miércoles, 20 de julio de 2011

Aqui 36


Aquí
La Paz (Bolivia), nueva etapa, 20 de julio de 2011 Año I No. 36
Afiliado a la Federación Latinoamericana de Periodistas, Felap
Editores: Remberto Cárdenas Morales y Yuri Aguilar Dávalos
http://www.semanarioaqui.com
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Índice
editorial
Todas las acciones posibles para encontrar a los desaparecidos forzosos
De sábado a sábado (163)
Tensiones creativas ¿o destructivas?
Remberto Cárdenas Morales
lucha de nuestros pueblos
Carta abierta a Alfonso Cano
Medófilo Medina
Historiador
Cuba: pobreza y educación:

Cuba tiene una de las tasas más altas de médicos
por habitante del mundo, pero eso no es noticia
Julián López Gallego
Estados Unidos declara a Internet dominio de guerra
El reflejo de un país enfermo
por Miguel Ángel Beltrán Villegas
la izquierda
Crisis capitalista terminal
Marcos Domich
homenaje
Luis Britto García
Las muertes de Orfeo 
Homenaje a Facundo Cabral
simón bolívar
Padre Bolívar
José Pereyra Claure
jperera2005@yahoo.es Tels:4240040 71416513 (CBB-Bolivia)
lecturas
Carta de Jamaica
Simón Bolívar
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La Paz (Bolivia), nueva etapa, 20 de julio de 2011 Año I No. 36
Afiliado a la Federación Latinoamericana de Periodistas, Felap
Editores: Remberto Cárdenas Morales y Yuri Aguilar Dávalos
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editorial
Todas las acciones posibles para encontrar a los desaparecidos forzosos
A 31 años de los desapariciones forzosas, como consecuencia del golpe narco-fascista de los García Meza-Arce Gómez, las organizaciones y los familiares (los medios como Aquí debemos apoyar esa labor) siguen la lucha para que los autores intelectuales y materiales, que no fueron juzgados todavía lo sean y, sobre todo, otra vez se comprometan a desplegar las acciones que ayuden a encontrar a los desaparecidos —de los que se informa que son no menos de 150—, entre ellos Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal. Se trata de los desparecidos, especialmente, durante las dictaduras militares y fascistas, de Hugo Banzer Suárez y de los nombrados: García Meza y Arce Gómez.
Desaparecidos en Santa Cruz, dos de ellos, fueron encontrados luego de una búsqueda tenaz de sus familiares con algún apoyo pero, básicamente, por lo que hicieron los suyos. Nos referimos al papá y a uno de los hijos Ipsen Cárdenas. La desaparición de estos dos compatriotas ocurrió en 1971. Reiner Ipsen Cárdenas, entonces, estudiaba derecho en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Alfonso Paredes, también estudiante de derecho en aquel centro de profesionalización, sigue desaparecido, a pesar de que en particular su esposa lo buscó y lo busca sin conseguir siquiera información verdadera sobre él.
Debemos admitir que una parte considerable de los desaparecidos durante aquel tiempo de las dictaduras fueron buscados y son buscados, pero esa labor al menos perdió la intensidad de otro momento. Y es cierto, los desaparecidos emblemáticos a los que se los sigue buscando son Marcelo Quiroga Santa Cruz, entre otras razones, porque los familiares de ambos nunca abandonaron aquella desgarradora tarea.
Han transcurrido 40 y 30 años de aquellas desapariciones, de los 150 compatriotas. Y si hubiera algún cambio significativo en las Fuerzas Armadas, quienes las comandan ahora, en las condiciones de la actual transición boliviana y, en particular, por orden del Presidente del Estado Plurinacional y Capital General de aquéllas, ayudarían a levantar secretos militares, especialmente encubridores de crímenes que lastiman a la humanidad y abrieran los archivos castrenses para que con aquella probable información sean encontrados los desaparecidos y, en particular, Quiroga Santa Cruz y Flores Bedregal.
En textos anteriores nos animamos a decir —ahora reiteramos— que aquellos documentos quizá también se los hizo “desaparecer”, otra información probablemente nunca fue registrada y si existen esos papeles o copias de éstos acaso se encuentren en los archivos de la Central de Inteligencia Americana (CIA), como dijo el Vicepresidente boliviano.
Sin embargo, esos militares que hace horas han dicho para el diario Página Siete de La Paz que estuvieron en contra del golpe del 17 de julio de 1980, algo podrían saber sobre los desaparecidos o, cuando menos, tal vez conozcan algunas pistas. Los conscriptos de entonces, los que fueron incorporados a la represión sólo porque estaban en servicio militar, podrían tener algunos datos sobre aquel golpe y sus consecuencias, como las desapariciones. Los ex jefes de operaciones de las tres armas y, en particular, el del Comando de las Fuerzas Armadas bolivianas deben guardar secretos los que es necesario que se descubran antes de que aquellos sean llevados a la tumba.
En Chile, la familia del trovador, Víctor Jara, con apoyo de los derechos humanos, consiguieron los datos que llevaron a identificar a los autores de su asesinato monstruoso el que, sin embargo, no pudo callar el canto del artista del pueblo chileno y latinoamericano.
 Al tiempo de reiterar nuestra condena al golpe del 17 de julio de 1980, que interrumpió un proceso democrático conquistado con la lucha del pueblo, recordamos que los defensores de los derechos humanos, el pueblo boliviano, no debemos conceder tregua a esa parte de los autores de aquellos crímenes que siguen impunes 40 y más de 30 años (dictaduras de Banzer y de García Meza y Arce Gómez).
Esta afirmación obedece, especialmente, a que los juicios contra los autores de las desapariciones de Quiroga Santa Cruz y de Flores Bedregal, siguen demorados en estado de sentencia lo que muestra, en este caso, que además de que la justicia tarda, no llega.
Sobre la búsqueda de los desaparecidos es necesario subrayar que estamos más convencidos de que las instituciones castrenses y los actuales gobernantes nada harán para descubrir la información acopiada en los cuarteles. Recordemos que el Presidente, cual vocero castrense, más de una vez ha dicho que no existe aquella documentación sobre las desapariciones y que los jefes militares, sospechosos de haber cometido esos delitos, recibieron órdenes de los políticos para hacerlo. Claro está que, para los verdaderos antifascistas que participaron de la resistencia a las dictaduras, un Presidente como el actual al menos tendría que abstenerse de propagar coartadas que favorecen a los criminales que ofenden a la humanidad y que siguen impunes. Más aún, un mandatario que dice que obedece al pueblo al gobernar, tendría que colaborar, incluso personalmente, para conseguir documentos, informes, pistas que ayuden a encontrar a los desaparecidos.
Como consecuencia de lo dicho en esta nota y apoyados en la fortaleza de las organizaciones populares, desde Aquí, cuando menos debemos colaborar en la investigación y en la búsqueda de los desparecidos durante las dictaduras militares y fascistas, entre ellos de Marcelo y de Carlos, así cumpliremos con un mandato ineludible y nos evitaremos un cargo de conciencia para lo que debemos luchar sin tregua contra la impunidad.
A 31 años del golpe narco-fascista de los García Meza-Arce Gómez expresamos, asimismo, nuestra a solidaridad fraterna con los familiares de los caídos y de los desparecidos por acción de esa dictadura y manifestamos que respaldaremos, a los verdaderos defensores de los derechos humanos de nuestro país, en la búsqueda de todos los que continúan como desaparecidos forzosos.
Aunque tenemos presente que jefes militares ordenaron la quema de la documentación referida a la represión militar contra los alzados, alteños y paceños, en octubre de 2003, una reforma al menos parcial de las Fuerzas Armadas podría confirmarse si los uniformados entregan los documentos que tuvieren y si informan sobre el accionar de las dictaduras y de los militares en ellas. Mejor aún si aquello se hace con intervención del Presidente de Bolivia, para ello el primer ciudadano quizá se sienta convocado por su pasado, más que por su presente, para servir al pueblo en aquella labor de búsqueda de los caídos que con su sangre aportaron para que haya las reformas actuales en nuestro país.
Cuando menos debemos recoger a nuestros muertos. Y los desaparecidos en Bolivia merecen todas las acciones que impulsemos para encontrarlos.

De sábado a sábado (163)
Tensiones creativas ¿o destructivas?
Remberto Cárdenas Morales*
“En toda revolución existen tensiones y contradicciones de dos tipos, en primer lugar están las fundamentales y antagónicas, que escinden estructuralmente las sociedades, y en segundo lugar, las de carácter secundario (aquellas que el Presidente chino Mao Tse Tung llamaba contradicciones en el seno del pueblo) que son superables mediante métodos democráticos y revolucionarios”, dice Álvaro García Linera en su libro Las tensiones creativas de la revolución: La quinta fase del Proceso de Cambio.
Sigue: “Tensiones y contradicciones son por tanto los mecanismos mediante los cuales se logran los cambios y se impulsa el avance de una sociedad, y forman parte indisoluble del curso democrático y revolucionario de los pueblos”.
“En Bolivia hubieron, existen y habrán distintos tipos de contradicciones: fundamentales, principales, secundarias, antagónicas y no antagónicas. Un ejemplo de contradicción fundamental y antagónica fue la que, entre los años 2000 y 2009, enfrentó abiertamente al pueblo boliviano con sus enemigos: el imperio en alianza con terratenientes y sectores de la burguesía intermediaria aferrados a un neoliberalismo y colonialismo depredador. Fue un tipo de contradicción que tuvo que ser resuelta a favor del pueblo mediante métodos revolucionarios”, añade.
“En ese mismo periodo (2000–2009) se presentaron contradicciones secundarias que fueron resueltas y superadas mediante los métodos democráticos de la persuasión, el diálogo, la articulación y la unificación de criterios. Estas tensiones fueron las que enfrentaron el campo y la ciudad, a los trabajadores con el empresariado patriota boliviano, a indígenas y no indígenas.
Continúa: “(…) a un año de la instauración de la construcción del Estado Plurinacional, también nos encontramos ante la presencia de contradicciones fundamentales, principales, y secundarias. La contradicción fundamental antagónica sigue siendo la de la unidad del pueblo boliviano enfrentado al imperialismo que se resiste a reconocer nuestra soberanía y capacidad de autodeterminación en la construcción de nuestro destino”.
“Las contradicciones principales se muestran en la lucha del pueblo boliviano frente a los residuos fragmentados del neoliberalismo, del gamonalismo regional, de la derecha mediatizada y del colonialismo, que se oponen al Estado Plurinacional, a la autonomía y a la industrialización”, afirma.
“Pero también surgen en esta nueva etapa de la Revolución Democrática y Cultural —y es necesario que lo hayan— tensiones secundarias y no antagónicas al interior del bloque popular revolucionario, en el seno del pueblo. Una de éstas tiene que ver con el debate fructífero, democrático y creativo respecto a la velocidad y a la profundidad del Proceso de Cambio. Por ejemplo, hay algunos sectores sociales que piden una mayor profundización de la revolución mediante la nacionalización de una parte de la minería privada, en tanto que otros sectores obreros mineros, consideran que eso no es necesario”, destaca.
Para él “Esas tensiones y contradicciones secundarias, con las que tenemos que convivir, son parte de la dialéctica del avance de nuestro proceso revolucionario y lo alimentan porque son la fuente fundamental del desarrollo, del debate al interior del pueblo y de la transformación social”.
Hasta aquí fragmentos (perdonen la extensión, preferible a la interpretación) del libro citado. El Vicepresidente calla un elemento fundamental en aquel análisis sobre las contradicciones: no dice que éstas se deben a que en Bolivia hay clases y grupos sociales con intereses contrapuestos y/o irreconciliables. Clases y grupos sociales que están dentro y fuera del gobierno. Así como los pueblos indígenas, los que también tienen intereses cuando menos distintos entre sí, lo que se constata por los criterios dispares suyos respecto de la construcción del camino Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, la que amenaza con dividir el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), por ello, la mayoría de los pueblos indígenas que viven allí proponen que se construya el camino sin fragmentar el TIPNIS porque la destrucción de éste, acabaría con la vida de ellos. En cambio, pocos moradores de la reserva dicen que esa obra será un progreso.
En descargo parcial del Vicepresidente agregamos que éste, para el periódico Le Monde, edición boliviana, dijo en noviembre de 2008 que había lucha de clases en algunos lugares de la media luna y que aquélla era intermitente.
Aunque algunos aleguen que el razonamiento nuestro es “mecanicista”, creemos que cuando los gobernantes, como García Linera, cierran los ojos y los oídos ante la lucha de clases, que transcurre todos los días con sus noches, ignoran un instrumento para el análisis de la política y sobre todo para la acción gubernamental.
Además, quizá parezca elemental, pero sirve recordar que la lucha de clases se manifiesta en los campos económico, político, ideológico y en la conciencia social.
La descripción de las contradicciones (las tensiones creativas), de García Linera, apoyado en Mao Tse Tung, se la puede compartir. Sin embargo, las contradicciones en el seno del pueblo, que no son antagónicas, de acuerdo al dirigente chino, deben resolverse sin divisiones, mediante el diálogo fraterno, la discusión democrática, la consulta sin autoritarismo de los gobernantes…
Admitamos que un gobierno democrático y popular, como el actual, tiene contradicciones no antagónicas con el pueblo. ¿Qué sucede en la práctica, como criterio de la verdad, es decir, para constatar si una teoría es confirmada o es desmentida por la realidad?
Las contradicciones de los gobernantes con los pobladores de Caranavi, aquéllos pretendieron resolverlas a tiros. Las contradicciones de los gobernantes con el pueblo potosino, aquéllos trataron de revolverlas con un comportamiento autoritario. Las contradicciones de los gobernantes con los pueblos indígenas de las tierras bajas, aquéllos quisieron remontarlas aplastando a esos pueblos. Ahora, con el posible camino de la discordia, los gobernantes, al parecer, quieren imponerse ante los originarios y la consulta no será para convencer (vencer con argumentos) a esos compatriotas; al revés, como para el Ministro de la Presidencia la consulta a los indígenas no es vinculante (no es obligatoria), aquélla será un ejercicio inútil. Más todavía: el Presidente mantiene, entre otros opiniones respecto de los pueblos indígenas, por ejemplo, que aquel camino se construirá quieran o no quieran los dueños originarios del TIPNIS.
Son más los ejemplos que desmienten la “teoría” y la praxis del Vicepresidente sobre las contradicciones no antagónicas o tensiones creativas.
Lo cierto es que antes que tensiones creativas, la vida demuestra que en Bolivia contemporánea aquellas contradicciones se solucionan, casi siempre, mediante imposición gubernamental. Por ello, para nosotros, aquellas tensiones son destructivas. 
La Paz, 16 de julio de 2011.
*Periodista

lucha de nuestros pueblos
Carta abierta a Alfonso Cano
Lunes, 11 de julio de 2011 04:54
Una carta personal, serena y balanceada al comandante de las FARC, donde se exploran uno por uno sus argumentos históricos y sus razones actuales para  justificar la lucha guerrillera. Esta misiva franca pero respetuosa y algo extensa sin duda es de lectura obligatoria para quienes piensen que la guerra debe proseguir y para quienes todavía buscan una salida negociada al conflicto interno que vivimos desde hace medio siglo.    
Personas de carne y hueso
Comandante Cano:
Me dirijo a usted apoyado en dos razones.
La primera es la circunstancia de haberlo conocido personalmente y de haber interactuado como miembros de la Juventud Comunista. Estudiamos en la misma facultad de la Universidad Nacional; es cierto, Usted entraba cuando yo egresaba del pregrado.
La última vez que hablamos brevemente fue durante mi visita al Campamento del Secretariado de las FARC del 26 al 29 de febrero de 1986, en las postrimerías del proceso de paz que comenzó en 1982. Llegamos allí con la colega de la Universidad Nacional Rocío Londoño, quien había iniciado su investigación sobre el dirigente campesino Juan de la Cruz Varela y estaba interesada en conocer la visión de Manuel Marulanda y de Jacobo Arenas sobre Varela.
También conocí a Joaquín Gómez en Moscú cuando adelantaba su carrera en la Universidad de la Amistad de los Pueblos, y yo el doctorado en la Universidad de Moscú. Me impresionaban su disposición sencilla, su talante festivo.  
Al comandante Pablo Catatumbo lo aprecio, podría decir, como colega: recuerdo algunas conversaciones sobre historia de Colombia durante mi visita a la sede del Secretariado. Aparte de su evidente erudición histórica, mostraba una preocupación muy típica de la profesión: la necesidad de las fuentes de información, de conservarlas y recuperarlas mediante la investigación. Me habló con preocupación del archivo de las FARC o al menos de la documentación que no estaba organizada, sistematizada, sino apenas conservada. Me he preguntado luego: ¿Se ha preservado aquella documentación tan valiosa para la historia contemporánea de Colombia?  
Recuerdo también un encuentro con Iván Márquez en una larga conversación donde tomó parte Daniel Pecaut, una tarde reverberante en Florencia en los tiempos del Proceso de Paz de La Uribe. Entonces Iván ejercía como miembro del Congreso de la República en representación de la Unión Patriótica. Habíamos compartido afanes en la lucha estudiantil con quien se convertiría en el comandante París en las filas de las FARC.
A Usted, a los dirigentes que he nombrado, no los podría ver a través de los prismas construidos por la propaganda de los medios de comunicación. Tampoco los asumo en la condición de héroes, aunque he admirado su decisión de tomar riesgos y afrontar sacrificios en defensa de una concepción social y política. La imagen que de Ustedes tengo es la humana que guarda mi retina, asociada con el intercambio en actividades o discusiones políticas. En efecto Ustedes fueron gente de estudio y dirigentes políticos urbanos antes de convertirse en cuadros militares.
Los colombianos necesitan entender el por qué de la guerra
La segunda razón para esta carta es que he pensado hace mucho sobre la necesidad que objetivamente tendría el ciudadano corriente de conocer la argumentación de las FARC, y de sopesar tanto su visión del país actual como sus propuestas hacia el futuro.  
Durante años he sido profesor e investigador de la historia contemporánea de Colombia, y en los últimos quince años he dedicado también esfuerzos al estudio de América Latina. Subrayo: no soy experto en las FARC, pero dada la época de la que me he ocupado, he tenido que leer y reflexionar sobre el Conflicto Interno por cuanto es parte inseparable de nuestra historia. Por supuesto en estas líneas está incorporada mi sensibilidad de ciudadano atento a las cosas del bien común.  
La intención primordial del grupo de intelectuales que, junto con la senadora Piedad Córdoba, le escribió a ustedes una carta era iniciar un intercambio epistolar más allá de las diatribas y la estigmatización. Debo reconocer que tal objetivo cedió ante las urgencias del momento y se extravió en los quehaceres ciertamente necesarios del intercambio humanitario.  
Creo que sigue siendo válido insistir en un intercambio epistolar de esta naturaleza, el cual tendría sentido independientemente de los avatares de la guerra y de las dificultades políticas y técnicas que rodearían una tal comunicación. Un intercambio de cara a la opinión pública y donde puedan participar quienes quieran hacerlo y crean que la palabra razonable mantiene su fuero aún bajo las circunstancias más adversas.
En la coyuntura de Colombia y en la fase actual del conflicto interno es por demás necesario y oportuno profundizar la reflexión sobre el mismo y abrir la discusión amplia y democrática, bien sobre la inevitabilidad de la guerra o bien sobre las posibilidades de la paz.  
Malos augurios
Hace pocos días el almirante Edgar Cely, comandante de las Fuerzas Militares (Declaraciones para Caracol Radio, junio 15 de 2011) refiriéndose a la confrontación con Ustedes afirmó: “Este es un momento histórico, tenemos que estar unidos; estamos en los veinte metros finales más importantes”.
Pero tan preciso acotamiento de distancias militares no convence ni al mismo personaje que lo ha fijado. En el mismo reportaje había dicho el almirante, aludiendo a las acciones recientes de las FARC: “Cambiaron su estrategia y ahora están generando una situación que entendemos perfectamente, pero nosotros también estamos cambiando nuestra estrategia” (énfasis añadido). Pues bien: cuando se habla o cuando se proyectan estrategias, estamos refiriéndonos a un período más largo del que tomaría recorrer esas cortísimas distancias.  
Por su parte en el reportaje que el periódico español Publico.es difundió el mismo día de las declaraciones del almirante Cely, Usted, comandante Cano, advirtió: “Mientras no aboquemos seriamente, entre todos, la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales del país, la confrontación será inevitable. Unas veces más intensa, otras no tanto. En algunos momentos con la iniciativa militar del Estado, en otros con la iniciativa popular, en una trágica ciclotimia que debemos superar, inteligentemente, con grandeza histórica”.  
Lo que el párrafo deja en pie es la mención a la “trágica ciclotimia” y esto nos lleva a entender que para Usted la paz sigue siendo lejana, o que estamos abocados a seguir en una curva de confrontación sin término y donde no se asoma todavía algún futuro esperanzador para los colombianos. Aunque parezcan modestas hay novedades que exigirían especial reflexión.  
En su reportaje resulta muy limitada su referencia a la Ley de Víctimas, a cuyo proyecto Usted le había prestado mayor consideración en el video difundido por Anncol en enero del año en curso. Al respecto permítame una breve digresión. Sobre el sentido político de esta ley hablan tanto la criminal ofensiva que se ha puesto en marcha contra los restituidos como también el coro de voces de latifundistas y ganaderos tradicionales, inversionistas agrícolas y de sus voceros políticos que la presentan como violación al sagrado derecho de la propiedad privada y golpe a la “confianza inversionista”.
Los asesinatos buscan disuadir a los campesinos empeñados en recuperar sus tierras de proseguir con el movimiento, al tiempo que se proponen apartar a las autoridades de su acción para la aplicación de la ley. Ya antes el país ha sido testigo del desarrollo de ofensivas y campañas de esa índole cuando se ha ensayado poner en marcha políticas agrarias de orientación progresista. Yo me pregunto hoy, Comandante, ¿Volverán tales sectores a imponer de nuevo su designio?
Los argumentos históricos de las FARC
Quisiera referirme a enunciados de las FARC que unas veces se encuentran formalizados programáticamente y otras veces se reiteran de modo más informal en reportajes y declaraciones concedidos por Usted o por sus compañeros del Secretariado, como aquellos que se han conocido durante los últimos meses.
Se trata de fórmulas verbales que en el discurso de las FARC se asumen como axiomas o sentidos comunes. Yo quisiera abrir sólo algunos de tales códigos hasta ahora cerrados, para hacerlos objeto del intercambio dialéctico.
Comienzo por los argumentos sobre el origen del movimiento armado.  
La Autodefensa campesina original
Un primer enunciado reza: la lucha armada en Colombia no nació por decreto de nadie; fue la respuesta popular a la violencia de latifundistas y ganaderos amparados por un régimen político antidemocrático y excluyente.
En principio la afirmación es verdadera, pero a mi juicio hace falta seguirla con distancia crítica en su desarrollo. Sin duda en 1949 y en algunas regiones donde venían consolidándose los movimientos de colonos y campesinos, resultó inevitable organizar la autodefensa armada, no ya en defensa de la tierra sino de la vida misma. Pero ya en la primera pausa de “La Violencia” en 1953, había motivos para plantearse la reorganización de un movimiento agrario que, por ejemplo en el Sur del Tolima, venía trabajado con vigor desde mediados de los años treinta. No sobra recordar que en Chaparral, el Partido Socialista Democrático (denominación temporal del Partido Comunista) había tenido ya dos concejales campesinos, uno de ellos el legendario Isauro Yossa.
Pero la reorganización del movimiento campesino no ocurrió. Al contrario cundió el desconcierto y se prolongó la confrontación con antiguos combatientes liberales que respondieron de manera aún más enconada y en efecto agravaron la violencia.
Marquetalia: el viraje
Permítame hacer memoria del hecho crucial que Ustedes con razón han celebrado como el hito fundacional de las FARC. Ese hecho comenzó con la agresión a los pobladores de Marquetalia por parte del Ejército apoyado por fuerzas de Estados Unidos mediante el tristemente célebre Plan LASO. La respuesta que allí se dio era inevitable y la hazaña de los colonos y campesinos quedará inscrita en los anales de la lucha del pueblo colombiano. Analizando aquella coyuntura, Pierre Gilhodés escribió que entre 1964 y 1965 el Ejército colombiano “se inventó un enemigo”, dado que previamente no había una actividad militar en esa avanzada de la colonización.
Luego una decisión de los colonos llevó a convertir las autodefensas en guerrillas. En 1966 el X Congreso del Partido Comunista mediante otra decisión le dio contenido estratégico a la lucha armada guerrillera al adoptar la política de combinación de todas las formas de lucha como su teoría y su práctica.  
El paro cívico del 77 y la oportunidad perdida
Sólo menciono otro momento crucial. La escogencia de una opción sería decisiva para iniciar otra etapa de la lucha guerrillera y por lo mismo otra fase del conflicto interno en Colombia. Se trata, comandante Cano, de la lectura del Paro Cívico Nacional (PCN) del 14 de septiembre 1977 que hicieron la dirección de las FARC y la mayoría de la izquierda.  
Aquella fue una protesta formidable, un capítulo de la historia de la muchedumbre política en Colombia. Pero muchos concluyeron, de manera subjetiva, que se acercaba la hora de hacer confluir la movilización cívica con la acción armada de la guerrilla, en un formidable torrente insurreccional que resultaría irresistible. Recordará usted que el M-19 fue la guerrilla que de manera más acelerada readecuó su acción a esa previsión. Las FARC concluirían su aprestamiento para actuar de forma más ofensiva en la VII Conferencia que tendría lugar en 1982.
Aún me sigue sorprendiendo que el establecimiento colombiano hubiera llegado a la misma conclusión, pero en dirección contraria: El PCN habría sido un intento de insurrección cuya reedición debía evitarse a toda costa. El presidente Turbay Ayala y el ministro de Defensa, general Camacho Leiva, desarrollaron entonces una ofensiva brutal y desinstitucionalizada en defensa de las instituciones.
La derecha y la izquierda asimilaron el PCN desde sus propias matrices de pensamiento y no pudieron o no quisieron entender lo que aquel acontecimiento había significado realmente. La polarización del país ganó terreno al tiempo que la presencia de las mafias narcotraficantes se hacía sentir en la economía, la sociedad y la política. Esta coincidencia de fenómenos resultaría trágica.
La izquierda hubiera debido estudiar el Paro y la serie de los paros cívicos locales que habían tenido lugar entre 1957 1977. A mi juicio, era necesario ajustar la política a la primacía de los escenarios urbanos y adecuarla a la cultura política que había reflejado aquella protesta multitudinaria contra el alto costo de la vida. El camino escogido fue insistir en las mismas estrategias de antes y darles la espalda a las nuevas realidades.  
Sumapaz y Viotá: un modelo alternativo
En la historia colombiana se encuentran modelos de lucha armada, que Usted conoce bien, donde la guerra terminó sin pasar por una derrota de los combatientes. Aludiré a uno de ellos, uno especialmente pertinente porque tuvo su origen por la misma época y dentro de la misma matriz política donde nacieron las FARC. Me refiero al movimiento campesino encabezado por Juan de la Cruz Varela en Sumapaz y Oriente del Tolima.  
En esas regiones los campesinos tomaron las armas a finales de 1949, combatieron eficazmente contra la policía y las bandas al servicio de los gamonales y caciques conservadores hasta 1953. En octubre de ese año entregaron las armas en Cabrera y se reincorporaron a sus parcelas. Volvieron a ser objeto de persecución sangrienta y nuevamente fueron a la lucha armada en defensa de la vida. Hasta el Sumapaz llegó la honda del la campaña militar desencadenada por el gobierno de Rojas Pinilla entre noviembre de 1954 y mediados del año siguiente contra el movimiento agrario del Oriente del Tolima, conocida como la Guerra de Villarica.
Cuando la Junta Militar que sustituyó a Rojas en 1957 pintó algunas posibilidades de paz, Varela entabló conversaciones y presentó un pliego de demandas que fue aceptado por el gobierno. Años después él mismo evocaría aquel breve período de paz en los siguientes términos: “Las tropas fueron retiradas, nos dieron todas las garantías, salíamos a los pueblos, convivíamos con el Ejército, con la policía y las autoridades. Es un reconocimiento de honor al mérito, porque parecía que nunca hubiéramos estado en guerra” (Rocío Londoño Botero, Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984), Bogotá: Universidad Nacional, 2011, p.570).
Los campesinos volvieron al trabajo en sus propiedades. No se trató ciertamente de una marcha bucólica. Las bandas de terratenientes causaron asesinatos, ocasionaron víctimas y atropellos económicos, pero los campesinos se quedaron, no permitieron el despojo de sus tierras. En ello jugó un papel decisivo el hecho de que los campesinos hubieran podido mantener la organización y la movilización de la gente.  
También por los tiempos de “La Violencia” de 1946 a 1964, el movimiento agrario de Viotá negoció acuerdos para el Tequendama, que hicieron de esta región una comarca de paz en medio de la guerra. Debo anotar además que tanto en Sumapaz como en el Tequendama, el Partido Comunista respaldó las alternativas de la paz. Estos casos merecen ser estudiados con detenimiento en el momento actual cuando no obstante el ruido de los tambores de la guerra la paloma de la paz intenta levantar su vuelo.  
Comandante Cano, si bien no desconozco que el origen y el desarrollo de los conflictos sociales obedecen a razones objetivas y a causas estructurales, por otra parte subrayo el papel de las decisiones o de las escogencias entre alternativas políticas que llevan a cabo las partes en el conflicto. Si destaco el resultado de escogencias de caminos distintos del que hasta hoy han transitado las FARC, lo hago en virtud de aquella sabiduría elemental según la cual las cosas que comienzan por voluntad de las personas también pueden acabarse por voluntad de las personas.
Paso ahora a conversar, si me disculpa Usted esta ya larga misiva, sobre las razones sobre las cuales las FARC ponen el mayor énfasis para insistir en la lucha armada bajo las circunstancias actuales de Colombia.
Pobreza y desigualdad acuciantes
Comienzo por los factores que harían inevitable la acción armada: las causas estructurales como la pobreza, la monstruosa desigualdad en la distribución del ingreso, la inconmovible concentración de la propiedad sobre la tierra, la imposibilidad de las mayorías para acceder a una educación de calidad o a los servicios de salud….  
Por supuesto la lucha armada hunde sus raíces en este océano de privaciones e iniquidades. Creo que pocos negarían la validez del argumento. Paradójicamente los militares que pusieron en marcha la maquinaria de guerra contra campesinos y colonos a mediados del decenio de 1960 introdujeron en el mundo oficial lo que el general Ruíz Novoa, Ministro de Guerra llamó entonces las causas estructurales de la subversión y que en el decenio de 1980 otro general, Landazabal Reyes Ministro de Defensa denominó como los “factores objetivos” de la violencia.
Pero aunque el argumento sea tan convincente en términos éticos y en términos lógicos, no deja, Comandante, de mostrar grietas cuando se lo somete a ciertas preguntas críticas y en el contexto concreto de Colombia.
Preguntas inquietantes
Sin contar sus años de actividad como autodefensa campesina, las FARC ya tienen 47 años de existencia. Es pertinente preguntar: ¿Cuáles son los beneficios que esta lucha abnegada de tres generaciones de hombres y mujeres guerrilleros le han traído a Colombia? ¿Cuáles grupos de trabajadores rurales o urbanos han logrado conquistas sociales duraderas por obra de las FARC durante este medio siglo? Más allá de los recursos polémicos, no descarto que Usted, Comandante, disponga de respuestas que yo ignoro y que sería del más alto interés para todos conocer. 
La utilización del Conflicto
En este punto debo aludir al uso del conflicto interno por parte de los sectores dominantes para impulsar sus propios intereses económicos, sociales y políticos. Es evidente que los señores de la guerra, los paramilitares amparados por sectores de las Fuerzas Armadas y otros actores legales o ilegales opuestos al interés de los trabajadores y de las fuerzas democráticas se benefician de maneras muy distintas de la existencia y la prolongación del conflicto interno en contravía de los cambios que las FARC se propusieron desde su creación. Hay en especial razones para pensar que el fenómeno Uribe se gestó en el contexto del con razón llamado “síndrome del Caguán”, un fenómeno político – emocional que arrastró a la mayoría de la opinión y la puso en manos de la extrema derecha.
La parapolítica, cuyo camino fue abierto por el paramilitarismo contrainsurgente y mafioso, ha sido el mecanismo más eficaz de reclutamiento de un nuevo personal político. Esa clase política accedió a las esferas de la dirección del Estado y de los partidos, creó sus redes de neo-clientelismo, e indujo a un nuevo balance de las participaciones regionales en el aparato del Estado.
Los apoyos populares de las FARC
Comandante: no tengo duda que a lo largo de su historia las FARC han contado con bases sociales de apoyo. En regiones enteras han sido el único Estado para la población excluida del acceso a bienes y servicios. A la larga se admitirá que por la acción de la insurgencia grandes regiones que por largo tiempo fueron periféricas han entrado paradójicamente en el proceso de la integración nacional. El hecho de que Colombia haya sido un país de colonizaciones y que aún en el siglo XXI haya frontera agraria abierta constituye uno de los fundamentos para entender la sociología de la guerrilla.
También entre las mayorías pobres de las grandes ciudades hay sin duda sectores que apoyan la lucha armada y personas de otros medios sociales que lo hacen por motivos políticos o ideológicos.
De aquí se siguen al menos dos grandes consecuencias. Por una parte no parece realista ni sensata la política de exterminio que proclaman o reclaman algunos sectores. Por otra parte no sería posible que el movimiento guerrillero acepte poner fin al conflicto interno mediante el trámite de una simple reinserción.  
Apoyo insuficiente para lograr los cambios
Señalado lo anterior, debo añadir que el balance objetivo de los apoyos sectoriales y regionales al actuar de las FARC no constituye la base sociopolítica que les permita a las FARC encabezar el vasto movimiento político de las masas urbanas y rurales que se hace necesario para lograr cambios profundos en Colombia.  
Las potencialidades de transformación que los movimientos armados han podido crear en su larga historia germinarán solo cuando ellos logren ser parte efectiva y por tanto creíble de un movimiento democrático por la paz. Por supuesto: la salida negociada del conflicto no significará el cumplimiento automático de los cambios, pero sin duda contribuirá a crear las condiciones para que la gente luche por ellos de manera políticamente más efectiva y humanamente más constructiva.
El conflicto y la interferencia de Estados Unidos
Comandante: las FARC desde un comienzo reclamaron el desarrollo soberano de Colombia y en especial se opusieron a nuestra subordinación inveterada respecto de Estados Unidos. Pero, otra vez, los sectores dominantes han usado el conflicto para afianzar su alienación irrestricta con los intereses económicos y geopolíticos de ese país.
Cuando el segundo gobierno de Uribe estableció el Acuerdo de Cooperación Militar con el pretexto de combatir “el terrorismo”, el embajador de Estados Unidos William Bronfield trató de tranquilizar a quienes se alarmaron o indignaron, al decir que no se trataba de algo nuevo sino de renovar un acuerdo anterior. Ese acuerdo no era otro que el Pacto Militar Bilateral firmado el 17 de abril de 1952. Tal ocurrencia bien podía tomarse como un desplante cargado de cinismo, en tanto el Pacto del 52 fue un acto de vergonzosa sumisión al interés militar de un país extranjero; corrían los tiempos de la participación de Colombia en la aventura de Estados Unidos en Corea.  
No quisiera que esta reflexión mía se tomara como un reclamo al movimiento armado por no haber logrado la adopción de una política internacional independiente. En todo caso esta sería una responsabilidad que trasciende a los alzados en armas. Pero a mi juicio el que Colombia cuente con “la guerrilla más antigua del mundo”, como suele decirse, tampoco ha servido para disminuir la dependencia frente al imperialismo.
Asesinato de los opositores: el exterminio de la Unión Patriótica
Comandante Cano, me refiero ahora a un punto que suele paralizar la discusión con quienes defienden la continuidad de la lucha armada: se trata del asesinato o la persecución de quienes han hecho dejación de las armas por parte de sectores del Estado, de sicarios al servicio de terratenientes, ganaderos, empresarios u otras fuerzas de derecha.
Esta en realidad es la expresión aguda de la intolerancia inscrita en el sistema político colombiano respecto de las corrientes alternativas o de izquierda que pretenden irrumpir en la escena política o impulsar los movimientos sociales.
En su ya mencionado reportaje para Publico.es, recordó Usted la serie bicentenaria de líderes populares que han sufrido la violencia y que va desde el atentado al Libertador hasta los asesinatos de Jaramillo Ossa y Cepeda Vargas, para concluir de manera lapidaria: “Porque en Colombia a la oposición democrática y revolucionaria, la asesina la oligarquía. La masacre de la Unión Patriótica es la muestra palmaria.”
¿Quién podría sensatamente negar que la anterior afirmación tiene bases muy ciertas?
Y sin embargo una vez más es necesario abrir las fórmulas cerradas. La Unión Patriótica fue víctima de una alianza conformada por sectores de las Fuerzas Armadas, mafias del narcotráfico, gamonales políticos y paramilitares. Pero estas fuerzas contaron a su favor con el hecho de que la UP, surgida por convocatoria de las FARC, es decir por un movimiento guerrillero que hacía parte de un proceso de paz, tuvo que cargar con el fardo de sostener la política de combinación de todas las formas de lucha.
Me parece que en la encrucijada de 1984 se planteaba la disyuntiva: o bien se profundizaba el proceso de paz y la guerrilla se transformaba en una fuerza política sin apoyaturas militares, o bien se continuaba con la acción insurgente renunciando a la creación de una organización política legal.
Usted mismo ha insistido desde hace ya tiempo en un tipo de organización política distinto y por definición, ilegal, lo cual, conceptualmente al menos, tiene más coherencia que la fórmula de 1984.
El intento de sentarse en dos sillas a un mismo tiempo fue una decisión inevitablemente utópico-catastrófica. No soy tan ingenuo para pensar que los exterminadores de la UP se hubieran convertido en palomas de la paz o en defensores de Derechos Humanos ante la decisión de renuncia a las armas por parte de los insurgentes. Sin embargo considero que amplios sectores políticos y corporativos del país se hubieran constituido en dique de contención frente a esa alianza siniestra. Guiados por la ética, o aún por pautas mecánicas del principio de justicia, hay fuerzas de opinión considerables que en casos semejantes han jugado en defensa de quienes optan por dejar las armas.  
El M19: las respuestas del gobierno y de la opinión
Quizá, comandante Cano, sea pertinente recordar acá que en los acuerdos preliminares entre el M-19 y el gobierno Barco se adoptaron compromisos que luego fueron parte del proyecto de reforma constitucional que debatía el Congreso en 1989. El gobierno se vio obligado a retirar el proyecto por la inclusión del tema de la extradición que auspiciaron las mafias. Pero si entonces el presidente no estuvo en condiciones de cumplir, los votantes resarcieron al M-19: primero en las elecciones al Congreso de 4 de marzo de 1989 y luego, más ampliamente, en las elecciones a la Constituyente del 9 de diciembre de 1990.
Otra cuestión sería discutir lo que hizo el M-19 con semejante capital político. Pero en aquella encrucijada confluyeron una organización guerrillera en proceso de paz y el vigoroso movimiento ciudadano por una nueva Constitución -la que sería adoptada en el 91.
Respuesta sibilina
No puedo concluir sin referirme a una pregunta que a Ustedes siempre les formulan y con la cual seguramente los seguirán apremiando: la relación de las FARC con los negocios de la droga, dados en especial los altos costos de la guerra en Colombia.
Debo admitir el desconcierto que me produjo su respuesta en la citada entrevista para Público.es: “Quisiera serle taxativo en esto: ninguna unidad fariana, de acuerdo a los documentos y decisiones que nos rigen, (énfasis añadido) pueden sembrar, procesar, comerciar, vender o consumir alucinógenos o sustancias psicotrópicas. Todo lo demás que se diga es propaganda”.
Yo no quisiera figurar entre los propagandistas, pero no puedo ignorar que su remisión a “los documentos y decisiones que nos rigen” fue una manera muy peculiar de respuesta sobre la cual habría que concluir sencillamente que dentro de las FARC sucede lo que ocurre en Colombia: que la ley se obedece pero no se cumple.  
Los signos de cambio en América Latina
Los partidarios de la salida política al conflicto solemos buscar los signos que anunciarían la paz en cada coyuntura. No pocas veces se trata de meras proyecciones del deseo; pero esta carta no quiere anticipar escenarios futuros, sino apelar de manera realista o aún desencantada al análisis de los factores e intereses particulares, corporativos o existenciales que sustentan la guerra colombiana, para invitarlo, comandante Cano, a repasar su peso frente a los beneficios que para todos tendría el compromiso efectivo con la salida negociada del conflicto.
Las tendencias sociales, políticas y geopolíticas que desde hace un decenio se vienen observando en América Latina estimulan el análisis y alientan la controversia democrática. En Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador en Argentina y Uruguay se vienen ensayando caminos de participación nueva de la gente, se adoptan políticas sociales más o menos profundas según el prisma desde el cual se las mire, se plantean apuestas por el avance de un mundo multipolar contra las formas más aberrantes de la dependencia con respecto al imperialismo, se dan pasos de un mayor control de las riquezas y los recursos propios.  
Todos estos países pasaron por experiencias insurgentes a las cuales encontraron término ¿Quién hoy podría invocar como emblemática particularidad colombiana la prolongación de una guerra que no parece que pueda prolongarse sino a costa de descomponer a sus protagonistas militares y de enervar a toda la nación con el culto a los valores de muerte?
La perpetuación de la guerra no puede erigirse en mito nacional ni el programa de la destrucción del adversario en un objetivo colectivo exaltante.
Es una decisión
Comandante Cano: Quisiera concluir con una cita de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra: “A nuestro entender, el conflicto puede tener salida atacando sus causas objetivas, mediante la realización de reformas políticas, económicas y sociales, que permitan mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población colombiana. Pero también, a partir de la voluntad y decisión política expresa de las fuerzas en contienda”. (Encuentro Nacional de Comunidades, afrodescendientes e indígenas por la tierra y la paz en Colombia. “El diálogo es la ruta” Barrancabermeja, agosto 12-15 de 2011).
Es una aspiración que se fortalecerá en la medida en que las señales aún débiles pero ciertas de paz que se originan en el gobierno y aquellas que Usted y sus compañeros han lanzado en los últimos meses se plasmen en una auténtica y concreta opción por la paz.
Medófilo Medina
Historiador

Cuba: pobreza y educación:

Cuba tiene una de las tasas más altas de médicos
por habitante del mundo, pero eso no es noticia
Julián López Gallego
Cuba tiene los mejores resultados en educación de América Latina según UNESCO y CEPAL: por su tasa de alfabetización, de matriculación primaria, secundaria y universitaria o por su nivel académico (muy superior a la media de América Latina en las pruebas de lenguaje y matemáticas).
En Cuba nadie muere de hambre (su tasa de mortalidad infantil por inanición es inferior a la de EEUU). En Cuba ningún niño trabaja (a diferencia de otros países del entorno, como Uruguay o México). Según UNICEF, Cuba es el país de América latina que mayores logros ha registrado en materia de protección de derechos en la infancia (una entrevista de Fernando Ravsberg, de la BBC, al responsable de UNICEF en Cuba no sólo atestigua eso, sino que, además, en Cuba no se falsean datos, más al contrario, se colabora estrechamente con la organización de las Naciones Unidas para la infancia).

Los barrios más pobres de la Habana no registran los niveles de peligrosidad que pueden observarse en las favelas de Brasil, en los chabolares de México DF o, por supuesto, en Colombia (donde, dicho sea de paso, se halló el año pasado la fosa común más grande de la historia de Latinoamérica, producto de ejecuciones sumariales del ejército colombiano a líderes campesinos y sindicales). Los barrios más pobres de la Habana, son, por supuesto, pobres, pero la gente que en esos barrios habita sueña con terminar su carrera y prosperar.
Por eso quizás Fernando Ravsberg (enviado especial de la BBC a Cuba) reconozca en su blog que en Cuba cuesta muchísimo ver a "sintecho" sin nada que llevarse a la boca y que conoce a un número nutrido de matemáticos o ingenieros que habitan en barrios muy humildes. Por eso quizás Jordi Évole en su programa "Salvados" paseara por las calles más pobres de la Habana acompañado de Joel (líder de Orishas) sin necesidad de protección especial por parte de la policía y mientras el músico le comentaba que en esos barrios la gente pensaba en sacar su carrera para adelante y poder vivir mejor.
Cuba ha cumplido con los objetivos del milenio y tiene un IDH alto respetando el medio ambiente, algo de lo que no pueden presumir los países occidentales.

Pero todo eso no es noticia: todo lo que contextualiza los problemas que, sin duda, sufren en la isla caribeña, no es noticia.
Como no es noticia que en Cuba la producción musical, literaria e incluso audiovisual alcance niveles muy elevados no sólo en el entorno latinoamericano, sino mundialmente. No será, por tanto, noticia que Cuba queda por delante de España en el medallero de los Juegos Olímpicos. No será noticia la calidad del Ballet cubano.
Ni tampoco es noticia que, en el último informe sobre los derechos humanos de la ONU, se reconozca a Cuba el mismo nivel de respeto por los mismos que existe en España o EEUU (sin tener en cuenta los cientos de cárceles que este último país tiene repartidas por todo el mundo, en las cuales se practica la tortura y se viola la convención de Ginebra sistemáticamente).

Ni mucho menos será nunca noticia que, en ese mismo informe, se reconocía a Cuba el más alto nivel educativo del mundo, al mismo nivel que varios estados del norte de Europa. O que, en sanidad (y sobre todo en lo que respecta a la prevención y casos de SIDA) los datos de Cuba sean mejores que los de EEUU.

No destacará ningún periodista la alta competitividad de Cuba en biotecnología y sus repercusiones favorables económicas, indicadas por la CEPAL.

Ni en las radios ni en los informativos se hablará de la persecución que sufren los homosexuales en muchos países de Latinoamérica, con peligrosísimas tasas de asesinato de personas homosexuales (como es el caso de Brasil), con prohibiciones de la homosexualidad (como es el caso de algunos estados de EEUU) o con sistemática discriminación institucional. En Cuba el CENESEX se encarga de realizar campañas por la tolerancia respecto a la condición sexual de cada cual. Se proyectan películas que tratan la cuestión de la homosexualidad como "Milk" o "Fresa y chocolate" (esta última, de producción cubana, fue emitida por la televisión pública) y se impulsan leyes a favor de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. La última conquista así lo demuestra: en Cuba las operaciones de cambio de sexo no sólo son legales, sino que además están cubiertas por la seguridad social. Cuba adolece de problemas a nivel social y a nivel institucional respecto a la homosexualidad, pero nunca al nivel del resto de América Latina o de muchos de los países de Europa del este, Asia o de algunos estados de EEUU.

No es noticia el crecimiento del PIB en Cuba en 2010 sea del 1,9% según la CEPAL, ni que, según el mismo organismo, la inflación de decreciera un 0,1% hasta situarse en 1,4% o que el déficit fiscal
fuese un 3,4%(frente a un 4,8% en 2009). Un déficit fiscal que fue del 
32% en Irlanda (uno de los denominados PIGS, con un crecimiento económicocaraterizado por la reducción de las tasas impositivas y del gasto público) y un 6,5% en EEUU.


Tampoco es noticia que EEUU apruebe en el Senado la financiación con millones de dólares de organizaciones con vistas a "promover la democracia en Cuba" y realizar acciones contra el régimen político actual. Recordemos, por cierto, que recibir dinero de una potencia extranjera con el fin de derrocar el orden político vigente es motivo de delito en España, en Francia o en EEUU (donde las penas son, por cierto, más duras que en Cuba).

No será publicado en los grandes medios (en propiedad de grandes imperios económicos con intereses en la industria del armamento, de la alimentación o del entretenimiento [según Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en España, estamos hablando de 12 grandes macrocorporaciones]) las numerosísimas condenas al bloqueo por parte de la ONU (hasta 185 estados lo han rechazado) o los daños que este causa: impidiendo, por ejemplo, el aprovisionamiento de medicamentos o la disposición de una conexión a Internet lo suficientemente potente.
Ni se mencionará que se calculan en decenas de miles de millones de dólares los efectos de un bloqueo que no responde en modo alguno a la legalidad internacional.

Resulta, por tanto, bochornoso que se criminalice de ese modo al país con la tasa universitaria más alta del mundo, al país que más voluntarios tiene colaborando en el globo terraqueo. Al país que ha supuesto y supone la estructura sanitaria fundamental de Haití, que ha ayudado a Sudán, a la Sudáfrica en que peleó Nelson Mandela, que presta su ayuda a Paquistán o que realiza, junto con el gobierno de Venezuela, miles de operaciones gratuitas de oftalmología en  Latinoamérica. Un país miembro de la Comisión de los derechos humanos de la ONU.

Resulta vergonzoso la ligereza con las que se tratan los problemas que adolece esta isla caribeña, lastrada de los errores que ellos mismos cometieron y de los que les infundieron.

Pero es preciso decir que aunque su Asamblea general es de las más jóvenes de América Latina y registra el mayor número de mujeres, es cierto que falta en ella conciencia crítica. Como es cierto que en las elecciones sería preciso un debate más intenso de propuestas concretas para no que no se conviertan en una revisión de la confianza del país en el proceso político y social abierto en 1959.

Nadie que conozca la realidad cubana niega la corrupción de buena parte de las cúpulas del Partido comunista cubano (corrupción denunciada por algunos de sus miembros como uno de los principales problemas internos de la revolución y por el propio Raúl Castro), nadie que conozca Cuba ignorará las muchas deficiencias del diario Granma y otros rotativos (los propios intelectuales cubanos son quienes lo denuncian), nadie que conozca mínimamente a "la perla del Caribe" (así la llamo Ángel González) deja de advertir los problemas burocráticos que adolecen los cubanos, de las restricciones comerciales que sufren (y que no tienen que ver con algo esencial al socialismo, sino más bien con las circunstancias en las que se ha tenido que leer a Marx), de los problemas para salir de la isla 
(aunque intervengan aquí problemas económicos importantes y no tanto problemas políticos y aunque estudios ratifiquen que el índice de desplazamientos cubanos al extranjero en relación con su poder adquisitivo es uno de los más equilibrados del mundo) o de las dificultades y penurias materiales que los cubanos sufren.


"No 

No tengo que cerrar los ojos para ver
No tengo que cerrar los ojos para ver 

Lo que es nuestra moda a go-go 

Nuestros peinados 

Nuestros estilos de bailar siempre a la 

Retaguardia de cualquier extranjero 


No 

No tengo que cerrar los ojos para ver 

No tengo que cerrar los ojos para ver 

Que nuestros jóvenes 

Quieren esas cosas 

Que para verlas tengo que cerrar los ojos 

Y pensar el futuro 

No tengo que cerrar los ojos para ver 

No tengo que cerrar los ojos para verlos 

Ahora a ustedes apenas dentro del pequeño espacio 

De mi guitarra rompiéndose el alma y las manos 

Para vivir en un país de buenas servilletas 

Pantalones de campanas sonoras 

Y colores que hagan palidecer a Europa 

A Europa misma, sí
A Europa 

¡No tengo que cerrar los ojos para ver!"

Por eso, porque, como dice Silvio Rodríguez, no les hace falta imaginarlo. Saben lo que es la pobreza material, conviven con ella. 

También les gusta a ellos la ropa, los ordenadores, el juego, el baile. La diferencia es que antes de eso a su puerta ha llamado la dignidad, la solidaridad, la justicia. Tienen problemas, si. Pero 
nosotros tenemos que cerrar los ojos para ver su densidad comunitaria, sus esfuerzos en educación y cultura, en sanidad y solidaridad, en deporte.

Ellos si saben que vivir es un ejercicio de convivencia con los otros, que las relaciones humanas son las que recubren a la vida del jugo de la felicidad. Comprenden que el meollo en que se juega la vida es la posibilidad de un espacio de entendimiento y también de baile, de canción o de diálogo con el otro. Comprenden que no merecen la pena los grandes rascacielos, la tecnología punta o los coches de última gama, si los hierros que sostienen eso son un aparato de terror a escala internacional, de corrupción, de insolidaridad: paraísos fiscales, selecciones de personal, trabajo precario y temporal, inversores capaces de hundir a un país, empresas que financian y coaccionan legal o ilegalmente a los partidos políticos, trabajo infantil, financiación de dictaduras, consentimiento de prácticas ilegales en países tercermundistas y un largo etcétera apadrinado por la apabullante opulencia de unos y el mercado laboral y flexible que otros sufren. Un sistema que amenaza con someter a la universidad, al sistema de salud pública o al planeta Tierra.

Quizás por eso, podrían decirnos: "ya sabemos que somos pobres, gilipollas". Aunque no lo hacen, porque son educados. Algo de lo que no pueden presumir tantos y tantos periodistas y columnistas de grandes diarios y medios de comunicación en general.

Estados Unidos declara a Internet dominio de guerra
WASHINGTON, 15 de julio. — El Departamento de Defensa (DOD) de Estados Unidos anunció un amplio plan de ciberseguridad en el que declara a Internet un dominio de guerra, informó el sitio digital del Congreso. Según la página electrónica The Hill, el proyecto no explica cómo los militares del Pentágono utilizarán ese medio para ejecutar sus ataques ofensivos, reporta Prensa Latina.
Lo que sí se sabe es que tal decisión dota a Internet del rango de posible campo de batalla, como ya lo son tierra, mar y aire. Según el periódico El País, será el llamado Comando Cibernético, creado en mayo de 2010, el que asuma la gestión de los recursos bélicos destinados a salvaguardar la seguridad de las redes norteamericanas.
La ciberestrategia autoriza el uso de fuerza física para responder a un ataque a través de las redes de Internet, con una serie de condiciones, detalladas por el subsecretario de Defensa, William Lynn, en conferencia de prensa el jueves: "Si hay un daño generalizado, o la pérdida extendida de vidas humanas o un perjuicio económico significativo, creo que el presidente consideraría responder con los medios a su alcance: económicos, diplomáticos y, como último recurso, militares".
The Hill destacó que las fuerzas armadas emplean este escenario para todo, desde operaciones militares hasta compartir datos de inteligencia interna.

El reflejo de un país enfermo
por Miguel Ángel Beltrán Villegas
“Porque, en verdad, el espectáculo ha sido inaudito,
ha superado en brutalidad, en desfachatez,
en declaraciones indignas, los peores instintos,
las mayores bajezas
jamás confesadas por la bestia humana”. 

“Yo Acuso”.
Emilio Zolá 

A finales de 1894, el capitán francés Alfred Dreyfus, fue acusado de haber entregado información secreta al agregado militar de Alemania en París, por lo cual se le adelantó un consejo de guerra por traición que le valió su degradación como militar y su condena a cadena perpetua, en una decisión que dividió a la opinión pública de su tiempo. Años después se supo que las pruebas habían sido falsificadas y se puso al descubierto que todo había sido producto de una conspiración contra el oficial por su origen judío, instigada por la prensa conservadora, la Iglesia católica, el ejército nacionalista y el gobierno. 

La euforia triunfal con que fue acogida la injusta condena del capitán Dreyfus, en una sociedad polarizada como la Francia de finales del siglo XIX, despertó la reacción de algunos intelectuales, entre ellos Emile Durkheim quien vio en esta situación un síntoma de la enfermedad que padecía la sociedad francesa en su conjunto: “Cuando una sociedad sufre, -escribió el sociólogo francés- siente la necesidad de encontrar a alguien a quien pueda hacer responsable de sus males, en quien poder vengar sus desgracias: y aquellos a los que la opinión pública discrimina ya están naturalmente designados para ese papel. Son los parias que sirven de chivo expiatorio[…]”. 

Algo similar está pasando en Colombia. Me inclino a creer que se trata de una enfermedad crónica en una nación atravesada por un prolongado conflicto armado y social que hasta hace muy poco, por decreto presidencial, no podía ser enunciando y en un país donde el poder de las minorías políticas y económicas no ha tenido escrúpulos a la hora de eliminar moral -cuando no físicamente- a aquellos que se atreven a pensar de manera diferente. Casos como el del profesor y sociólogo Alfredo Correa hablan por sí solos: en su momento acusado de ser “un ideólogo de las FARC”, fue asesinado un mes después de que un juez declarara su inocencia y se demostrara que todo había sido un montaje judicial en el que participaron funcionarios del DAS. 

Ahora tenemos en la picota pública al profesor Miguel Ángel Beltrán a quien una juez especializada declaró inocente de los cargos de rebelión y concierto para delinquir con fines terroristas luego de “un debate oral, público, concentrado y contradictorio, con inmediación de la prueba que se adelantó durante aproximadamente 80 horas, distribuidas en cerca de quince sesiones efectivas, en las cuales se presentaron 20 testimonios y fueron discutidas y aducidas más de 12 evidencias”, como lo señaló la defensa técnica en un comunicado público que circuló por Internet y que pocos periodistas se han interesado por conocer.
De modo tal que en el momento en que la Corte Suprema de Justicia profiere su pronunciamiento acerca de la ilegalidad de los supuestos computadores incautados al extinto jefe guerrillero de las FARC, Raúl Reyes, lo sustancial y amplio del debate probatorio del juicio oral en mi contra, se había adelantado ante la Juez de la causa y sólo restaban los alegatos finales de las partes. Información que algunos medios de comunicación han querido ocultar deliberadamente, señalando que el fallo fue producto del acto inhibitorio de la Corte. 

Con el artículo de la periodista Salud Hernández son ya varias las columnas editoriales y de opinión que —en medio de la solidaridad y acompañamiento de un amplio sector de la comunidad académica nacional e internacional— se han venido lanza en ristre contra la decisión tomada por la mencionada juez, y en particular contra el profesor Beltrán. No debería sorprendernos estas reacciones. Es muy saludable para una democracia que circulen y puedan sustentarse opiniones diversas. Lo que asombra en este caso no es que se tengan visiones diferentes del caso sino que prestigiosos columnistas, de los que uno esperaría cierta objetividad, se hayan limitado a reproducir, sin el más ínfimo sentido crítico, los alegatos finales del fiscal Ricardo Bejarano, cuyos sesgos e inconsistencias fueron puestos de presente por la defensa técnica, en cabeza del Doctor David Albarracín. 

Lo mínimo que se le puede exigir a un profesional del periodismo con algún grado de sensatez, es que antes de atreverse a juzgar a una persona por su pensamiento y sus actitudes tuviera a bien investigar un poco más a fondo situaciones de las que habla categórica y temerariamente, máxime cuando ellas atentan no sólo contra una institución pública de indiscutible trayectoria como es la Universidad Nacional sino que de paso coloca en riesgo la vida de aquellos docentes que nos apartamos de las verdades oficiales ¿Dónde está la profesionalidad de estos comunicadores sociales? ¿Dónde está la responsabilidad ética y política de los medios de comunicación colombianos?
Pero el hecho que estas diatribas provengan de veteranos periodistas me hace pensar que no estamos ante un simple “error de aprendiz” sino que por el contrario existe en sus columnas un propósito ideológico deliberado, intentando demostrar en los medios de comunicación —que ya todos sabemos a qué intereses responden— lo que no pudieron hacer en los estrados judiciales, haciendo creer que han aparecido pruebas nuevas cuando todas ellas fueron evaluadas en un juicio, en el que se me mantuvo privado de la libertad por más de dos años. Lo que hoy se pregona de la Usb tiene problemas de legalidad y significativas inconsistencias que fueron puestas de presente en su momento por la defensa demostrando mi inocencia. Se trata del manejo maniqueo de algo que ya se debatió en el proceso y que seguramente constituirán los argumentos del recurso de la apelación de la Fiscalía, que en nada varían el sentido del fallo emitido por la juez.
Este “terrorismo mediático” es una clara expresión de un país enfermo, donde se estigmatiza y condena públicamente a las personas, sin la menor posibilidad de réplica y contrargumentación. No lo planteo como un juicio “a priori” pues, salvo la rectificación hecha por el periodista Guillermo Prieto en sus “Especiales Pirry”, ningún otro medio de comunicación ha tenido la entereza y el decoro de hacerla, pese a mi solicitud expresa, lo que denota que no hay interés en buscar la verdad sino en crear realidades acomodadas no importa los costos humanos que eso pueda representar, porque de un profesor que se afirma categóricamente pertenece a las FARC, no se puede esperar que imparta sus clases sin que su vida corra el menor peligro. 


No nos digamos mentiras señores periodistas, aquí hay algo más que una simple opinión diferente. Aquí lo que se desvela es la clara intención de eliminar del espacio público y universitario a alguien que resulta incómodo para el Stablisment, recurriendo a argumentos que ofenden los límites del sentido común y con el concurso de personajes que tradicionalmente se han prestado para adelantar campañas de desprestigio al servicio de la Casa de Nariño. 

Desafortunadamente, periodista Salud debo decirle que Usted no le hace honor ni a su nombre ni mucho menos a su oficio. 

(*) Miguel Ángel Beltrán Villegas es sociólogo e historiador y profesor universitario. Fue detenido en México y deportado ilegalmente a Colombia en mayo de 2009, acusado de terrorismo. Tras pasar dos años en una cárcel de Bogotá, fue puesto en libertad en junio pasado, después de que la Corte Constitucional invalidara como pruebas los llamados "ordenadores mágicos" que el estado colombiano aduce haber recuperado en el campamento del comandante guerrillero Raúl Reyes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

la izquierda
Crisis capitalista terminal
Marcos Domich
El capitalismo en su última etapa —la imperialista— está mostrando estos días, en todo el mundo, sus crónicos padecimientos y confirmando por sí mismo la llegada de su final como sistema y como últimamente se designa: de “civilización capitalista”. Pero los males del capitalismo son congénitos, nació con ellos y ellos determinarán su fin. Empero no hay que hacerse ilusiones acerca de la duración de esta fase terminal, puede no ser tan corta como quisiéramos. Asimismo, los que anhelan el fin de este sistema, deben despojarse de la idea de que el capitalismo se “caerá por sí solo”. Eso podría llevar a aflojar la tensión necesaria para superarlo históricamente y construir una nueva sociedad. Simultáneamente, ahora que se habla de contradicciones y “tensiones creativas”, hay que tener clara la idea de que la contradicción principal es la que se da entre “nación oprimida e imperialismo”. Quién olvide eso, así sea, por un instante, no es un revolucionario que entienda con objetividad y hasta diríamos científicamente, las realidades sociales y económicas.
El capitalismo está pasando uno de sus peores momentos. La crisis económica se manifiesta por todos lados y en todas las facetas de los fenómenos sociales. En Europa la crisis de Grecia no es una crisis sólo de este país. Ni está “contagiando”, como dicen algunos, a Italia y a España. No hay ningún contagio. Simplemente España e Italia son parte, y muy importante, de la crisis general del sistema. No se trata únicamente de la Europa capitalista. La principal ciudadela del capitalismo, el imperio estadounidense, está enredado en las mismas vicisitudes. Obama corre de aquí para allá tratando de convencer para que el Congreso vote por un aumento de los impuestos, que afectarían en algo a los “más ricos”; (¿a los monopolios?) En Grecia, para que no sea declarado país en quiebra, ruegan que los monopolistas más grandes la Unión Europea, Alemania y Francia, acepten que le concedan créditos multimillonarios para…pagar sus deudas, sobre todo la deuda externa.
En todos los casos el problema es el de la deuda. Los EUA han llegado al tope del endeudamiento legalmente autorizado. Su calificación de triple AAA, las calificadoras de solvencia, quieren bajarla a un duplo. Sería catastrófico para su economía y no sólo la de este país, sino mundial, ante todo para el mercado común europeo. Grecia llegó a endeudarse hasta 150% de PIB; Italia a un 120% En este país se está discutiendo como rebajar el gasto social en 450.000 millones de euros. Como siempre los trabajadores serán los más afectados. Pero ninguno de ellos —ni EUA ni Italia ni Francia— dejan de guerrear en Libia, en Afganistán. Es la naturaleza del capitalismo  imperial (crisis financiera y militarismo) que anuncia su propio final.


homenaje
Luis Britto García
Las muertes de Orfeo 
Homenaje a Facundo Cabral

1
Orfeo, trovador, no  soporta la muerte de su amada Eurídice. Le canta tan tiernamente que ninfas y dioses, conmovidos,  le permiten  ir a rescatarla a los infiernos, a condición de no mirarla hasta salir de ellos. Contra las fuerzas infernales no tiene el trovador más armas que su voz ¿Si logra conmover  dioses,  aplacará demonios? Su melodía los apacigua, pero en la boca del Averno voltea para ver a Eurídice y ésta desaparece. Desdeña Orfeo a los dioses que no lo ayudaron a rescatar su amor; al final es devorado por las Furias. El horror del mito no consiste en el trágico  desenlace, sino en la repetición incesante.

2
Quien se da  al amor o a la belleza se entrega a las Furias. Devorando pagan demonios y dioses el instante de felicidad que sólo el creador puede concederles. No murió Orfeo una vez: expira siempre cuando la tiniebla se venga de la luz que la hiere. No perece Orfeo nunca: con cada  amanecer y cada  creador renace, para darle sentido a la vida que no puede vencer la muerte. El nombre de  Demonios y  Furias es Legión: Orfeo es Único, o tal vez infinito. Por eso trabaja tanto el mal en su contra.

3
Las Furias del Imperio se desatan sobre el pobre país de poetas. En vano quiere el pueblo apaciguar demonios con  armonías de fraternidad. Furias neoliberales secuestran a Orfeo, lo torturan, le cortan las manos, lo asesinan. Con Víctor Jara desciende todo su país a los infiernos. Poco después muere Pablo Neruda, herido de metástasis y de ira. Su más fiel colaborador asegura que los demonios lo envenenaron. No sería la única víctima de Fieras que muerden cuerpo y alma.

4
Dejemos sin mirar atrás los parajes del Tártaro donde cayeron Elvis Presley, Janis Joplin,  Jimmy Hendrix, Sid Vicious,  Kurt Cobain, Robert Johnson, Brian Jones, Michael Jackson, quienes para arrojar luz se encendieron en el desenfreno de las drogas o  las elusivas amadas o la agresión contra el cuerpo. Contra todos se alzaron en su momento las Furias, los escándalos, los procesos. A todos aplica el epitafio en griego de la tumba de Jim Morrison en el cementerio del Pére Lachaise: Kata ton daimona eaytoy, cada quien es su demonio. Cada Eurídice trae consigo su infierno. Iluminar es consumirse.
5
La historia tiende a repetirse. Quizá es el bolero que tararea Felipe Pirela mientras se interna en la noche después de su última presentación en el Night Club puertorriqueño donde, según la leyenda, cerró cantando “Sombras”. Varios fogonazos rasgan la oscuridad. Las Furias del plomo anónimo cortan el aliento del Bolerista de América.

6
Vea por ejemplo ese muchacho abandonado que para escapar de la soledad se disfraza de rockero y desciende a los infiernos de la industria cultural donde no encuentra a Eurídice pero casi lo devoran promotores y fans y mercaderes de pacotilla Beatle. En vano menospreciará al cuarteto de ídolos  que creó  y a las multitudes delirantes y se refugiará a cambiar pañales y hornear su propio pan en un apartamento del Central Park. John Lennon es investigado y acosado por Furias del FBI y de la CIA, para terminar devorado a balazos por una Saña que lo imita haciéndose  llamar John Lennon y casándose con una japonesa. El anonimato se venga de quien se ha hecho un nombre; la esterilidad, de quien crea.

7
Considere al Cantor del Pueblo Venezolano, con sus temas populares que las disqueras aborrecen, los discjokeys vetan, los medios ponen en cuarentena, los gobiernos abominan y sólo las multitudes cantan y repiten en  actos de solidaridad y de protesta como si sintieran que se están celebrando a sí mismas. Alí Primera maneja de noche: una camioneta enorme lo impacta, lo  saca de la vía y lo precipita a un barranco. Alí escapa de su despedazada cacharra, se esconde de los agresores que lo buscan minuciosamente, maldiciendo: “¿Dónde estará ese c…?”. Tan seguro está Alí de que se trata de un atentado, que publica en la prensa remitidos donde narra los hechos y consigna su temor de ser asesinado con el pretexto de un falso accidente. Semanas después muere en aparatoso choque, que la investigación declara no intencional ¿Quién investigará el Infierno? 

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¿Quién pues mató o mando a matar a quién, cual mató y quién vive? ¿Lo secuestraron o lo incomunicaron o lo deportaron? ¿Era Facundo o John o Alí o Felipe o Conrado? El odio muere solo. Alguien entona una canción: vivimos todos.

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simón bolívar
Padre Bolívar
José Pereyra Claure
 jperera2005@yahoo.es Tels:4240040 71416513 (CBB-Bolivia)
En el maravilloso aniversario del Padre de la Patria: SIMON BOLÍVAR.
PADRE BOLÍVAR:
Tuviste una fulgurante vida de apenas 47 años, cuatro meses y 24 días. Tu ejemplar vida la integraste con 472 combates, habiendo sido derrotado en apenas seis de ellos. Participaste en 79 batallas campales, con el riesgo de morir en 25 de ellas. Libraste cinco países, tuviste 17 cm2 de callosidades en tus sentaderas.
Peregrino y soldado de la libertad, recorriste 123 mil kilómetros, más que lo que hicieron Colón y Vasco de Gama juntos. Presidente de la República en seis países. Montado a caballo llevaste la antorcha de la libertad la distancia de 65 mil kilómetros: vuelta y media a la tierra, diez veces más que Aníbal, el triple dé Alejandro y el doble de Napoleón.
Tu ideología libertaria la diseminaste en 192 proclamas y 2352 cartas, dictándolas, muchas veces, a tres secretarias simultáneamente y varias de esas cartas en idiomas diferentes.
Tus obras completas son 32 tomos.
Con 500 patriotas apenas, hiciste más que Napoleón con 500 mil (Ingresó Napoleón a Rusia con 800 mil hombres y retornó derrotado con 12 mil). La extensión de las naciones que tú liberaste es más vasta que las que recorrió Napoleón.
NOS ENSEÑASTE EN EDUCACIÓN:
Que la apatía es una de las formas de la traición.
Que las cosas debemos hacerlas y estudiarlas dos veces, pues la primara es que enseña a la segunda.
Que la materia prioritaria en la enseñanza debe ser la Matemática y en particular la Estadística como ciencia conductora de los pueblos.
Que debe incorporarse a la mujer en su permanente derecho a estudiar, ya que aumenta su importancia en la medida en que la mujer participa en la producción social.
Que deben suprimirse los castigos corporales en la enseñanza.
Que la Historia debe enseñarse del presente al pasado, pues el alumno debe
ser colocado en sus coordenadas histórico-geográficas actuales y luego ir hacia el pasado.
Que moral y luces son nuestras primeras necesidades.
Que la esclavitud es hija de la ignorancia.
Que, la prensa es la artillería del pensamiento.
Que, los pueblos camina por donde va la educación
Que un pueblo Ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.
Que la educación conduce a la fortaleza y al patriotismo.
Que existen cinco formas de cobardía social: El cigarro, el alcohol, la droga, las groserías y la ingratitud. Que generan la corrupción, el despilfarro y el burocratismo.
¡NO ARASTE EN EL MAR!
La tierra fértil del prodigioso pensamiento que sembraste germina en nuestros corazones.
Cuanto más conocemos tu pensamiento y tu acción, más te amamos junto a los gigantes que fueron tus compañeros de armas: Miranda, Sucre, Bello, Rodríguez y tantos otros patriotas de Venezuela y de América Latina.
Igual que la raíz de la dalia, fructificas y floreces donde quiera se corte el curso de tu ejemplar existencia y pensamiento.
Ayer fuiste grande por tu espada.
Hoy eres más grande por tu ejemplo y pensamiento.
Hoy trabajas, escribes y luchas más que ayer en un mundo desorientado, desorganizado y desunido; ¡bendita tu santa y oportuna palabra, como también de tus compañeros de armas!
Nos enseñaste a ser leal al pueblo, a la democracia, al anti-imperialismo (Los Estados Unidos del Norte parece que nacieron para la muerte de los Estados Unidos de Sur BOLIVAR.) y al estudio. Iniciaste un cambio histórico de diez mil leguas, sin tener miedo a trepar mil montanas y cruzar diez mil ríos. Seguimos en tu ruta y por tus fulgurantes como vigorosas huellas.
PADRE BOLÍVAR
No resucitas cada cien años, sino en cada lección de mis clases, en cada lucha patriótica de nuestra Latinoamérica por la paz, la libertad, la independencia, la democracia, la cultura, el pan  
¡Tu deber de ser patriota ante todo! ¡nos dice Bolívar!
Escribe: Prof. José Pereyra C.
La grandeza está en ser útil. Nos repite Bolívar.
Estamos en nuestro liceo. Maravillosa selva de directivos, profesores, representantes.
Visitantes, secretarias, bedeles, semaneros, alumnos, murales, dichos en las vigas, libros, periódicos del liceo, laboratorios, campos deportivos. Son nuestras armas y murallas de vida.
¡Benditas paredes!
Espacios amplios. Seguimos teniendo sed de saber, hambre de: espacio y de aprender.
Nos bebemos toda el agua del Mar Caribe. Seguimos con sed de aprender.
Enterramos la ignorancia como una de las peores formas de la esclavitud humana ¡Gloria a Bolívar!
El poder no es tener; sino saber.
Nos aferramos a la verdad, la realidad y la vida.
¡Somos iguales ante la verdad, que nace UNICAMENTE de los hechos!
¡Sólo vale lo que hacemos!
¡Creación y energía ante todo!
¡Unimos la teoría a la práctica y a la producción como estilo de aprendizaje!,
¡Gloria a Simón Rodríguez!
¡Emancipemos la mente!
¡Vergüenza al despilfarro del tiempo!
¡Hagamos funcionar el cerebro! ¡Miremos siempre adelante! Tu carácter es tu destino - nos dice Heráclito. ¡Desarrollemos la ciencia", la cultura, la educación y la salud!
¡Preparémonos para ser útiles a la Patria , al pueblo y a la familia! La grandeza está en ser útil. Nos repite Bolívar.
¡Honor y gloria a nuestro querido liceo. Estandarte del estudio muy fuerte!
LICEO GONELL: Latido del Litoral. Partícula orgullosa del mañana venezolano. LICEO GONELL: Martillo y yunque de la educación.
Pétalo de flor en el bello jardín caribeño del radiante planeta tierra. ¡Oh! Liceo GONELL ! ¡Olimpo de los Dioses!
¡Qué maravilloso eres!
¡GLORIA A BOLIVAR, MIRANDA, SUCRE, BELLO Y RODRIGUEZ!

lecturas
Carta de Jamaica
Simón Bolívar
Muy señor mío:
Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.
Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que usted me hace, sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.
En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.
Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de usted, no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.
«Tres siglos ha —dice usted— que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón». Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí: como consta por los más sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario.
Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de usted en que me dice «que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas españolas, acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos meridionales». Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente: el lazo que la unía a España está cortado: la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella in mensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado y hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los in dependientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio.
El belicoso estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e inquietado a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su libertad.
El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidian do contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles, que el pueblo que ama su independencia, por fin la logra.
El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es, sin duda, el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey, y bien que sean vanas las relaciones concernientes a aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias.
La Nueva Granada que es, por decirlo así, el corazón de la América, obedece a un gobierno general, exceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contienen sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su patria; y las provincias de Panamá y Santa Marta que sufren, no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego carecerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morigeros y bravos moradores del interior.
En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva. Cerca de un millón de habitantes se contaba en Venezuela y sin exageración se puede conjeturar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos resultados de la guerra.
En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de Humboldt, siete millones ochocientas mil almas con inclusión de Guatemala. Desde aquella época, la insurrección que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues más de un millón de hombres han perecido, como lo podrá usted ver en la exposición de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mejicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Reynal: llegó el tiempo en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar.
Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una población de setecientas a ochocientas mil almas, son las que más tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Mas ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desearán su bienestar?
Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española que aunque fue en algún tiempo el más vasto imperio del mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. ¿Y~~ y amante de la libertad permite que una vieja serpiente por sólo satisfacer su saña envenenada, devore ta más bella parte de nuestro globo? ¡Qué! ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este modo insensible? Estas cuestiones cuanto más las medito, más me confunden; llego a pensar que se aspira a que desaparezca la América, pero es imposible porque toda Europa no es España. ¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas. Sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política? Lograda que fuese esta loca empresa, y suponiendo más, aun lograda la pacificación, los hijos de los actuales americanos únicos con los de los europeos reconquistadores, ¿no volverían a formar dentro de veinte años los mismos patrióticos designios que ahora se están combatiendo?
Europa haría un bien a España en disuadirla de su obstinada temeridad, porque a lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre que derrama; a fin de que fijando su atención en sus propios recintos, fundase su prosperidad y poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos. Europa misma por miras de sana política debería haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo porque el equilibrio del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio legítimo y seguro de adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio. Europa que no se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza, ambición y codicia, como España, parece que estaba autorizada por todas las leyes de la equidad a ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses.
Cuantos escritores han tratado la materia se acordaban en esta parte. En consecuencia, nosotros esperábamos con razón que todas las naciones cultas se apresurarían a auxiliarnos, para que adquiriésemos un bien cuyas ventajas son recíprocas a entrambos hemisferios. Sin embargo, ¡cuán frustradas esperanzas! No sólo los europeos. pero hasta nuestros hermanas del Norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos, ¿porque hasta dónde se puede calcular la trascendencia de la libertad en el hemisferio de Colón?
«La felonía con que Bonaparte —dice usted— prendió a Carlos IV y a Fernando VII, reyes de esta nación, que tres siglos la aprisionó con traición a dos monarcas de la América meridional, es un acto manifiesto de retribución divina y, al mismo tiempo, una prueba de que Dios sostiene la justa causa de los americanos, y les concederá su independencia».
Parece que usted quiere aludir al monarca de Méjico Moctezuma, preso por Cortés y muerto, según Herrera, por el mismo, aunque Solís dice que por el pueblo, y a Atahualpa, inca del Perú, destruido por Francisco Pizarro y Diego Almagro. Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes españoles y los reyes americanos, que no admiten comparación; los primeros son tratados con dignidad, conservados, y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los últimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos. Si a Guatimozín sucesor de Moctezuma, se le trata como emperador, y le ponen la corona, fue por irrisión y no por respeto, para que experimentase este escarnio antes que las torturas. Iguales a la suerte de este monarca fueron las del rey de Michoacán, Catzontzin; el Zipa de Bogotá, y cuantos Toquis, Imas, Zipas, Ulmenes, Caciques y demás dignidades indianas sucumbieron al poder español. El suceso de Fernando VII es más semejante al que tuvo lugar en Chile en 1535 con el Ulmén de Copiapó, entonces reinante en aquella comarca. El español Almagro pretextó, como Bonaparte, tomar partido por la causa del legítimo soberano y, en consecuencia, llama al usurpador, como Fernando lo era en España; aparenta restituir al legítimo a sus estados y termina por encadenar X echar a las llamas al infeliz Ulmén, sin querer ni aún oír su defensa. Este es el ejemplo de Fernando VII con su usurpador; los reyes europeos sólo padecen destierros, el Ulmén de Chile termina su vida de un modo atroz.
«Después de algunos meses —añade usted— he hecho muchas reflexiones sobre la situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande interés en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativos a su estado actual y a lo que ellos aspiran; deseo infinitamente saber la política de cada provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía. Toda noticia de esta especie que usted pueda darme o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimaré como un favor muy particular».
Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos con que el Creador y la naturaleza le han dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensación; usted ha pensado en mi país, y se interesa por él, este acto de benevolencia me inspira el más vivo reconocimiento.
He dicho la población que se calcula por datos más o menos exactos, que mil circunstancias hacen fallidos, sin que sea fácil remediar esta inexactitud, porque los más de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas veces errantes; siendo labradores, pastores, nómadas, perdidos en medio de espesos e inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadística completa de semejantes comarcas? Además, los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y otros accidentes alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto sin hacer mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son insuperables y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad del verdadero censo.
Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se puede prever cuando el género humano se hallaba en su infancia rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál seria el régimen que abrazaría para su conservación? ¿Quién se habría atrevido a decir tal nación será república o monarquía, ésta será pequeña, aquélla grande? En mi concepto, esta es la imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero el estado actual de América, como cuando desplomado el imperio romano cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o corporaciones, con esta notable diferencia, que aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar a éstos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallemos en el caso más extraordinario y complicado. No obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la línea de política que América siga, me atrevo aventurar algunas conjeturas que, desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no por un raciocinio probable.
La posición de los moradores del hemisferio americano, ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia política era nula. Nosotros estábamos en un grado todavía más abajo de la servidumbre y, por lo mismo, con más dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Permítame usted estas consideraciones para elevar la cuestión. Los Estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella; luego un pueblo es esclavo, cuando el gobierno por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que América no solamente estaba privada de su libertad, sino también de la tiranía activa y dominante. Me explicaré. En las administraciones absolutas no se reconocen límites en el ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad del gran sultán, Kan, Bey y demás soberanos despóticos, es la ley suprema, y ésta, es casi arbitrariamente ejecutada por los bajáes, kanes y sátrapas subalternos de Turquía y Persia, que tienen organizada una opresión de que participan los súbditos en razón de la autoridad que se les confía. A ellos está encargada la administración civil, militar, política, de rentas, y la religión. Pero al fin son persas los jefes de Ispahán, son turcos los visires del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. China no envía a buscar mandarines, militares y letrados al país de Gengis Kan que la conquistó, a pesar de que los actuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los ascendientes de los presentes tártaros.
¡Cuán diferente entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que, además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente, con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo, moraríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan necesario conservar en las revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.
Los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entiendan, ni negocien; en fin, ¿quiere usted saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar las bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta.
Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades y la política de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?
Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones.
El emperador Carlos V formó un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de América que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los reyes de España convinieron solemnemente con ellos que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndoles hacerlo a costa de la real hacienda, y por esta razón se les concedía que fuesen señores de la tierra, que organizasen la administración y ejerciesen la judicatura en apelación; con otras muchas exenciones y privilegios que sería prolijo detallar. El rey se comprometió a no enajenar jamás las provincias americanas, como que a él no tocaba otra jurisdicción que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la que allí tenían los conquistadores para sí y sus descendientes. Al mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del país, originarios de España, en cuanto a los empleos civiles, eclesiásticos y de rentas. Por manera que con una violación manifiesta de las leyes y de los pactos subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de la autoridad constitucional que les daba su código.
De cuanto he referido, será fácil colegir que América no estaba preparada, para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió por el efecto de las ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la regencia nos declaró sin derecho alguno para ello no sólo por la falta de justicia, sino también de legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos españoles, sus decretos conminatorios y hostiles, y el curso entero de su desesperada conducta, hay escritos del mayor mérito en el periódico El Español, cuyo autor es el señor Blanco; y estando allí esta parte de nuestra historia muy bien tratada, me limito a indicarlo.
Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autoridades supremas y subalternas forman la jerarquía de un Estado organizado con regularidad.
Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y con su vuelo arrollaron a los frágiles gobiernos de la Península, entonces quedamos en la orfandad. Ya antes habíamos sido entregados a la merced de un usurpador extranjero. Después, lisonjeados con la justicia que se nos debía, con esperanzas halagüeñas siempre burladas; por último, inciertos sobre nuestro destino futuro, y amenazados por la anarquía, a causa de la falta de un gobierno legítimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución. En el primer momento sólo se cuidó de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que encerraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad exterior; se establecieron autoridades que sustituimos a las que acabábamos de deponer encargadas de dirigir el curso de nuestra revolución y de aprovechar la coyuntura feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional digno del presente siglo y adecuado a nuestra situación.
Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para la convocación de congresos que produjeron alteraciones importantes. Venezuela erigió un gobierno democrático y federal, declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo leyes generales en favor de la libertad civil, de imprenta y otras; finalmente, se constituyó un gobierno independiente. La Nueva Granada siguió con uniformidad los establecimientos políticos y cuantas reformas hizo Venezuela, poniendo por base fundamental de su Constitución el sistema federal más exagerado que jamás existió; recientemente se ha mejorado con respecto al poder ejecutivo general, que ha obtenido cuantas atribuciones le corresponden. Según entiendo, Buenos Aires y Chile han seguido esta misma línea de operaciones; pero como nos hallamos a tanta distancia, los documentos son tan raros, y las noticias tan inexactas, no me animaré ni aun a bosquejar el cuadro de sus transacciones.
Los sucesos de México han sido demasiado varios, complicados, rápidos y desgraciados para que se puedan seguir en el curso de la revolución. Carecemos, además, de documentos bastante instructivos, que nos hagan capaces de juzgarlos. Los independientes de México, por lo que sabemos, dieron principio a su insurrección en septiembre de 1810, y un año después, ya tenían centralizado su gobierno en Zitácuaro, instalado allí una junta nacional bajo los auspicios de Fernando VII, en cuyo nombre se ejercían las funciones gubernativas. Por los acontecimientos de la guerra, esta junta se trasladó a diferentes lugares, y es verosímil que se haya conservado hasta estos últimos momentos, con las modificaciones que los sucesos hayan exigido. Se dice que ha creado un generalísimo o dictador que lo es el ilustre general Morelos; otros hablan del célebre general Rayón; lo cierto es que uno de estos dos grandes hombres o ambos separadamente ejercen la autoridad suprema en aquel país; y recientemente ha aparecido una constitución para el régimen del Estado. En marzo de 1812 el gobierno residente en Zultepec, presentó un plan de paz y guerra al virrey de México concebido con la más profunda sabiduría. En él se reclamó el derecho de gentes estableciendo principios de una exactitud incontestable. Propuso la junta que la guerra se hiciese como entre hermanos y conciudadanos; pues que no debía ser más cruel que entre naciones extranjeras; que los derechos de gentes y de guerra, inviolables para los mismos infieles y bárbaros, debían serlo más para cristianos, sujetos a un soberano y a unas mismas leyes; que los prisioneros no fuesen tratados como reos de lesa majestad, ni se degollasen los que rendían las armas, sino que se mantuviesen en rehenes para canjearlos; que no se entrase a sangre y fuego en las poblaciones pacíficas, no las diezmasen ni quitasen para sacrificarlas y, concluye, que en caso de no admitirse este plan, se observarían rigurosamente las represalias. Esta negociación se trató con el más alto desprecio; no se dio respuesta a la junta nacional; las comunicaciones originales se quemaron públicamente en la plaza de México, por mano del verdugo; y la guerra de exterminio continuó por parte de los españoles con su furor acostumbrado, mientras que los mexicanos y las otras naciones americanas no la hacían, ni aun a muerte con los prisioneros de guerra que fuesen españoles. Aquí se observa que por causas de conveniencia se conservó la apariencia de sumisión al rey y aun a la constitución de la monarquía. Parece que la junta nacional es absolutaen el ejercicio de las funciones legislativa, ejecutiva y judicial, y el número de sus miembros muy limitado.
Los acontecimientos de la tierra firme nos han probado que las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales. En Caracas el espíritu de partido tomó su origen en las sociedades, asambleas y elecciones populares; y estos partidos nos tornaron a la esclavitud. Y así como Venezuela ha sido la república americana que más se ha adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplo de la ineficacia de la forma demócrata y federal para nuestros nacientes Estados. En Nueva Granada las excesivas facultades de los gobiernos provinciales y la falta de centralización en el general han conducido aquel precioso país al estado a que se ve reducido en el día. Por esta razón sus débiles enemigos se han conservado contra todas las probabilidades. En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española que sólo ha sobresal ido en fiereza, ambición, venganza y codicia.
Es más difícil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre. Esta verdad está comprobada por los anales de todos los tiempos, que nos muestran las más de las naciones libres, sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas recobrar su libertad. A pesar de este convencimiento, los meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales, y aun perfectas; sin duda, por efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible; la que se alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero ¿seremos nosotros capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difícil carga de una República? ¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado, se lance a la esfera de la libertad, sin que, como a Ícaro, se le deshagan las alas, y recaiga en el abismo? Tal prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio verosímil, que nos halague con esta esperanza.
Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una monarquía universal de América, porque este proyecto sin ser útil, es también imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformarían, y nuestra regeneración sería infructuosa. Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli. Supongamos que fuese el istmo de Panamá punto céntrico para todos los extremos de este vasto continente, ¿no continuarían éstos en la languidez, y aún en el desorden actual? Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo sería necesario que tuviese las facultades de un Dios y, cuando menos, las luces y virtudes de todos los hombres.
El espíritu de partido que al presente agita a nuestros Estados, se encendería entonces con mayor encono, hallándose ausente la fuente del poder, que únicamente puede reprimirlo. Además, los magnates de las capitales no sufrirían la preponderancia de los metropolitanos, a quienes considerarían como a otros tantos tiranos; sus celos llegarían hasta el punto de comparar a éstos con los odiosos españoles. En fin, una monarquía semejante sería un coloso deforme, que su propio peso desplomaría a la menor convulsión.
Mr. de Pradt ha dividido sabiamente a la América en quince o diecisiete Estados independientes entre sí, gobernados por otros tantos monarcas. Estoy de acuerdo en cuanto a lo primero, pues la América comporta la creación de diecisiete naciones; en cuanto a lo segundo, aunque es más fácil conseguirla, es menos útil; y así no soy de la opinión de las monarquías americanas. He aquí mis razones. El interés bien entendido de una república se circunscribe en la esfera de su conservación, prosperidad y gloria. No ejerciendo la libertad imperio, porque es precisamente su opuesto, ningún estímulo excita a los republicanos a extender los términos de su nación, en detrimiento de sus propios medios, con el único objeto de hacer participar a sus vecinos de una Constitución liberal. Ningún derecho adquieren, ninguna ventaja sacan venciéndolos, a menos que los reduzcan a colonias, conquistas o aliados, siguiendo el ejemplo de Roma. Máximas y ejemplos tales están en oposición directa con los principios de justicia de los sistemas republicanos, y aún diré más, en oposición manifiesta con los intereses de sus ciudadanos; porque un Estado demasiado extenso en sí mismo o por sus dependencias, al cabo viene en decadencia, y convierte su forma libre en otra tiránica; relaja los principios que deben conservarla, y ocurre por último al despotismo. El distintivo de las pequeñas repúblicas es la permanencia; el de las grandes es vario, pero siempre se inclina al imperio. Casi todas las primeras han tenido una larga duración; de las segundas sólo Roma se mantuvo algunos siglos, pero fue porque era república la capital y no lo era el resto de sus dominios que se gobernaban por leyes e instituciones diferentes.
Muy contraria es la política de un rey, cuya inclinación constan te se dirige al aumento de sus posesiones, riquezas y facultades; con razón, porque su autoridad crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus vecinos, como a sus propios vasallos que temen en él un poder tan formidable cuanto es su imperio que se conserva por medio de la guerra y de las conquistas. Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura, preferirían las repúblicas a los reinos, y me parece que estos deseos se conforman con las miras de Europa.
No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros; por igual razón rehuso la monarquía mixta de aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra. No siéndonos posible lograr entre las repúblicas y monarquías lo más perfecto y acabado, evitemos caer en anarquías demagógicas, o en tiranías monócratas. Busquemos un medio entre extremos opuestos que nos conducirán a los mismos escollos, a la infelicidad y al deshonor. Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de América; no la mejor, sino la que sea más asequible.
Por la naturaleza de las localidades, riquezas, población y carácter de los mexicanos, imagino que intentarán al principio establecer una república representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el poder Ejecutivo, concentrándolo en un individuo que, si desempeña sus funciones con acierto y justicia, casi naturalmente vendrá a conservar una autoridad vitalicia. Si su incapacidad o violenta administración excita una conmoción popular que triunfe, ese mismo poder ejecutivo quizás se difundirá en una asamblea. Si el partido preponderante es militar o aristocrático, exigirá probablemente una monarquía que al principio será limitada y constitucional, y después inevitablemente declinará en absoluta; pues debemos convenir en que nada hay más difícil en el orden político que la conservación de una monarquía mixta; y también es preciso convenir en que sólo un pueblo tan patriota como el inglés es capaz de contener la autoridad de un rey, y de sostener el espíritu de libertad bajo un cetro y una corona.
Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizás una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares, podrá ser con el tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo: estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra! Como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio.
Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo o una nueva ciudad que con el nombre de Las Casas (en honor de este héroe de la filantropía), se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía Honda. Esta posición aunque desconocida, es más ventajosa por todos respectos. Su acceso es fácil y su situación tan fuerte, que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un territorio tan propio para la agricultura como para la cría de ganados, y una gran de abundancia de maderas de construcción. Los salvajes que la habitan serían civilizados, y nuestras posesiones se aumentarían con la adquisición de la Guajira. Esta nación se llamaría Colombia como tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia de que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo, electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario si se quiere república, una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo de libre elección, sin otras restricciones que las de la Cámara Baja de Inglaterra. Esta constitución participaría de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios. Como esta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearla lo que en mi opinión es mejor. Es muy posible que la Nueva Granada no convenga en el reconocimiento de un gobierno central, porque es en extremo adicta a la federación; y entonces formará por sí sola un Estado que, si subsiste, podrá ser muy dichoso por sus grandes recursos de todos géneros.
Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en Buenos Aires, Chile y el Perú; juzgando por lo que se trasluce y por las apariencias, en Buenos Aires habrá un gobierno central en que los militares se lleven la primacía por consecuencia de sus divisiones intestinas y guerras externas. Esta constitución degenerará necesariamente en una oligarquía, o una monocracia, con más o menos restricciones, y cuya denominación nadie puede adivinar. Sería doloroso que tal caso sucediese, porque aquellos habitantes son acreedores a la más espléndida gloria.
El reino de Chile está llamado por la naturaleza de su situación, por las costumbres inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de sus vecinos, los fieros republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que derraman las justas y dulces leyes de una república. Si alguna permanece largo tiempo en América, me inclino a pensar que será la chilena. Jamás se ha extinguido allí el espíritu de libertad; los vicios de Europa y Asia llegarán tarde o nunca a corromper las costumbres de aquel extremo del universo. Su territorio es limitado; estará siempre fuera del contacto inficionado del resto de los hombres; no alterará sus leyes, usos y prácticas; preservará su uniformidad en opiniones políticas y religiosas; en una palabra, Chile puede ser libre.
El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal; oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas. Aunque estas reglas serían aplicables a toda la América, creo que con más justicia las merece Lima por los conceptos que he expuesto, y por la cooperación que ha prestado a sus señores contra sus propios hermanos los ilustres hijos de Quito, Chile y Buenos Aires. Es constante que el que aspira a obtener la libertad, a lo menos lo intenta. Supongo que en Lima no tolerarán los ricos la democracia, ni los esclavos y pardos libertos la aristocracia; los primeros preferirán la tiranía de uno solo, por no padecer las persecuciones tumultuarias, y por establecer un orden siquiera pacífico. Mucho hará si concibe recobrar su independencia.
De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrán el suceso; algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales; se fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la actual, ya en las futuras revoluciones, que una gran monarquía no será fácil consolidar; una gran república imposible.
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración, otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre que concibió el laudable delirio de reunir un Congreso europeo, para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones.
«Mutuaciones importantes y felices, continuas pueden ser frecuentemente producidas por efectos individuales». Los americanos meridionales tienen una tradición que dice: que cuando Quetzalcoatl, el Hermes, o Buda de la América del Sur resignó su administración y los abandonó, les prometió que volvería después que los siglos designados hubiesen pasado, y que él restablecería su gobierno, y renovaría su felicidad. ¿Esta tradición, no opera y excita una convicción de que muy pronto debe volver? ¡Concibe usted cuál será el efecto que producirá, si un individuo apareciendo entre ellos demostrase los caracteres de Quetzalcoatl, el Buda de bosque, o Mercurio, del cual han hablado tanto las otras naciones? ¿No cree usted que esto inclinaría todas las partes? ¿No es la unión todo lo que se necesita para ponerlos en estado de expulsar a los españoles, sus tropas, y los partidarios de la corrompida España, para hacerlos capaces de establecer un imperio poderoso, con un gobierno libre y leyes benévolas?
Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados generales, sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o dios del Anáhuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que usted propone. Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano y no ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean dioses. Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera. Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre quiere decir Santo Tomás; otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatán, Chilan-Cambal. En una palabra, los más de los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado con más o menos extensión la cuestión sobre el verdadero carácter de Quetzalcoatl. El hecho es, según dice Acosta, que él establece una religión, cuyos ritos, dogmas y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la más semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores católicos han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres autores. La opinión general es que Quetzalcoatl es un legislador divino entre los pueblos paganos de Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Moctezuma, derivando de él su autoridad. De aquí que se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al gentil Quetzalcoatl, aunque apareciese bajo las formas más idénticas y favorables, pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de las otras.
Felizmente los directores de la independencia de México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto, el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta.
Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga, siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.
Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y de fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares y combatida por España que posee más elementos para la guerra, que cuantos furtivamente podemos adquirir.
Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado a Europa, volarán a Colombia libre que las convidará con un asilo.
Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a usted para que los rectifique o deseche según su mérito; suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a usted en la materia.
Soy de usted, etc., etc.
Kingston, 6 de septiembre de 1815

Redactores:
La Paz: Marco Antonio Fernández Alanoca, Sulma Echaverría García, Wilfredo Pomier Miranda y Juan Carlos Segales Limachi. Cochabamba: Alonso Contreras Baspineiro, Fernando Méndez Terrazas y Claudia Zegarra Rivero. Santa Cruz: Alejandro Dausá. Oruro: Héctor A. Hinojosa Rodríguez. Sucre: Roberto Valdiviezo Luna. Potosí: Rosa Laime Muñoz. Trinidad: Emil Balcázar Lara. Madrid (España): Carlos M. Caravantes García.  
Sobre el Comandante de Nuestra América: www.chebolivia.org
De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.

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