien apoyándonos. Estos conceptos, además, han sido actualizados, por lo que se hace imprescindible desde la base, o sea, en el propio núcleo del Partido y el Comité de Base de la Juventud, educar a los militantes en esos principios y en cómo se hace esa tarea: cada uno en el marco donde desenvuelve sus actividades; cómo se hace eso que hemos orientado en los diferentes congresos o Conferencia, como en este caso, o sea, educar a los militantes en los mismos para incorporarlos a su accionar diario. No hay que hacerse filósofo, ¡no hay que hacerse filósofo!

Eso es lo que les debemos enseñar, sencillo y poco a poco irlos educando en las reuniones correspondientes, en cursillos o en lo que sea, que sepan cuál es su función, cuál es su papel; pero para desempeñar ese papel hay que tener moral en todos los sentidos. Y les decía que ese es, en mi modesta opinión —y este fue un tema bastante discutido en algunas de las comisiones ayer—, el aspecto esencial del llamado trabajo político ideológico y no las consignas vacías y las frases prefabricadas.

Antes de concluir estas palabras considero necesario denunciar, una vez más, las brutales campañas anticubanas instigadas por el gobierno de Estados Unidos y algunos otros tradicionalmente comprometidos con la subversión contra nuestro país, con el concurso de la gran prensa occidental y la colaboración de sus asalariados dentro de la isla en el propósito de desacreditar a la Revolución, justificar la hostilidad y el bloqueo contra la población cubana y crear una quinta columna que facilite la aspiración de privarnos de la independencia y soberanía nacional.

Como expresa el editorial del periódico Granma del pasado lunes 23, los hechos hablan más que las palabras. Las campañas anticubanas no harán mella en la Revolución ni en el pueblo, que continuará perfeccionando su socialismo. Quedará nuevamente demostrado que la mentira, por muchas veces que se repita, no necesariamente se convierte en verdad, porque “un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.

Compañeras y compañeros:

En menos de un año hemos efectuado dos eventos del Partido, esta Primera Conferencia Nacional y sobre todo el 6to Congreso, con acuerdos trascendentales para el presente y el futuro de la Revolución y el Socialismo en Cuba. El rumbo ya ha sido trazado, avancemos pues con la misma decisión, la firmeza ideológica, el valor y la serenidad demostrada en más de 13 años de injusta prisión por nuestros Cinco Héroes, por cuya libertad nunca dejaremos de luchar y a quienes hacemos llegar el saludo fraternal de los comunistas y de todo el pueblo cubano.

Muchas gracias (Aplausos)


Entrevista a Ignacio Ramonet en Porto Alegre sobre la coyuntura mundial
"Si el movimiento social no da paso a la política,
la crisis seguirá sirviendo a la extrema derecha"
Por Martín Granovsky
Periodista y escritor, Ignacio Ramonet dijo a Página/12 que la mayoría de los gobiernos de Sudamérica cumple la función de los socialdemócratas europeos en los años 50 y que si no cometen errores pueden aspirar a un ciclo largo de gobierno.

Nacido en Pontevedra y emigrado con su familia a Francia, Ignacio Ramonet dirige hoy Le Monde Diplomatique en español. Fue uno de los animadores del primer Forum en 2001 y es uno de los periodistas que más recorren el mundo y observan sus distintas realidades.

—Sobre el final del Forum hay derecho a preguntarse si fue útil y qué cambió respecto del primer foro, el del 2001.
—Cuando el foro se creó, no había en América Latina otro gobierno de los que yo hoy llamo neoprogresistas que no fuera el de Hugo Chávez, que además vino al foro. Al año siguiente, en 2002, por primera vez Chávez se declaró socialista. También vino Lula cuando aún no era presidente, sino candidato. Ahora en cambio los gobiernos neoprogresistas están llevando a cabo las políticas de inclusión social y al mismo tiempo el foro es menos un foro de los movimientos sociales. Es un foro en el que se discutió la crisis europea, el movimiento de los indignados en general (los chilenos, Wall Street, etcétera) y la cuestión de la memoria. La jornada de Flacso del viernes, el día de conmemoración del Holocausto, fue una de las actividades centrales. La organizaron el Forum Social Temático y el Foro Mundial de la Educación. Hasta ahora ésos no eran temas del foro. Los indignados son un tema que no lleva más de un año, y el debate sobre la memoria no se había planteado de esa manera. Dominaban el antiimperialismo y la denuncia de las guerras de los Estados Unidos en Irak o en Afganistán. Se está llegando a un nivel diferente. Los gobiernos aquí en Sudamérica lo están haciendo globalmente bien. Pero ojo, llega una nueva etapa y hay que mejorar ciertos aspectos cualitativos.

—¿Qué habría que mejorar en América del Sur?
—IR.- No creer que esta bonanza que está viviendo América Latina va a ser duradera. Depende del éxito norteamericano y europeo y de si hay baja o no en la economía china que afecte a potencias agrícolas o mineras.

Uno de los puntos es cómo aprovecha América del Sur su actual ventaja por los precios beneficiosos de los productos primarios que vende para que otra vez el rédito principal no sean palacios franceses en medio de la pampa húmeda.
—IR.- La economía funciona por ciclos. En Europa no podemos hablar de palacios en medio de la nada pero sí de grandes aeropuertos modernísimos que ahora casi no funcionan u óperas en medio de ciudades pequeñísimas. La riqueza ha pasado y no siempre se ha sabido aprovechar. Aquí, en Sudamérica, la solución es crear más y más mercado interior. Y mercado interior protegido. Y también ampliar los intercambios en el marco de la solidaridad latinoamericana. Ahora el mercado latinoamericano tiene que articularse para que haya masa crítica para todos. Si no, Brasil se desarrollará pero Uruguay no. Ahora que desaparecieron 80 millones de pobres hay una clase media que consume. Brasil introdujo la tasa sobre la producción de automóviles frente a China y aumentó esa tasa en un 30 por ciento. Es protección y es correcta.

¿Qué discusión mundial nueva apareció en el Forum?
—IR.- Por lo pronto, muchos constataron que, más allá de las opiniones, la globalización existe. Si existe hay que analizarla y ver cómo evitar los inconvenientes de la globalización. A escala mundial en una mesa sobre la crisis del capitalismo, una de las opiniones fue que había que pensar quizás en desglobalizar y reducir la globalización. No hay sólo una crisis económica. Hay una crisis de la política, de la democracia, alimentaria, ecológica. Muchos países latinoamericanos no están pensando en las otras crisis, en particular en la ecológica. Boaventura de Souza Santos subrayó que no es normal que se acuse a comunidades indígenas y se las acuse de terroristas cuando quieren proteger el medio ambiente. Las realidades van cambiando. El Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, que antes ocupaba tierras, no lo hace porque no las tiene. Cualquier pedazo de tierra es soja. Y como el MST cuando se asienta realiza producciones ecológicas, el agronegocio se lo reprocha.

La discusión ecológica es clave también porque habrá una cumbre mundial en Río en junio.
—IR.- La precaución ecológica es algo que se ha recordado y que en cierta medida hace que los gobiernos estén pensando en hacer las cosas bien.
Dilma dijo que quería dar casas a la gente. A mí me parece muy bien, realmente muy bien. Pero tengamos cuidado de no llegar al pragmatismo chino, que en nombre del desarrollo destruye lo que se oponga a esa idea, y terminemos entrando sin necesidad en una gran contradicción.

Dilma diría: "Está bien, Ignacio, pero yo tengo que gobernar Brasil y terminar con la miseria".
—IR.- Es que la preocupación ecológica y la social no se oponen. El Forum apreció mucho que Dilma haya decidido venir aquí y no haya viajado al Foro de Davos. Cuando Lula vino y dijo que luego se marchaba a Davos, alguien le dijo: "No se puede servir a dos amos a la vez". Es una frase bíblica. "Hay que escoger".

—Quizá Lula necesitaba ir a Davos porque también eso ayudaba a la consolidación política de su gobierno y en cambio hoy Brasil no necesita de Davos.
—IR.- Claro, las condiciones cambian. Y el foro debe cambiar también. Antes muchos dirigentes o presidentes venían a nutrirse. Chávez y Lula, a quienes ya nombré. También Evo Morales, Rafael Correa y Fernando Lugo. Para algunas discusiones, una reunión del foro puede tener hoy un mayor sentido en Europa, para discutir allí mismo la tremenda crisis. El año próximo está previsto que tenga lugar en un país árabe, porque los movimientos sociales no sólo se están desarrollando, sino que han conseguido ganar en dos países. Y hay nuevas discusiones, por ejemplo, entre movimientos sociales laicos y movimientos sociales islamistas.

¿Qué podría discutirse en Europa?
—IR.- En Europa hay ya algunas discusiones que se producían en América Latina. Una idea de que la política está gastada y hace falta una renovación política. Que la sangre y la vitalidad nueva van a venir por el movimiento social. De esa vitalidad puede surgir un cambio. Este foro no tendría el mismo sentido organizado en Madrid, Atenas o Barcelona, donde hay sociedades que sufren y a la vez registran en algunos sectores gran voluntad de cambio. Aquí, en Sudamérica, por suerte para ustedes, hay situaciones donde la preocupación es seguir creciendo y cómo hacerlo mejor.

¿No hay un riesgo de endiosar a los movimientos sociales como factores de cambio? Si no hay construcción política, ¿no se diluyen?
—IR.- Sí, es importante ver cómo se pasa de un momento a otro. Todavía no estamos en esa etapa en Europa, me parece. Aún no. Nadie expresa mejor el sufrimiento social que el movimiento social. Pero si no se da el paso a la política, todas las grandes crisis siempre sirven a la extrema derecha, que aparece como bajo la forma de movimientos y partidos antisistema. Prometen los cambios más radicales, demagógicos, transformacionales. Es importante que el sufrimiento social se encarne en movimientos que tengan vocación de implicarse en la política.

¿Por qué todavía no ocurre ese paso?
—IR.- Entre otras cosas, en mi opinión, porque hacen falta líderes. Hasta el momento el movimiento social incluso rechaza tener líderes. Son muy igualitaristas desde el punto de vista del funcionamiento democrático. Es como la enfermedad infantil del movimiento social. Ya llegará el momento de la adolescencia o la madurez, cuando seguramente se generarán líderes. No líderes salvadores. Hablo de dirigentes democráticos que puedan entender al movimiento social y ayudarlo a encontrar respuestas. Después de la crisis del sistema político venezolano, el final de lo que se llama el "puntofijismo", ¿habría habido cambios sin Chávez y lo que él representaba? Y me hago la misma pregunta con Ecuador y Correa, Bolivia y Evo, Brasil y Lula, la Argentina y Kirchner.

—¿Y cómo funciona la relación entre los líderes, los movimientos y los partidos en esos países de Sudamérica?
—IR.- Mi percepción es que hoy los partidos tienen menos influencia que hace diez años y los movimientos sociales también porque los gobiernos están haciéndolo todo. Los líderes de los gobiernos conducen el cambio. Hubo una energía social que produjo el cambio pero el cambio está tan encarrilado que a veces hay una desvitalización de la política que paradójicamente no molesta demasiado.

—Tal vez con las construcciones políticas ocurra lo mismo que con los ciclos económicos. Quizá deban o puedan ser realizadas antes de que el ciclo actual de gobiernos sudamericanos termine.
—IR.- La función de estos gobiernos es muy semejante a la de los gobiernos europeos de los años 50 que, esencialmente, fueran conservadores o progresistas, tenían como funciones construir el Estado de bienestar, reconstruir cada país después de la guerra y aumentar el nivel de vida de la gente. Eso les dio 40 años de estabilidad política. Pero se terminó. Si los neoprogresistas sudamericanos no lo hacen demasiado mal, quizás haya por delante varios decenios como si fueran la socialdemocracia nórdica. Hoy mejoran estructuras, el nivel de vida, crean trabajo. No es casualidad que sean gobiernos neoprogresistas los que están trabajando bien. Así ocurrió con los viejos partidos socialdemócratas. Además, la construcción del Estado de bienestar y el aumento del nivel de vida termina con cualquier tipo de recurso para las oposiciones tradicionales conservadoras. Ahora la gente percibe cómo los países reconstruyen sociedades derruidas. Las favelas eran pensadas como una fatalidad. Para la derecha, era así porque es así. Pero la fuerza de la derecha desapareció, y también el elemento militar. Las leyes de la memoria son las que deben culpabilizar —sin venganza, con documentos y base histórica sólida— y establecer responsabilidades. No vengarse, sino terminar con la impunidad. A pesar de que lo que voy a decir parece escandaloso, estamos en el momento más fácil de Sudamérica. Si no hay errores y una gestión tranquila, los gobiernos de signo neoprogresista pueden quedarse en el poder mucho tiempo. Por eso hay que pensar bien las sucesiones políticas. En la Argentina eso funcionó bien. En Brasil, lo de Lula fue ejemplar. Es una lección. Y por eso hoy Dilma tiene más aprobación popular de la que tenía Lula en su primer año de gobierno.

Página/12, Buenos Aires, enero 29 de 2012.


Malvinas, la memoria
La guerra de Malvinas es una parte de la historia reciente Argentina. Los datos y testimonios reunidos a lo largo de estos 30 años tras el regreso y la posguerra, estuvieron determinados por el silencio y el olvido impuesto por los militares.
Volver fue el comienzo de un doloroso camino para una gran cantidad de soldados sacudidos por el horror vivido y por el devenir incierto, que ya no sería el mismo.
De alguna forma se combatió a los excombatientes, dándonos la espalda, obligándonos a la marginación, sepultándonos en el olvido, la indiferencia. Resultado: los suicidios de ex combatientes llegan a 500 casos aproximadamente.
La indiferencia social posterior al conflicto contrastó con el fervor patriótico que el 2 de abril de 1982 generó el anuncio de la “recuperación” de las Islas Malvinas, en boca de Leopoldo Galtieri. La Plaza de Mayo, teñida de color celeste y blanco, se colmó de miles de ciudadanos, entre ellos muchos reconocidos dirigentes políticos y sindicales. Aclamaban al dictador, quien decía: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”.
Al final de la guerra, el 14 de junio, todo cambió de golpe. Tras la derrota, esa misma gente trató de incendiar la casa de gobierno, echó a Galtieri del poder y no quiso volver a hablar de Malvinas por mucho tiempo. El final del conflicto cerró el capítulo de la dictadura y fue un factor decisivo para la reinstauración de la democracia, pero en cuanto a la guerra, la sociedad no se hizo cargo de sus responsabilidades.
Al volver, las autoridades y la sociedad se comportaban como si los soldados fuéramos los responsables de la derrota. Hubo un acuerdo tácito para olvidar la guerra, escondernos y borrar de nuestras mentes lo vivido. Para obtener la baja militar, los oficiales hicieron firmar a los soldados una declaración jurada, en la que nos comprometíamos a callar y por ende a olvidar.
Hablar de lo ocurrido durante la guerra, fue lo primero que nos prohibieron. Así, el dolor, las humillaciones, la frustración, el desengaño, la furia, quedaron dentro de cada uno de nosotros hasta tornarse insoportables en muchos casos. Es que hablar, contar, era el primer paso para exorcizar nuestro infierno interior y empezar a curar las heridas. De modo que el regreso fue cruel, en silencio y a escondidas. La bienvenida quedó para la intimidad del hogar.
No está en discusión el justo y legitimo reclamo de soberanía que Argentina mantiene sobre las Islas desde 1833 y de los desbordes absurdos de su primer ministro David Cameron, cuando habla de colonialismo y se olvida de que aún los habitantes de las islas viven en un  estado colonial, con un gobernador que elegido por la reina actúa como Virrey y que pretende militarizar nuevamente nuestras islas, tratando de esconder sus dificultades económicas y el desempleo, en contraste con los tiempos de paz y unidad que vive la región.
Poco serio, los tiempos están cambiando y ya no lo pueden ocultar. Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo ocurrido en 1982. Durante un largo período se ha preferido eludir la autocrítica de la derrota, de la que nadie quiso hacerse cargo.
Leopoldo Fortunato Galtieri y Jorge Anaya murieron sin haber hablado, sin enfrentar sus responsabilidades políticas y militares.
Como rescató la presidenta Cristina Fernández, un digno general de la Nación, Benjamín Rattenbach, elaboró en 1983 un informe, a pedido de la Comisión de Análisis y Evaluación Político Militar de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur. El informe califica la Guerra de Malvinas como una “aventura irresponsable”. Señala que cada arma funcionaba por su cuenta, que carecían de preparación y que la conducción estuvo plagada de errores. Sobre esta base, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas condenó reclusión y destitución a: Galtieri por 12 años; al almirante Jorge Anaya a 14 años y al brigadier Basilio Lami Dozo a 8 años. No hubo otros condenados.
Finalmente los tres fueron indultados en 1990 por el ex presidente Carlos Saúl Menem.
El descarnado informe del general Rattenbach fue silenciado por sus camaradas, que no quisieron hacerse cargo del debate y asumir una autocrítica sobre lo ocurrido.
La difícil recuperación de las secuelas de la guerra y de la reinserción social y el “Trastorno de Estrés Postraumático” (TEP) afectó en diverso grado a todos los ex combatientes. El TEP es un  estado depresivo crónico, propio de alguien que ha experimentado de forma directa la guerra. Genera una constante sensación de temor, angustia y pesadillas, miedos, problemas de relación, irritabilidad, dificultades para conciliar el sueño, sobresalto, un elevado nivel de violencia e irritabilidad, inclinación por las adicciones, entre tantos síntomas.  Sin ayuda psicológica es difícil la recuperación.
Durante años no hubo ningún tipo de asistencia ni ayuda, recién en los últimos nueve años la situación de los ex combatientes mejoró notablemente cuando se realizó un relevamiento socio-sanitario nacional de los que participamos de la guerra, para dar respuestas concretas y atender aquellos casos de alta vulnerabilidad.
A partir del 2004, el Estado otorga una pensión equivalente a tres jubilaciones mínimas.
Con la ayuda del ex presidente Néstor Kirchner, en setiembre del 2005 se estrenó el film “Iluminados por el fuego”. Sin dudas contribuyó a abrir un debate sobre lo ocurrido en Malvinas. Hasta ese momento poco o nada se sabía sobre los suicidios y los traumas de posguerra entre los soldados, y la película realizada luego por Tristán Bauer mostró la vida y cotidianidad de la guerra. Al margen de los errores tácticos y estratégicos que definieron la suerte de la guerra, lo que aparece como inaudito son los injustificados malos tratos, las crueldades de algunos oficiales.
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, manifiestó hace poco tiempo su compromiso con la causa Malvinas y dijo: “El escarnio, el abandono, el valor de estos conscriptos que con el pecho abierto al amor por la Patria, fueron a defenderla pero indefensos. Nos concierne a todos los pobladores del país saber que no es posible el olvido, que 30 años después la leyenda es un dolor abierto y que debemos saldar estas deudas”.
Los ejes fundamentales de verdad, memoria y justicia que predominan en estos 30 años deben profundizarse en el caso de Malvinas para establecer la verdad de lo ocurrido. Algo que la sociedad le debe a los caídos y a los que combatieron con dignidad en Malvinas. Debemos separar a aquellos que lucharon con honor.
Necesitamos ganarle a nuestra propia guerra y recordar tanto a los que murieron en las islas, como a los que volvieron y como consecuencia de la indiferencia y el olvido, se quitaron la vida.
POR LA VIDA.
*Escritor. Veterano de la Guerra de Malvinas.
27.01.2012

Declaración del BP del CC del PCM
Las aventuras imperialistas ponen a la humanidad al borde de una nueva guerra
El Buró Político del Partido Comunista de México se pronuncia ante las peligrosas maniobras que los centros imperialistas han efectuado los últimos días y que llevan en sí la posibilidad de arrastrar a los pueblos a una nueva guerra.
El imperialismo, que actualmente une en su cadena a todas las economías capitalistas, conlleva la existencia de intereses contradictorios entre las diferentes burguesías. Esto ha llevado a que sus correspondientes Estados desplieguen una creciente agresividad en sus planes y a la ominosa formación de ejes y contra ejes económicos, políticos y militares. Estas alianzas y contra alianzas tienen objetivamente un contenido capitalista y por lo tanto no suponen ningún beneficio para la clase obrera, ni se trata de la unión fraterna de los pueblos. Se trata de alianzas para la agresión conjunta, para el asalto bárbaro contra la clase obrera y para la protección de las ganancias de los respectivos monopolios.
Sin la existencia del campo socialista, el derecho internacional se ha convertido en un manto legal para justificar las últimas guerras. Los centros imperialistas se limitan por y responden a la fuerza desplegada por cada bloque imperialista. Se trata de juegos peligrosos con los cuales arrastran a una porción cada vez más grande de la humanidad a las posibilidades de guerras.

Estos juegos imperialistas cobran particular algidez en la región de Medio Oriente, donde es claro que hay una disputa por el control de los recursos energéticos. Bajo presión de los poderosos monopolios la UE ha decidido colocarse junto a los Estados Unidos y decretar un embargo económico contra Irán.
Que se trate de punir a Irán por algún programa nuclear es la excusa más ridícula, cuando en la UE se encuentran algunos de los países con los arsenales nucleares más grandes. La política imperialista llevó después de la Segunda Guerra Mundial a los Estados Unidos a apoyar a Irán en la producción de Uranio enriquecido. Ahora la política está dictada por la decisión de disputar los recursos energéticos de la región a otros centros imperialistas mediante ocupaciones.
Irán por su parte amenaza con cerrar el estrecho de Ormuz, donde pasa gran parte del petróleo que circula en el mercado mundial. Ante esto Estados Unidos y la OTAN movilizan sus portaaviones y toman preparativos bélicos.
Recalcamos la reacción de Israel que ha sido la de festejar el escenario favorable a una confrontación. El gobierno de Israel desde hace tiempo se prepara para una guerra con Irán como premisa para expandir su dominación en la región.
Por un lado se trataría de un nuevo episodio de masacre a los pueblos en la carrera por los mercados y los recursos. Por el otro lado, en el contexto de la crisis económica del capitalismo, una guerra en Irán traería como consecuencias nuevos asaltos y recortes para la clase obrera. Sobre la base de la especulación sobre el petróleo se ahondaría en la pauperización de los obreros en todo el mundo.
Por las graves consecuencias que arrastraría. Sumamos nuestra voz a la de los Partidos Comunistas de la región. Llamamos especialmente a la clase obrera de nuestro país a estar atenta y a movilizarse en su caso contra esta peligrosa guerra.



¡Proletarios de todos los países, Uníos!

Buró Político del Partido Comunista de México
México, DF a 26 de Enero del 2012

farc-ep
Nostalgia por Alfonso Cano
Escrito por Gabriel Ángel: Invencible Alfonso, invencibles FARC-EP
Miércoles, 01 de febrero de 2012 16:39
La primera noticia que tuve de él provino de la prensa de comienzos de los años ochenta. Su nombre y su fotografía me resultarían familiares desde entonces. Se trataba de un hombre que superaba por un poco los treinta años, más bien delgado, de barba espesa, que usaba unos lentes enormes de montura redondeada, tras los cuales se percibía una mirada que auscultaba a su interlocutor con profunda inteligencia.
Se lo presentaba como miembro del Secretariado Nacional de las FARC, algo que sonaba extraño dada su juventud y su reciente ingreso a filas. Para entonces los colombianos sufríamos del efecto M-19, una guerrilla urbana que recién había asumido un carácter rural, y a cuya cabeza figuraba un personaje excepcional, Jaime Bateman Cayón.
Creo que todos los simpatizantes de la izquierda llegamos a admirarlo sinceramente, y lo echamos de veras de menos cuando el conjunto que simbolizaba la organización que él creó y dirigió, se fue desmoronando tras su muerte ocurrida en un accidente aéreo en el año 1983. Justo al año siguiente aparecieron las FARC en el escenario de la política nacional, con la enorme fuerza acumulada tras veinte años de paciente y distante lucha guerrillera. La firma de los Acuerdos de La Uribe reveló también la dimensión histórica de sus grandes artífices, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, dos hombres duros, maduros y sonrientes que proponían una suerte de país diferente. A su lado, un poco como su protegido, emergió Alfonso Cano, reconocido de inmediato como una especie de intelectual rebelde, representante sin haberlo pretendido de la juventud revolucionaria urbana que tendría de inmediato en él su referente.
Porque Alfonso simbolizó de una vez y para siempre eso. La maravillosa saga del revolucionario latinoamericano convencido. Dirigente y activista estudiantil, militante de la Juventud Comunista, miembro de las redes de conspiración clandestina en la ciudad y finalmente líder guerrillero en las montañas. No podían faltar en él desde luego la etapa de formación política en la Unión Soviética, ni la experiencia de la captura a manos de la policía del régimen, con sus interrogatorios brutales, la celda de aislamiento y la temporada de reafirmación en la cárcel como prisionero político. Tampoco su etapa de acción política pública y legal, desempeñada con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en Caracas y Tlaxcala. Su muerte en combate, ya sesentón, convertido en el jefe máximo de las FARC, ratifica para la eternidad su talante romántico de soñador, inspirador eterno de la lucha contra la opresión, ejemplo imperecedero de la causa por la justicia en una sociedad inicua. No puedo negar que esperé un protagonismo más activo de Cano.
Tenía la madera suficiente para convertirse en un cuadro excepcional del movimiento revolucionario colombiano, latinoamericano y mundial. Su mente era capaz de abarcar el conjunto de la realidad económica y social contemporánea, procesarla con detenimiento, analizarla con la precisión de un cirujano para extraer de ella las más acertadas conclusiones acerca de lo que había que hacer. Su sola presencia infundía respetabilidad al ambiente, y sus palabras lo sacralizaban. Pero era muy nuevo aún para opacar a Jacobo Arenas, esa especie de faro monumental que iluminaba para entonces el devenir político de las FARC. Aún tenía mucho que aprender de él. Y lo hizo. Tras la muerte de Jacobo, su nombre apareció siempre siguiendo en todos los documentos de las FARC al de Manuel Marulanda Vélez.
Y los farianos sabíamos que aquello no era gratuito, aunque casi fuera prohibido hablar de ello. Era el segundo, el Reemplazante del Jefe, y así apareció ante nuestros ojos durante 18 años, hasta que, como era de esperarse, asumió el mando tras el deceso del fundador. Veinticinco años como integrante del Secretariado Nacional avalaban su nueva posición. Y no había un solo mando o guerrillero raso que pusiera en duda su capacidad y prestigio. Asumió su responsabilidad con fría serenidad, aun enterado de que ya se encontraba desplegada contra él una operación enemiga sin antecedentes. Mi primera entrevista con Alfonso ocurrió en Casa Verde, cuando ésta empezaba a construirse apenas. Había sido enviado allá a una misión desde el Frente.
Me desarmó por completo con su sencillez. Yo apenas tenía año y medio de haber ingresado a las FARC y él por entonces seguía ya a Jacobo Arenas en jerarquía. Pero sentado en su oficina frente a él, me sentí tratado con enorme respeto y consideración. Le agradaba mucho que fuera de Bogotá, su paisano, y que hubiera obtenido mi título en la Universidad Nacional, donde él también se había graduado como profesional, aunque eso hubiera ocurrido varios años antes. Además teníamos en común la pasión por la lectura y la inclinación por los temas históricos, sociales y económicos. Su conversación informal era la de un muchacho. Sabía bromear y reírse a carcajadas, con ese estilo particular de los rolos que siempre se me antojó tan familiar. Su frecuente apelación al Ala y al uso de los diminutivos para llamar las cosas, lo hacía parecer como uno de los míos.
En realidad lo era, era otro hermano mayor que me había regalado la vida y que me hacía sentir orgulloso de haberlo llegado a conocer. Hasta su elegante modo de llevarse el cigarrillo a la boca para fumar, era idéntico al que había aprendido yo de mis compañeros de la secundaria. Muchos años después, en el Caguán, le oiría contar sobre su terrible batalla para dejar ese vicio, lo mucho que le había costado sentarse a escribir un documento cuya elaboración le consumía dos horas, sin aspirar un cigarrillo debido a su determinación de dejarlo. Pero lo había conseguido, y hasta invitaba a imitarlo. Aquello no me interesaba, y él lo entendía sin ponerse pesado.
Año y medio después volví a encontrarlo en Casa Verde. Me sorprendió que con sólo mirarme me hubiera saludado por mi nombre con la desenvoltura de quien se hubiera despedido de mí la tarde anterior. Me prometió que me invitaría a conversar en su oficina con más calma una de esas noches y efectivamente un par de días después me comunicaron la orden de presentarme allá. Su conversación fue tan amena o más que la primera vez y se extendió además a preguntarme mi opinión sobre varios asuntos, cosa que no dejaba de asombrarme puesto que no me creía digno de ello. Hasta me facilitó cien mil pesos para el viaje de regreso al Frente, eso sí con la condición de que le comunicara a Adán Izquierdo que debía devolvérselos con el correo, porque tenían el carácter de un préstamo que salía de su propio presupuesto. Ese detalle, al parecer muy frecuente en él, revelaba su preocupación por el correcto manejo de las finanzas de la organización.
Los recursos del movimiento siempre le parecieron sagrados e insistía en que había que administrarlos siempre con el rigor de la economía proletaria, rasgo que algunos malinterpretaron muchas veces para trocarlo por cicatería. Recuerdo haber oído alguna vez que tras invitar un día, hallándose en el exterior, a almorzar en un restaurante a varios compañeros, al recibir la cuenta reclamó porque esta incluía un almuerzo demás, de acuerdo con el número de convidados.
Resultó ser cierto, el gordo Calarcá, dominado por el hambre, había pedido dos almuerzos para él. No le hizo gracia el asunto, no podía aceptar que alguien se comiera el doble del presupuesto que los otros. Siempre me pareció que su fuerte era la exposición de las ideas. Sabía desplegar un talento excepcional para ordenar los temas e ir desmenuzándolos rigurosamente, sin perder jamás el hilo de la explicación, haciéndola en extremo comprensible y entretenida. El abordaje de las cuestiones ideológicas o políticas hacía brotar al pensador profundo que habitaba dentro de él. Fino, agudo, de palabra precisa, encontraba como un hábil cazador el argumento oportuno, el recurso lógico que salvaba la situación y variaba por completo el curso de la contienda. Nunca faltaba la danza sigilosa de sus manos para acompañar el hondo sentido de sus palabras.
Tomando en cuenta que jamás he hecho parte de los escalones superiores de decisión del movimiento, me hallo obligado a confesar mi ignorancia acerca de cuántos y cuáles hayan sido sus aportes en la larga brega política y militar de las FARC. Pese a ello estoy seguro de que debieron haber sido numerosos, frecuentes y brillantes. La notoria estimación y el evidente respeto que los demás miembros del Secretariado Nacional guardaron siempre hacia él, incluido el afecto singular de Manuel Marulanda Vélez y el Mono Jojoy, lo revelan sobradamente.
Si Alfonso Cano no fulguró como personalidad arrolladora en la vida política del país, fue sólo porque jamás hizo ostentación individual de su genial talento. Prefirió siempre que fueran la organización, su Estado Mayor Central y su Secretariado los que dieran de qué hablar y de qué hacer. Jamás puso en duda la naturaleza colectiva del trabajo revolucionario y de su dirección, lo cual revela un rasgo que se olvida fácilmente de él, que era un comunista puro. No volví a verlo desde los tiempos del Caguán. Allá acudí varias veces a su campamento en las afueras de San Vicente, acompañando a Iván Ríos y con la grata compañía de Mariana Páez. Nos recibía con su calurosa hospitalidad y dedicaba hasta cuatro horas a hablar con nosotros sobre las incidencias del proceso de paz y las audiencias públicas. Le apasionaban también las cuestiones relativas al lenguaje, retar a otro a definir cuál era el modo correcto de escribir una palabra extraña, llevando por lo general la contraria a la argumentación fácil y resultando siempre vencedor al recurrir al diccionario.
Como hombre de honor, gustaba de hablar de dignidad e indignidad en sus escritos, y como adversario de cualquier forma de explotación, solía caracterizar con el término mezquindad a la actitud de la clase dominante. No dejó nunca de sorprendernos con su apelación a palabras inusuales para caracterizar con exactitud situaciones o personas. Y de buen grado teníamos que consultar el Larousse para quedar  perfectamente claros.
Lo recuerdo como un verdadero intelectual de izquierda, aunque decirlo pueda despertar hacia él el coro bufonesco de nuestros eternos críticos que entienden por eso a un émulo de Stalin, pobres imbéciles. Cano era un pensador marxista, dialéctico, ampliamente empapado de la realidad mundial y nacional, abierto a las nuevas interpretaciones de los tiempos, aislado por entero de viejos esquemas.
Simplemente había optado por los intereses de los explotados, de los oprimidos, de las víctimas que reclamaban justicia. Cada uno de sus pensamientos y actos fue leal a esa causa. Hasta su muerte. Solía destapar una botella de trago fino y brindarnos de rato en rato una copa que él mismo servía con cierta ceremonia. Se la negaba siempre a Iván porque él era quien conducía el auto y debía llevarnos a todos de regreso.
Ponía a sonar música revolucionaria, de esa que llaman ahora canción social y por la que la más alta burguesía pretende mostrar hoy un alto aprecio.
Mueren Mercedes Sosa o Facundo Cabral y el primer comunicado lamentando el hecho sale del palacio presidencial. Es su manera de decirnos que quienes encarnan sentimiento e ideario revolucionario son ellos, mientras nosotros somos una cuestión del pasado. Había que ver cómo se reía Alfonso de eso.
Los pájaros tirándole a las escopetas, ala. Me gustaba verlo cuando se interesaba por algo. Abría enormemente los ojos y en cada pausa de su interlocutor le preguntaba que más había, al tiempo que con el dedo índice de su mano derecha se echaba hacia atrás la montura de las gafas. Escuchaba con esmerada atención, serio, sin hacer comentarios en ningún sentido, procesando y balanceando en su mente todo lo que oía. No formulaba opiniones apresuradas, indudablemente pensaba muy bien antes de hablar.   Le gustaban mis escritos. Me lo dijo varias veces en persona en el Caguán y me lo repitió otras tantas después, por el radio, cuando cientos de kilómetros nos alejaron. Tuvo la especial deferencia de aceptar ser el presentador de mi libro La Luna del Forense, cuando hicimos su lanzamiento público en Los Pozos en medio de la audiencia pública con el sector del arte y la cultura.
Allí pronunció un singular y desinteresado elogio sobre mí, el cual sólo ahora vengo a entender en su verdadera dimensión. Saberlo me conforta. Aunque me duele en el alma el deber que me ha impuesto la vida de ser el cronista de este épico alzamiento. Aquí he conocido los hombres más grandes que han producido esta tierra y este pueblo. Y me ha correspondido dejar el testimonio escrito tanto de su gigantesca obra como de su conmovedora tragedia. Hay que tener un corazón muy fuerte para poder hacerlo. Creo que fue lo que siempre supo apreciar Alfonso. No creo que haya imaginado que algún día tendría que escribir sobre él.
Estábamos enterados del fragor de la guerra que lo acechaba a diario. Algo hemos vivido de eso. Los sobrevuelos constantes de los aviones de inteligencia, los repentinos bombardeos y ametrallamientos, los desembarcos por distintos flancos, los combates y el olor a pólvora, el rojo oscuro de la sangre, los gritos, los silencios, las traiciones, los heroísmos y los miedos. Tras cada embestida enemiga, reaparecía siempre sonriente, bromeando, más sólido aun en sus convicciones y propósitos. Sabía que la lucha sería larga y difícil, que quizás apenas estaba comenzando, que no se trataba de una cuestión personal, que no era él quien había de triunfar, que era un pueblo, una multitud de desharrapados, de negros, de indios, de campesinos humillados y sin tierra, de obreros y desempleados, de mujeres animadas de esperanza, de millones de seres que reclamarían y conquistarían un futuro digno para su condición humana. De ese modo partió, manoteando, maldiciendo a sus enemigos, disparando, echando vivas a la revolución, a la patria grande y al socialismo. Así lo recordaremos siempre, revistiendo de gloria su paso a la inmortalidad, alentándonos a continuar, inspirándonos a la victoria.
Invencible Alfonso, invencibles FARC-EP.
(Difundido por Samuel Barinas Varela/Corfisocial).

josé martí
Martí y la educación
Educación popular
I. Instrucción no es lo mismo que educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes.
II. Educación popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educadas. Así como no hay ninguna razón para que el rico se eduque, y el pobre no, ¿qué razón hay para que se eduque el pobre, y no el rico? Todos son iguales.
III. El que sabe más, vale más. Saber es tener. La moneda se funde, y el saber no. Los bonos, o papel moneda, valen más, o menos, o nada: el saber siempre vale lo mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su ciencia, y como la lleva en sí, no
se le pierde, y su existencia es fácil y segura.
IV. El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque.
V. Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás.
VI. A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, ya está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de Dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud. Tan repugnante es un pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como esclavo de hombres de sí mismo.
En: José Martí. Obras completas. Vol. 19: Viajes – Diarios - Crónicas – Juicios. pp. 375-376

Educación pública y gratuita (*)
La ciudad de Nueva ‘York se propone gastar en 1882, $3.836.925 en escuela públicas. De esta suma $3.084,000 se destinan a sueldos de profesores; los $652,000 restantes se consagran a la conservación de los edificios de educación, ya la construcción de algunos nuevos. Sin embargo, hay tentativas de reducir esta cantidad; ya en los cuatro años anteriores, el presupuesto de escuelas públicas ha sido mermado, a rebajas parciales, en $1.127,000. Unos quieren que la ciudad dé a los niños educación primaria y superior gratis, y otros creen que sólo debe darse la primaria. La verdad es que, salvo la belleza externa de los edificios, el orden de los colegios, y la riqueza, variedad y bondad de los textos en nada es superior, y en muchos aspectos es inferior a la que en Caracas podemos dar a nuestros hijos, la educación primaria que se recibe en las escuelas de Nueva York. Las escuelas de enseñanza superior son excelentes. En Filadelfia y en Brooklyn cuesta a los municipios cada niño la mitad de lo que importa al municipio de Nueva York y la enseñanza es mucho más completa. En las escuelas de Nueva York se pega aún a los alumnos, y se les obliga a aprender sus lecciones de memoria.
La Opinión Nacional
Caracas, 20 de enero de 1882
En: José Martí. Obras completas. Vol. 23: Sección constante. p. 162

Educación para sordomudos (*)
Hay en Nueva York un hermoso edificio, consagrado a la educación de sordomudos, del que se dice que es uno de los más bellos, si no el más bello, de los edificios destinados a esta obra piadosa. Allí no se enseña por signos, sino por medio del lenguaje articulado. Los alumnos se entienden entre sí, y aprenden a entender a los demás por el movimiento de los labios. Creó esta institución, como muchas otras que dan gloria a 1os Estados Unidos, cuya grandeza es debida a la acumulación de hombres inteligentes de todas partes de la tierra, un europeo, un médico austríaco, Engeíssmann, a quien un grupo de personas bondadosas favoreció al principio, en pequeñísima escala, para la aplicación, a modo de prueba, de su sistema de enseñanza de los sordomudos, por el sistema de articulación de las palabras. Vióse que el sistema era bueno y la escuela fue creciendo en importancia. Una vez recibió auxilio del Municipio de la ciudad, y otra de la Legislatura del Estado. Vinieron luego a aumentar sus fondos donativos particulares, y el monto de las pensiones de los discípulos privados, así como el de los discípulos que la Legislatura y la Municipalidad le enviaban: alcanzó a tener la escuela $45,000 de fondos de reserva, y recogió con promesa de pago, $70,000 de préstamos de particulares, con los que ha levantado el edificio que ahora ocupa, y que cuesta $130,000. Es una de las singularidades del establecimiento, a la que se debe en buena parte su éxito, que casi todas las profesoras son señoras. La ternura y la paciencia de la mujer alcanzan lo que no consigue fácilmente el espíritu del hombre, áspero y seco, contra su voluntad a veces, y devorado por ansías e inquietudes que le privan de la evangélica bondad que en la mujer abunda.
La Opinión Nacional
Caracas, 21 de enero de 1882
En: José Martí. Obras completas. Vol. 23: Sección constante. p. 162
(*) Martí fue corresponsal en Nueva York del periódico de Caracas “La Opinión Nacional”. Los títulos son de Aquí.

De América soy hijo y a ella me debo
Por Ramón Guerra Díaz


Publicado el 25 de enero de 2012


Dentro de pocos días celebraremos el 159 aniversario de natalicio de José Julián Martí Pérez, una de las figuras más importantes dentro de la historia y la cultura cubana, no solo por sus grandes sacrificios por el logro de nuestra primera independencia, sino también por su lucidez política, que lo hizo ver más lejos que los políticos de su época, la necesidad de la unidad latinoamericana como contrafuerte al hegemonismo que desde aquellos años ya asomaba por el “norte revuelto y brutal que nos desprecia”, como dijera él para referirse a los Estados Unidos y su poderosa oligarquía.

Un momento importante en la maduración política de José Martí fue su contacto con la sociedad norteamericana. Llega a Nueva York el 3 de enero de 1880, venía de España después de haber sido deportado por el gobierno colonial español de la isla de Cuba algunos meses antes.

El contacto con aquel país en pleno apogeo de su desarrollo económico fue deslumbrante, por eso escribe en el periódico The Hour un artículo titulado “Impresiones de América” en el que expresa: “Estoy, al fin en un país donde cada uno parece ser su propio dueño.” Poco a poco el conocimiento más profundo de aquel país le hará escribir un año después: “[...] este país, señor en apariencias de todos los pueblos de la tierra, y en realidad esclavo de todas las pasiones de orden bajo que perturban y pervierten a los demás pueblos.”

En aquel país vivió las emociones de las grandes transformaciones tecnológica, la expansión de la nación hacia el oeste, las riadas de emigrantes provenientes de Europa, base de la vertiginosa transformación del país; las luchas de los trabajadores, en su mayoría emigrantes, por mejores salarios y ocho horas de labor, hechos que sirvieron para aguzar su pensamiento social, siempre al lado de los humildes, sus críticas a los métodos violentos de lucha y su comprensión paulatina de aquella gente violenta, engañada y víctima del gran capital. Todo esto en una constante dialéctica de su maduración.

En los Estados Unidos el Apóstol cubano conoció y puso al descubierto el fenómeno imperialista y advierte sobre el peligro que representaba para Cuba, las Antillas y a la larga para América Latina. El auge económico del país traía la necesidad de mercados y sus clases dominantes apuntaban hacia el dominio de las naciones de la América Latina.

Desde sus crónicas para los periódicos de Hispanoamérica no se cansa de mostrar las luces y las sombras de aquella nación y al organizar el movimiento independentista y liberador de la isla de Cuba, sienta sus objetivos políticos de impedir la anexión de Cuba al país del norte.

Su profundo espíritu analítico y su voluntad de estudiar las interioridades de los Estados Unidos, le permitieron llegar a conclusiones político sociales que aún hoy guardan una gran vigencia:

—La unidad de los países latinoamericanos como contraparte al hegemonismo de los Estados Unidos.

—El desarrollo cultural y económico de nuestra América como antídoto a la dominación de la nación del norte.

—La necesidad del desarrollo desde bases propias como contrapartida a la influencia y penetración de esa cultura basada en el pragmatismo y el individualismo exacerbado


—La esencia humanista de la sociedad, su confianza en el ser humano y su capacidad de ser bueno.

Esas y otras que se me escapan son esencias sociales de la prédica martiana, no solo contenida en documentos políticos y programáticos, sino en toda su obra intelectual y de vida.

En los días que corren, con una nueva América Latina, dispuesta al cambio e imbuida de esa necesidad de integración preconizada por Bolívar, defendida por Martí y muchos otros, recordamos al cubano mayor útil y vigente.


lecturas
La dimensión ética en la formación docente
fundada en una pedagogía de preocupación por los “otros”
Roberto Valdiviezo Luna

“lento viene el futuro
lento pero viene,
convaleciente y lento
remordido,
soberbio,
modestísimo,
ese experto futuro que inventamos
nosotros al azar.
Cada vez más nosotros
y  menos el azar”
MARIO BENEDETTI
Resumen
En un tiempo de   transformaciones,  Bolivia necesita   interesarse por una nueva educación y una formación docente capaz de llevar a la práctica tareas de inclusión que superen las exclusiones y discriminaciones,  exigencia ineludible para una  ética que se exprese en prácticas morales que reivindiquen la heterogénea composición étnica, cultural y lingüística del país, con un discurso   capaz de   aportar a las nuevas formas de entender las interacciones  humanas, basadas en la alteridad,   exigencia de una educación intercultural. 
En estas circunstancias es ineludible abrirse a lo diferente porque vivimos en lo plural; por tanto, la formación ética de los futuros docentes, requiere de una pedagogía de respeto al “otro”, al “diferente”, para cumplir la tarea de cimentar la personalidad de mujeres y hombres, formándolos en una escuela del cuestionamiento y la disidencia en el buen sentido del término, para que se fortalezcan las capacidades de la reflexión,  crítica,  posicionamiento personal y de debate,  como elementos dinamizadores de la nueva ética del compromiso, la solidaridad, la equidad, la justicia y la libertad, que son los pilares básicos de la nueva moral, preocupada por reivindicar los valores de la culturas ancestrales, de respeto a los otros y a la naturaleza.
Palabras clave: valores, crisis, cultura, identidad, diferencia, interculturalidad, formación, paradigma, naturaleza, diversidad, interacción, existencia, incertidumbre, cultura, homogeneidad-heterogeneidad,  práctica.
Introducción
El hombre, ser complejo, es sobre todo un coexistente que responde a una realidad socio-histórica concreta y tiene en la educación la acción contributiva más importante para la transformación del mundo y de sí mismo, una sentida necesidad en tiempos en que la sociedad con muy bajas expectativas culturales y axiológicas, que pareciesen rayar en el nihilismo, aparece amenazada por la irracionalidad en el manejo unipolar del mundo que determina cambios en las formas de sentir, pensar, ser y hacer de hombres y mujeres, formas que establecen el surgimiento de visiones pragmatistas y cortoplacistas de mantenimiento obsesivo del poder, de una tendencia casi esquizofrénica en la acumulación del capital que caracteriza a la sociedad occidental, que influye drásticamente en el trastocamiento de los valores, en la pérdida de la preocupación ética y el establecimiento de             una tabla axiológica antagónica al humanismo bien entendido, que hace abstracción de las inequidades, las injusticias y el sometimiento que arrastra a la miseria a miles de millones de personas en el mundo, que institucionaliza la mentira, el engaño, la corrupción y la explotación inmisericorde e irracional del hombre y la naturaleza, poniendo en serio peligro la vida en el planeta y la existencia misma de él.
La pérdida de credibilidad en circunstancias en las que se agudizan las contradicciones del sistema capitalista globalizado, con inusitados y vertiginosos avances científico-tecnológicos que aprisionan a la humanidad en una cultura trivial e intrascendente, empujándola hacia el individualismo egoísta y competitivo exige, a la educación en general y a la formación docente en particular, atreverse a asumir la tarea ineludible de contribuir al rescate de la dimensión personal y social del hombre. Se trata de superar la pérdida de identidades y de sentidos, para lograr ser “nosotros mismos” y establecer relaciones de alteridad con “los otros”, no sólo respetando las características étnicas, culturales y lingüísticas, las cosmovisiones, saberes, simbolismos, códigos de interpretación y valores, sino construyendo los mecanismos que permitan reconfigurar la dimensión plural de la realidad social en nuestro país; de ese modo, se superaría la condición meramente discursiva de la interculturalidad, que postula la aceptación teórica de la diversidad cultural como un simple medio de convivencia entre iguales, sin llegar a cambiar las estructuras básicas del manejo del poder económico y político vigentes.
La prédica del respeto y la tolerancia a los “otros” sólo busca ocultar la intención de desnaturalizar la interculturalidad como factor de transformación social, que emerge con fuerza en nuestros días, rebasando la concepción de simple posibilidad para una nueva forma de relacionamiento interpersonal. Se trata de una verdadera y distinta alternativa de coexistencia, capaz de cuestionar la orientación del desarrollo hegemónico del capitalismo en todos los ámbitos de la actividad humana. Su dominio genera mucha violencia en el mundo e instaura diagramas de fuerza y de poder aplicables a la colectividad, a través de instituciones como la escuela y la iglesia, con el uso de ciertos principios normativos que acaban definiendo las relaciones necesarias para formar los sujetos colonizados que requiere el sistema capitalista para concentrar el capital, buscar el desarrollo y las transformaciones en función de los intereses de la clase dominante y la expansión de una periferia, cada vez más extensa, de hambrientos, víctimas del sistema. Tal situación es abiertamente condenada por los movimientos sociales que postulan la necesidad de reorientar la ética y, en consecuencia, luchan por salvar el planeta y, dentro de él, la vida. Ellos buscan establecer la solidaridad como sentimiento básico que alimente los principios de la complementariedad y la reciprocidad en dirección del “vivir bien en comunidad” ámbito de una nueva ética comunitaria y verazmente humanista.
En esta histórica cruzada, debemos atrevernos a mirar más allá del presente, venciendo los obstáculos, los fundamentalismos y los chauvinismos que nos distraen, nos retacean el tiempo y quitan la capacidad de volver sobre nosotros mismos, sobre nuestra cultura, para no seguir deambulando en un mundo intencionalmente enmarañado, cargado de mitos, hábitos y ritos que empujan a los hombres a seguir conductas estereotipadas con mensajes subliminales de sometimiento, consumo, competitividad, egoísmo e individualismo a ultranza. Parece que la sociedad se hubiese abandonado a vivir una especie de religión neotradicional que legitima lo sagrado abstracto con el fin de sacralizar las diferencias, el statu quo, ofertando, como toda creencia, una tonalidad de seguridad fundamentalista que busca consolidar los absolutismos trascendentes para desarraigar a los hombres de sus cosmovisiones, su cultura y sus convicciones y, de esa manera, adecuarse a esos fundamentalismos y al tono crepuscular de la época.
Es en estas circunstancias que los movimientos sociales cobran la importancia que merecen, porque ellos buscan rescatar a las personas no como simples conceptos sino como individuos reales, de carne y hueso, que responden a una cultura y un contexto específicos, con aspiraciones y fe en un futuro que debe ser construido colectivamente a pesar de las diferencias. Es, pues, menester horadar el sistema excluyente y explotador para consolidar el proceso de cambio en dirección de la construcción del Estado Plurinacional. En este propósito, lo que une a los pueblos campesino indígena originarios es su relación con la naturaleza, con el cosmos, tan consustancial para el sentido de su existencia junto a los demás seres.
Los pueblos originarios siempre se concibieron a sí mismos como seres inmersos en la naturaleza, como parte de la ella y no como algo esencialmente diferente y superior que caracteriza a la visión antropocéntrica de occidente. Debido a esto, se reivindica, por encima de todos los derechos, el derecho de la naturaleza, posición cosmovisiva clandestinizada por siglos pero mantenida por esos pueblos en toda su vitalidad. Tan es así que hoy puede constituirse en la mejor contribución a la crisis medioambiental provocada por el capitalismo salvaje depredador de la naturaleza, sustentador de la política de crecimiento productivo y del consumismo desenfrenado que postula. Ante esta realidad, se requiere de nuevas formas de entender el mundo, la sociedad, el hombre y su pensamiento. La urgencia es un desarrollo que recupere la unidad de todos los elementos y factores constitutivos de la “madre tierra”, lo que supone superar los desequilibrios e iniciar, sin tardanza, el proceso de reconciliación del hombre con la naturaleza, necesidad que los movimientos sociales indígenas han comprendido a plenitud y, por tanto, actúan en consecuencia.
Desde los planos más profundos de tal necesidad, el pueblo boliviano, tan heterogéneo desde sus raíces, tuvo la capacidad de desarrollar valores que, hoy como ayer, entran en contradicción con el modelo económico, político, social y cultural imperante, que privilegia la fría competitividad y el egoísmo y sus nefastas consecuencias, buscando formar al ser humano en los marcos de la autosuficiencia, libre de responsabilidades sociales y amante del éxito, entendido éste como la capacidad de acumular bienes materiales y poder individual.
Insertos como nos encontramos en el proceso de globalización de carácter planetario, que alcanza a los diferentes niveles y ámbitos del quehacer humano, es evidente que hoy se vive un tiempo tan crítico por la velocidad con que se producen los cambios científico-tecnológicos con fuerte incidencia en la educación, que permiten ver el surgimiento y la sucesión de nuevos paradigmas que requieren de nuevos comportamientos. Los cambios científico-tecnológicos son tan raudos y evidentes, que no es fantasía afirmar que vivimos la era de la microelectrónica, de la cibernética, del ciberespacio y de la oficina virtual. Pero también existen cambios en las estructuras productivas y en la economía financiera, habiendo adquirido un rol inusitado e incidido en la profunda crisis que pone en vilo al capitalismo, el que consumió 15 trillones de dólares en pocos días para salvar el sistema financiero que lo sustenta. Una lacerante realidad que fue denunciada por  el teólogo y escritor Leonardo Boff en la novena versión del Foro Social Mundial, llevado a cabo en la ciudad brasileña de Belén del 27 de enero al 1° de febrero del 2009. Hablamos entonces de una crisis terminal que devalúa el trabajo generando cambios en las relaciones de poder y en la configuración de centros imperiales, traducidos en bloques y megabloques como la Unión Europea; cambios climáticos, consecuencia de los agujeros en la capa de ozono producidos por la esquizofrenia productiva del capitalismo, lo que ocasiona actualmente daños irreparables a la vida; en fin, estamos transitando por una cultura de la muerte que destruye paulatinamente la cultura de la vida que es reivindicada por las naciones, pueblos o grupos étnicos ancestrales del Abya Yala.
En estas circunstancias, se suceden constantemente las preocupaciones por la crisis axiológica que nos toca vivir, que permite afirmar la inversión o la pérdida de valores y la consecuente invasión de la inmoralidad y la corrupción en todas la esferas de la vida; frente a tal situación, se hace imprescindible tratar de explicar y dar cuenta de qué somos hoy y cómo actuamos en este momento de la historia. Para ello, es necesario excavar la realidad sobre la que actuamos, es importante saber por qué hacemos lo que hacemos, es decir, asumir la responsabilidad de diagnosticar el presente como aconsejaba Foucault. Esto posibilitaría construir mínimamente un acercamiento a la verdad de una determinada situación que requiere ser modificada. Se trata de dar respuesta a la urgencia de futuro que reclama la humanidad, asumiendo el imperativo de orden categórico de hacernos cargo de nuestro ser hombres, de nuestro ethos heterogéneo sustentado en la diversidad que requiere de nuevos proyectos de educación y formación docente, que justifique la creación de espacios éticos que fortalezcan la construcción de subjetividades descolonizadas y abiertas al reconocimiento de los otros, de sus identidades y diferencias. Por ello, comprender la necesidad de una pedagogía de preocupación por el otro, sustentada en relaciones sociales simétricas, es ineludible, particularmente en países donde la diversidad étnica y cultural constituye la médula existencial de los mismos que, más allá de la búsqueda de seguridades, genere la práctica del debate, de la confrontación constructiva que permita saborear los riesgos de la existencia que conducen a la capacidad del asombro que debe caracterizar a los seres humanos.
El mundo capitalista, el hombre y la antinomia entre el ser y el tener
Desde el momento mismo de la invasión de los españoles al Abya Yala se inició el proceso de colonización, sustentado en la ética judeo-cristiana y el manejo del poder casi omnímodo por los invasores, expresado en un abierto desprecio por todo lo material y lo corpóreo. Se consideró esta materialidad como simple apariencia y fuente de error y pecado que impedía el acercamiento al mundo trascendente de la eterna felicidad, lo que significa que el destino del hombre no está en este mundo; por tanto, se predicó la necesidad de la pobreza como una virtud para que, por esa vía, los foráneos pudieran apropiarse de los bienes, de las tierras y hasta de las vidas de los originarios. En un retroceso histórico, se instauró el vasallaje en el continente invadido, mientras en Europa se iniciaba la marcha por las sendas de la modernidad.
La vida social en la colonia estaba caracterizada por la dualidad entre el ser y el tener, dualidad que, lamentablemente, aún no ha sido superada. El primero correspondía a los sometidos y empobrecidos por la fuerza, que sólo tenían ante sí la posibilidad de desarrollar el bien ser para acceder al mundo de la felicidad eterna, un mundo de compensación a la infelicidad y los sufrimientos generados por los sistemas de la mita y la encomienda en el nuevo mundo. “Escuchad hermanos míos carísimos: No escogió Dios  a los que son pobres según el mundo para enriquecerlos  en la fe y hacerlos herederos del reino, que tiene prometido a los que lo aman” (Santiago: 2,5)[1] pero que, paradójicamente, servía para enriquecer a los opresores que priorizaban el tener más y más, como requisito de la dignidad y la felicidad de ellos.
La situación descrita fue objeto de pocos cambios en el transcurso del tiempo, a tal punto que la prioridad del tener sobre el ser continúa en el presente. La influencia posterior del pragmatismo utilitarista y, en última instancia, de la moral individualista impuesta por la burguesía, que absolutiza las categorías economicistas de rentabilidad, costo-beneficio, eficiencia y eficacia entre otros, para valorar los actos humanos, en un inconfundible culto al dinero que dinamiza la cultura occidental del tener más.
Expresión de esta realidad son las denuncias de Leonardo Boff en la reunión con jóvenes en el Foro Social Mundial ya mencionado, cuando señala  que el capitalismo voraz acumulador de riquezas, depredador del medio ambiente, creador de las desigualdades entre los hombres y absolutizador de las leyes del mercado en beneficio de una minoría privilegiada, certifica sus falencias cuando en el mundo, cada cuatro minutos, una persona pierde la visión como consecuencia de la carencia de vitamina A; cada cinco segundos, un niño menor de un año muere de hambre o desnutrición. Mientras, la competencia, la acumulación, la ostentación y la falta de solidaridad predominan en la actual sociedad, donde los ricos son cada vez menos pero más ricos y, sin embargo, alegan permanentemente no poseer recursos para promover la educación y la salud, para salvar el planeta o aplacar el hambre que se extiende por la tierra. Contradictoriamente, gastan tanto en las políticas de invasión y guerra que poco o nada hacen por superar la pobreza, resultado de la imposición de sus propias políticas. Todo esto constata su rotundo fracaso en el mundo y plantea la necesidad de construir otro, pues la consigna de los movimientos sociales a nivel planetario de que “otro mundo es posible” constituye una verdad axiomática.
Esta situación, tan dramática por cierto, ha profundizado la brecha que separa a los pobres de los ricos a tal extremo que “El activo de las 358 personas más ricas del mundo, es igual al ingreso combinado del 45% más pobre de la población mundial, equivalente a unos 2.700 millones de personas” (Barahona: 1997- 5). Esta es la prueba contundente de la irracionalidad del sistema imperante. Una realidad consumada y definitiva para los apologistas del neoliberalismo y sustentadores del fin de la historia, que agiganta las fauces del monstruo hobbesiano, para que el Leviathan contemporáneo tenga, en los sectores marginados de la sociedad, sus víctimas permanentes, de modo que los pueblos se enfrenten fatalmente a la perspectiva cerrada de girar en redondo, presos del presente, sin futuro, con pérdida de la visión ética y la institucionalización de la inmoralidad, la simulación, la hipocresía, el engaño y la corrupción, consustanciales al modelo neoliberal.
La humanidad vive una profunda crisis que, según Rodolfo Romero, es una crisis de cultura y civilización que “… interpela a la conciencia del mundo y pone en duda los intereses y valores que los sistemas sustentan. Es una crisis que impacta a los mismos fundamentos éticos de nuestras sociedades” (1997: 5). Se trata de una crisis que busca anular nuestra capacidad de soñar y a la que rechazamos enfáticamente.
Este estado de cosas llega a todas las esferas de la actividad humana de las que no escapa la educación, situación que merece una profunda reflexión sobre la acción formativa de los docentes en circunstancias de evidente ruptura de la relación existente entre la razón, que explica las acciones, y el momento histórico que nos toca vivir, para reconocer el desfase entre los ideales y la realidad, que va interpelando a las instituciones formadoras de maestros sobre su acción en la complicada temática de la formación ética. Sobre este problema se pretende realizar una tentativa de reflexión, bajo la convicción de la urgencia que imponen los cambios a los que todos los maestros estamos obligados a contribuir, comprendiendo que “Las crisis como desajustes en relación con el todo que ya no responde a las aspiraciones y conducta que exigen las nuevas modalidades de la vida, son la búsqueda de una nueva concepción y una nueva posición ante la vida” (Carranza: 1992 - 42). Las crisis son, afortunadamente, los supuestos de la transformación. El mismo autor, previamente señala: “Bien podemos sentar como premisa que toda crisis cultural es ya el anuncio de una revolución. Y es que los desajustes en las relaciones de trabajo, producción, mercado, consumo se expresan de modo inmediato y vivencial en la actitud ante la vida y ordenamiento jerárquico de los valores, todo un estado de efervescencia que presagia cambios revolucionarios de diferente magnitud y modalidades según cuáles sean la ideología, sus posibilidades materiales y humanas (1992: 39).
Esta percepción de la crisis cultural, como fundamento de la revolución, explica la emergencia de los movimientos sociales y sus demandas de transformación que, en nuestro país, apuntalan un proceso de cambios desde las bases y desde el gobierno, asumido por un indígena que apuesta por el hombre, planteado no como una mera abstracción, una generalidad, sino como una realidad viva, concreta, existente, diversa y elemento constitutivo del Estado Plurinacional
La formación en valores, reto de la contemporaneidad
En las circunstancias descritas, es comprensible el redimensionamiento de la importancia del problema ético, particularmente en el ámbito educativo que es el que tiene el desafío de estructurar una nueva visión en la formación de valores, que permita a las nuevas generaciones enfrentar el estado crepuscular y de muy bajas expectativas de la época, debido a los procesos de desestructuración social que han conducido a la humanidad a la falta de fe, a las incertidumbres y la pérdida de sentido sobre su propia realidad existencial y coexistencial.
Esta emergencia de la preocupación ética pretende constituirse en una respuesta a los extravíos  a los  que, lamentablemente, nos condujo la crisis de la modernidad, transformando radicalmente el sentido de la vida en su dimensión individual y colectiva. Las certezas y los sentimientos de seguridad que orientaban las acciones de hombres y mujeres en el pasado, para una convivencia social sin mayores complicaciones, han dejado de tener validez en la actualidad. Tal vez esa sea la razón más significativa para que la ética cobre una inusitada importancia en los últimos años; en consecuencia, es necesario e ineludible asumir la primera persona para cuestionarnos acerca de lo que somos, de lo que decimos y por qué lo decimos, de lo que hacemos y por qué lo hacemos, es decir, restituir a la ética y a la moral su centro de gravedad y punto de partida que es el ser humano. Ellas requieren con urgencia profundizar la noción antropológica que interprete el ser en una dimensión totalizadora, capaz de rebasar la clásica pregunta ¿qué es el hombre? La ética puede constituirse en un mecanismo que ayude a la comprensión del mundo, la sociedad, el hombre y su pensamiento, de tal modo que se abran nuevas posibilidades, con nuevas pautas, para la actuación humana en ámbitos de complejidad e incertidumbre.
El retorno a la preocupación ética, consecuencia de la revolución tecnológica generadora de la dinámica globalizadora, manejada por el neoliberalismo para la expansión del capitalismo salvaje, que instaura un proceso de acumulación basado en políticas aberrantes de reducción de salarios, desocupación y desmantelamiento del estado social benefactor, que permite acceder a ganancias ilimitadas sustituyendo al hombre por el consumidor, con reglas establecidas por el libre mercado, absolutizadas a tal extremo que se yerguen por encima de la humanidad y la naturaleza. Se trata de una preocupación válida y necesaria para la formación de la conciencia de los hombres en una coyuntura de transformaciones y en función a una visión de pertenencia a la naturaleza; consecuentemente, de estrecha relación con ella en un doble proceso de acción y reacción que estructura la base cognoscitiva del mundo por el hombre, tal como lo plantea categóricamente Mao Tse Tung.
Esta realidad de interacción entre la naturaleza y el hombre tiene, en las culturas ancestrales, una importancia que superó todas las vicisitudes del largo proceso de colonización, hasta convertirse en una sólida conciencia ecológica que hoy emerge con fuerza en la defensa y cuidado del medio ambiente. Este constituye uno de los factores importantes de preocupación ética, en una proyección mundial de cultura básica de la humanidad, donde las expresiones particulares surgen demandando con todo derecho, el reconocimiento a sus identidades y diferencias, mucho más   en un momento en el que el proceso globalizador insiste en avasallarlos a pesar de los evidentes desgarros del neoliberalismo, expresión de su inminente fracaso. Por tanto, este es un nuevo problema para la reflexión ética por sus connotaciones sociopolíticas y culturales, dado el hecho de que el modelo neoliberal llevó a extremos la inequidad económica, la injusticia social y la exclusión, convirtiendo la multifacética actividad humana y la multiplicidad de la naturaleza en simples mercancías; arrastrando, de esa manera, a los trabajadores y sectores populares a una miseria en crecimiento, “Librada al principio del interés y la mercantilización de la vida y los recursos, la política, deja de ser un espacio inclusivo para convertirse en otro pragmático y utilitario” (De Alarcón: 2008 - 351)
El siglo y el milenio nuevos por los que transitamos nos enfrentan con rudeza a una realidad de crecientes incertidumbres, las que parecieran imponer la pérdida, cada vez mayor, de la capacidad de previsión del hombre sobre el futuro, hecho que deja abierta y sin respuesta una serie de interrogantes sobre el cosmos, la vida, el hombre, la sociedad, la cultura, etc. La realidad necesita ser releída y reinterpretada, por lo que cabe preguntar ¿hasta qué punto el conocimiento humano garantiza la fidelidad de esa relectura? ¿No será que tal conocimiento es otra “aventura incierta que conlleva en sí misma y permanentemente el riesgo de ilusión y de error”, como sostiene preocupado Edgar Morin? (1999 - 41).
Ante tal evidencia, es importante asumir la responsabilidad de enfrentar la incertidumbre desde los ámbitos de la educación y la formación docente, a pesar de las ambivalencias y el trastocamiento de los valores, razón por la que surge la necesidad de reconsiderar el problema del conocimiento, libre de la imposición epistémica del pensamiento occidental que desprecia o descalifica los saberes y las tecnología de los “otros” por su “particularismo” o “localismo”, frente a la universalidad de aquél y la pretendida superioridad del modelo civilizatorio europeo. Esta reconsideración debe hacerse desde perspectivas socio-históricas y superar todas las dudas para darle nueva significatividad y contenido a la búsqueda permanente de la verdad, abriendo espacios para el tratamiento de la diversidad cultural en procesos dialógicos de aporte y aprendizaje, más allá de los reconocimientos formales que sólo buscan orientarlo al pasado para evitar dar respuestas a las exigencias de los movimientos sociales, ubicados en el presente pero sin desconocer el influjo de la dimensión y sentido de ese pasado para, de ese modo, asumir la construcción del futuro desde las perspectivas de la diversidad que constituye al Estado Plurinacional de Bolivia.
En el marco de estos propósitos, es menester cuestionar la conciencia y sus complejidades para entender la ética del género humano en su triple dimensión de individuo, sociedad y especie, dimensión que no puede ser separada por su complejidad, sus permanentes interacciones y su recíproca determinación. En función de esa irrefutable verdad, es importante educar la comprensión como el medio más eficaz para la comunicación que concluya en entendimientos, ya que ella constituye el eje dinamizador de la educación y arrastra las limitaciones que la crisis impone con incidencia negativa en la formación en valores. Por ello es deseable el establecimiento de relaciones de alteridad que permita nuevas interacciones entre la sociedad y los individuos a través de la práctica de una auténtica democracia participativa, como mecanismo de inclusión y justicia a las culturas originarias, subalternizadas por el manejo del poder o clandestinizadas como mecanismo de preservación por sus propios cultores y en sus propios territorios.
Saber decidir en ámbitos de incertidumbre para actuar en consecuencia es pasar de un análisis genérico y abstracto a otro concreto del problema de los valores, un análisis que comprometa a los profesores a asumirlo en la dimensión real de las prácticas, hábitos y costumbres de la colectividad, sin esperar de ellos “…virtudes educativas infinitamente más grandes que las de la sociedad que las delega” (Perrenoud: 1996 – 121-122)  el mismo autor se cuestiona: “¿Cómo se puede enseñar serenamente a una sociedad como esta? ¿Y cómo no enseñarla?” Una disyuntiva que exige ser respondida, creando “…situaciones que favorezcan verdaderos aprendizajes, tomas de conciencia, la construcción de valores, de una identidad moral y cívica”  (Ibid).
Consecuentemente, construir espacios que favorezcan una educación en valores, es hoy un imperativo ineludible. Animarse a diseñar el perfil de tal educación requiere rebasar horarios y asignaturas específicas para llegar al currículo mismo, venciendo los posicionamientos dogmáticos que pretenden asegurar la verdad ética en la autoridad, la tradición, el mito o la religión, los que lamentablemente instauran la intolerancia, matan la autonomía e ignoran las relaciones de asimetría existentes en el tejido social boliviano.
Sin lugar a ninguna duda, la educación guarda estrecha relación con la ética porque ella recibe los impulsos y valores de la sociedad en la que se halla inmersa, realidad que se complejiza en nuestro caso por la heterogeneidad cultural vigente. Es innegable que los procesos de aprendizaje y enseñanza son más amplios que la transmisión de contenidos en función de un desarrollo meramente cognoscitivo, lo que significa que la educación es mucho más que la escuela, reconocimiento que exige asumir la necesidad de repensar la coyuntura para entenderla, explicarla e intentar dar respuestas a la crisis a partir de una profunda reflexión sobre el ser humano contextuado, que responde a determinadas circunstancias y a matrices culturales diferentes. Ello limita una crítica a la sociedad desde el presente y desde perspectivas de validez universal, es necesario asumir las particularidades y su dependencia de factores socio-históricos y político-culturales, es decir, examinar el estatus ontológico del presente, destacando sus contingencias históricas. Se trata de aquella preocupación sobre la comprensión crítica del presente planteada por Foucault y que Tamayo y Martínez, apoyados en Couzens, denominan ontología de nosotros mismos[2], para desarrollar en los estudiantes la capacidad reflexivo-crítica, enfrentar la racionalidad dominante y cuestionar el modelo ético basado en verdades absolutas y universales sobre la naturaleza humana.
Lo que se requiere hoy, aun para la llamada “posmodernidad”, más allá de la ruptura de la universalidad de la ciencia o las teorías que permiten plantear el fin de los metarrelatos, es intentar comprender las circunstancias en medio de las que nos movemos, es decir, diagnosticar el presente para responder a la angustiante pregunta de todos los tiempos: ¿Qué es el hombre? ¿Qué somos hoy, en este preciso momento?, planteadas por Foucault como ya lo anotamos. Un cuestionamiento antropológico que es capaz de devolverle a la ética y a la moral su centro de acción: el ser humano, lo que fertiliza el campo de la reflexión para su conceptualización que, a su vez, exige la complementación de otras preguntas que fortalezcan las bases de sustentación teórica. El diagnóstico es una instancia imprescindible en la reconstrucción no de la verdad misma, sino de los momentos de la veracidad de unas u otras circunstancias de vida, para que los hombres nos hagamos cargo de su transformación en dirección de una existencia con justicia, libertad, solidaridad y bien común, en dirección del “vivir bien en comunidad”.
Con tales propósitos, es perfectamente comprensible que la interpretación de la realidad a la que los individuos deben ajustar sus acciones, ya no funciona como algo compartido por ellos en el seno de la sociedad, se trata de un orden establecido que se derrumba. Esta situación debe ser enfrentada de tal modo que se pueda buscar los elementos que estructuren nuevas formas de pensar y entender el mundo. Es importante asumir otras actitudes y generar la posibilidad de establecer nuevas formas de interacción entre la ética y la educación, de modo que ella contribuya a la transformación de las prácticas formativas y educativas en el proceso enseñanza-aprendizaje, el que, junto a las ciencias de la educación, no puede separarse de las disciplinas socio-éticas. Unir los valores al proceso de construcción de los conocimientos, a la producción de bienes, a su distribución y consumo equitativos, es un imperativo del presente.
En el tratamiento serio del problema, esos dos elementos tienen que ser asumidos en su indisoluble interacción, pues la veracidad objetiva de los principios del conocimiento científico y de los saberes de las culturas originarias se conjuga orgánicamente con los principios y relaciones axiológicas al interior del propio conocimiento científico o de los saberes, determinada por la exterioridad de la realidad tanto natural como social. Es importante entender que así como “…la filosofía debe ser científica para influir positivamente en la ciencia, del mismo modo los principios socio-éticos y humanitarios del conocimiento pueden desempeñar su papel catalizador y estimulador en búsqueda de la verdad si expresan las tendencias progresistas del desarrollo social y sirven en bien del hombre y de la humanidad” (Frolov: 1987 - 63). Sólo de esa manera los valores podrán constituirse en valiosos mecanismos reguladores del avance de la ciencia y la tecnología, del reconocimiento de los saberes ancestrales; es en esa dimensión que los principios metodológicos del conocimiento deben ser concebidos.
La necesidad de una educación en valores requiere de una formación previa de los futuros docentes, un reto pedagógico de la contemporaneidad[3] que tiene que ser asumido. La preocupación no es nueva, lo novedoso e importante son las condiciones sociales concretas de existencia de la humanidad, de resurgimiento de las nacionalidades o pueblos originarios, con cosmovisiones, saberes y prácticas arrastradas subterráneamente por siglos, que hoy salen a la luz y requieren ser tomados en cuenta para su proyección en el siglo XXI por el que la humanidad transita, cuya dinámica es diferente a la del anterior. Hoy la educación y la formación en valores adquieren una mayor significación porque deben responder a contextos de globalización neoliberal, que abarcan todos los aspectos de la vida material y espiritual, constituyendo el problema más complejo y acuciante de los últimos tiempos por los riesgos que supone el dominio unipolar del mundo, un dominio que busca imponer sus esquemas de vida y de acción en contra de las características y la identidad histórico-cultural de los pueblos. Pareciera que detrás de la aparente atención a la multiculturalidad, con la propuesta conceptual de una educación intercultural sin aplicación práctica, se buscara, de manera solapada y sutil, la homogeneización cultural, pues se promueve los valores propios de la sociedad de consumo como la competitividad, el egoísmo y el individualismo en desmedro de la convivencia solidaria.
El sentido del multiculturalismo y la interculturalidad
La realidad social contemporánea en Bolivia y gran parte de la región exige la construcción de una nueva universidad que sea capaz de reivindicar la diversidad como su componente más importante, lo que supone la implementación de escenarios de flexibilidad pedagógica, de nuevas técnicas y procedimientos que hagan posible la emergencia de instituciones de formación profesional dialógicas, que prioricen el intercambio de saberes, conocimientos y tecnologías en sociedades plurales, pues todos ellos, de alguna manera, están supeditados al intercambio entre   modelos diferentes de pensar y hacer; por tanto las connotaciones de la interculturalidad no son jamás neutras; de las relaciones socioeconómicas desiguales surgen las hegemonías, en las que los grupos más fuertes imponen no sólo valores, sino decisiones y   conductas que terminan estableciendo valoraciones inequitativas; entonces no son pues, en última instancia, las culturas las que se relacionan, sino los sujetos; por tanto… “Más que de educación intercultural, como si las culturas fueran homogéneas, deberíamos hablar  de educación para la diversidad” (J. Serrano: 1998-92).
Frente a tal situación lo que se busca es construir los mecanismos que nos permitan reconocer y aceptar la composición “pluri” de nuestros países en condiciones no sólo de igualdad retórica sino real, de participación en la política, en la propiedad de la tierra, en la justa distribución de bienes, en el derecho a la salud y la educación, lo que demanda abrir la educación superior a sociedades heterogéneas que necesitan hacer suyo la realidad plurinacional de nuestro país, que postula la educación intra e intercultural, no como simples conceptos carentes de contenido, sino como presencias tangibles que configuran el Estado Boliviano en dirección de su propia transformación.
Frente al manejo generalizado del término multiculturalismo, es necesario señalar que, en su sentido descriptivo, hace referencia a la coexistencia en un mismo territorio de grupos con diferentes posiciones cosmovisivas, culturales, simbolismos, códigos de interpretación y de acción ética, prácticas educativas, costumbres, creencias, etc., que establecen modos de pensar, sentir y ser, sin hacer referencia a las interacciones que pudieran existir entre ellos. Esta evidente realidad en el país acaba configurando un complejo mosaico pluricultural que abarca naciones, pueblos y grupos étnicos menores, que suman treinta y seis con varias lenguas en vigencia, algunas en peligro de extinción, que establecen relaciones interculturales, razón suficiente para plantear su rescate y conservación. 
La interculturalidad, por tanto, en su acepción más generalizada, hace referencia a la relación entre culturas, es decir, un encuentro entre diferentes que abre todo un abanico de posibilidades de interacción y relacionamiento. Esta manera de entender la interculturalidad, sin ser falsa es insuficiente, debido a que está ausente un posicionamiento crítico sobre la cultura y la pretensión de ciertos grupos que buscan legitimidad y presencia real frente a otros, lo que genera espacios complejos de conflictividad, debido a que intervienen diagramas de poder manejados desde ciertas instancias institucionales, con normativas que persiguen establecer  relaciones en función de sus intereses o expectativas, de las que no escapa ni siquiera el sujeto que realiza el análisis. Cuando se habla de interculturalidad, no se trata solamente de una construcción conceptual ni de un simple giro epistémico, sino de tomar en cuenta las contradicciones que se dan en las relaciones culturales, marcadas por el conflicto y las mismas contradicciones que se sustentan en las situaciones de dominación, colonialidad y marginamiento.
Para lograr el mayor acercamiento a la comprensión del fenómeno de la interculturalidad, es importante vindicar la connotación política del mismo, de tal modo que se pueda diferenciar la condición dominante o subalternizada de la cultura y la posibilidad de que la relación entre ellas responda a objetivos emancipatorios o, por el contrario, a formas sutiles de neocolonización por parte de quienes detentan el manejo del poder e incorporan el discurso de la igualdad y el respeto a las diferencias, justas reivindicaciones de los pueblos originarios vaciadas de contenido y desnaturalizadas en su esencia, de manera tal que la meta no sea la construcción de sociedades igualitarias, sino el mantenimiento del statu quo en desmedro de las aspiraciones de transformación radical de las relaciones sociales, en estados donde la diversidad es una realidad inocultable; por tanto, “…la lógica de la interculturalidad compromete un conocimiento y pensamiento que no se encuentra aislado de los paradigmas o estructuras dominantes; por necesidad (y como un resultado del proceso de colonialidad) esta lógica ‘conoce’ esos paradigmas y estructuras. Y es a través de ese conocimiento que se genera un pensamiento ‘otro’” (C. Walsh: 2007-181).  Esta es la visión en el tratamiento de la interculturalidad desde la óptica de los mecanismos de poder oligárquico.
 Por las consideraciones hechas, la interculturalidad no debe reducirse a un proyecto de coexistencia diferente que cuestiona a una cultura y civilización hegemónica que arrastra a la miseria a millones de personas para beneficio de unos cuantos, una cultura que ha ingresado en una crisis tan profunda que impacta los fundamentos éticos de la sociedad. La comprensión plena de la interculturalidad exige  inexcusablemente la práctica de interacciones de ida y vuelta entre posturas culturales diferentes, obligadas a negociar a fin de superar el manejo unilateral del poder que establece relaciones de dominación, injusticia, inequidad y exclusión; se trata de superar la concepción de interculturalidad como simple diálogo respetuoso y equilibrado entre diferentes, para asumir otra desde posiciones críticas como la relación entre las culturas campesina indígena originarias y la cultura occidental, en la perspectiva de superar las desigualdades, las conflictividades, las asimetrías y el manejo del poder de unos sobre otros, de manera que el efectivo reconocimiento del valor y la dignidad de las culturas ancestrales permita, a su vez, reconocer la validez de sus contribuciones en el campo del conocimiento, de la técnica y de los saberes milenarios con sentido profundamente liberador, única manera de constituir una verdadera interrelación cultural que permita avanzar en la construcción del Estado Plurinacional, con clara visión de una eticidad diferente, fundada en relaciones de equidad entre los seres humanos y de respeto al medio ambiente, a la Pachamama que se constituye no sólo en la madre tierra, sino en el vientre nutricio que alimenta a toda forma de vida.
Buscar nuevas formas de articulación de la sociedad para enfrentar al neoliberalismo, reconocer la importancia de los movimientos sociales en sus justos planteamientos reivindicativos, reflexionar y valorar la crítica al modelo y el cuestionamiento al ejercicio de la democracia y al carácter colonial del estado y sus relaciones mercantilistas, que han socavado las bases de la sociedad entendida no como una simple suma de individuos, sino como la interrelación de los hombres entre sí y de éstos con la naturaleza, es un desafío para la educación y para la formación docente desde perspectivas éticas, las que deben  preocuparse por la transformación del estado de cosas con mirada comunitaria y articulaciones colectivas, pues es hora de entender que los movimientos sociales, a pesar de sus limitaciones, se han constituido en los actores plurales que representan a diferentes organizaciones pero que confluyen en la necesidad de trabajar colectivamente por las transformaciones sociales, políticas y culturales que hagan posible el reconocimiento de sus intereses y aspiraciones. Solamente de esa manera se podrá comprender que los objetivos de la lucha de los movimientos sociales para transformar el orden establecido tienen, en la ética, un norte, pues es en ella donde podemos encontrar los elementos para enfrentar los problemas de la cotidianidad y un nuevo sentido de la vida, en un tiempo tan significativo debido a que los bolivianos estamos ante el umbral más importante de la historia para lograr esas ansiadas transformaciones.
Contribuir a la comprensión de esta problemática y a la construcción de esa realidad es una responsabilidad histórica de la que las universidades no pueden sustraerse, por el contrario, ellas deben contribuir al reconocimiento y resignificación de las expresiones culturales, en un proceso dialéctico que afiance los límites identitarios y diferenciales de las mismas.
Esta situación reclama la urgencia de implementar la práctica de la interculturalidad en las dimensiones y complejidades anotadas para, de ese modo, superar las limitaciones en su tratamiento, muy débil en la reflexión crítica, el debate y la investigación de la educación superior, la que aún se mueve por las sendas homogeneizantes de las subjetividades y las específicas expresiones culturales. Por tanto, la interculturalidad, más allá de las simples relaciones entre diferentes culturas, debe abrir las puertas a una creciente convergencia de identidades para superar el extravío de sentidos, reforzar los valores, representaciones y conocimientos, de manera que sea posible dejar atrás las concepciones homogeneizadoras y establecer criterios, técnicas y prácticas emancipatorias que fortalezcan las diferencias desde espacios de inclusividad. Consecuentemente, los centros de formación docente deben responder al desafío de estructurar modelos de educación intercultural propios, si bien heterogéneos, en su aplicación a las diferentes situaciones etno-cultural-lingüísticas, universales en su concepción básica. Para tal efecto, las universidades deberán transformar, necesariamente, sus visiones y misiones, reformular sus objetivos y proponer nuevas mallas curriculares que la diversidad del país reclama. Este es el gran reto que debemos asumir no sólo porque nos impone las circunstancias de los tiempos de cambio que vivimos, sino por una profunda convicción y responsabilidad ética.
La interculturalidad entendida como mecanismo contributivo a los procesos de cambio social que afecte radicalmente las estructuras, las instituciones y las normativas de la actual sociedad ha sido planteada por los movimientos sociales en dimensiones que rebasan la educación y alcanzan al Estado, razón por la que adquiere connotación política ligada a las demandas de sus diferentes organizaciones para la construcción del Estado Plurinacional que la nueva Constitución Política del Estado establece.
Reducir la interculturalidad al tratamiento del bilingüismo entendido como exigencia ética para la enseñanza de la lecto-escritura en las lenguas maternas (educación primaria)[4], como ocurrió con la reforma neoliberal establecida por la Ley 1565, tiene su lado oscuro. No se trata sólo de la continuación de la “Extirpación de idolatrías, sino también empeñarse en invertir recursos públicos en proyectos que, en primer lugar, no son demandados por las comunidades amerindias y, en segundo lugar, en el caso de que sean implementados, no tienen ninguna perspectiva de que sean sostenibles, pues no existe una oferta letrada en las lenguas amerindias que les permita a éstos usar más tarde lo aprendido en sus aulas” (Medina: 2000 – 15-16). He ahí una punzante arista de la problemática intercultural como medio de viabilidad histórica del país, en circunstancias en las que las rupturas neoliberales requieren de agentes de cambio -los maestros- que prioricen la reflexión acerca del sentido de la educación con la finalidad de transformarla. Este es un desafío que debe ser respondido para iniciar la batalla desde las perspectivas históricas, culturales y morales de las poblaciones originarias que conforman, en nuestro caso, la bolivianidad.
Es tiempo de aprender a compaginar nuestras diferencias tomando en cuenta las prácticas valorativas propias de cada expresión cultural, razón por la que es posible afirmar que la ética no ha sido, no es ni será nunca una disciplina ajena a la integración de “los diferentes”, porque ella se nutre de las historias de los pueblos. Un sistema de valores está condicionado por las formas existenciales que caracterizan a una sociedad en la que los sujetos viven e interactúan; consecuentemente, la educación y, de modo particular,  la formación docente deben interactuar a objeto de transitar hacia el logro de una sociedad cada vez más integrada, que permita lograr la unidad nacional fundada en las diferencias, con ansias de justicia, amor a la libertad y respeto a las prácticas y creencias de los otros, capaces de estructurar    valores que no sean medidos exclusivamente desde los planos de la racionalidad occidental, sino desde las diversas formas de ser que estructuran las diferentes culturas que configuran la realidad nacional, pese a los desafíos, las incertidumbres y la falta de sentidos  que caracterizan estos tiempos a los que algunos llaman la posmodernidad. “…vivir significa compartir recursos y conocimientos, preservar la riqueza natural y la diversidad de las culturas, aceptar a la vez la identidad y las diferencias para vivir en armonía. Por eso es que consideramos que la educación es la clave del futuro. Una sociedad capaz de recibir una educación de calidad en todos los niveles es una sociedad capaz de ser libre, democrática y pacífica” (A. Hein: 2000-19)
En tales circunstancias, los sistemas educativos de muchos países se encuentran ante el reto de ofrecer una educación desde el rescate, el reconocimiento, el respeto y la proyección de lo diferente, de “los otros”. Tal exigencia requiere de una nueva política de formación docente que haga de los maestros profesionales de la educación, abiertos a lo plural para contribuir al establecimiento de una convivencia entre diferentes, preocupados por el “otro”, con una clara visión de alteridad como una nueva forma de interacción humana, sustentada en la igualdad generada por las relaciones de simetría económica y política que viabilice el establecimiento de prácticas formativas desde la heterogeneidad, abiertas al debate y al disentimiento,
El problema axiológico en la formación docente
Estamos en la encrucijada de las exigencias sociales para elevar la calidad de la educación y la consecuente necesidad de trabajar la nueva visión de la formación docente, que haga de los maestros profesionales capaces de enfrentar la diversidad cultural y guiar a los estudiantes en el proceso de construcción de los conocimientos, la formación de actitudes y valores, en vez de ser simples transmisores de saberes esquemáticos y descontextualizados. Se precisa profesionales reflexivos, críticos, creativos y cuestionadores de su propia práctica, que puedan responder a la dinamicidad del proceso aprendizaje-enseñanza, por un lado, y, por otro, al reconocimiento de las actuales circunstancias que han tensionado a la educación por la inversión de valores, el crecimiento exacerbado del individualismo, la crisis económica y política que abona los sentimientos de desesperanza frente a la actitud ambivalente de quienes manejan los hilos del poder para viabilizar proyectos reivindicativos orientados a acortar las diferencias sociales que permitan integrar en vez de marginar.
Esta nueva situación exige a las instituciones de profesionalización docente asumir la tarea de formar profesionales reflexivos, críticos, transformativos y agentes de inclusión social aunque, paradójicamente, los maestros constituyen los sujetos de una exclusión generalizada. Sin embargo, es necesario establecer sólidas bases éticas en la formación de la personalidad de los futuros profesionales de la educación, sin ignorar la dramática realidad de pobreza, injusticia e inequidad que abraza a los sectores populares que alimentan con postulantes a las instituciones de formación docente. Tal situación debe ser horadada por la acción de una educación orientada hacia la liberación del hombre, contribución necesaria para lograr los procesos de emancipación total de los oprimidos de este país. Esos son los desafíos que la educación, en todos sus niveles, debe asumir, promoviendo respeto a la libertad y las creencias de los otros, en espacios crecientes de pluralismo de ideas, de búsqueda de consensos, de práctica de la solidaridad, de construcción de la justicia y la libertad, valores que el sistema educativo debe priorizar.
Para ello, se debe conferir una mayor preponderancia y significación a la relación entre educación y valores en los ámbitos de la acción formativa de los profesores. De ese modo, se trata de comprender que una de las funciones más importantes de la educación es contribuir a la formación de una sólida ética ciudadana como pilar fundamental de la democracia. La función socializadora de la escuela consiste básicamente en integrar a las personas a la comunidad en que viven, tomando en cuenta sus demandas en la formación de valores y el desarrollo de la personalidad de los estudiantes. Por ello, es pertinente cuestionarse: ¿Qué debemos entender por valores? Esta interrogante y otras han sido abordadas por muchos pensadores, con las diferencias que supone el posicionamiento ideológico asumido; empero, se debe reconocer la existencia de criterios comunes, pues el valor…
 “…debe ser entendido como la significación socialmente positiva de objetos y fenómenos” (J. FABELO CORZO)
“Es el significado social que se atribuye a los objetos y fenómenos de la realidad en una sociedad dada, en el proceso de la actividad práctica, en unas relaciones sociales concretas” (Zaida Rodríguez)
“Es algo muy limitado a la propia existencia de la persona que afecta a su conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos, actitudes y sus modos de actuar” (Esther Baxter)
Es “…Función esencialmente práctico-reguladora y orientadora de la acción humana” (Rodríguez Ugido)
Es… “Principio o fines que guían nuestro comportamiento individual, grupal, social” (Arés Muzio)
Las definiciones consideradas permiten realizar las siguientes consideraciones:
v    Los valores se refieren a una relación de sentido entre los procesos o acontecimientos y las necesidades e intereses de la vida en comunidad, siendo ellos parte sustantiva de la realidad social que, en el caso del Bolivia, se complejiza debido a la diversidad cultural vigente, que no puede ser ignorada por la educación como fenómeno histórico-social ni por los procesos de formación docente. Es necesario tomar apunte de los diferentes sistemas de valores jerárquicamente estructurados que, además, son dinámicos, cambiantes y dependientes de las condiciones históricas concretas en las que se dan.
v    Otro rasgo connotativo es la referencia a la necesidad de considerar las formas en que los valores objetivos son reflejados en la conciencia individual o social de hombres y mujeres, de manera que se pueda entender los modos en que cada individuo, como sujeto social que es, estructura su propia y subjetiva categorización axiológica, resultado de un complejo proceso de valoraciones que supone un mayor o menor grado de correspondencia con el sistema objetivo de valores, dependiendo de la expresión cultural a la que pertenecen las personas, de los modos de participación y correspondencia entre los intereses individuales del sujeto con los intereses colectivos de la sociedad y de la acción formativa que ejerce la educación.
v    Finalmente, aceptar que los sistemas de valores se los crea e instituye socialmente para luego reconocerlos oficialmente, como resultado de la generalización de escalas subjetivas de valoración que, en el caso de sociedades divididas en clases, responden a la de los sectores que detentan el poder. A más de ello, la realidad de la pluriculturalidad exige la consideración y, tal vez, la combinación de las diferentes escalas y apreciaciones valorativas para fortalecer la diversidad.
El sistema de formación docente que asuma la heterogeneidad debe colaborar en la formación de una alta conciencia valorativa, rescatando los criterios y prácticas axiológicas de los pueblos originarios que hagan posible demarcar posicionamientos a favor de valores como la justicia, la solidaridad, la convivencia entre diferentes, la independencia y la búsqueda del bien común, de modo que las personas contribuyan conscientemente en la construcción de sus identidades y diferencias. Para ello, se debe garantizar todas las posibilidades de interacción, de tal modo que los estudiantes puedan autoasumirse como seres históricos, sociales, comunicativos y transformativos, con capacidades para aportar a la construcción del “nosotros”, que no es sino el resultado del reconocimiento de “los otros” a partir de los cuales se logra la estructuración de las características propias del individuo. Una tarea no sólo antropológica o sociológica sino particularmente ética, que supone establecer nuevas relaciones de interacción y nuevas formas de negociación cultural.
Insistir en la necesidad de una educación en valores es aceptar el reto de reflexionar y buscar alternativas para proponer los métodos y las estrategias didácticas que hagan posible tal educación, es decir, estructurar contenidos de valor referidos a normas y actitudes que desarrollen modos de ser, capaces de enfrentar a ese mundo y a esa vida llenos de incertidumbre, en coherencia y unidad a los modos de sentir, enjuiciar, actuar y devenir, en equilibrio con aquello que hoy se ejercita: los contenidos conceptuales y procedimentales, de modo que los valores se constituyan en “…proyectos  globales  de  existencia  que se  instrumentalizan   en el comportamiento individual, a través de la vivencia de unas actitudes y el cumplimiento consciente y asumido de unas normas o pautas de conducta”  (González L. Fernando; 1990 – 37) Es en esa forma que  se logra que los valores se constituyan, superando las dificultades coyunturales, en procesos planificados de vida que rescate, en el caso nuestro, el “…reconocimiento  del otro, del derecho a la diferencia, de la perspectiva de las opiniones personales y de cada punto de vista. Es el momento de apertura de la comunicación a otras culturas, formas de vida y puntos de vista, para apropiarse del contexto propio en el cual cobra sentido cada perspectiva y cada opinión” (G. Hoyos: 1998-23)
La educación en valores constituye una especie de puente y complemento entre las instituciones educativas y la sociedad; en esa condición, expresa las especificidades de una determinada etapa histórica, lo que explica su dinamicidad y sus posibilidades de cambio. Los valores, como fundamento de la conducta humana, dependen de su inserción en la práctica histórico-social, razón por la que a cada expresión cultural le corresponden determinados valores en función de sus intereses y aspiraciones, en cuya dirección se orienta la formación integral de la personalidad. Más allá de estas consideraciones, lo importante es saber de qué manera, desde los ámbitos pedagógico y psicológico, puede concretarse los valores humanistas en el desarrollo moral de los estudiantes.
El rol docente
La capacidad valorativa no es innata, está ligada a las acciones de la familia y la comunidad, es expresión de la conciencia social. Sobre ella, la escuela debe asegurar la continuidad de la formación ético-moral, exigencia que los maestros debemos interpretar correctamente a fin de asumirla no como simple generalidad, sin contenido ni contexto, sino como necesidad implicada en las intervenciones cotidianas de los seres humanos, rescatando el factor afectivo-emocional en las interacciones del proceso enseñanza-aprendizaje. Para lograrlo, será preciso un clima de confianza, amplitud y participación, capaz de provocar estados emotivos respecto a la personalización de los valores, como la expresión más idónea, legítima y auténtica de los sujetos que los hacen suyos, única manera de acometer la edificación de la unidad del Estado plurinacional sobre la diversidad, un objetivo histórico permanente.
La función docente debe cambiar necesariamente, pues la enseñanza no consiste en simples adiestramientos técnicos en una u otra rama del saber. Sus contenidos y las formas de tratamiento metodológico deben tener una razón ética pues, como es sabido por todos, educar es formar y formar supone tener dominio de la asignatura que se enseña y conocimiento de los sujetos de la formación que son diferentes, de modo que se pueda mejorar los conocimientos, criticarlos, cambiar lo conocido, tomar otras opciones en razón de las circunstancias sociales en las que se trabaja y en el marco de una racional relatividad garantizada por principios de orden ético y moral.
 Los docentes debemos cuidar la coherencia entre el discurso y las acciones, entre lo que se enseña y los modos de enseñar, en el marco de la realidad social, constituyéndose en un modelo que exige superar los enfoques de la enseñanza tradicional. Para ello no se necesita del instructor sino del maestro que, constituido en el amigo de ruta de los estudiantes, guíe sus pasos con inteligencia y compromiso ético en la mediación entre los estudiantes y los conocimientos, por las vías de la investigación, el análisis, la reflexión, la actitud crítica y el posicionamiento personal.
Conocer a los estudiantes como seres contextuados permite ejercitar la capacidad de problematizar y cuestionar, es decir, educar en y para la pregunta, única manera de encontrar sentido a la existencia humana, mostrando la porosidad que tienen las cosas del mundo y la sociedad. Ninguna realidad es herméticamente cerrada, hecho que justifica que es mejor desarrollar la capacidad de preguntar y no la de responder. Este cambio permite a los estudiantes enfrentar sus propias circunstancias, enfrentar el estado de cosas vigente, para coadyuvar en la limpieza de las costras de un mundo utilitarista, explotador y, muchas veces, inhumano. Es hacer de ellos militantes de la batalla de las ideas que postula Fidel Castro, el legendario comandante de le revolución cubana, como respuesta a los desafíos del nuevo siglo. Para ello es imprescindible formar para el cuestionamiento, como resultado de un equilibrado y racional inconformismo de las nuevas generaciones, como elementos en la construcción de un mundo más justo y más humano; educar para la disconformidad y la disidencia, para la oposición bien entendida, es una exigencia ética de la contemporaneidad.
En este ámbito de preocupación, José María Mardones, plantea la necesidad de una educación del oído, la vista y la memoria[5], como estrategia que impacte el modelo, con el propósito de que los alumnos perciban los clamores de justicia y libertad que nacen desde las mayorías oprimidas, haciendo frente al poder dominante que abusa de los medios masivos de comunicación para predicar las “bondades” y la “justeza” del sistema, ocultando sistemáticamente la disconformidad y la protesta de los pobres. Educar la vista para que todos, hombres y mujeres, vean con objetividad la realidad del mundo y de la sociedad, para que descubran las diferencias y sean capaces de captar los clamores angustiantes de una humanidad con muy pocas esperanzas, ver los cuadros dramáticos de pobreza y exclusión que el manejo del poder y las inequitativas relaciones de distribución y consumo de los bienes producidos, instauran en un mundo radicalmente polarizado, donde el hambre y la miseria campean para las grandes mayorías en beneficio de una minúscula capa de privilegiados, situación lacerante que degrada el sentido de la coexistencia como requisito de la existencia humana. Educar la memoria con el propósito de no vivir anclado en el presente y recordar los acontecimientos del pasado, plagado de las acciones más heroicas de los humildes y sometidos, para no olvidar los objetivos de las luchas populares y sus huellas impresas por la historia. En este propósito, nada se debe ocultar, menos mentir a los estudiantes, mostrar la realidad por muy dramática que ella sea es una obligación moral que puede contribuir a la educación para el compromiso, el cambio y la felicidad.
Es urgente ampliar la racionalidad, la capacidad crítica, la experiencia para el conocimiento de la esencialidad humana, tarea que resulta imposible sin una educación para el cuestionamiento basada en la pedagogía de la pregunta, como planteara el siglo pasado el insigne Paulo Freire, reclamando el componente ético para una educación entendida como proceso de concienciación política y medio de liberación.
La perspectiva metodológica
Debe reconocerse que el problema metodológico para la formación docente en contextos pluriculturales y relaciones de interculturalidad es un terreno casi inexplorado, dado el hecho de que los valores responden a las realidades sociales y no son susceptibles de transmisión. Ellos deben ser formados en la medida del desarrollo de la personalidad, un proceso que debe vincular estrechamente los componentes axiológico, cognoscitivo y afectivo del ser individual y colectivo del hombre. En esta suerte de indefinición sobre qué métodos emplear en la formación de valores, urge la reflexión profunda sobre aspectos como:
v  La necesidad de privilegiar la atención al desarrollo de la conciencia de los estudiantes, debido   al carácter clasista de la ética, ya que los principios en los que se sustenta se forman en la práctica social y expresan “…los puntos de vista y las representaciones históricamente condicionadas, que poseen las personas  sobre lo que es debido, los cuales se realizan en forma de ideales morales” (Pisarienko: 1977-3) de ese modo, reflejan las experiencias acumuladas por muchas generaciones, por el pueblo mismo, lo que explica, a su vez,  la naturaleza social de la moral; no se olvide que ella es la forma específica de la conciencia social, de manera que se puedan conocer críticamente los modelos vigentes del “deber ser” tanto a nivel personal como social.
v  En consecuencia, orientar la formación a la acción sobre la realidad social para su consecuente transformación, a objeto de que los estudiantes, privilegiando la unidad entre teoría y práctica, pongan en ejercicio fáctico las formas correctas de actuar.
v  Sólo la suficiente atención a los factores anteriores (orientación y ejecución) hará posible el logro de la dimensión valorativa del control, factor importante para que los estudiantes puedan efectuar relaciones comparativas de sus acciones en correspondencia a los modelos propuestos por la educación como respuesta a las exigencias de la sociedad, esto es, saber valorar.
La complejidad de la tarea formativa en valores y la necesidad de diseñar los requerimientos metodológicos pertinentes para ello demandan de los maestros una alta profesionalidad para que realicen con eficacia el buen arte de la conducción que significa la educación, la que “…debidamente entendida, al margen de pormenores y sutilezas pedagógicas, es la conducción de la Sociedad a situaciones de superioridad en su unidad indestructible de individuo, sociedad y cultura, añadiendo la naturaleza” como afirma Carranza Siles (1990: 28). Por tanto, enseñar, como sostiene Heidegger, significa dejar aprender. Consecuentemente, un buen maestro es aquél que ha aprendido a dejar aprender, incitando a sus alumnos a transitar por el largo camino del aprendizaje permanente, integrando lo axiológico, lo académico, lo investigativo y lo laboral.
Reflexión final como diástasis constructiva
Se vive una etapa histórica de bajas expectativas éticas y desfallecimientos utópicos, en una sociedad empujada a un pragmatismo deshumanizante, reticente a la apertura de las diferencias pese a la diversidad cultural vigente en el mundo, lo que justifica la urgencia de establecer los mecanismos que hagan posible la superación del tono crepuscular ético de la época y establecer la vigencia de la convivencia intercultural plena, preocupada por “los otros”, con visión de alteridad, en relaciones simétricas que eliminen toda posibilidad de sometimiento y exclusión, para formar docentes desde las intrincadas perspectivas de la heterogeneidad, abiertos al cambio, a la equidad, a la evidencia de las diferencias y el reconocimiento de las identidades culturales.
La educación debe implicarse seriamente en el rescate de las raíces culturales para implementar la interculturalidad como práctica educativa, lo que reclama la interacción de dos referentes, los “unos” y los “otros”, diferentes pero no independientes; por el contrario, inmersos en relaciones de igualdad económica, social, política y cultural, única vía para fortalecer la relación entre las culturas vivas que subsisten y crecen, no de realidades estancadas y sin futuro.
La identidad y la diferencia se manifiestan en el tiempo y el espacio superando el ahora y el aquí, donde la una arrastra a la otra, pues la identidad sólo es posible en razón de la diferencia y viceversa, en contextos dinámicos y de interacción, es decir, entendiendo a la una como atravesada por la otra, así como el relámpago ilumina en la oscuridad la multiplicidad de una parte de la realidad, develando su unidad de sentido, donde la oscuridad no desaparece por la acción de la luz, sino que simplemente recorre sus límites y permanece como periferia infinita, como lo señalara el viejo Heráclito. Esto significa que la unidad no supone de hecho la eliminación de la multiplicidad, por el contrario, refuerza la diversidad y su sentido de unidad total.
Una situación que requiere poner ciertos acentos en la formación docente con la inclusión del componente ético, que aperture esa preocupación por los demás, no como actitud de salvación mesiánica, que lo que hace es profundizar las distancias entre los de abajo y los de arriba, entre los “inferiores” y los “superiores” que la educación elitista pregona por las misteriosas sendas subliminales, situación que debe ser definitivamente desterrada del imaginario educativo y formativo del siglo XXI, poniendo en ejercicio la tarea de trabajar por la igualdad de los hombres en su dimensión humana y asumiendo las diferencias culturales existentes. Tan alta responsabilidad necesita ser asumida en los marcos de una práctica moral de sincera preocupación, requerimiento que debe constituirse en el núcleo de las motivaciones formativas; de no ser así, los esfuerzos para elevar la calidad de la formación docente y lograr profesores reflexivos, críticos, contestatarios y propositivos, en fin, profesionales investigadores, transformativos y cuestionadores de la realidad y de su propio ejercicio profesional, carecería de sentido.
La formación en valores debe partir de las premisas anotadas de simetría en las relaciones, de respeto a la diversidad cultural de cada Estado, tomando en cuenta sus tradiciones, sus costumbres, sus prácticas pedagógicas y sus tablas axiológicas como la fuente principal del proceso, comprometido con la naturaleza humana, su demanda de justicia y libertad a ser construida y ejercida en el devenir histórico de los hombres y de los pueblos.
[1] Ver Epístola de Santiago en el Nuevo Testamento
[2] Tamayo y Martínez entienden esta elaboración no como la construcción de una doctrina o una teoría, sino como una actitud crítica de lo que el hombre es, sin caer en fatalismos o angustias existencialistas por el desmoronamiento ético-cultural vigente al que consideran necesario enfrentarlo.
[3] Ver la propuesta de Mirtha Bonet Cruz, presentada al Encuentro por la Unidad de los Educadores Latinoamericanos 1999-2001, En: Pedagogía latinoamericana, La Habana-Cuba.
[4] La implementación de la Reforma Educativa en Bolivia (Ley 1565: 4-07-1994) trastocó la educación intercultural a simple bilingüismo, es decir, la enseñanza de la lengua originaria (L1) en los dos primeros niveles de la educación básica y sólo en el área rural, mientras se establecía una educación monolingüe (en castellano) para los centros urbanos.
[5] El pensador español expuso estos criterios en una conferencia magistral dictada en la sede la OEI en Madrid en julio del 2002.




Bibliografía
Antolínez, R. y Gaona, F. (1994). Ética y Educación. Santa Fe de Bogotá: Magisterio.
Barahona, A. “Pero… qué es la globalización”. Doc. en mimeo; s/ref.
Carranza, L. (1990). Cartas a un Maestro. La Paz: Juventud.
Carranza, L.  (1992). Antropología pedagógica. La Paz: Juventud.
Chomsky, N. y Dietereich, H. (1995). La Sociedad Global. Educación, mercado y democracia. Santiago de Chile: LOM.
DE Alarcón Silvia (2008) Desde la Ética contra la Ética; En investigar y transformar. Reflexiones sociocríticas para pensar la educación; Edic. III-CAB; La Paz, Bolivia
Delgado, F. y Escóbar, C. (2006). Diálogo intercultural e intercientífico. T.2. La Paz: PLURAL
Freire, P. (1975). Pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI.
Frolov, I. (1987). “Interacción de la ciencia y los valores humanitarios”. En: Revista de Ciencias Sociales. Nº 2. Moscú: Academia de Ciencias de la URSS.
Gonzáles, F. (1990). Educación en valores y diseño curricular. Madrid: Alhambra Longman.
Hein, Arturo  (2000) Un mundo parecido a nuestras esperanzas. En Ética y Educación; Edit. GEA S.A.; Bs. As.; Argentina
Hylton, F. y otros (2005). Ya es otro tiempo el presente. La Paz: Muela del Diablo.
Hoyos V., Guillermo (1988) Ética comunicativa y educación para la democracia. En Educación, Valores y Democracia; Edic. OEI; Madrid, España
López, L. E. (2005). De resquicios a boquerones. La educación intercultural bilingüe en Bolivia. La Paz: PROEIB ANDES/PLURAL.
Maerk, J. y Cabrolié, M. (1999). ¿Existe una epistemología latinoamericana? México D.F.: Plaza y Valdez;
Medina, J. (2000). Diálogo de sordos: occidente e indianidad. Una aproximación conceptual a la educación intercultural y bilingüe en Bolivia. La Paz: Garza Azul.
Mora, D. y De Alarcón, S. (coords.) (2008). Investigar y transformar. Reflexiones sociocríticas para pensar la educación; Edic. III-CAB;  La Paz, Bolivia
Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. París: UNESCO.
Muguerza, J. (1990). Desde la perplejidad. Ensayos sobre la ética, la razón y el diálogo. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Perrenoud, P. (2004). Diez nuevas competencias para enseñar. Invitación al viaje. Barcelona: GRAO.
Pisarienko, V.I. Y Pisarienko, I. (1987). La ética pedagógica. La Habana: Pueblo y Educación.
Romero, Rodolfo (1997). Realidad mundial. San Antonio de los Altos: CLAT-UTAL.
Serrano, E. Javier (1998) El papel del maestro en la Educaión Intercultural Bilingüe. En
Revista Iberoamericana de Educación. N° 17; Edic. OEI; Madrid, España
Shishkin, A. F. (1966). Ética marxista. México, D. F.: GRIJALBO.
Tamayo, A. y Martínez, A. (1994). Ética y educación: aportes a la polémica sobre los valores. Santa Fe de Bogotá: Magisterio.
UNESCO, OEI, FLATEC (2000). Ética y educación. Buenos Aires: GEA.
Universidad Pedagógica Nacional “Mariscal Sucre” (2004). Propuesta de formación profesional para la educación secundaria. Sucre.
Viaña, J. (2009). La interculturalidad como herramienta de emancipación. Hacia una redefinición de la interculturalidad y de sus usos estatales. La Paz: Instituto Internacional de Integración.
Viaña, J. y otros. (2009). Interculturalidad crítica y descolonización. Fundamentos para el debate. La Paz: Instituto Internacional de Integración.
Walsh, Catherine (2007) Interculturalidad y colonialidad del poder: un pensamiento y posicionamiento otro desde la diferencia colonial. En Educación Superior, interculturalidad y descolonización; Edic. PIEB; La Paz, Bolivia.

Redactores:
La Paz: Marco Antonio Fernández Alanoca, Sulma Echaverría García, Isabel Pomier, Wilfredo Pomier Miranda y José Julián Sirpatico. Cochabamba: Alonso Contreras Baspineiro, Fernando Méndez Terrazas y Claudia Zegarra Rivero. Santa Cruz: Alejandro Dausá. Oruro: Héctor A. Hinojosa Rodríguez. Sucre: Roberto Valdiviezo Luna. Potosí: Rosa Laime Muñoz. Trinidad: Emil Balcázar Lara. Madrid (España): Carlos M. Caravantes García.  
Sobre el Comandante de Nuestra América: www.chebolivia.org
De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.





No hay comentarios:

Publicar un comentario