Aquí
La Paz (Bolivia), nueva
etapa, 1 de febrero de 2012 Año I No. 52
Afiliado a la Federación Latinoamericana de
Periodistas, Felap
Editor: Remberto
Cárdenas Morales
http://www.semanarioaqui.com
Edición de homenaje a Pedro Moye Noza, niño
fallecido accidentalmente el 21 de agosto de 2011 durante la VIII Marcha
Indígena en defensa del TIPNIS.
Índice
Editorial
El
Presidente propone que indígenas decidan construcción del camino de la
discordia
De sábado a sábado (180)
Gobernantes
alientan disputas entre sectores populares para resolver conflictos
Remberto
Cárdenas Morales
Maligno ajedrez
(ElNuevoDía,Domingo)
Roger Cortez
Hurtado
El
TIPNIS desalienta
Por Antonio Peredo
Leigue
Entre el
congreso de la COB y el nuevo Gabinete
Por: Alfredo Rada
Incongruencias del
gobierno seudo socialista del MAS
¡Viva el D.S. 21060 y su vigencia!: “Nadie puede
trabajar menos de ocho horas”
Manuel González Callaú
de nuestra tierra
Ministra de Comunicación:
“Si la prensa no debate una nueva ley, lo hará la
sociedad”
Diario Pagina Siete, La
Paz
La Ley
de Imprenta de Bolivia, esa venerable
Por José
Luis Exeni
Espinosos
retos para la cartera de Comunicación
Por Baldwin
Montero Plaza
Teresa Alem sobre Alasita 2012
Sin dinero se recupera la Alasita, fiesta del
intercambio y de la esperanza
Yuri Aguilar
Dávalos
batalla
de kuruyuki
Evo promete acabar con la
esclavitud de los guaraníes
Diario
Cambio
La Masacre de Kuruyuki en
tierra guaraní
Diario
El País, Tarija
lucha de nuestros pueblos
Raúl Castro:
El rumbo ya ha sido trazado
Entrevista a Ignacio Ramonet en Porto Alegre
sobre la coyuntura mundial
"Si el movimiento social no da paso a la
política,
la crisis seguirá sirviendo a la extrema
derecha"
Por Martín Granovsky
Malvinas, la memoria
Declaración del BP del CC del PCM
Las aventuras
imperialistas ponen a la humanidad al borde de una nueva guerra
farc-ep
Escrito por
Gabriel Ángel: Invencible Alfonso, invencibles FARC-EP
josé martí
Martí y la educación
De América soy hijo y a ella me debo
Por Ramón Guerra Díaz
lecturas
La
dimensión ética en la formación docente
fundada
en una pedagogía de preocupación por los “otros”
Roberto Valdiviezo Luna
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La Paz (Bolivia), nueva
etapa, 1 de febrero de 2012 Año I No. 52
Afiliado a la Federación Latinoamericana de
Periodistas, Felap
Editor: Remberto
Cárdenas Morales
http://www.semanarioaqui.com
Edición de homenaje a Pedro Moye Noza, niño
fallecido accidentalmente el 21 de agosto de 2011 durante la VIII Marcha
Indígena en defensa del TIPNIS.
Editorial
El
Presidente propone que indígenas decidan construcción del camino de la
discordia
El Presidente, en
respuesta a los marchistas del Consejo Indígena del Sur (Conisur) propuso que
éstos, con los que protagonizaron la VIII marcha en defensa del TIPINIS,
conversen para acordar la anulación de la Ley que prohíbe la construcción de un
camino por medio de la reserva natural y territorio indígena y, además, que en
ese mismo diálogo determinen la construcción de la vía Villa Tunari-San Ignacio
de Moxos, en su segundo tramo. Dicho de otra forma: Evo Morales pretende que
sean los indígenas (cocaleros marchistas incluidos) los que resuelvan el problema
que él en especial ha provocado y que tiene que resolver. Es una maniobra
(¿envolvente?) que alientan, sugieren, organizan o imponen los gobernantes y
que ejecutan operadores a su servicio: que los sectores del pueblo, es decir,
que los empobrecidos solucionen líos en los que, hombres y mujeres del Estado
plurinacional, no quieren “mezclarse”. Leamos:
La marcha que llegó
a La Paz el lunes 30 de enero con la exigencia de anulación de la Ley que
defiende al TIPNIS y para demandar la construcción del camino de la discordia,
fue pedida por el Presidente por lo que no es una exageración decir que esa
caminata fue para él. Además, antes que empezara esa caminata el Alcalde de
Villa Tunari dijo que ese municipio respaldaría con todo lo que requieran los
marchistas. Ese funcionario público acaba de asegurar que “su” casa municipal y
la de San Ignacio de Moxos abrirán el camino si es que no lo hace el gobierno.
El Presidente, con
parábolas (“Narración de un hecho fingido…”) a veces o desafiante casi siempre
pidió la caminata de la que, según él, participaron los “verdaderos” indígenas
y ocultó la participación de los cocaleros del Conisur. Los dirigentes de la
VIII marcha indígena, por los medios a su alcance, han explicado que excepto
los indígenas de Oromomo que mantienen su identidad, los otros originarios se
han convertido en peones de los cocaleros y varios de ellos han sido dotados de
tierras en propiedad personal por lo que dejaron de vivir en comunidad.
Los marchistas del
Conisur perdieron su capacidad de autodeterminación el momento en el que,
aleccionados por el primer ciudadano del país y otros funcionarios públicos, a
lo llunk’u se incorporaron a la marcha, aunque otros lo hicieron porque
creyeron que les iban a pagar Bs 300 por día de caminata y víveres, de acuerdo
a la denuncia de los que se retiraron de esa acción cuando se sintieron
burlados porque no les llegó la paga. Además, de la marcha participaron niños,
mujeres embarazadas (cuatro de ellas dieron a luz durante la caminata),
ancianos, tal cual sucedió en la VIII marcha en defensa del TIPNIS. Esta vez
los gobernantes dieron “por bien hecho” lo que rechazaron de los caminantes de
la mayoría de los indígenas el año pasado.
La VIII marcha fue
presentada, por los gobernantes, como una acción política que tenía como
objetivo fundamental echar del Palacio Quemado al Presidente, como éste
“denunció” el día que informó de sus labores de 2011 ante la Asamblea
Legislativa Plurinacional, el último 22 de enero. En cambio, la marcha del
Conisur fue y es mostrada como plena de virtudes: reivindicativa, pacífica, en
reclamo de legítimos derechos (como el de la consulta).
Quizá lo más
importante: los marchistas del Conisur están extraviados porque impulsan y
sostienen una medida en contra de sus intereses. Ocurrió en Bolivia y en otros
países latinoamericanos y caribeños: sectores del pueblo libraron acciones que
favorecieron planes ajenos.
Los 37 corregidores
que se entrevistaron con el Presidente en el Palacio de Gobierno, por lo que
dijeron, pusieron a la vista que les importa el camino (de la discordia) sin
reparar que con esa obra, en pocos años, se destruirían las riquezas naturales
del lugar, de las que ellos viven y vivirán mientras exista el bosque. Queda
más claro que la depredación les preocupa nada cuando demandan caminos
vecinales, es decir, caminos que unan sus comunidades con la vía principal que
exigen se construya. Esa petición pone de manifiesto, asimismo, que el camino
de la discordia no unirá a la mayoría de las comunidades indígenas del Isiboro Sécure.
Por lo que dijo el Presidente en su encuentro con los delegados del Conisur ni
él fue avisado de la demanda de los caminos vecinales. Esto no estaba en la
“agenda”, dijo el Presidente, luego que leyó ese punto del pliego de peticiones
de los marchistas, por los que siente pena, por ejemplo, R. Puente.
A propósito de la
pena que provocó en algunos aquella marcha, cabe subrayar el comportamiento del
pueblo paceño y los que nos incorporamos a este inmenso contingente humano: los
paceños del pueblo se vuelven o son sabios cuando se trata de la defensa de sus
legítimos intereses y de los de Bolivia. No esperaron a los marchistas, a pesar
de que el Ministro de la Presidencia tuvo la osadía de pedir que los paceños
reciban a los delegados del Conisur.
Los paceños y no
peceños que vieron la marcha se abstuvieron de aplaudir o de insultar a los
marchistas. Pocos invitaron refrescos y/o alimentos a los forasteros que
entraron a la sede de gobierno. Hubo excepciones: algunos silbaron a los
caminantes o los llamaron vendidos al gobierno. Pero nada oculta que los
paceños y residentes en La Paz nunca tuvieron en sus planes recibir a tomatazos
a los llegados. Este rumor fue otra mentira de los gobernantes.
A propósito de
mentiras sólo señalamos las más notorias y dichas hace horas por el Presidente:
Que él nada tuvo que ver con la organización de la marcha de los de Conisur y
que nunca trabajó con ONG, que él no puede decir qué deben hacer los masistas
de la Asamblea Legislativa Plurinacional y que son los “verdaderos” indígenas
(y no cocaleros) los que dicen que no volverán a sus casas sin la anulación de
la Ley de protección al TIPNIS, que él defiende los intereses de Bolivia y que
con el camino quiere el progreso de la gente de la reserva natural y del
territorio indígena.
El enfrentamiento,
ahora en el plano de las ideas, también tiene lugar entre los indígenas que
protagonizaron la VIII marcha indígena y los protegidos por el gobierno: los
del Conisur que buscan el camino por medio del TIPNIS de modo que esa obra facilitaría
la destrucción de esa riqueza que de veras es de todos los bolivianos y en
primer lugar de sus pobladores originarios.
Ese enfrentamiento
en el campo de las ideas, sin embargo, puede escalar hacia otro de tipo
orgánico y físico, es decir, habrá una mayor división en las organizaciones
indígenas y un riesgo altamente probable: lo que en otro tiempo de llamó
“cha’mpa guerra”, peleas físicas y que no serían ti’nku (encuentro) alguno sino
desencuentro. Vale recordar sólo los enfrentamientos, casi siempre sangrientos,
entre laimes, kakachacas y jucumanis, para que se haga todo (y todos) lo que
esté a nuestro alcance para evitar lo que podría suceder en el TIPNIS y en el
país entre hermanos y compañeros.
Sensiblemente el primer ciudadano del país,
otra vez induce a un enfrentamiento entre gente del pueblo, cuando propone que
deben conversar y ponerse de acuerdo entre los defensores del TIPNIS y los que
facilitarían la depredación de las riquezas de la reserva con el camino de la
discordia. Lo que decidan ambos bloques hará la ALP, les dice el Presidente en
la reunión con los corregidores en el Palacio de Gobierno.
Dicho en otro
castellano: con aquella propuesta el Presidente trata de lavarse las manos,
como Pilatos, una de las prácticas frecuentes en la conducta de los actuales
gobernantes.
A Evo Morales se le
debe exigir que se abstenga de proponer, facilitar, inducir, imponer… que los
empobrecidos se enfrenten entre ellos, lo que sucede cuando uno de los sectores
(como los de Conisur) marcha en contra de sus intereses, de los del pueblo y
del país.
Una regla inviolable
de los empobrecidos, sobre todo ahora, es que entre ellos no tienen por qué
pelearse porque la gente del pueblo, en cambio, debe formar un bloque unido,
organizado y consciente para defender los verdaderos intereses regionales,
populares y plurinacionales
De sábado a sábado (180)
Gobernantes alientan
disputas entre sectores populares para resolver conflictos
Remberto
Cárdenas Morales*
Datos recogidos de
la realidad actual nos convencen de que los gobernantes y el Presidente en
particular estimulan, organizan, sugieren o consienten enfrentamientos entre
sectores del pueblo como “método” o “técnica” para resolver conflictos o
contradicciones de clases sociales y/o pueblos indígenas. Citamos ejemplos
recientes para mostrar la afirmación precedente.
—Trabajadores
mineros asalariados de la Empresa Minera Huanuni, con cooperativistas mineros,
se disputaron parajes en el cerro Posokoni para explotar minerales de estaño en
octubre de 2006. Los gobernantes sabían o debieron advertir que los asalariados
de ese centro minero, como en otras ocasiones, defenderían la extracción de
minerales en la heredad estatal. Así como era del conocimiento suyo que los
cooperativistas, como sucede en este momento, entonces trataban de acrecentar
sus pertenencias mineras (concedidas en usufructo pero no en propiedad y
también tomadas de hecho) a costa de las reservas fiscales, preferentemente,
porque aquéllas contienen ricos recursos naturales no renovables.
Ante esos hechos los
gobernantes asumieron una actitud, para decir lo menos, negligente, desde la
cúspide del poder, así como admiten que aquella disputa debía ser resuelta por
los sectores sociales y económicos concernidos en el conflicto. Sabemos que a
las 3 de la mañana del día del enfrentamiento luctuoso en Huanuni (6-X-06), el
que en ese momento era ministro de Trabajo, Alex Gálvez, fue avisado de que
ambos sectores laborales alistaban barricadas y los vecinos del centro minero
temían un enfrentamiento, ante lo que deciden “dar parte” a las autoridades
nacionales, vía el Ministro citado. La policía llegó después de los hechos
sangrientos y luego de que el Vicepresidente anunció que mandarían ataúdes para
enterrar a los muertos.
Hasta este momento
el gobierno ni siquiera ordenó una investigación que establezca las causas,
actores, ideas, propuestas, agentes económicos, accionar de partidos políticos,
etc.
—Cuando pobladores
de Caranavi sostenían un bloqueo del camino La Paz-Caranavi en demanda de la
instalación de una planta de cítricos en aquella capital de provincia, el
entonces ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, difundió que allí operaba un
movimiento político armado, que infiltrados mataron a dos estudiantes (M.F.
Hernani y D. Calisaya), y que se corría el riesgo de que cooperativistas
auríferos de la región desbloqueen y que se produzca un enfrentamiento entre
grupos del pueblo. Este supuesto enfrentamiento sirvió como “argumento” para
que se ordene la intervención de 700 policías, la mayoría de ellos ingresó a
Caranavi a pesar de que ya se había desarticulado el bloqueo y no obstante de
que esa ciudad intermedia está ubicada a tres kilómetros del lugar en el que se
interrumpió el tránsito de vehículos por lo que allí ya no se necesitaban
efectivos policiales.
Téngase en cuenta
que en este caso el entonces Ministro de Gobierno recurrió a tres mentiras para
sofocar el conflicto y, particularmente, el cuento de riesgo de un
enfrentamiento entre sectores del pueblo los que, con certeza, siempre tienen
más cosas en común, es decir, salvo excepciones es más fuerte lo que los une
que lo que los separa a la gente del pueblo.
—Son pobladores
empobrecidos los que discuten el derecho de propiedad sobre territorios
situados en la frontera entre Oruro y Potosí. El origen de la discordia es una
mala delimitación administrativa que se arrastra años y que en ese caso
orureños y potosinos reivindican tierras aptas para el cultivo de quinua,
pretenden más habitantes en cada territorio departamental para aumentar la
cuota de dinero que les toca según la ley de Participación Popular del
movimientismo y lo más importante: en el territorio que unos y otros reclaman
se encuentra una importante reserva de piedra caliza, materia prima para la
producción de cemento.
Las autoridades departamentales
de Oruro y de Potosí, parcialmente, e involucradas en la demanda de porciones
del territorio disputado, pertenecen al MAS o son los “invitados” del gobierno
para ejercer alguna función pública. Quizá por esa circunstancia se encuentran
a salvo, ahora, de que se les endilgue vínculos con la derecha o con alguna
oposición así ésta no exista.
Frente a la batalla
que libran orureños y potosinos los gobernantes, aunque de manera discontinua,
los gobernantes alegan que ellos no pueden ser ni siquiera mediadores del
conflicto o que la solución la deben buscar los contingentes departamentales
señalados y que esa resolución no la tiene que encontrar el gobierno.
Otra vez, en ese
caso, los gobernantes esperan que sectores populares encuentren una salida al
diferendo. Y mientras más distantes se encuentren o estén en realidad los
gobernantes respecto del lío tanto mejor para ellos.
—Durante la VIII
marcha indígena que con su acción indoblegable y el extenso apoyo del pueblo
boliviano consiguió la Ley 180 (ley corta o de protección al TIPNIS), el
gobierno ensayó lo que en este último tiempo se muestra como el recurso que
tienen a la mano los oficialistas como camino de arreglo de conflictos y/o
enfrentamientos clasistas y de pueblos indígenas. Recordemos que a pesar del
bloqueo de los colonizadores en Yucumo, para impedir el paso de los marchistas
de los pueblos indígenas (2011), el gobierno propuso de manera abierta que esos
bloqueadores debían dialogar y conciliar con los marchistas indígenas, el año
pasado. Entre otras demandas, entonces, la principal de los autodenominados
(ahora interculturales) fue que los caminantes acepten la construcción del
camino de la discordia y por el medio del TIPNIS, así como demandaron de los
indígenas que dejen de reclamar la consulta previa ante alguna obra que podría
afectarle.
El Presidente y
otros voceros oficiales y oficiosos del gobierno ahora proponen que los que
consiguieron la protección del TIPNIS con la llamada ley corta y los que
marcharon los últimos días para que se construya el camino de la discordia por
el corazón de la reserva natural y territorio indígena, tienen que buscar un
acuerdo mediante el diálogo.
—La confrontación
entre vecinos de Yapacaní, por culpa de un alcalde que se negó a renunciar no
obstante de que se sirvió del cargo público que ejerció y a pesar de su
negligencia denunciada, se dejó crecer hasta los llamados enfrentamientos entre
vecinos, los que costaron la vida de tres personas y de más de 50 heridos. No
debemos olvidar, asimismo, que el alcalde de marras recibió refuerzo de
pobladores de Bulo Bulo y del Chapare, el que sirvió poco, porque la razón y la
fuerza fueron favorables a los yapacanenses que ejercieron su derecho a la
participación de la lucha política para defender sus legítimos intereses
colectivos y personales.
Ante el
enfrentamiento en Yapacaní ministros del gobierno dijeron que la derecha
llevaba la batuta en el conflicto. Todo con el ánimo de restar simpatía y apoyo
a la causa popular en la próspera ciudad intermedia cruceña.
Aquellos son casos
visibles que permiten constatar que los gobernantes y, en particular el
Presidente, esperan que los enfrentamientos entre sectores del pueblo faciliten
una salida a los conflictos la que, a la vez, muestre al gobierno, sobre todo
al Presidente, limpio de polvo y paja.
La Paz, 28 de enero
de 2012.
*Periodista
Maligno ajedrez (ElNuevoDía,Domingo)
Roger Cortez Hurtado
Es un hecho irrebatible
que las energías de los principales funcionarios y los más encumbrados
dirigentes del MAS se concentran hoy en tratar de derrotar,
humillar y asfixiar al movimiento social que abrió cauce al proceso
constituyente.
El rediseño del equipo
de ministros se ha montado, antes que nada, sobre el ansioso deseo de contar
con las personas y recursos que permitan aniquilar las conquistas obtenidas por
la VIII marcha indígena y el movimiento popular que bloqueó el proyecto de
construcción de una carretera a través del TIPNIS; sólo en segundo lugar, el
recambio del gabinete apunta a agilizar la atención de demandas y conflictos y
mejorar la gestión administrativa.
Entender las razones y
fuerzas que han convertido la construcción de una carretera en la mayor de las
prioridades estatales sigue desafiando la capacidad de análisis, pero después
de re examinar toda la oferta de explicaciones me quedo como primera causa, con
la centralidad que tiene dentro del nuevo bloque de poder un grupo de
especuladores de tierras, cuyo designio para el TIPNIS es convertirlo en la
primera área de expansión de sus actividades comerciales y especulativas de
tierras agrícolas.
Desde ese punto de
vista, más importante que los cambios en los “ministerios políticos” es la
continuidad de quienes administran las concesiones de tierras y el entorno
íntimo presidencial. Los demás funcionarios, incluyendo la Vicepresidencia,
trabajan en función de la demanda y los intereses que se gestionan en torno a
ese núcleo duro; pagando, de paso, los errores teóricos que cometieron cuando
postulaban que la visión autonómica indígena tenía sello e impronta andina.
El segundo factor que
empuja a sobredimensionar el esfuerzo por recuperar el proyecto de construcción
de la carretera, dividiendo imprescindiblemente al Parque Nacional, resulta de
la combinación de territorialidad cocalera chapareña (más que de la necesidad
de expandir ilimitada y continuamente los cocales) y la muy peculiar
consistencia y densidad de la jefatura que ejerce el Presidente del Estado. Los
otros motores del conflicto, como los intereses brasileños y los beneficios de
maniobras corruptas resultan secundarios en este contexto.
La mayor parte de los
ministros, jerarcas parlamentarios, máximos dirigentes de organizaciones sociales
de confianza, no creen ni comparten los bríos con que el supremo conductor
encara y reaviva el conflicto y tampoco usufructúan directamente las ganancias
y beneficios del sector que lucra con la especulación de tierras, pero ninguno
de ellos sueña siquiera con contradecir a la jefatura, porque jamás
arriesgarían el mayor bien que define a la burguesía burocrática, que es su
cuota de poder y su carrera política.
Por el contrario, todos
se esmeran en sobresalir por encontrar fórmulas de triunfo imposible como
la exhumación de la consulta “previa”, el diálogo a palos entre los
nuevos marchistas y la dirigencia de CIDOB, o exigir la primera prueba de
lealtad al flamante Tribunal Constitucional. Absorbidos por esa competencia, ni
siquiera los privilegiados tecnócratas de Hacienda u otros componentes
“técnicos” se atreven a hacer notar la desmesura que resulta el que cuatro de
cada seis iniciativas estatales de las últimas semanas, se relacionen con la
reactivación del conflicto del TIPNIS.
En cualquier caso, todos
carecen de la capacidad e independencia para reconocer que la anulación de la
“ley corta”, o cualquier otra fórmula similar, sólo profundizará la derrota
estratégica que cosecharon en 2011.
El TIPNIS desalienta
Por
Antonio Peredo Leigue
Enero
31, 2012
Ayer, en Palacio de
Gobierno, Evo Morales se entrevistó con los representantes de la segunda marcha
del TIPNIS y dijo algo importante, aunque con muchas semanas de retraso:
lleguen a un acuerdo entre ustedes para reformular la ley corta. Los marchistas
del CONISUR fueron recibidos por el Presidente y sus ministros, al terminar la
tarde, luego de enfrentar a policías y maltratar a periodistas. Se sentaron en
una misma mesa donde, las autoridades, tuvieron la paciencia de escuchar a cada
uno de los 37 corregidores presentes en la negociación. Todos, sin excepción,
reclamaron la modificación de la ley corta, dijeron que quienes dirigieron la
primera marcha no los representan y reclamaron por la construcción de la
carretera de Villa Tunari a San Ignacio de Moxos.
Todo esto era de
esperar. El Presidente Morales dijo estar de acuerdo en sus peticiones, pero
dejó establecido claramente que, la modificación de la llamada “Ley Corta” sólo
era posible en la Asamblea Legislativa. Añadió que, los legisladores, no
propiciarían una modificación, si no hay acuerdo entre los pueblos del Parque
Nacional Isiboro Sécure. Durante 47 días caminaron hasta llegar a La Paz, con
la esperanza de que, el gobierno, los recibiera y les dijera que su marcha
hacía ver la necesaria anulación de aquella ley que declara la intangibilidad
del TIPNIS.
Pero fueron otros
tantos, o algo más, los días de la marcha del otro sector que llegó a La Paz
demandando que la carretera no pase por el Parque. Llegaron después de muchos
incidentes, incluyendo la represión policial. Cuando llegaron a La Paz
lograron, en negociación con el gobierno, la promulgación de una ley que
expresamente prohíbe la construcción de la carretera a través del TIPNIS, para
asegurar lo cual incluyeron el término ‘intangibilidad’ que dio motivo a
interpretaciones exageradas.
Desde este lunes 30
de enero, están aquí los marchistas contrarios a esa ley. El presidente ha
convocado a un diálogo entre las dos partes, pero no hay base para dialogar.
Los primeros alcanzaron su objetivo; no hay razón alguna que los lleve a discutir
la revisión de esa ley. Pero, quienes llegaron ayer, están convencidos de que
el gobierno puede lograr esa revisión. Ya los dirigentes de quienes rechazan la
construcción de la carretera, que tienen representación parlamentaria, han
formado un bloque para defender la llamada ‘ley corta’. Los llegados ahora no
tienen ese tipo de representación, pero pueden contar con otros apoyos. La
alternativa no se ve conciliadora; más bien aparece como otra confrontación,
cualquiera sea el resultado. Es una perspectiva desalentadora.
Pero, quedarnos en
esa expresión sería como resignarnos al enfrentamiento, del que seremos
espectadores, sin tomar partido. No es correcto, tratándose de un tema que
concierne a todos. Técnicamente, podría proponerse la formación de una comisión
internacional de expertos que establezca las posibilidades de esa construcción;
pero ese no es el caso. La confrontación tiene características políticas y es
en ese terreno que debe resolverse.
La consulta previa a
los pueblos indígena originario campesinos es un requisito que sanciona la
Constitución Política del Estado. El artículo 30, parágrafo II, inciso 15,
establece este derecho de los pueblos indígena originario campesinos: “A ser
consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a través de sus
instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas
susceptibles de afectarles. En este marco, se respetará y garantizará el
derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe
y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales no renovables
en el territorio que habitan”. Es una definición muy clara que incluye, sin
duda alguna, la posibilidad de construir una carretera. Sí. Ese tipo de
construcción, además de afectar sus usos y costumbres, modifica su medio
ambiente. Que esa afectación sea constructiva, corresponde demostrarlo al
Estado en una consulta de buena fe y concertada, particularmente con sus
instituciones.
No se trata de hacer
referendo, como algunos diputados y senadores han propuesto. Se trata de los
derechos de uno o más pueblos indígena originario campesinos. Son una minoría,
frente a los pobladores del Chapare y de Moxos. Nadie lo desdice. Pero se trata
de aplicar la consulta previa a esos pueblos que son minoría, precisamente
porque lo son, porque la Constitución les reconoce el derecho a ser iguales a
los demás pueblos, etnias y naciones que conforman Bolivia, más allá de su
número.
Reconozcamos que
cometimos un error muy grave que tendrá un fuerte costo. Reconozcamos que,
quienes se oponen a la construcción de la carretera, son también indígenas que
viven en el TIPNIS, tal como los que reclaman la construcción. Estos últimos
dicen que no fueron consultados por sus dirigentes. El Estado tiene la responsabilidad
de hacer la consulta, esa consulta que debió hacerse antes de comenzar la
construcción, no del tramo, sino de la carretera. Tendremos que hacerla con
muchos factores en contra. Hagámosla de buena fe y busquemos la concertación.
Es responsabilidad del Estado, según dice la CPE. El peor error, más grave de
los cometidos hasta ahora, sería dejar que se enfrenten entre pueblos que viven
en aquel parque.
Busquemos
soluciones, no dejemos que la confrontación sea más profunda de la que existe
en este momento. Chimanes, yuracarés, moxeños y otras etnias asentadas en el
TIPNIS son nuestros hermanos. Tratémoslos como tales.
Entre
el congreso de la COB y el nuevo Gabinete
Por: Alfredo Rada
Más de una semana de espera, varias disputas
internas que hasta llegaron al pugilato y, finalmente, las decisiones. Después
de seis años, el mismo tiempo que lleva Evo Morales en Palacio, la Central Obrera Boliviana realizó su XV Congreso en Tarija. Esa
COB que el año 2006 dudó en apoyar al proceso de cambio, pero luego –los años
2007 y 2008- participó abiertamente de él, sumando su fortaleza simbólica y
capacidad de convocatoria al de otras organizaciones aglutinadas en la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam). El pico más alto de las
movilizaciones de masas convocadas por la COB y la Conalcam para apoyar las transformaciones sociales y
políticas, fue la multitudinaria marcha de octubre de 2008 exigiendo el
referéndum que finalmente aprobó en las urnas la nueva Constitución Política
del Estado.
Pero luego del más grande triunfo popular –la
puesta en vigencia del nuevo texto constitucional- comenzó el distanciamiento
entre la central sindical y el gobierno; mientras aquélla retornaba al
salarialismo diluyendo su capacidad de incidencia estratégica, éste priorizaba
la gestión de corto plazo perdiendo el impulso transformador. El
distanciamiento se convirtió en confrontación los dos últimos años, agravado en
diciembre de 2010 por el denominado “gasolinazo”, una medida que la COB convocó
a resistir en las calles hasta forzar su anulación.
El retorno político de la clase obrera
Lo más importante del XV Congreso de la COB es el
renovado protagonismo obrero que, desde los socavones de Huanuni, propuso al
cónclave laboral una Tesis Política que delinea con precisión la continuidad
entre los cambios democráticos y las transformaciones económico-estructurales,
en párrafos tan interesantes como este: “Para nosotros la lucha
antiimperialista tiene un único contenido: la lucha por el Socialismo.
Diariamente se viene especulando que el nacionalismo u otra tercera vía, es
ajeno tanto al capitalismo como al socialismo. Se insinúa que es una política
neutra entre ambos extremos, que llega a su punto culminante bajo la forma de
capitalismo de Estado. Algunos teóricos de esta tendencia sostienen que América
Latina puede lograr su pleno desarrollo económico siguiendo el llamado ‘modelo
nacional del capitalismo de Estado’, por la conciliación del capital privado
con la economía estatal. Ambas formas de economía, al no salir del área del
sistema capitalista, concluyen consolidando nuestro atraso y dependencia.”
¡Exacto! Los obreros le están enseñando economía
política marxista a la adocenada intelectualidad que hoy deambula por los
pasillos del poder.
En el Congreso cobista –que concluyó demandando la
inmediata nacionalización de las minas que están bajo control de las empresas
transnacionales- hubo también una reacción de la base laboral contra la
burocracia dirigencial representada por Pedro Montes. Terminaron eligiendo como
secretario ejecutivo a Juan Carlos Trujillo, un minero de 33 años de edad. Es
el dirigente más joven desde que Juan Lechín, con 37 años, asumiera el 18 de
abril de 1952 la máxima cartera en la fundación de la COB. La elección de
Trujillo puede ser el inicio de una saludable renovación, no exenta sin embargo
de algunos lastres como Jaime Solares, que fue agente de los servicios de
represión de la última dictadura militar.
El nuevo Gabinete
En La Paz y casi coincidiendo en el tiempo con el
evento sindical, el presidente Evo Morales hizo ajustes a su equipo
ministerial. Optó por mandar una señal a la población urbana juramentando a
profesionales de la clase media en la mayoría de los ministerios. En los seis
años de gobierno, éste es el gabinete con menor presencia indígena y obrera,
incluso en un ministerio tan simbólico como el de Justicia. En descargo de este
caso particular se podrá decir que nunca como hoy hubo tantos magistrados
indígenas y mujeres al frente del poder judicial.
El cálculo en Plaza Murillo es correcto: en las
ciudades se ha producido el mayor desgaste gubernamental y es allá también que
se concentra más del 60% del padrón electoral, por lo que recuperar fuerza
política urbana es algo en lo que se juega la continuidad del proceso y del
propio gobierno.
Es también un acierto el fortalecimiento del
gabinete político incorporando a Juan Ramón Quintana en el Ministerio de la
Presidencia y designando a Carlos Romero en el de Gobierno. Este recambio de
piezas tiene por objetivo superar la debilidad en la prevención y resolución de
conflictos, pero en estas asignaturas no está demás recordar que el trabajo de
un par de personas no será suficiente, si es que no funciona la coordinación
con los sectores sociales y el apoyo de una estructura política nacional
(tendría que ser el Movimiento al Socialismo, MAS) como pilares de
gobernabilidad.
El riesgo que corre Quintana, como en su momento
le pasó a Sacha Llorenti, es que termine concentrando la carga negativa de
segmentos importantes de la población. Está claro que los partidos de oposición
y algunos medios de comunicación intentarán convertir este rechazo en un nuevo
factor de desgaste para el presidente.
¿Por qué funcionó el equipo ministerial del 2007
al 2009, ése al que Evo calificó como “gabinete histórico”? No fue por lo
brillante de sus componentes individualmente considerados, sino porque se
trataba de un equipo cohesionado por el liderazgo político del propio
presidente, por la claridad programático-estratégica y por el apoyo popular
movilizado a las reformas estructurales.
Este año que inicia hay que recuperar programa y
pueblo, lo que sólo se puede hacer planteando al país nuevas y más profundas
transformaciones y acumulando la fuerza social necesaria para implementarlas.
“Debemos escuchar al pueblo”, decía el canciller David Choquehuanca en su
discurso el día de la posesión del nuevo gabinete, esta es la receta. Las
soluciones no vendrán de la mano de técnicos convertidos en ministros que,
lejos de aportar al programa revolucionario, acentuarán la tendencia a administrar
el actual estado de cosas.
La
Paz, 27 de enero de 2012
Incongruencias del
gobierno seudo socialista del MAS
¡Viva el D.S. 21060 y su vigencia!: “Nadie puede
trabajar menos de ocho horas”
Manuel
González Callaú
El decreto supremo que aumenta las horas de trabajo
a los médicos en centros públicos de 6 a 8 horas, sin tomar en cuenta las
razones profesionales ni las conquistas sociales vulnera la CPE en su artículo
48 parágrafo III: “Los derechos y beneficios reconocidos en favor de las
trabajadoras y los trabajadores no pueden renunciarse, y son nulas las
convenciones contrarias o que tiendan a burlar sus efectos.”
Sin embargo, el gobierno y su ministerios de
Trabajo y de Justicia, guardan silencio a las jornadas de más de ocho horas que
hacen los asalariados de radio taxis quienes trabajan 12 horas, y ponen en alto
riesgo la vida de los usuarios y de ellos mismos; los conductores de transporte
interdepartamental e interprovincial; los empleados de muchas reparticiones
públicas; los empleados del comercio y muchas empresas privadas; los empleados
del servicio doméstico.
La conquista de las ocho horas de trabajo surge a
mediados del siglo XIX, cuando la tecnología no alcanzaba los niveles actuales.
En esos tiempos la energía eléctrica era una exclusividad para pocos, las
máquinas funcionaban a leña y a vapor, y la energía producida por los
hidrocarburos se desarrollaba. Los mártires de Chicago lucharon por la jornada
de 8 horas en 1886 y en 1919 fue reconocida mundialmente esa conquista, hace
casi ya un siglo.
Hoy que tenemos avances tecnológicos sorprendentes —–energía
nuclear, cibernética, robótica y automatización en la industria; comunicaciones
y transacciones comerciales transoceánicas casi en tiempo real— resulta
anacrónico seguir manteniendo las ocho horas de trabajo. Ahora que el ritmo de
la sociedad se ha acelerado, que las ciudades han crecido y los viajes hacia
las fuentes de trabajo son más largos, ante la tensión o estrés crecientes, el
trabajador necesita más tiempo para descansar y compartir con su familia,
dedicarse al ocio (que es un derecho) y al esparcimiento para relajarse y así,
en definitiva, conseguir mejor rendimiento laboral; además, como ya se dijo, el
altísimo avance tecnológico ha reducido el tiempo, en la mayoría de las tareas,
de hace 10 ó 20 años.
El actual gobierno (que dice que avanza al
socialismo), si es que tiene como uno de sus objetivos el “vivir bien”, debería
convertirse en el abanderado del respeto a la vida y dar un salto en la
legislación laboral latinoamericana, reduciendo la jornada de trabajo a 6
horas. Con esa medida se obligaría a la patronal (incluido el Estado) a generar
más fuentes de trabajo creando, por ejemplo, dos turnos en la administración pública
y un cuarto en las fábricas para así disminuir la desocupación.
Y algo más en materia laboral que muestra la cara
neoliberal del gobierno del MAS: mantiene el régimen de los consultores en la
administración pública, modalidad impuesta durante los gobiernos neoliberales
por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según la
cual esos trabajadores no gozan de las principales conquistas sociales
reconocidas por la CPE (seguro de salud, aguinaldo, vacaciones). La diferencia
del actual gobierno con los neoliberales es que los consultores de entonces
ganaban por mes entre Bs 15 mil, 20 mil o más, lo que les permitía asegurarse
en una entidad privada de salud y pagar consultas médicas caras, además de
tener capacidad de ahorro con el que se pagaban el “aguinaldo”; pero ahora, en
el actual gobierno, los consultores en las entidades públicas reciben
remuneraciones entre Bs 4 mil y 7, monto que apenas cubre una canasta familiar
para cinco miembros, además de que son contratos por plazos cortos, en el mejor
de los casos de un año.
El gobierno del Evo Morales mantiene en vigencia el
D.S. 21060 (supuestamente abrogado), porque en los hechos con la aprobación del
D.S. de aumento de horas de trabajo para los médicos del servicio público, está
aplicando el principio neoliberal de que nadie debe trabajar menos de ocho
horas. La desregulación y flexibilización laboral, la libre contratación, la
sobreexplotación con bajos salarios y exceso de horas de trabajo siguen
vigentes.
Es lamentable que el gobierno del MAS desconozca
que muchos sindicatos y organizaciones progresistas en el mundo están luchando
por la reducción de las horas de trabajo. En esa línea Venezuela desde el 1 de
mayo del 2010 instruyó reducir la jornada laboral a 6 horas y semanalmente a 36
horas en las empresas públicas y también en las privadas. En Argentina, el
gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem propuso a la OIT la reducción de la
jordana de trabajo a seis horas: ¡Qué paradoja!
Si esta es la política del “vivir bien”, estamos
perdidos, y los gobernantes mienten al pueblo.
de nuestra tierra
Ministra de Comunicación:
“Si la prensa no debate una nueva ley, lo hará la sociedad”
Diario Pagina Siete, La
Paz
A menos de una semana de haber asumido sus
funciones, la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, habló con Página Siete
sobre la futura legislación en comunicación y otros temas de su agenda. Dijo
que son los periodistas y empresarios de los medios y todos los involucrados en
el área los llamados a elaborar las propuestas para la nueva legislación en
comunicación e ingresar al debate; sin embargo, en caso de no haber
planteamientos, las organizaciones sociales podrán elaborar sus propuestas pues
se trata de un tema de interés de toda la ciudadanía.
Éste es el texto del diálogo en el Desayuno de
Trabajo.
Página Siete.- ¿Cómo llega usted al ministerio y
cuál es su percepción?
El Ministerio de Comunicación no tiene ni un año de
vida. Fue creado en febrero de 2011, como un esfuerzo del Gobierno destinado a
institucionalizar y fortalecer la comunicación del Estado.
Ahora, en cuanto a lo otro, llego al ministerio por
sorpresa. Tiempo atrás, el Vicepresidente me convocó a Palacio para conversar,
por supuesto que fui inmediatamente. Nadie le dice no a un Vicepresidente.
Cuando entré a la sala, estaban Álvaro García Linera y el mismo presidente Evo
Morales. Fue una conversación que me gustó porque el Presidente escuchó con
respeto, incluso críticas que hice, pues es abierto y muy franco; además, tiene
buen humor, lo cual me encanta. Tiempo después me llamó el Presidente y me dijo
que estaba reunido con el canciller David Choquehuanca y que habían acordado
invitarme para que me hiciera cargo del ministerio. Me enteré (de) que se
tejían especulaciones sobre nombramientos en el área, pero espero que mis
amigos y amigas comprendan que debía guardar silencio.
Página Siete.- ¿Cómo visibiliza de manera práctica
ese acceso a los medios de sectores que nunca tuvieron espacios?
Por ejemplo, un diario que comprende el proceso y
la nueva Constitución lo que tendría que hacer es abrir espacios para los
movimientos afro, los movimientos de diversidad sexual religiosa, etc., pero
sobre todo no criminalizar la política.
Criminalizar la política significa que los
movimientos sociales que cogobiernan e influyen hoy en el Estado han pasado de
ser víctimas de la crónica roja a cosas peores sobre las cuales hay que hacer
caricatura, mofa, escarnio sólo porque estas víctimas han pasado a ejercer su
derecho a participación y al ejercicio de la política sin pedir permiso a
nadie.
La respuesta de algunos medios, frente a esto, es
que nada bueno puede hacer el Gobierno y si hay algo bueno es un error, lo cual
es un ninguneo; le invito a hacer un análisis de contenido de algunas columnas
en la prensa, aunque creo que ya las están haciendo, lo cual trasluce una
naturaleza racista.
Página Siete.- ¿Qué es lo que no se hizo en estos
seis años de Gobierno y que ahora debe hacerse?
Creo que falta dar a conocer los logros del
Gobierno de una manera menos propagandística y más informativa. Por otra parte,
el Presidente ha reconocido que los medios estatales dan acceso más a los
sectores de Gobierno dando a entender, yo creo, que los sectores de opinión
diversa o de oposición no han tenido presencia en los medios estatales. Y éste
es un reto que vamos a asumir para que los medios estatales se abran a la
pluralidad. Y el Presidente lo ha dicho ya en su informe: “Yo nunca ordené que
los medios no tomen declaraciones de los opositores”.
Los medios del Estado no han sido lo
suficientemente atendidos, y por ello no se tiene un canal fortalecido y con
una buena infraestructura; debe avanzar más la instalación de radios
comunitarias originario campesinas, obreras y mineras.
Hoy hay 39 radios instaladas y se espera llegar a
más de 60 en todo el país.
Página Siete.- Se ha mencionado que hoy su
ministerio tiene un importante presupuesto para llevar adelante este plan.
¿Cómo ve usted esto?
Por el contrario, considero que el presupuesto del
ministerio debe ser aumentado, pues debe encarar proyectos importantes que
requieren muchos recursos; por ejemplo, la compra de una gran imprenta para el
Estado, como la había antes en el Ministerio de Educación, liquidada también
por la privatización y el desmantelamiento en épocas anteriores para promover
los contratos del sector público alimentando al sector privado; entonces,
tenemos por delante un desafío importante para fortalecer los medios del
Estado.
Página Siete.- ¿Es posible que se esté considerando
la construcción de un proyecto de ley que unifique la idea de la Ley de Medios
y la Ley de Imprenta?
No, el Gobierno no tiene nada pensado al respecto,
lo que ocurre es que el Primer Encuentro Plurinacional, llevado a cabo
recientemente en Cochabamba, concluyó en la necesidad de elaborar un
instrumento legal que adapte la legislación existente en comunicación a la
nueva Constitución Política del Estado. Es decir, todas las leyes nacionales,
sectoriales, así como los estatutos departamentales, tienen que adecuarse a la
Constitución. Recuerde la Ley de Telecomunicaciones que ha sido destacada por
diversos sectores pese a cierta oposición.
Página Siete.- ¿Y eso debe darse este año?
No, creo que eso forma parte de un proceso:
diálogo, debate con sectores, etc. Por ejemplo, el tema de la legislación en
comunicación no es una prioridad para el Gobierno porque hay otras muchas leyes
fundamentales para profundizar el proceso.
En este sentido, el Gobierno no tiene un proyecto
de ley, ni siquiera un anteproyecto ni un mero esquema en el área de la
comunicación, lo que tiene sí es el mandato de la cumbre de que el área de
comunicación en Bolivia debe tener una legislación que, recogiendo los
principios de la libertad de expresión e información de la Ley de Imprenta, se
adapte a la CPE.
Página Siete.- ¿Entonces eso quiere decir que una
ley en este campo se va a construir en consenso?
Lo que se tiene previsto, como se ha hecho con
otros sectores, es que las organizaciones involucradas en el tema puedan
dialogar, debatir y presentar sus propias iniciativas para adecuar sus
instrumentos legales que los amparan a la nueva Constitución Política del
Estado. Lo que corresponde es que las organizaciones de periodistas, de medios
de prensa, de propietarios puedan presentar sus ideas, sus propuestas para
avanzar en la construcción de una nueva legislación en comunicación.
Ahora, ¿qué pasaría si todos estos sectores
involucrados no lo hacen y no tienen interés de hacerlo? Me imagino que las
organizaciones de la sociedad pueden también presentar sus propias propuestas,
porque la Constitución Política del Estado dice claramente que la comunicación
y la información son derechos básicos de la ciudadanía en general y, por tanto,
no son un patrimonio de los periodistas.
Si la prensa no se interesa en debatir la nueva
ley, lo hará la sociedad.
Quiero aclarar también que se va a recoger y
respetar el principio filosófico, la base fundamental de la Ley de Imprenta,
que es el libre acceso a la información, el derecho a la opinión, el derecho a
la expresión, así como el derecho a preservar la fuente de información.
Página Siete.- ¿Se incluirá el tema de la necesidad
de una información “veraz”?
No, yo creo que es mejor hablar de responsabilidad.
Lo que sí es importante incorporar es la posibilidad de regular el número de
medios de comunicación pues no creo que sea sano, siendo la comunicación e
información un derecho de todos. Que, por ejemplo, un solo empresario detente
ocho radios, tres canales de televisión y dos periódicos' no creo bueno el
monopolio ni el oligopolio en la prensa ni en ningún sector, pero esto puede
partir o no de las propuestas que se generen.
Página Siete.- Finalmente, nos gustaría saber cómo
se va a trabajar en la transparencia de la información.
Se van a mejorar los sistemas de acceso y difusión
de la información. Con el Presidente hemos acordado que los ministros y
viceministros deben estar abiertos a dar información, porque no hay nada que
ocultar. Todo tiene que estar disponible no sólo para los periodistas, sino
para todo el público, ésa es la diferencia. Finalmente, uno de los mandatos del
Presidente es el diálogo con la prensa, y las puertas del Palacio y del
Ministerio de Comunicación están totalmente abiertas.
La Ley de Imprenta de
Bolivia, esa venerable
Por José
Luis Exeni
Casi como un ritual, en su
aniversario, los periodistas invocamos la Ley de Imprenta para decirle a quien
(no) quiera escucharnos, en especial a los gobiernos de turno, que esta sagrada
norma —nuestra abuela— “no se toca”. ¿Está claro? No-se-to-ca. Y claro que no
se toca porque, para empezar, más allá de sus principios, no se aplica.
¿Entendió bien? No-se-a-pli-ca. De antiguo se sabe que la sola existencia de la
ley, en estas materias, puede eximirla de su cumplimiento.
“Patrimonio jurídico”. En una
memorable reunión realizada en la localidad paceña de Huatajata, hace más de
una década, los operadores mediáticos allí congregados asumieron, en lógica de
trinchera, una posición gremial sin precedentes: declararon la Ley de Imprenta
como “patrimonio jurídico” del sector. E hicieron causa común, una vez más, sin
discusión posible, de su defensa a ultranza.
Ahora, siglo XXI cachivache,
cuando la venerable norma cumple 87 eneros, dicha declaración patrimonial
aparece reformulada con triple falacia; a saber:
1. La Ley de Imprenta es
patrimonio no sólo del gremio periodístico, que así la tiene en bandera, sino
“de la democracia boliviana”. Nada menos.
2. Se trata del “único instrumento
legal regulatorio (sic) de la actividad periodística” que ha sido incorporado
en la nueva Constitución Política.
3. Cualquier “desacato” a la
Ley de Imprenta, por definición y principio, significa violar la Constitución
adoptada en las urnas.
¿Se imagina el colofón de
esta renovada proclama defensiva? Como de manual, en tanto consigna de
cabecera, el guión es por demás conocido: sin “plena vigencia” de la Ley de
Imprenta no hay libertades de expresión y de prensa, ergo, no hay democracia. O
al revés: cualquier tentativa (movimientos sociales abstenerse) de siquiera
debatir —no hablemos de cambiar— la añeja norma constituye “clara demostración”
de censura y autoritarismo.
Veto al debate. De verdad no
creo que la democracia boliviana expire sin atenuantes con la aprobación, si
acaso, de una nueva norma en reemplazo de la Ley de Imprenta (¿no nos vendieron
ya tal simulacro, en los medios, con la Ley contra el Racismo y toda forma de
Discriminación?). Tampoco considero que la demodiversidad en construcción
cercene su ímpetu con el mantenimiento del statu quo normativo en este campo.
Lo que preocupa es la tenaz negativa a la deliberación pública.
¿El hecho de haber asumido,
colegas, que la Ley de Imprenta es nuestro patrimonio de hierro niega la
posibilidad/necesidad de discutir su alcance? ¿La defensa radical de sus
principios, sobre los que no habremos de ceder —ni un milímetro—, implica
cegarnos ante las dificultades de su procedimiento? ¿De qué “plena vigencia” de
la Ley de Imprenta podemos hablar si en 87 años —que yo sepa— se logró el
pronunciamiento, cuestionado, de un Tribunal de Imprenta solamente una vez?
Más todavía: cuando la
Constitución habla de “su ley” —junto a las normas de ética y de
autorregulación—, ¿no se estará refiriendo a una todavía inexistente, más
amplia, Ley de Comunicación? ¿Por qué tanta resistencia, corporativa, de
privilegio, a normar/garantizar el ejercicio ciudadano de los derechos a la
comunicación e información? ¿Con parapeto/fuero mediático hay democracia? Nada
sin nosotros / de nosotros, nada.
Y es que mientras sigamos
solazándonos en la autocontemplación sin capacidad de autocrítica, colegas, la
Ley de Imprenta seguirá siendo una coraza bastante parecida a la inmunidad. O
para decirlo en las autorizadas palabras (libres de sospecha) del maestro
Beltrán: seguirá siendo una norma “engorrosa en su procedimiento, carente de
actualización, criticada por ineficaz, especialmente por los políticos,
insuficientemente conocida por las autoridades judiciales e inclusive por los
propios periodistas”.
¿Hacer? ¿Qué hacer? En 1987,
años inaugurales de la democracia pactada —esa promiscuidad—, el senador Mario
Rolón Anaya presentó un proyecto de ley (aprobado en el Senado por la
hegemónica mayoría oficialista MNR-ADN), orientado a que los delitos previstos
en la Ley de Imprenta sean tipificados de acuerdo al Código Penal y que su
trámite procesal se sujete a las previsiones del Código de Procedimiento Penal.
Qué tal. Un claro ejemplo de (proyecto de) “ley mordaza” que, por supuesto,
quedó en el camino.
Tentaciones tales,
tributarias del afán por controlar los medios, hubo y seguramente habrá en los
patios interiores. Y estoy seguro que, así planteadas, ¡no pasarán! En ello no
hay concesión posible. Pero tan autoritario como negar los principios de la Ley
de Imprenta es bloquear el mandato constitucional de normar la comunicación e
información (no para privilegio de los operadores mediáticos, sino como
derechos de la ciudadanía).
¿Cuáles son los riesgos
mayores? Identifico dos: que unos se monten en el desprecio (Ley de Imprenta a
la basura) y los otros se congelen en la veneración (ni una coma se mueve).
Así, intransigentes, el
debate ausente se convierte en muralla contra el desafío común, ya
impostergable, de democratizar la comunicación, la información y el
interconocimiento. Peor todavía. Estamos ante el renovado despropósito,
gremial, de que —como bien advierte Andrés Gómez— la Ley de Imprenta “no sea
más que la ley de la impunidad mediática”. Suena terrible. Y lo es. Sobran
silencios.
El fantasma…Un fantasma
asoma, mas todavía no recorre, nuestra comarca. Es el fantasma, imperecedero,
irrenunciable, de la democratización de la comunicación. Ora como necesidad,
ora como mandato/demanda (allende la Ley de Imprenta), nos plantea como sociedad
oportunidades y retos —también riesgos— para la (auto)regulación en contextos
experimentales de cambio en democracia con difícil, todavía incierta,
refundación del Estado.
Está visto: la comunicación
pública (su norma, su ejercicio) es un asunto demasiado importante como para
dejarlo sólo en manos de empresarios mediáticos y periodistas.
Espinosos retos para la
cartera de Comunicación
Por Baldwin
Montero Plaza
Tremenda responsabilidad la
que recayó en las espaldas de la colega periodista Amanda Dávila tras su
posesión como Ministra de Comunicación en reemplazo de Iván Canelas.
La nueva autoridad debe
enfrentar, a saber, al menos cuatro grandes desafíos durante su gestión, todos
ellos bajo la vigilante mirada no sólo de los movimientos sociales, sino además
de sus colegas, fiscalizadores del poder por naturaleza, como seguramente lo
fue ella cuando se trasnochaba en las salas de redacción.
Aunque con seguridad hay
muchos más, los cuatro desafíos que dan la bienvenida a la nueva autoridad son:
la aprobación de una Ley de Medios y probablemente la “actualización” de la Ley
de Imprenta, la consolidación de los medios del Estado como tales y no como
medios propagandísticos gubernamentales, ajustes en las políticas de
comunicación del Gobierno y mejoras en las condiciones laborales de los
trabajadores de los medios del Estado.
Sobre el primer punto, Dávila
comenzó sus funciones con anuncios alentadores. Dijo que el tema será tratado
con todos los sectores interesados, que se tomarán decisiones de consenso y que
se preservará un precepto fundamental para el trabajo de los periodistas: el
secreto de fuente. “Es un principio que siempre se va a respetar, porque es la
base de nuestro trabajo de información, no podríamos llevar a cabo ningún
trabajo si no tenemos derecho de preservar nuestra fuente”, anticipó.
No sabemos si otras
autoridades comparten este criterio, pero hay antecedentes que llevan a pensar
lo contrario, entre ellos el caso de la aparición del video en el que se ve a
Ignacio Villa Vargas (‘El Viejo’) recibiendo dinero de un presunto e funcionario
del Ministerio de Gobierno. En este caso, lo que más inquietó a las autoridades
fue conocer la fuente y no el contenido de semejante revelación.
Dávila deberá hacer entender
a estas personas que sin secreto de fuente los periodistas quedarían en parte
amputados en su labor fiscalizadora. Sobre el debate en torno a la Ley de
Medios y la Ley de Imprenta, el desafío es que esta vez no se repita el
mecanismo del diálogo tras la decisión, como ocurrió en el caso de la carretera
San Ignacio de Moxos-Villa Tunari o el reciente decreto para aumentar las horas
de trabajo en el sector salud. Hasta este viernes, día en que se entregó este
artículo, las invitaciones para el diálogo aún no habían llegado.
Pero la cosa no acaba con la
instalación del debate. Lo más importante será garantizar que de él salgan
decisiones concertadas y sin contaminación de intereses políticos, meta que se
perfila realmente difícil y que forma parte de los desafíos de Dávila ministra
y Dávila periodista.
“Cualquier nuevo instrumento
se hará en consenso con las organizaciones de propietarios de medios y
periodistas, que son los llamados a trabajar en esto. En este momento no hay un
proyecto nuevo y está en proceso de construcción”, ha dicho la autoridad sobre
el tema.
En el caso de los medios del
Estado, Dávila también dio un mensaje alentador el día de su posesión. “Prometo
en este despacho continuar los pasos para cumplir el objetivo de tener una
comunicación estatal que no solamente sea gubernamental, una comunicación que pueda
acercarnos a la sociedad, entre el Estado y la sociedad que forma parte de él”.
En una entrevista que
concedió al periódico oficialista Cambio el 16 de febrero de 2011, dijo que la
estructura accionaria de varios medios de comunicación privados está comprometida
con grandes negocios y que “lógicamente esta estructura accionaria provoca una
política informativa y editorial ligada a estos intereses”.
Totalmente cierto, los medios
de comunicación están ligados a los intereses de sus propietarios y, como dice
su nombre, los “medios del Estado” también deberían estar ligados a los
intereses del Estado. Pero lamentablemente están ligados a los intereses de los
partidos de turno en el Gobierno y ahora en particular hacen una labor
propagandística que ya resulta grosera.
Con seguridad ésta es la meta
más ambiciosa para la nueva autoridad y la que personalmente considero
inalcanzable, tomando en cuenta la importancia que el Gobierno otorga al área
de comunicación, donde seguramente le gustaría que todos los periodistas
informen bajo el libreto de los medios gubernamentales, asunto que felizmente
Dávila también descartó de entrada.
Dijo que regular los
contenidos de los medios de comunicación sería una forma de “coartar la
libertad de expresión y de información y eso es imposible que se pueda hacer”.
Bien por el anuncio, aunque a primera impresión pareciera innecesario.
Ahora, no sólo se trata de
que los medios del Estado sirvan al Estado, sino también de que los medios
privados, y en particular los periodistas, cumplan con el mandato
constitucional de la autorregulación, pero no una autorregulación nominal que
lo más severo que hace es jalar las orejas a los responsables de faltas éticas.
El tema debe ser necesariamente abordado en el diálogo que se avecina.
En el caso de los ajustes a
las políticas de comunicación del Gobierno, ya hace un año la ahora ministra
detectó que no existe relación entre el bombardeo de información oficial y la
efectividad de los mensajes, cuando en una entrevista con el periódico Cambio
analizó cómo manejaron los medios de comunicación el tema del gasolinazo.
“Creo que hay una especie de
énfasis más en la propaganda que en el contenido informativo” dijo, tras
apuntar que “el Gobierno tiene que corregir y considerar la política de
información estatal desde el punto de vista de los datos, abrir las fuentes,
actualizar las páginas web de las entidades estatales”.Un diario colega, Página
Siete, contabilizó que en diciembre de 2011 tres de los principales periódicos
de La Paz otorgaron más del 50% de sus aperturas a noticias que se originaron
en el Gobierno y en el Movimiento Al Socialismo (MAS), pero no obstante los
mensajes no logran los resultados deseados. Ahora la receta queda en manos de
Dávila.
Finalmente, urge también
discutir sobre las condiciones de trabajo de los funcionarios de los medios del
Estado, que si bien no hacen públicas sus denuncias para no perder sus fuentes
de trabajo, se quejan constantemente por ello en conversaciones entre gente del
gremio. A fines de 2011, algunos de ellos denunciaron ante la red Erbol que
intentaron descontarles los aguinaldos, que les quitaron el refrigerio y que
deben trabajar hasta 15 horas diarias sin pago de horas extras.
Dávila deberá investigar
esto, y una buena señal sería que promueva el surgimiento de sindicatos fuertes
en esos medios. En fin, menudo trabajo el que le espera a la ministra.
Teresa Alem
sobre Alasita 2012
Sin dinero se recupera la Alasita, fiesta del intercambio y de la
esperanza
Yuri Aguilar Dávalos
La fiesta de Alasita, como dice Ismael Sotomayor en
sus Añejerías paceñas, “es esperada con inusitado ahínco, anualmente, por
jóvenes y viejos y con un entusiasmo que jamás dejará de arranciarse…”
Es la fiesta de la esperanza, de la ilusión, del
juego a soñar y, con esa magia que se apodera especialmente al mediodía del 24
de enero, todos los que por motivos diversos tienen perdida la fe, la
recuperan, hacen planes, y muchos piensan que no todo está perdido. Además, es
el día en que la gente invade las calles, primero en busca de las miniaturas
que quieren que se hagan realidad, y luego en busca del plato tradicional de la
feria —el plato paceño— que es devorado en medio de la calle: comensales sentados en la acera o en cualquier
banco improvisado. Ese es el momento en que un orden del desorden paceño se
apodera de la ciudad de La Paz que por cierto no tiene mucho de paz.
Dicen que originalmente la fiesta surgió como una
manera de mofarse de los chapetones, de aquellos soldados españoles y criollos
que lucharon en las filas realistas contra ridiculizarlos, nació el regordete
Ekeko. Otros dicen que su origen es más remoto, precolombino, cuya imagen con
una enorme giba, representaba a una deidad de la abundancia.
También dicen que en esas primeras ferias, los
pequeños productos fabricados por manos de hábiles artesanos, no se los vendía,
sino que eran intercambiados por víveres, pan u otros productos de primera
necesidad. Luego se los intercambiaba por botones especiales dorados, que nadie
sabe de dónde salían; así al menos lo señala Sotomayor, aunque su nombre
Alasita —comprame en aymara— podría desmentir esa versión. Pero aquella vieja
tradición cambió, y se mercantilizó. Ahora todos los comerciantes-expositores
no aceptan ni en chiste unos botones o unos billetitos de Alasita a cambio de
sus miniaturas.
Pero, como sabiamente dice Ismael Sotomayor, son
las apremiantes necesidades de la vida moderna las que “impusieron la verdadera
compra de cositas con dinero contante y sonante, pagadero a la vista del
portador” costumbre que “prevalece y prevalecerá hasta que el Diablo cese de
hacer picardías por el mundo”.
Y quién sabe ese tiempo ya ha llegado porque desde
hace siete años un grupo de compañeras amantes de la esperanza, aparecen con
sus cositas al medio día de 24, se instalan en el puente de la avenida del Ejército,
cositas que no las venden y sólo piden a cambio los ilusorios billetitos de
Alasita, sean éstos bolivianos, euros o dólares.
El juego no dura mucho, pues los pequeños productos
se acaban en hora y media. “Venga señor, acérquese señora, le cambio cualquiera
de estas cositas por billetitos de Alasita”, anuncian a los apurados
transeúntes que van en busca de los comerciantes. Son pocos los que se
detienen, porque tal vez muchos no entienden que esas miniaturas no se venden,
no cuestan dinero; pero cuando alguno atiende y entiende el mensaje y se
detiene para aceptar la oferta que en realidad es un regalo, se arremolinan
otros y allí empieza el juego del intercambio, como antiguamente se hacía sin
dinero, antes de que se haya mercantilizado esta feria.
Se trata de la recuperación de la vieja tradición
de Alasita, donde las miniaturas eran cambiadas por botones (o por billetitos
como una vez me contó mi padre), y no se las vendía como ahora, acción parecida
al juego que teníamos de niños y lo llamábamos “tiendita-tiendita”; por eso, en
medio del entusiasmo del intercambio gratuito, algunos incrédulos se aseguraban
y preguntaban: “¿No tenemos que pagarles? ¿Sólo tenemos que darles billetitos
de Alasita?” Recibiendo de respuesta: “Así es, sólo tienen que darnos los
billetitos de Alasita que quieran.”
“¿Qué es esto?”, preguntan los “compradores”. “Son
trensitas de colores para tener-tejer buenas relaciones”, responden las
“vendedoras”. “Entonces quiero que me dé tres, y aquí están sus billetitos de
Alasita”, así entablan la amena conversación del intercambio. Y como ya hay
viejos clientes que reaparecen, algunos preguntan si trajeron nuevas cositas o
si tiene los clásicos frasquitos de flores para la salud, los bichitos
quitapenas o los pancitos…
Son muchas las miniaturas fabricadas. Y aquí viene
lo novedoso: las cositas que traen esas compañeras las hacen en Cochabamba.
Pero es mejor que deje que nos cuente una de las principales y entusiastas
iniciadoras de esta singular recuperación de la fiesta de la esperanza: Teresa
Alem.
“¡Para mi ese día es mágico! Desde que hago mis
intercambios, me siento agradecida a la vida y me encanto con las
conversaciones tan desprendidas que se dan en esa hora y media.”
“Tratamos de llevar diferentes cosas cada año, pero
hay productos ‘estrella’ o sea, que nos los piden los que nos conocieron años
pasados, estos productos son: los bichitos ‘quita pena’, los frasquitos con
flores para la salud y las cositas con granos integrales,los besitos, el pan y
las casitas... (todo es reciclado o reutilizado), pero lo curioso es que las
personas siempre nos dicen ¿qué cositas nuevas han traído? o sea que si bien
nos piden lo de siempre, para regalar a alguien que lo necesita, siempre
quieren sorpresas! Los que por primera vez nos conocen quieren de todo un
poco.”
“Todo ese tiempo es renovador en todo el sentido de
la palabra, desde que empezamos a recoger semillitas, cuando las amigas nos
juntan cajitas, o la víspera cuando se deciden a viajar o cuando nos traen sus
cositas hechas y sus encargos...”
“Y ahora sí, ésta es la lista de cositas que ofrecemos
este 2012:
—Trencitas de colores, para tener/tejer buenas
relaciones.
—Ojitos de dios, que nos permiten ver lo que se
oculta y nos abren caminos y salud.
—Banderitas de Feng Shui, para que la energía
circule.
—Pensamientos positivos, para recordarnos lo que
necesitamos.
—Granitos de quinua, para tener abundancia y buena
alimentación.
—Bolsitas con trébol de cuatro hojas, para la
suerte.
—Bolsitas recicladas de bolsas de leche, para
llevar lo necesario y distribuir las creaciones entre amistades queridas.
—Semillas, para seguir sembrando a pesar de todo.
—Pancito: integral y de semillas (siempre pensando
en la alimentación sana como fuente de energía vital).
—Besitos, para que no nos falte cariño.
—Molinillos: para tener vientos de cambio, cuando
lo necesitamos.
—Casitas
—Bichitos quita penas.
—Mochilitas, para iniciar cualquier camino.
—Frasquitos con flores, para baños de buena salud.
—Sobres con cartas de florales y elíxires de los andes,
para acompañar en momentos emocionalmente difíciles.
—Redondel para trenzar, para que no nos falte
oficio.
—Maceteritos con flores de marcadores reutilizados,
para florecer siempre.
—“Masajeador” anti estrés.
“Casi siempre somos entre 10 y 15 personas las que
hacemos —dice Tere—, y venimos las que podemos, por ejemplo, este año vinimos
tres: Michelle Dechelette, Paty Vargas y yo; y luego nos repartimos los
billetitos de Alasita, que les llamamos "ganancia", en partes iguales
para seguir intercambiando esperanzas y deseando buen año a los amigos, familiares
y personas que se cruzan en el camino...”
Y así,
bañados con esos aires de esperanza, estaremos esperando el próximo 24 de
enero, renovándonos mientras tanto con un espíritu de desprendimiento, de
compartir lo que tenemos, de desterrar el mercantilismo y el consumismo en
estos tiempos difíciles.
batalla
de kuruyuki
Evo promete acabar con la esclavitud de los
guaraníes
Diario
Cambio
En el marco de un ambiente
festivo y emotivos discursos en ocasión de recordarse la Batalla de Kuruyuki,
en la comunidad de Ibo, el pueblo guaraní reafirmó su apoyo al proceso de
cambio, y el presidente Evo Morales instruyó acabar con los resabios de la semiesclavitud
en la región y promover proyectos de desarrollo.
La cita, que recordó más de
un siglo de la Batalla de Kuruyuki, del 28 de enero de 1892, entre los blancos
(Karai) y los guerreros guaraníes (Kereimbas), fue escenario en que la Asamblea
del Pueblo Guaraní (APG) reafirmó su respaldo al proceso de cambio y al
presidente Evo Morales.
Morales recibió muestras de
simpatía y gratitud de las autoridades y el pueblo guaraní. El Jefe de
Estado bailó, recibió aplausos, abrazos y permanentes vítores de ¡Evo¡ ¡Evo¡
¡Evo¡
“Es tu pueblo señor Presidente. Bienvenido a la comunidad de Ibo. Evo
nace de Ibo y Evo viene a Ibo. Yo quiero decirle, este es mi pueblo, es tu
pueblo que está a tu frente. Tenemos que trabajar juntos para aportar a este
proceso de cambio por el que apostamos”, dijo, el presidente de la APG,
Faustino Flores.
El dirigente dijo que el
nuevo directorio de la APG trabaja en la unidad de esa nación de los pueblos
del chaco boliviano, disperso en los departamentos de Santa Cruz, Tarija y
Chuquisaca. La marcha por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro
Sécure (Tipnis) de 2011 dividió a la APG.
“Sabemos que vamos a trabajar
por este proceso de cambio, en coordinación con nuestros alcaldes, asambleístas
departamentales y nacionales, y contribuir para una mayor transformación
estructural”, insistió.
Invocó a trabajar la Ley de
la Consulta Previa y de Recursos Naturales, además de garantizar la seguridad
alimentaria.
“Con este evento (de
recordación a Apiaguayqui Tambo) que es de gran significancia para todos
nosotros que conformamos el pueblo guaraní, queremos reafirmarnos como
militantes del proceso de cambio”, señaló.
Por su parte, el presidente
Evo Morales, vestido con atuendos de la nación guaraní, agradeció el
recibimiento y las muestras de aprecio del pueblo guaraní.
Evocando al líder de la
Batalla de Kuruyuki, Apiaguayqui Tumpa, el Primer Mandatario descalificó la
actitud traidora de algunos dirigentes indígenas con el proceso de cambio.
Citó el pasaje de la historia
que da cuenta que Apiaguayqui murió ahorcado porque un compañero le traicionó
en marzo de 1892, cuando estaba refugiado tras la masacre del 28 de enero de
ese año en Kuruyuki.
“No puedo entender que (…)
algunos de nuestros dirigentes o asambleístas firmen acuerdos con
representantes de terratenientes y opresores, por eso no faltarán
traidores en esta historia que llevamos para cambiar Bolivia”, dijo.
Resaltó los cambios que
encara su gobierno, como el considerable aumento de los recursos económicos
para los municipios rurales.
Morales comprometió un
coliseo para esa comunidad, próxima a Camiri, además de proyectos productivos y
acciones para acabar con la semiesclavitud en la región guaraní.
DATOS
• El presidente de la
Asamblea del Pueblo Guaraní, Faustino Flores, comprometió el apoyo de los tres
consejos departamentales, 26 capitanías y todos los municipios de la nación
guaraní al proceso de cambio.
• La APG invitó al presidente
Evo Morales para el 29 de marzo a los actos de conmemoración de la muerte del
líder guaraní, Apiaguayqui.
• Por su parte, el presidente
Evo Morales invitó a los dirigentes de la APG al Palacio de Gobierno para los
próximos días.
• En el acto de conmemoración
de los 220 años de la Batalla de Kuruyuki, estuvieron presentes capitanes
de la APG, alcaldes y concejales municipales guaraníes, asambleístas
departamentales y nacionales, y las ministras y ministros de Autonomías, de
Desarrollo Rural, de Trabajo y de Gobierno.
Alcaldes también
respaldan
Los municipios del pueblo
guaraní de los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, a través del
alcalde de Huacareta, Anastasio Flores, expresaron el respaldo firme al
presidente Evo Morales.
“Estamos para apoyarle como
alcaldes desde las diferentes regiones. Sabemos que hay muchos conflictos de
los pueblos indígenas para gobernar los municipios, quieren desestabilizar
primero los municipios y mucho más si son del proceso de cambio y del pueblo
guaraní, luego será a nivel departamental y nacional”, dijo Flores.
En el acto de conmemoración
de los 120 años de la Batalla de Kuruyuki, agradeció el apoyo del Gobierno a
los municipios con proyectos de desarrollo local que mejorarán las condiciones
de vida.
Morales pide acabar con
esclavitud de guaraníes
El presidente Evo Morales
prometió ayer la implementación de políticas gubernamentales para acabar con la
semiesclavitud del pueblo guaraní, que habita en el sudeste y oriente
boliviano.
En un masivo acto de
celebración de la gesta del municipio de Kuruyuki, el Jefe de Estado,
acompañado de varios ministros de Estado y otras autoridades locales, saludó la
“claridad” ideológica y cultural programática de la Asamblea del Pueblo Guaraní
(APG) en respaldo del proceso de cambio instaurado en Bolivia en 2006.
“He traído a nuestra flamante
ministra de Justicia, Cecilia Ayllón, para que pueda garantizar la liberación
de los hermanos indígenas guaraníes, es decir que acabe con las familias
cautivas a fin de dar fin a la esclavitud y semiesclavitud”, aseguró en
su discurso.
Asimismo, Morales sostuvo que
el Gobierno también garantizará la autonomía, el modelo de desarrollo y
producción, además de seguridad laboral para los pueblos indígenas a fin de
consolidar la “liberación” de esa etnia boliviana.
Semiesclavitud
Por su parte, el ministro de
Gobierno, Carlos Romero, sostuvo que las comunidades del pueblo guaraní antes
de su emancipación vivían en “condiciones de esclavitud”, que eran ejercidas
por los colonizadores europeos, quienes llegaron a esa región oriental para
hacer fortuna con la explotación de la goma.
“Perseguían a los indígenas,
los cazaban como animales para incorporarlos a la siringa en condiciones de
esclavitud”, recordó la autoridad gubernamental.
Dijo que varios historiadores
coinciden en que ese proceso migratorio por la explotación del caucho y la
esclavización de los indígenas de tierras bajas es equivalente a la
colonización española asentada en la zona andina.
A su juicio, la “verdadera”
conquista económica y sometimiento político se produjo en esa época y
posteriormente en la década de los 90 en la que el pueblo guaraní vio con
expectativa la implementación de la participación popular.
Gobierno dará un coliseo,
telefonía y más recursos
El presidente Evo Morales
remarcó ayer que el Gobierno transfirió el año pasado más de ocho millones de
bolivianos al municipio de Macharetí y comprometió otros importantes proyectos
en telefonía y educación.
“Estamos en el territorio del
municipio Macharetí, el cual desde 2005 ha recibido la transferencia de dos
millones de bolivianos, y el año pasado más de ocho millones para su
desarrollo, esa es la lucha del pueblo boliviano”, argumentó en la recordación
de más de un siglo de la Batalla de Kuruyuki.
Morales agregó que esas
transferencias, a Macharetí y a todos los municipios del país, son producto de
la nacionalización de los hidrocarburos de 2006.
Asimismo, anunció la
instalación de antenas telefónicas de la estatal Empresa Nacional de
Telecomunicaciones de Bolivia (Entel) en esa zona.
“También mediante el Fondo
Indígena se va a garantizar 100 mil dólares para el proyecto de control social
del proceso agrario y de constitución del territorio de la nación guaraní, la
cual va a controlar la APG para que pueda ejercitar esa responsabilidad”, agregó.
También mencionó la
construcción de un coliseo en la región y garantizó recursos para la
Universidad Indígena. Asimismo, sugirió la instalación de una radioemisora.
La Masacre de Kuruyuki en tierra guaraní
Diario
El País, Tarija
A 120 años de la masacre de
Kuruyuki (28 de enero de 1892), en la que murieron unos seis mil indígenas, los
pueblos guaraníes siguen en la búsqueda de la “Tierra sin Mal” para preservar
su identidad cultural, por lo que aprovechan la rememoración de esta fecha para
consolidar su liberación de la semiesclavitud. Cada 28 de enero, en la
comunidad de Kuruyuki (Santa Cruz), guaraníes de Bolivia, Argentina, Brasil y
Paraguay se reúnen para recordar la lucha encabezada por Apiguaiqui Tumpa en
contra de los terratenientes para defender a sus pueblos y a sus tierras, en la
que murieron unos seis mil quereimbas (guerreros guaraníes).
El presidente de la Asamblea
Legislativa Departamental, Justino Zambrana (representante guaraní), indicó que
en esta fecha recuerdan los años de masacre de mujeres y niños, la pérdida de
sus tierras, la humillación que sufrieron, además de la discriminación que
también actualmente sufren en algunas ocasiones. “A partir del 1992 se busca la
recuperación de los territorios, la identidad y el autoestima, sólo nos
arrancaron las ramas pero hay raíces que están en flote y estamos construyendo
esa planta que queremos”, afirmó.
El coordinador de la
Dirección Departamental de Pueblos Indígenas Originarios (Didepio), Gastón
Crespo, recordó que los originarios sufrieron constantes agresiones, como
cuando se fueron estableciendo las haciendas en el departamento de Tarija y la
delimitación para la conformación de las provincias. “En ese entonces, el
general Burdett O’Connor planteaba la extinción de los indígenas, por lo que
esclavizó a los simbas, en las regiones de Concepción y Salinas. Esa provincia
fue nominada con el nombre del general, como premio por haber sojuzgado y
eliminado a cientos de indígenas y de la misma manera ocurrió con los pueblos
toba y weenhayek, que fueron reducidos en la región del Algodonal, donde
llevaron a los indígenas a un puesto militar y los fusilaron, esto ocurrió a
finales del siglo XVIII”, explicó.
Crespo señaló que ese 28 de
enero de 1892 los pueblos indígenas se consolidan como nación. “Cada año, los
pueblos de esta nación vuelven a reencontrase y a volver al inicio de la
organización, ya que en Kuruyuki es en donde empezó a conformarse de nuevo la
Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), a través del apoyo de los franciscanos”,
recordó.
Formas de sometimiento
Crespo indicó que los pueblos
indígenas fueron víctimas de la esclavitud, sin embargo, dijo que
actualmente existen casos de semiesclavitud en Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz,
más conocidas como las comunidades cautivas. “Se trata de comunidades enteras
que son dependientes de un patrón y están dentro de una hacienda, ya que los
indígenas no cuentan con tierras y, es más, las casas en donde viven no les
pertenecen y se calculan que en el departamento existen alrededor de doce
comunidades con esas características”, manifestó.
En los años noventa, comenta
Crespo, se pudo evidenciar que los indígenas de las comunidades cautivas
trabajan sólo por alimentos, los mismos que eran servidos en un tronco partido
a la mitad, sentados en el piso. “Muchos sacaban el pedazo de carne de la lagua
y lo escondían en las ojotas”, relató.
Otra forma de sometimiento es
la conocida “deudita”, en donde el trabajador le debía un monto de dinero al
patrón, la misma que nunca podía terminar de pagar, muchas veces esa deuda era
transferida de los padres a los hijos. “Este tipo de casos se han reducido
aunque todavía son parte de la realidad”, indicó.
Feriado nacional
Zambrana dijo que el 28 de
enero debería ser una fecha histórica no sólo para el pueblo guaraní sino para
todo el país, por lo que se trabaja, como Asamblea Departamental, de manera
conjunta con asambleístas plurinacionales indígenas, para que el Gobierno pueda
declarar feriado nacional, “al igual como se hizo con el 21 de junio, el Año
Nuevo Aymara”.
Antecedentes
La conquista karai (blanca-mestiza)
de la Cordillera Chiriguana, se reinicia en 1840 después de la Guerra de la
Independencia, con la ocupación de tierras para la crianza de ganado vacuno en
territorio indígena. Se observan desde entonces serios conflictos entre
guaraní-chiriguanos y ganaderos karai.
La ocupación de tierras de
cultivo de maíz de las comunidades por parte de los colonos y sus ganados,
provoca la reacción de los indígenas, quienes asaltan las haciendas quemando
potreros, destruyendo cabañas y establos, y robando animales. Como respuesta,
los karai protagonizan sanguinarias masacres —como la de Karitati en 1840—,
donde mueren hombres, mujeres y niños de las comunidades.
Hartos de los abusos,
distintas parcialidades chiriguanas deciden emprender una guerra para expulsar
a los karai. Es la Guerra de 1874-75, que se inicia con una ola de asaltos a
las haciendas, luego se protagonizan asaltos a las misiones y valerosas
batallas como las de Igüembe. Pese a tantos esfuerzos y pérdidas humanas la
derrota es inevitable para los indígenas., pero ésta no sería la última guerra
que protagonizarían para expulsar a los karai.
La esperanza de la liberación
guaraní-chiriguana
Apiaguaiqui fue hijo de una
cuña y de un ava cualquiera, no se sabe nada de su padre, posiblemente fue
muerto en la Guerra de 1874-75, como muchos ava que lucharon por expulsar a los
karai hacendados del territorio ancestral indígena para liberarlo de las
condiciones de opresión que trajeron estos.
Apiaguaiqui, era entonces un
niño que apenas superaba los 10 años, cuando fue llevado por su madre de una
aldea a otra buscando la triste subsistencia del indígena que es vencido. Por
un tiempo, también sufrió las condiciones de servidumbre, primero ayudando a su
madre, quien fue sirvienta en la casa de hacienda de José Manuel Sánchez, el
más rico ganadero de la región de Yohay, luego como pastor de cabras en la
hacienda del mismo karai. Allí sufrió el maltrato y vio cómo su gente era
sometida a los crueles castigos del cepo de tortura y los latigazos.
Su valiente y joven madre,
resignada por un tiempo al insulto y al acoso del patrón, no estaría dispuesta
a brindarle una vida de esclavitud a Apiaguaiqui. Una noche su fuerza maternal
le hizo huir de aquel infierno tomando a su hijo de la mano.
La Masacre de Murukuyati
Apiaguaiqui y su madre
erraban entre las pobres aldeas indígenas y por fin se establecieron en
Murukuyati, una pequeña aldea ubicada en la vertiente oriental del Aguaragüe,
conformada por algunas familias chiriguanas que, expulsadas de su territorio
por los hacendados, se habían establecido allí buscando tierras marginales
donde sembrar su maíz y vivir en libertad.
La pequeña chacra comunal no
abastecía lo suficiente, pero ahora los esfuerzos en trabajo era de todos y
para todos, no así para un patrón que los humillaba y maltrataba.
Apiaguaiqui bailaba junto a
los demás jóvenes hombres y mujeres, o jugaba el tradicional juego de pelota
llamado tóki con los de su edad. Los más adultos, parlanchines y alegres,
jugaban sus tradicionales juegos de azar como el tshúcareta.
Por las noches, todos se
congregaban alrededor de los ancianos, los arakua iya (dueños del saber),
quienes transmitían los valores ancestrales narrando la historia de los Tumpa,
creadores de todos los seres, y de los Iya, sus dueños protectores, y la historia
de los antepasados, brillantes mburuvicha (capitanes) y valientes quereimbas
(guerreros) y sus victorias contra el cobarde karai durante la época de la
colonia española.
Un día llegó a la aldea el
oficial del ejército Eduardo Cuéllar, junto con cuatro soldados, enviado por
don Pedro Zárate, poderoso hacendado y delegado del Gobierno para la
distribución de tierras conquistadas a los indígenas. Éste tenía la orden de
realizar trabajos de agrimensura e inspeccionar la calidad de la tierra. En ese
afán, sin ningún respeto, estropeó los cultivos de maíz indígenas.
Curichama, mburuvicha de
Murukuyati, lo hizo detener y desarmar, también a sus soldados, obligándolo a
abandonar sus tierras. Cuéllar, sintiéndose humillado, fue con Zárate y no sólo
le informó lo que había pasado sino que agregó que los de Murukuyati planeaban
una rebelión de gran alcance contra los blancos.
Zárate organizó una
expedición de castigo. Con varias decenas de soldados una noche, cuando todos
dormían, atacó Murukuyati asesinando a balazos a hombres, mujeres y niños y
quemando las cabañas. Sólo Apiaguaiqui y un ava que recién se había integrado a
la aldea pudieron escapar en la oscuridad de la noche. Era el mes de noviembre
de 1877.
Apiaguaiqui toma conciencia
de libertad
Vagando por el bosque, dos
sentimientos encontrados inquietaban al adolescente Apiaguaiqui. Su corazón le
incitaba a vengar la muerte de su madre, pero matar a Zárate no cambiaría su
situación ni la de los suyos. Por otro lado, su memoria lo empujaba a recordar
las palabras de los ancianos de Murukuyati, ahora muertos. Entonces, quiso ser
un guerrero, unificar a las comunidades libres, a los ava oprimidos de las
haciendas y de las misiones y emprender una guerra para expulsar a los karai.
La escuela del joven líder
Encontró acogida en la aldea
de Bororigua, asiento del mburuvicha guasu Machirope. Pronto se acercó a
Machirope y ganó su confianza, a tal punto que se convirtió en su mensajero.
Aprendió política asistiendo a las asambleas comunales e intercomunales,
también conoció la cultura karai. Se informaba de lo que sucedía entre los
karai y los indígenas llevando los mensajes de aquel mburuvicha guasu a otras
aldeas. En esos trajines conoció a un viejo ipaye muy respetado llamado Güirarayu.
Los ipaye no sólo curaban las
enfermedades y dolencias corporales; por su conocimiento del más allá
profetizaban lo que iría a suceder en el futuro, por eso durante la guerra no
se tomaba una decisión sin escucharlos.
Un día Apiaguaiqui agradecido
se despidió de Machirope y se fue a vivir con Güirarayu, de quien se convirtió
en su aprendiz. Pasaron los años y llegó a ser un excelente ipaye. Ahora se
sentía preparado para convertirse en mucho más que un mburuvicha guasu (capitán
grande).
El profeta se encamina
En 1889, Apiaguaiqui
demostraba sus poderes curando las enfermedades y practicando la ventriloquia.
Con esta última, hacía creer a sus seguidores que él tenía el poder de hacer
hablar a los animales. Llamaba a todos a la unión para ponerse en pie de
guerra.
La admiración de su gente
creció a tal punto que recibió el nombre de Tumpa, es decir, espíritu grande
que había bajado de entre las estrellas para liberar a su pueblo.
La Guerra de 1892
En grandes asambleas de las
regiones del Pilcomayo-Sur, Cordillera Central, Kaipipendi-Yuty, Alto Parapetí,
Parapetí-Charagua y otras, se decidió dar inicio a la guerra en los días de
carnaval de 1892. Sin embargo, un suceso precipitó el inicio de la guerra. La
noche vieja de 1891, el corregidor de Ñuumbyte (Cuevo) violó y asesinó a una
jovencita chiriguana, pariente de Asukari de Ivo. La furia de los chiriguanos
se vio llegar cuando el asesino no recibió ningún castigo por parte de las
autoridades.
La guerra se dio inicio el 7
de enero con el ataque quereimba a una tropa dirigida por el teniente Sanz,
quien fue sorprendido por una lluvia de flechas en la quebrada de Mandiyuti.
Grupos de guerreros chiriguanos distribuidos por toda la Cordillera, asaltaron
haciendas en la zona de Camiri y Lagunillas, en el Alto Parapetí incendiaron
las casas de las familias Franco y Chávez, varias propiedades fueron tomadas en
la Cordillera Central y en las cercanías de Ivo.
La movilización militar fue
general en la Cordillera y en Santa Cruz. El coronel Mercado de Saipurú
fortificó sus tropas con voluntarios de Gutiérrez y Charagua, y con 100
flecheros neófitos de las misiones del Gran Parapetí. El cuartel de Choreti fue
reforzado con peones obligados por sus patrones a asistir a la guerra. En la
ciudad de Santa Cruz el prefecto Gonzáles reclutó a 150 milicianos. El obispo
Belisario Santiesteban en esta ciudad exigió rezar y realizar misas en todas
las iglesias en contra de “los paganos”, “indios infieles sublevados en la
provincia Cordillera”.
El 13 de enero se protagonizó
una primera batalla en Kuruyuki. El coronel Frías de Sauces con un ejército
nada uniforme de soldados, voluntarios y neófitos flecheros, enfrentó a los
quereimba de Apiaguaiqui. Frías tuvo que emprender la retirada al verse incapaz
de vencer a sus enemigos. Sufrió 3 muertos y 20 heridos.
La Batalla de Kuruyuki
A los pocos días el cuartel
de Santa Rosa recibió refuerzos de Santa Cruz. El coronel Gonzáles tomó el
mando de un ejército de 1.690 hombres, bien dotado de municiones y armas. Este
ejército se encaminó a Kuruyuki.
Apiaguaiqui y sus quereimbas,
pintados sus rostros de negro y rojo con plumas sobre la cabeza, la mayoría
armados con arcos y flechas, y unos pocos con armas de fuego, esperaron a sus
enemigos listos para la batalla.
La batalla se realizó el 28
de enero. Se dice que los chiriguanos lucharon con un valor sorprendente.
Muchos caían muertos, pero esa no fue razón para que disminuyera la moral. Los
gravemente heridos continuaban usando sus arcos y flechas sin importarles su
estado fatal. Estaba claro que en la conciencia colectiva prevalecía el deseo
de vivir en libertad o morir antes de volver a verse dominados por los karai.
Sin embargo, la desventaja en armas, municiones y hombres era demasiado grande
para ellos.
La tarde del 29 de marzo de
1892, en la plaza de Monteagudo donde se congregó a todo el pueblo, Apiaguaiqui
fue sometido al tormentoso suplicio en la más dolorosa soledad, sin embargo,
leal a sus ideales, soportó la humillación y el dolor, y no pidió perdón ni
clemencia en ningún momento.
Extractado de: Apiaguaiqui
Tumpa, la última esperanza de la liberación guaraní-chiriguana frente al Estado
republicano colonial, escrito por Emilio Hurtado Guzmán.
lucha de nuestros pueblos
Raúl Castro: El rumbo ya ha sido trazado
Lunes, 30 de enero, 2012 18:02
Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz,
Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente
de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la Primera
Conferencia Nacional del Partido, en el Palacio de Convenciones, el 29 de enero
de 2012, “Año 54 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado).
La Primera Conferencia Nacional del Partido que
hoy concluye sus sesiones ha estado dedicada, en correspondencia con la
convocatoria librada por el 6to Congreso, a evaluar con objetividad y sentido
crítico el trabajo del Partido, así como determinar con voluntad renovadora las
transformaciones necesarias para situarlo a la altura que demandan las actuales
circunstancias.
No olvidemos que solo el Partido, como
institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la
unidad de los cubanos en todos los tiempos, solo el Partido, repito, puede ser
el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único
Comandante en Jefe de la Revolución Cubana , el compañero Fidel Castro Ruz
(Aplausos).
No me detendré a exponer los datos de los
participantes en el proceso de discusión del proyecto de Documento Base ni las
numerosas modificaciones que resultaron del mismo, considerando el informe
presentado por el Segundo Secretario del Comité Central, compañero José Ramón
Machado Ventura, en la inauguración de este evento, que como todos conocen no
comenzó ayer, sino casi inmediatamente después de la clausura del Congreso del
Partido.
Tras la elaboración del primer borrador del
Documento y su posterior análisis en múltiples reuniones del Buró Político y
del Secretariado antes de la discusión en las organizaciones de base del
Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), durante los meses de octubre y
noviembre del pasado año, sus resultados fueron analizados por el Tercer Pleno
del Comité Central, celebrado el 21 de diciembre de 2011.
También en las primeras semanas de este mes, a
nivel de provincia, se realizó el estudio y discusión por parte de los
delegados a la Conferencia y otros cuadros. En total se elaboraron nueve
versiones del Documento.
A diferencia del proyecto de Lineamientos de la
Política Económica y Social del Partido y la Revolución, cuyo debate incluyó,
en uno u otro modo, a toda la población, el Documento Base de la Conferencia,
dado su alcance menos abarcador y su enfoque más dirigido al funcionamiento
interno del Partido fue analizado por toda la militancia, si bien nuestro
pueblo conoció íntegramente su contenido a través de los medios de prensa.
Por otra parte, en el proceso preparatorio de la
Conferencia fue debatido el papel de los militantes en interés del
perfeccionamiento de las relaciones del Partido con la UJC , la Central de
Trabajadores de Cuba y demás organizaciones de masas, de manera que las mismas
incrementen, en las actuales condiciones, su protagonismo e influencia en la
sociedad.
Como era de esperar, desde la publicación del
Documento no han faltado las críticas y exhortaciones de quienes, confundiendo
sus más íntimas aspiraciones con la realidad, se ilusionaron con que la
Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social
conquistado por la Revolución, a lo largo de más de medio siglo, con el apoyo
de la mayoría de los cubanos.
En este sentido, no fue nada casual que el primer
objetivo del mismo exprese: “El Partido Comunista de Cuba, fuerza dirigente
superior de la sociedad y del Estado, es fruto legítimo de la Revolución, al
propio tiempo su vanguardia organizada y quien garantiza, junto al pueblo, su
continuidad histórica”. Este concepto, al que jamás renunciaremos, se encuentra
en plena correspondencia con el artículo cinco de la Constitución de la
República , aprobada en referendo por el 97,7 por ciento de los electores,
mediante el voto libre, directo y secreto.
Nuestros adversarios y hasta algunos que
simpatizan con nosotros, abstrayéndose de la historia de permanente agresión,
bloqueo económico, injerencia y el cerco mediático, expresado en las incesantes
campañas de la prensa supuestamente libre, subordinada en su mayoría a los
intereses imperiales predominantes, todo lo cual ha debido enfrentar la
Revolución Cubana, nos exigen, como si se tratara de un país en condiciones
normales y no una plaza sitiada, la reinstauración del modelo multipartidista
que existió en Cuba bajo el dominio neocolonial de los Estados Unidos.
Renunciar al principio de un solo partido
equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del
imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de
los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia
social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey
hasta Céspedes, Martí y Fidel.
Con el fin de organizar la lucha por la
independencia de Cuba y Puerto Rico concibió Martí la creación de un solo
partido político, el Partido Revolucionario Cubano, según sus propias palabras:
“Para fomentar la revolución de modo que puedan entrar en ella… todos los
cubanos de buena voluntad:… Todos los que amen a Cuba, o la respeten”.
Cuando ya la victoria sobre España era inminente,
después de treinta años de guerra, se produjo la intervención norteamericana y
una de las primeras medidas fue disolver ese partido, al igual que el glorioso
Ejército Libertador, para dar paso a lo que vino después, el multipartidismo de
la república burguesa y la creación de un nuevo ejército con su represiva
guardia rural incluida, garantía del dominio absoluto de todas las riquezas de
la nación, de las que se apropiaron en los cuatro años de la primera ocupación
militar.
Ese fue el triste final de los dos pilares de la
revolución independentista, el Partido y su Ejército Libertador, resurgidos
exactamente al cabo de 60 años bajo la conducción de Fidel, inspirado en las
enseñanzas de Martí. No permitiremos jamás que esa historia se repita.
No es mi propósito, en esta intervención, hacer
un recuento de la evolución histórica del término Democracia, desde su
conceptualización en la antigua Grecia, como el “poder del pueblo”, aunque la
mayoría esclava no contaba para nada. Tampoco pretendo filosofar sobre la
vigencia y utilidad de la llamada democracia representativa, que en definitiva
es harto conocido que ha devenido invariablemente en la concentración del poder
político en la clase que detenta la hegemonía económica y financiera de cada
nación, donde las mayorías tampoco cuentan y cuando se manifiestan, como sucede
en estos precisos momentos en muchos países, son brutalmente reprimidas y
silenciadas con la complicidad de la gran prensa a su servicio, también
transnacionalizada.
El mejor argumento es el que nos ofrece la
democracia norteamericana, la cual se pretende imponer como modelo a todo el
mundo, en la que se alternan el poder los partidos Demócrata y Republicano
defendiendo, sin mayores diferencias, los intereses del mismo gran capital, al
cual ambos se subordinan.
Ahí están, por citar unos pocos ejemplos, la Base
Naval de Guantánamo, territorio ocupado por Estados Unidos ilegalmente, contra
la voluntad del pueblo cubano y que así ha permanecido por más de 100 años, con
independencia del partido en el poder en ese país, que tanto proclama la
defensa de los derechos humanos al tiempo que, a pesar de las promesas del
actual presidente, mantiene allí, hace una década, una prisión, donde en un
limbo legal en estos momentos más de 170 ciudadanos extranjeros son sometidos a
torturas y vejaciones.
El segundo ejemplo, la invasión por Playa Girón,
concebida y planificada por un presidente republicano, Eisenhower, y llevada a
cabo por el presidente Kennedy, apenas tres meses después de tomar posesión,
que era del Partido Demócrata; y por último, el bloqueo económico, que ha
perdurado medio siglo, sin importar si es republicano o demócrata quien ocupa
la Casa Blanca.
Sin el menor menosprecio a ningún otro país por
tener sistemas pluripartidistas y en estricto apego al principio del respeto a
la libre determinación y la no injerencia en los asuntos internos de otros
estados, consagrado en la carta de las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de
sus experiencias en la larga historia de luchas por la independencia y
soberanía nacional, defendemos el sistema del partido único frente al juego de
la demagogia y la mercantilización de la política.
Si hemos escogido soberanamente, con la
participación y respaldo del pueblo, la opción martiana del partido único, lo
que nos corresponde es promover la mayor democracia en nuestra sociedad,
empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone
fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones
requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de
opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los
trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas
con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva,
mencionados varias veces en los Objetivos aprobados en esta Conferencia, los
que deberán involucrarse con responsabilidad y la más estricta veracidad en
este empeño, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino
con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil.
A este fin es necesario incentivar una mayor
profesionalidad entre los trabajadores de la prensa, tarea en la que estamos
seguros contaremos con el apoyo de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), los
medios de comunicación y de los organismos e instituciones que deben
tributarles información fidedigna y oportuna para, entre todos, con paciencia y
unidad de criterio, perfeccionar y elevar continuamente la efectividad de los
mensajes y la orientación a los compatriotas.
Al propio tiempo, la conformación de una sociedad
más democrática contribuirá también a superar actitudes simuladoras y
oportunistas surgidas, al amparo de la falsa unanimidad y el formalismo en el
tratamiento de diferentes situaciones de la vida nacional.
Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las
verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar
incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón,
como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma
correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos
a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo
mal hecho.
Ya hemos dicho en otras ocasiones y así también
se recogió en el Informe Central al 6to Congreso, que lo único que puede
conducir a la derrota de la Revolución y el Socialismo en Cuba, sería nuestra
incapacidad para erradicar los errores cometidos en los más de 50 años
transcurridos desde el primero de enero de 1959 y los nuevos en que pudiéramos
incurrir en el futuro.
No ha existido ni existirá una revolución sin
errores, porque son obra de la actuación de hombres y pueblos que no son
perfectos, enfrentados además, por primera vez, a nuevos y descomunales retos.
Por eso creo que no hay que avergonzarse de los errores, lo grave y bochornoso
sería no contar con el valor de profundizar en ellos y analizarlos para
extraerles las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo.
En este sentido, por su permanente vigencia, es
oportuno recordar las palabras del compañero Fidel el 28 de septiembre de 1986
al clausurar el Tercer Congreso de los CDR, cuando señaló: “La lucha contra las
tendencias negativas y la lucha contra los errores cometidos continuarán
indefectiblemente, porque tenemos el deber sagrado de perfeccionar todo lo que
hacemos, perfeccionar la Revolución, tenemos el deber sagrado de no estar
satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que estamos haciendo las cosas
bien hechas, mucho menos vamos a estar satisfechos cuando sabemos que no están
haciéndose todas las cosas lo bien hechas que tienen que hacerse”.
La generación que hizo la Revolución ha tenido el
privilegio histórico, pocas veces visto, de poder conducir la rectificación de
los errores cometidos por ella misma, muestra elocuente de que no tuvieron una
repercusión estratégica, de lo contrario, no estaríamos hoy aquí. No pensamos,
a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad.
Al referirme a este asunto, me siento en el deber
de alertar, una vez más, que no caigamos en la ilusión de creer que las
decisiones adoptadas en esta Conferencia Nacional y ni tan siquiera los
acuerdos de alcance estratégico adoptados por el 6to Congreso, constituyen la
solución mágica a todos nuestros problemas.
Para impedir que nuevamente caigan en saco roto
las instrucciones del Partido, el Buró Político decidió, al igual que como se
indicó en su momento con respecto a la marcha de la actualización del modelo
económico y el cumplimiento de los planes anuales y el presupuesto, que los
plenos del Comité Central analicen dos veces al año la aplicación de los
Objetivos de trabajo del Partido aprobados por esta Conferencia. Del mismo modo
procederán los comités provinciales y municipales del Partido, en la forma y
frecuencia que establezca el Comité Central.
La experiencia nos ha enseñado que aquello que no
se controla con efectividad, no se cumple o se ejecuta superficialmente.
Se impone trabajar y perseverar con Orden,
Disciplina y Exigencia por hacer realidad los Lineamientos de la Política
Económica y Social, igual que los Objetivos aprobados en este evento, dejar
atrás el lastre de la vieja mentalidad y forjar con intencionalidad
transformadora y mucha sensibilidad política la visión hacia el presente y el
futuro de la Patria , sin abandonar, ni por un instante, el legado martiano y
la doctrina del marxismo leninismo que constituyen el principal fundamento
ideológico de nuestro proceso revolucionario.
Para lograr el éxito en este empeño es
imprescindible, como se expresa en el objetivo número 37, “fortalecer la unidad
nacional en torno al Partido y la Revolución, estrechar el vínculo permanente
con las masas y consolidar la convicción de preservar la nación cubana y las
conquistas económico-sociales, sobre la base de que Patria, Revolución y
Socialismo, están fusionados indisolublemente”.
Ahora bien, el meollo del asunto no está en haber
formulado adecuadamente ese objetivo o cualquier otro, sino en determinar las
vías y formas en que lo llevamos a la práctica, con la máxima firmeza, de
manera que podamos evaluar con integralidad cuánto y cómo avanzamos, detectar a
tiempo las tendencias negativas y ser capaces de movilizar a la militancia y al
pueblo en la consecución del objetivo en cuestión.
Esto mismo es aplicable a los enunciados
relacionados con la Política de Cuadros, área que como también expresa el
Informe Central del 6to Congreso, sufrió los efectos de la improvisación y la
falta de previsión y sistematicidad, trayendo como secuela que no contemos
todavía con una reserva de sustitutos experimentados y maduros, con preparación
suficiente para asumir las complejas funciones de dirección en el Partido, el
Estado y el Gobierno, tarea que por razones obvias, como todos comprenderán,
reviste una importancia estratégica para la Revolución y en la cual trabajamos
sin precipitación, pero sin pausa, en el cumplimiento de los acuerdos del
Congreso.
Aprovecho la ocasión para ratificar que en la
medida en que avancemos en la definición de todos los ajustes que será
necesario introducir a la Constitución de la República y al marco legislativo
complementario, entre otros asuntos, implementaremos la decisión de limitar a
un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años, el desempeño de los
cargos políticos y estatales principales. Al respecto, considero que una vez
definidas y acordadas las políticas por las instancias pertinentes podemos
iniciar su aplicación paulatina sin esperar por la reforma constitucional,
recurso al que no debemos estar acudiendo a cada rato, o sea, ir a modificar
algo de la Constitución, aunque sea por el propio Parlamento, sin necesidad de
referendo. Igualmente deberán modificarse en ese sentido los Estatutos y otros
documentos rectores del Partido.
Al hablar de estos temas, no puedo dejar de
mencionarse la importancia de asegurar que la autoridad moral del Partido, de
sus militantes y en especial de los dirigentes, en todos los niveles, se
fundamente en el ejemplo personal, a partir de demostradas cualidades éticas,
políticas e ideológicas y el permanente contacto con las masas.
La Revolución de los humildes, por los humildes y
para los humildes, que tanta sangre costó a nuestro valeroso pueblo, dejaría de
existir sin efectuarse un solo disparo por el enemigo, si su dirección llegara
algún día a caer en manos de individuos corruptos y cobardes
Estos conceptos, que no son nada nuevos, bien
vale la pena tenerlos siempre presentes por el daño real y potencial que para
el presente y futuro de la nación significa el fenómeno de la corrupción.
En las últimas semanas los diputados de la
Asamblea Nacional y numerosos cuadros y funcionarios de todo el país, han
recibido copiosa información acerca de algunos procesos investigativos, que en
esta materia desarrollan los órganos especializados del Ministerio del
Interior, en estrecha armonía con la Fiscalía y la Contraloría General de la
República. A su debido tiempo, luego del pronunciamiento de los tribunales
correspondientes, toda nuestra población conocerá con amplitud estos hechos.
No hace mucho, al intervenir en la clausura de
las sesiones del Parlamento el pasado mes de diciembre, me referí a la
convicción de que la corrupción es, en la etapa actual, uno de los principales
enemigos de la Revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa
subversivo e injerencista del gobierno de Estados Unidos y sus aliados dentro y
fuera del país. También dije que en lo adelante no permitiríamos que las
acciones de enfrentamiento al delito fueran efímeras, como ciertamente nos ha
sucedido en otras ocasiones.
Afortunadamente, sin el menor ánimo de restarle
gravedad a este mal bastante generalizado en el planeta, considero que nuestro
país puede ganarle la batalla a la corrupción, primero frenarla y luego
liquidarla sin contemplaciones de ningún tipo. Ya advertimos que en el marco de
la ley seremos implacables con el fenómeno de la corrupción.
Con frecuencia, varios de los implicados en los
casos detectados ostentaban la militancia del Partido, demostrando
fehacientemente su doble moral y el empleo de esa condición para agenciarse
posiciones en las estructuras de dirección, violando de manera flagrante los
deberes de un militante comunista, establecidos en los Estatutos.
Por ello, sin esperar a la revisión que se
ejecuta en el marco de la actualización de los documentos rectores del Partido,
el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado en diciembre pasado, precisó que
la sanción a aplicar a quienes participen en hechos de corrupción no puede ser
otra que la expulsión de las filas del Partido, sin menoscabo de la
responsabilidad administrativa o penal que corresponda, pues hasta ahora, como
práctica, esta medida —la de expulsión— era excepcional y se reservaba a casos
de traición a la Patria y delitos graves.
No nos cabe la menor duda de que la enorme
mayoría de los ciudadanos y los cuadros de dirección son personas honestas,
pero sabemos que eso no es suficiente, no basta con ser honrados y parecerlo,
hay que pelear y enfrentarse, pasar de las palabras a la acción.
Es cierto que el Partido desde hace años venía
librando el combate contra este flagelo; sin embargo, éste andaba por un lado y
el Gobierno por otro. Para asegurar el éxito es preciso que el Partido asuma
definitivamente la conducción del proceso, lo cual no significa en lo más
mínimo que suplantará las funciones que a cada institución le pertenecen.
El Partido, en primer lugar, exigirá a todos
responsabilidades por el cumplimiento de sus obligaciones, sin intervenir en la
administración, pero sí llamar la atención, alertar y luchar allí, desde el
núcleo, el municipio, hurgar, pensar y volver a pensar en cómo movilizar al
conjunto de las fuerzas en ese empeño. Cada vez que hagamos eso, vamos a
comprobar que la correlación de fuerzas en todos los sentidos nos favorece en
este empeño de derrotar la corrupción. La importancia hay que dársela a
la organización y constancia de esa lucha.
Además, esta no es función exclusiva de los
militantes, es también un deber de cada ciudadano y ciudadana, militante o no,
que se preocupe por su país.
Vale en este contexto retomar, por su actualidad,
conceptos definidos desde 1973, hace casi 40 años, como parte del proceso
preparatorio del Primer Congreso.
El Partido debe estar en capacidad de dirigir al
Estado y al Gobierno, controlar su funcionamiento y el cumplimiento por ellos
de las orientaciones trazadas, estimular, impulsar, coadyuvar al mejor trabajo
de los órganos de gobierno, pero en ningún caso sustituirlos. Los dirige
mediante el control, y este término debe entenderse en la acepción de
comprobar, examinar y revisar, nunca en el sentido de intervenir o mandar.
Aunque no está en el texto, está en el
pensamiento de todos, de toda la masa de militantes, que en el Partido debe
acabarse definitivamente el “mandonismo” su fuerza es moral, no jurídica, por
eso hay que tener moral para dirigir el Partido y llevar a la masa de
militantes ese espíritu, ¡es la fuerza moral!
El Partido dirige controlando que sus directivas,
junto a las del Estado y el Gobierno, se ejecuten apropiadamente por quienes
corresponda.
La organización partidista controla por
intermedio de sus estructuras y de todos sus militantes, de arriba a abajo y
viceversa, lo cual no niega el papel de control que el Gobierno realiza sobre
la actividad administrativa a su cargo.
El control es simultáneo, pero no presupone
interferencias. En una empresa de la producción o los servicios, éste se ejerce
por la administración de la entidad, por sus niveles superiores y por
organismos estatales o gubernamentales, según competa, ya sea la Contraloría,
la Fiscalía, los bancos, las oficinas de la administración tributaria,
etcétera.
Las organizaciones del Partido en la base llevan
a cabo el control mediante el accionar de sus militantes, ya sean simples
trabajadores o dirigentes, apremiando con el ejemplo, del que emana su
autoridad, que la administración se atenga estrictamente al cumplimiento de las
normativas jurídicas vigentes, sin dejar de trasmitir a los organismos
políticos superiores la información pertinente. El Partido controla que los
planes económicos y el presupuesto se elaboren de manera correcta y luego de
aprobados por el Gobierno y el Parlamento se cumplan con rigurosidad.
Estos conceptos están bien claros hace bastante
tiempo, desde el Primer Congreso, pero después nos olvidamos de aquellas
resoluciones, de aquellos acuerdos, de aquel magnífico congreso y los
engavetamos, y por eso casi medio siglo después tenemos que estarles quitando
el polvo a los papeles de lo que hicimos hace 40 años, porque nos dedicamos a
otras cosas, por una razón o por otra. Por eso defendemos tanto la
institucionalidad y que cada cual haga lo que le corresponda, sin interferir a
los demás, más bien apoyándonos. Estos conceptos, además, han sido
actualizados, por lo que se hace imprescindible desde la base, o sea, en el
propio núcleo del Partido y el Comité de Base de la Juventud, educar a los
militantes en esos principios y en cómo se hace esa tarea: cada uno en el marco
donde desenvuelve sus actividades; cómo se hace eso que hemos orientado en los
diferentes congresos o Conferencia, como en este caso, o sea, educar a los
militantes en los mismos para incorporarlos a su accionar diario. No hay que
hacerse filósofo, ¡no hay que hacerse filósofo!
Eso es lo que les debemos enseñar, sencillo y
poco a poco irlos educando en las reuniones correspondientes, en cursillos o en
lo que sea, que sepan cuál es su función, cuál es su papel; pero para
desempeñar ese papel hay que tener moral en todos los sentidos. Y les decía que
ese es, en mi modesta opinión —y este fue un tema bastante discutido en algunas
de las comisiones ayer—, el aspecto esencial del llamado trabajo político
ideológico y no las consignas vacías y las frases prefabricadas.
Antes de concluir estas palabras considero
necesario denunciar, una vez más, las brutales campañas anticubanas instigadas
por el gobierno de Estados Unidos y algunos otros tradicionalmente
comprometidos con la subversión contra nuestro país, con el concurso de la gran
prensa occidental y la colaboración de sus asalariados dentro de la isla en el
propósito de desacreditar a la Revolución, justificar la hostilidad y el
bloqueo contra la población cubana y crear una quinta columna que facilite la
aspiración de privarnos de la independencia y soberanía nacional.
Como expresa el editorial del periódico Granma
del pasado lunes 23, los hechos hablan más que las palabras. Las campañas
anticubanas no harán mella en la Revolución ni en el pueblo, que continuará
perfeccionando su socialismo. Quedará nuevamente demostrado que la mentira, por
muchas veces que se repita, no necesariamente se convierte en verdad, porque
“un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.
Compañeras y compañeros:
En menos de un año hemos efectuado dos eventos
del Partido, esta Primera Conferencia Nacional y sobre todo el 6to Congreso,
con acuerdos trascendentales para el presente y el futuro de la Revolución y el
Socialismo en Cuba. El rumbo ya ha sido trazado, avancemos pues con la misma
decisión, la firmeza ideológica, el valor y la serenidad demostrada en más de
13 años de injusta prisión por nuestros Cinco Héroes, por cuya libertad nunca
dejaremos de luchar y a quienes hacemos llegar el saludo fraternal de los
comunistas y de todo el pueblo cubano.
Muchas gracias (Aplausos)
Entrevista
a Ignacio Ramonet en Porto Alegre sobre la coyuntura mundial
"Si el
movimiento social no da paso a la política,
la crisis seguirá
sirviendo a la extrema derecha"
Por Martín Granovsky
Periodista y escritor, Ignacio Ramonet dijo a
Página/12 que la mayoría de los gobiernos de Sudamérica cumple la función de
los socialdemócratas europeos en los años 50 y que si no cometen errores pueden
aspirar a un ciclo largo de gobierno.
Nacido en Pontevedra y emigrado con su familia a
Francia, Ignacio Ramonet dirige hoy Le Monde Diplomatique en español. Fue uno
de los animadores del primer Forum en 2001 y es uno de los periodistas que más
recorren el mundo y observan sus distintas realidades.
—Sobre el final del Forum hay derecho a
preguntarse si fue útil y qué cambió respecto del primer foro, el del 2001.
—Cuando el foro se creó, no había en América
Latina otro gobierno de los que yo hoy llamo neoprogresistas que no fuera el de
Hugo Chávez, que además vino al foro. Al año siguiente, en 2002, por primera
vez Chávez se declaró socialista. También vino Lula cuando aún no era
presidente, sino candidato. Ahora en cambio los gobiernos neoprogresistas están
llevando a cabo las políticas de inclusión social y al mismo tiempo el foro es
menos un foro de los movimientos sociales. Es un foro en el que se discutió la
crisis europea, el movimiento de los indignados en general (los chilenos, Wall
Street, etcétera) y la cuestión de la memoria. La jornada de Flacso del
viernes, el día de conmemoración del Holocausto, fue una de las actividades
centrales. La organizaron el Forum Social Temático y el Foro Mundial de la
Educación. Hasta ahora ésos no eran temas del foro. Los indignados son un tema
que no lleva más de un año, y el debate sobre la memoria no se había planteado
de esa manera. Dominaban el antiimperialismo y la denuncia de las guerras de
los Estados Unidos en Irak o en Afganistán. Se está llegando a un nivel
diferente. Los gobiernos aquí en Sudamérica lo están haciendo globalmente bien.
Pero ojo, llega una nueva etapa y hay que mejorar ciertos aspectos
cualitativos.
—¿Qué habría que mejorar en América del Sur?
—IR.- No creer que esta bonanza que está viviendo
América Latina va a ser duradera. Depende del éxito norteamericano y europeo y
de si hay baja o no en la economía china que afecte a potencias agrícolas o
mineras.
—Uno de los puntos es cómo aprovecha América
del Sur su actual ventaja por los precios beneficiosos de los productos
primarios que vende para que otra vez el rédito principal no sean palacios
franceses en medio de la pampa húmeda.
—IR.- La economía funciona por ciclos. En Europa
no podemos hablar de palacios en medio de la nada pero sí de grandes
aeropuertos modernísimos que ahora casi no funcionan u óperas en medio de ciudades
pequeñísimas. La riqueza ha pasado y no siempre se ha sabido aprovechar. Aquí,
en Sudamérica, la solución es crear más y más mercado interior. Y mercado
interior protegido. Y también ampliar los intercambios en el marco de la
solidaridad latinoamericana. Ahora el mercado latinoamericano tiene que
articularse para que haya masa crítica para todos. Si no, Brasil se
desarrollará pero Uruguay no. Ahora que desaparecieron 80 millones de pobres
hay una clase media que consume. Brasil introdujo la tasa sobre la producción
de automóviles frente a China y aumentó esa tasa en un 30 por ciento. Es
protección y es correcta.
—¿Qué discusión mundial nueva apareció en el
Forum?
—IR.- Por lo pronto, muchos constataron que, más
allá de las opiniones, la globalización existe. Si existe hay que analizarla y
ver cómo evitar los inconvenientes de la globalización. A escala mundial en una
mesa sobre la crisis del capitalismo, una de las opiniones fue que había que
pensar quizás en desglobalizar y reducir la globalización. No hay sólo una
crisis económica. Hay una crisis de la política, de la democracia, alimentaria,
ecológica. Muchos países latinoamericanos no están pensando en las otras
crisis, en particular en la ecológica. Boaventura de Souza Santos subrayó que
no es normal que se acuse a comunidades indígenas y se las acuse de terroristas
cuando quieren proteger el medio ambiente. Las realidades van cambiando. El
Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, que antes ocupaba tierras, no lo hace
porque no las tiene. Cualquier pedazo de tierra es soja. Y como el MST cuando
se asienta realiza producciones ecológicas, el agronegocio se lo reprocha.
—La discusión ecológica es clave también
porque habrá una cumbre mundial en Río en junio.
—IR.- La precaución ecológica es algo que se ha
recordado y que en cierta medida hace que los gobiernos estén pensando en hacer
las cosas bien.
Dilma dijo que quería dar casas a la gente. A mí
me parece muy bien, realmente muy bien. Pero tengamos cuidado de no llegar al
pragmatismo chino, que en nombre del desarrollo destruye lo que se oponga a esa
idea, y terminemos entrando sin necesidad en una gran contradicción.
—Dilma diría: "Está bien, Ignacio, pero
yo tengo que gobernar Brasil y terminar con la miseria".
—IR.- Es que la preocupación ecológica y la
social no se oponen. El Forum apreció mucho que Dilma haya decidido venir aquí
y no haya viajado al Foro de Davos. Cuando Lula vino y dijo que luego se
marchaba a Davos, alguien le dijo: "No se puede servir a dos amos a la
vez". Es una frase bíblica. "Hay que escoger".
—Quizá Lula necesitaba ir a Davos porque también
eso ayudaba a la consolidación política de su gobierno y en cambio hoy Brasil
no necesita de Davos.
—IR.- Claro, las condiciones cambian. Y el foro
debe cambiar también. Antes muchos dirigentes o presidentes venían a nutrirse.
Chávez y Lula, a quienes ya nombré. También Evo Morales, Rafael Correa y Fernando
Lugo. Para algunas discusiones, una reunión del foro puede tener hoy un mayor
sentido en Europa, para discutir allí mismo la tremenda crisis. El año próximo
está previsto que tenga lugar en un país árabe, porque los movimientos sociales
no sólo se están desarrollando, sino que han conseguido ganar en dos países. Y
hay nuevas discusiones, por ejemplo, entre movimientos sociales laicos y
movimientos sociales islamistas.
—¿Qué podría discutirse en Europa?
—IR.- En Europa hay ya algunas discusiones que se
producían en América Latina. Una idea de que la política está gastada y hace
falta una renovación política. Que la sangre y la vitalidad nueva van a venir
por el movimiento social. De esa vitalidad puede surgir un cambio. Este foro no
tendría el mismo sentido organizado en Madrid, Atenas o Barcelona, donde hay
sociedades que sufren y a la vez registran en algunos sectores gran voluntad de
cambio. Aquí, en Sudamérica, por suerte para ustedes, hay situaciones donde la
preocupación es seguir creciendo y cómo hacerlo mejor.
—¿No hay un riesgo de endiosar a los
movimientos sociales como factores de cambio? Si no hay construcción política,
¿no se diluyen?
—IR.- Sí, es importante ver cómo se pasa de un
momento a otro. Todavía no estamos en esa etapa en Europa, me parece. Aún no.
Nadie expresa mejor el sufrimiento social que el movimiento social. Pero si no
se da el paso a la política, todas las grandes crisis siempre sirven a la
extrema derecha, que aparece como bajo la forma de movimientos y partidos
antisistema. Prometen los cambios más radicales, demagógicos,
transformacionales. Es importante que el sufrimiento social se encarne en
movimientos que tengan vocación de implicarse en la política.
—¿Por qué todavía no ocurre ese paso?
—IR.- Entre otras cosas, en mi opinión, porque
hacen falta líderes. Hasta el momento el movimiento social incluso rechaza
tener líderes. Son muy igualitaristas desde el punto de vista del
funcionamiento democrático. Es como la enfermedad infantil del movimiento
social. Ya llegará el momento de la adolescencia o la madurez, cuando
seguramente se generarán líderes. No líderes salvadores. Hablo de dirigentes
democráticos que puedan entender al movimiento social y ayudarlo a encontrar
respuestas. Después de la crisis del sistema político venezolano, el final de
lo que se llama el "puntofijismo", ¿habría habido cambios sin Chávez
y lo que él representaba? Y me hago la misma pregunta con Ecuador y Correa,
Bolivia y Evo, Brasil y Lula, la Argentina y Kirchner.
—¿Y cómo funciona la relación entre los líderes,
los movimientos y los partidos en esos países de Sudamérica?
—IR.- Mi percepción es que hoy los partidos
tienen menos influencia que hace diez años y los movimientos sociales también
porque los gobiernos están haciéndolo todo. Los líderes de los gobiernos
conducen el cambio. Hubo una energía social que produjo el cambio pero el
cambio está tan encarrilado que a veces hay una desvitalización de la política
que paradójicamente no molesta demasiado.
—Tal vez con las construcciones políticas ocurra
lo mismo que con los ciclos económicos. Quizá deban o puedan ser realizadas
antes de que el ciclo actual de gobiernos sudamericanos termine.
—IR.- La función de estos gobiernos es muy
semejante a la de los gobiernos europeos de los años 50 que, esencialmente,
fueran conservadores o progresistas, tenían como funciones construir el Estado
de bienestar, reconstruir cada país después de la guerra y aumentar el nivel de
vida de la gente. Eso les dio 40 años de estabilidad política. Pero se terminó.
Si los neoprogresistas sudamericanos no lo hacen demasiado mal, quizás haya por
delante varios decenios como si fueran la socialdemocracia nórdica. Hoy mejoran
estructuras, el nivel de vida, crean trabajo. No es casualidad que sean
gobiernos neoprogresistas los que están trabajando bien. Así ocurrió con los
viejos partidos socialdemócratas. Además, la construcción del Estado de
bienestar y el aumento del nivel de vida termina con cualquier tipo de recurso
para las oposiciones tradicionales conservadoras. Ahora la gente percibe cómo
los países reconstruyen sociedades derruidas. Las favelas eran pensadas como
una fatalidad. Para la derecha, era así porque es así. Pero la fuerza de la
derecha desapareció, y también el elemento militar. Las leyes de la memoria son
las que deben culpabilizar —sin venganza, con documentos y base histórica
sólida— y establecer responsabilidades. No vengarse, sino terminar con la
impunidad. A pesar de que lo que voy a decir parece escandaloso, estamos en el
momento más fácil de Sudamérica. Si no hay errores y una gestión tranquila, los
gobiernos de signo neoprogresista pueden quedarse en el poder mucho tiempo. Por
eso hay que pensar bien las sucesiones políticas. En la Argentina eso funcionó
bien. En Brasil, lo de Lula fue ejemplar. Es una lección. Y por eso hoy Dilma
tiene más aprobación popular de la que tenía Lula en su primer año de
gobierno.
Página/12, Buenos Aires, enero 29 de 2012.
Malvinas, la memoria
La guerra de Malvinas es una parte de la historia
reciente Argentina. Los datos y testimonios reunidos a lo largo de estos 30
años tras el regreso y la posguerra, estuvieron determinados por el silencio y
el olvido impuesto por los militares.
Volver fue el comienzo de un doloroso camino para
una gran cantidad de soldados sacudidos por el horror vivido y por el devenir
incierto, que ya no sería el mismo.
De alguna forma se combatió a los excombatientes,
dándonos la espalda, obligándonos a la marginación, sepultándonos en el olvido,
la indiferencia. Resultado: los suicidios de ex combatientes llegan a 500 casos
aproximadamente.
La indiferencia social posterior al conflicto
contrastó con el fervor patriótico que el 2 de abril de 1982 generó el anuncio
de la “recuperación” de las Islas Malvinas, en boca de Leopoldo Galtieri. La
Plaza de Mayo, teñida de color celeste y blanco, se colmó de miles de
ciudadanos, entre ellos muchos reconocidos dirigentes políticos y sindicales.
Aclamaban al dictador, quien decía: “si quieren venir que vengan, les
presentaremos batalla”.
Al final de la guerra, el 14 de junio, todo
cambió de golpe. Tras la derrota, esa misma gente trató de incendiar la casa de
gobierno, echó a Galtieri del poder y no quiso volver a hablar de Malvinas por
mucho tiempo. El final del conflicto cerró el capítulo de la dictadura y fue un
factor decisivo para la reinstauración de la democracia, pero en cuanto a la
guerra, la sociedad no se hizo cargo de sus responsabilidades.
Al volver, las autoridades y la sociedad se
comportaban como si los soldados fuéramos los responsables de la derrota. Hubo
un acuerdo tácito para olvidar la guerra, escondernos y borrar de nuestras
mentes lo vivido. Para obtener la baja militar, los oficiales hicieron firmar a
los soldados una declaración jurada, en la que nos comprometíamos a callar y
por ende a olvidar.
Hablar de lo ocurrido durante la guerra, fue lo
primero que nos prohibieron. Así, el dolor, las humillaciones, la frustración,
el desengaño, la furia, quedaron dentro de cada uno de nosotros hasta tornarse
insoportables en muchos casos. Es que hablar, contar, era el primer paso para
exorcizar nuestro infierno interior y empezar a curar las heridas. De modo que
el regreso fue cruel, en silencio y a escondidas. La bienvenida quedó para la
intimidad del hogar.
No está en discusión el justo y legitimo reclamo
de soberanía que Argentina mantiene sobre las Islas desde 1833 y de los
desbordes absurdos de su primer ministro David Cameron, cuando habla de
colonialismo y se olvida de que aún los habitantes de las islas viven en
un estado colonial, con un gobernador que elegido por la reina actúa como
Virrey y que pretende militarizar nuevamente nuestras islas, tratando de
esconder sus dificultades económicas y el desempleo, en contraste con los
tiempos de paz y unidad que vive la región.
Poco serio, los tiempos están cambiando y ya no
lo pueden ocultar. Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo
ocurrido en 1982. Durante un largo período se ha preferido eludir la
autocrítica de la derrota, de la que nadie quiso hacerse cargo.
Leopoldo Fortunato Galtieri y Jorge Anaya
murieron sin haber hablado, sin enfrentar sus responsabilidades políticas y
militares.
Como rescató la presidenta Cristina Fernández, un
digno general de la Nación, Benjamín Rattenbach, elaboró en 1983 un informe, a
pedido de la Comisión de Análisis y Evaluación Político Militar de las Responsabilidades
del Conflicto del Atlántico Sur. El informe califica la Guerra de Malvinas como
una “aventura irresponsable”. Señala que cada arma funcionaba por su cuenta,
que carecían de preparación y que la conducción estuvo plagada de errores.
Sobre esta base, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas condenó reclusión y
destitución a: Galtieri por 12 años; al almirante Jorge Anaya a 14 años y al
brigadier Basilio Lami Dozo a 8 años. No hubo otros condenados.
Finalmente los tres fueron indultados en 1990 por
el ex presidente Carlos Saúl Menem.
El descarnado informe del general Rattenbach fue
silenciado por sus camaradas, que no quisieron hacerse cargo del debate y
asumir una autocrítica sobre lo ocurrido.
La difícil recuperación de las secuelas de la
guerra y de la reinserción social y el “Trastorno de Estrés Postraumático”
(TEP) afectó en diverso grado a todos los ex combatientes. El TEP es un
estado depresivo crónico, propio de alguien que ha experimentado de forma
directa la guerra. Genera una constante sensación de temor, angustia y
pesadillas, miedos, problemas de relación, irritabilidad, dificultades para
conciliar el sueño, sobresalto, un elevado nivel de violencia e irritabilidad,
inclinación por las adicciones, entre tantos síntomas. Sin ayuda psicológica
es difícil la recuperación.
Durante años no hubo ningún tipo de asistencia ni
ayuda, recién en los últimos nueve años la situación de los ex combatientes
mejoró notablemente cuando se realizó un relevamiento socio-sanitario nacional
de los que participamos de la guerra, para dar respuestas concretas y atender
aquellos casos de alta vulnerabilidad.
A partir del 2004, el Estado otorga una pensión
equivalente a tres jubilaciones mínimas.
Con la ayuda del ex presidente Néstor Kirchner,
en setiembre del 2005 se estrenó el film “Iluminados por el fuego”. Sin dudas
contribuyó a abrir un debate sobre lo ocurrido en Malvinas. Hasta ese momento
poco o nada se sabía sobre los suicidios y los traumas de posguerra entre los
soldados, y la película realizada luego por Tristán Bauer mostró la vida y cotidianidad
de la guerra. Al margen de los errores tácticos y estratégicos que definieron
la suerte de la guerra, lo que aparece como inaudito son los injustificados
malos tratos, las crueldades de algunos oficiales.
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas,
manifiestó hace poco tiempo su compromiso con la causa Malvinas y dijo: “El
escarnio, el abandono, el valor de estos conscriptos que con el pecho abierto
al amor por la Patria, fueron a defenderla pero indefensos. Nos concierne a
todos los pobladores del país saber que no es posible el olvido, que 30 años
después la leyenda es un dolor abierto y que debemos saldar estas deudas”.
Los ejes fundamentales de verdad, memoria y
justicia que predominan en estos 30 años deben profundizarse en el caso de
Malvinas para establecer la verdad de lo ocurrido. Algo que la sociedad le debe
a los caídos y a los que combatieron con dignidad en Malvinas. Debemos separar
a aquellos que lucharon con honor.
Necesitamos ganarle a nuestra propia guerra y
recordar tanto a los que murieron en las islas, como a los que volvieron y como
consecuencia de la indiferencia y el olvido, se quitaron la vida.
POR LA VIDA.
*Escritor. Veterano de la Guerra de Malvinas.
27.01.2012
Declaración del BP del CC del PCM
Las aventuras
imperialistas ponen a la humanidad al borde de una nueva guerra
El Buró Político del Partido Comunista de México se
pronuncia ante las peligrosas maniobras que los centros imperialistas han
efectuado los últimos días y que llevan en sí la posibilidad de arrastrar a los
pueblos a una nueva guerra.
El imperialismo, que actualmente une en su cadena a
todas las economías capitalistas, conlleva la existencia de intereses
contradictorios entre las diferentes burguesías. Esto ha llevado a que sus
correspondientes Estados desplieguen una creciente agresividad en sus planes y
a la ominosa formación de ejes y contra ejes económicos, políticos y militares.
Estas alianzas y contra alianzas tienen objetivamente un contenido capitalista
y por lo tanto no suponen ningún beneficio para la clase obrera, ni se trata de
la unión fraterna de los pueblos. Se trata de alianzas para la agresión
conjunta, para el asalto bárbaro contra la clase obrera y para la protección de
las ganancias de los respectivos monopolios.
Sin la existencia del campo socialista, el derecho
internacional se ha convertido en un manto legal para justificar las últimas
guerras. Los centros imperialistas se limitan por y responden a la fuerza
desplegada por cada bloque imperialista. Se trata de juegos peligrosos con los
cuales arrastran a una porción cada vez más grande de la humanidad a las
posibilidades de guerras.
Estos juegos imperialistas cobran particular
algidez en la región de Medio Oriente, donde es claro que hay una disputa por
el control de los recursos energéticos. Bajo presión de los poderosos
monopolios la UE ha decidido colocarse junto a los Estados Unidos y decretar un
embargo económico contra Irán.
Que se trate de punir a Irán por algún programa
nuclear es la excusa más ridícula, cuando en la UE se encuentran algunos de los
países con los arsenales nucleares más grandes. La política imperialista llevó
después de la Segunda Guerra Mundial a los Estados Unidos a apoyar a Irán en la
producción de Uranio enriquecido. Ahora la política está dictada por la
decisión de disputar los recursos energéticos de la región a otros centros
imperialistas mediante ocupaciones.
Irán por su parte amenaza con cerrar el estrecho de
Ormuz, donde pasa gran parte del petróleo que circula en el mercado mundial.
Ante esto Estados Unidos y la OTAN movilizan sus portaaviones y toman
preparativos bélicos.
Recalcamos la reacción de Israel que ha sido la de
festejar el escenario favorable a una confrontación. El gobierno de Israel
desde hace tiempo se prepara para una guerra con Irán como premisa para
expandir su dominación en la región.
Por un lado se trataría de un nuevo episodio de
masacre a los pueblos en la carrera por los mercados y los recursos. Por el
otro lado, en el contexto de la crisis económica del capitalismo, una guerra en
Irán traería como consecuencias nuevos asaltos y recortes para la clase obrera.
Sobre la base de la especulación sobre el petróleo se ahondaría en la
pauperización de los obreros en todo el mundo.
Por las graves consecuencias que arrastraría.
Sumamos nuestra voz a la de los Partidos Comunistas de la región. Llamamos
especialmente a la clase obrera de nuestro país a estar atenta y a movilizarse
en su caso contra esta peligrosa guerra.
¡Proletarios de todos los países, Uníos!
Buró Político del Partido Comunista de México
México, DF a 26 de Enero del 2012
farc-ep
Nostalgia
por Alfonso Cano
Escrito
por Gabriel Ángel: Invencible Alfonso, invencibles FARC-EP
Miércoles, 01 de febrero de 2012 16:39
La primera noticia que tuve de él provino de la
prensa de comienzos de los años ochenta. Su nombre y su fotografía me
resultarían familiares desde entonces. Se trataba de un hombre que superaba por
un poco los treinta años, más bien delgado, de barba espesa, que usaba unos
lentes enormes de montura redondeada, tras los cuales se percibía una mirada
que auscultaba a su interlocutor con profunda inteligencia.
Se lo presentaba como miembro del Secretariado
Nacional de las FARC, algo que sonaba extraño dada su juventud y su reciente
ingreso a filas. Para entonces los colombianos sufríamos del efecto M-19, una
guerrilla urbana que recién había asumido un carácter rural, y a cuya cabeza
figuraba un personaje excepcional, Jaime Bateman Cayón.
Creo que todos los simpatizantes de la izquierda
llegamos a admirarlo sinceramente, y lo echamos de veras de menos cuando el
conjunto que simbolizaba la organización que él creó y dirigió, se fue
desmoronando tras su muerte ocurrida en un accidente aéreo en el año 1983.
Justo al año siguiente aparecieron las FARC en el escenario de la política
nacional, con la enorme fuerza acumulada tras veinte años de paciente y
distante lucha guerrillera. La firma de los Acuerdos de La Uribe reveló también
la dimensión histórica de sus grandes artífices, Manuel Marulanda y Jacobo
Arenas, dos hombres duros, maduros y sonrientes que proponían una suerte de
país diferente. A su lado, un poco como su protegido, emergió Alfonso Cano,
reconocido de inmediato como una especie de intelectual rebelde, representante
sin haberlo pretendido de la juventud revolucionaria urbana que tendría de
inmediato en él su referente.
Porque Alfonso simbolizó de una vez y para
siempre eso. La maravillosa saga del revolucionario latinoamericano convencido.
Dirigente y activista estudiantil, militante de la Juventud Comunista, miembro
de las redes de conspiración clandestina en la ciudad y finalmente líder
guerrillero en las montañas. No podían faltar en él desde luego la etapa de
formación política en la Unión Soviética, ni la experiencia de la captura a
manos de la policía del régimen, con sus interrogatorios brutales, la celda de
aislamiento y la temporada de reafirmación en la cárcel como prisionero
político. Tampoco su etapa de acción política pública y legal, desempeñada con
la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en Caracas y Tlaxcala. Su muerte en
combate, ya sesentón, convertido en el jefe máximo de las FARC, ratifica para
la eternidad su talante romántico de soñador, inspirador eterno de la lucha
contra la opresión, ejemplo imperecedero de la causa por la justicia en una
sociedad inicua. No puedo negar que esperé un protagonismo más activo de Cano.
Tenía la madera suficiente para convertirse en un
cuadro excepcional del movimiento revolucionario colombiano, latinoamericano y
mundial. Su mente era capaz de abarcar el conjunto de la realidad económica y
social contemporánea, procesarla con detenimiento, analizarla con la precisión
de un cirujano para extraer de ella las más acertadas conclusiones acerca de lo
que había que hacer. Su sola presencia infundía respetabilidad al ambiente, y
sus palabras lo sacralizaban. Pero era muy nuevo aún para opacar a Jacobo
Arenas, esa especie de faro monumental que iluminaba para entonces el devenir
político de las FARC. Aún tenía mucho que aprender de él. Y lo hizo. Tras la
muerte de Jacobo, su nombre apareció siempre siguiendo en todos los documentos
de las FARC al de Manuel Marulanda Vélez.
Y los farianos sabíamos que aquello no era
gratuito, aunque casi fuera prohibido hablar de ello. Era el segundo, el
Reemplazante del Jefe, y así apareció ante nuestros ojos durante 18 años, hasta
que, como era de esperarse, asumió el mando tras el deceso del fundador.
Veinticinco años como integrante del Secretariado Nacional avalaban su nueva
posición. Y no había un solo mando o guerrillero raso que pusiera en duda su
capacidad y prestigio. Asumió su responsabilidad con fría serenidad, aun enterado
de que ya se encontraba desplegada contra él una operación enemiga sin
antecedentes. Mi primera entrevista con Alfonso ocurrió en Casa Verde, cuando
ésta empezaba a construirse apenas. Había sido enviado allá a una misión desde
el Frente.
Me desarmó por completo con su sencillez. Yo
apenas tenía año y medio de haber ingresado a las FARC y él por entonces seguía
ya a Jacobo Arenas en jerarquía. Pero sentado en su oficina frente a él, me
sentí tratado con enorme respeto y consideración. Le agradaba mucho que fuera
de Bogotá, su paisano, y que hubiera obtenido mi título en la Universidad
Nacional, donde él también se había graduado como profesional, aunque eso
hubiera ocurrido varios años antes. Además teníamos en común la pasión por la
lectura y la inclinación por los temas históricos, sociales y económicos. Su
conversación informal era la de un muchacho. Sabía bromear y reírse a
carcajadas, con ese estilo particular de los rolos que siempre se me antojó tan
familiar. Su frecuente apelación al Ala y al uso de los diminutivos para llamar
las cosas, lo hacía parecer como uno de los míos.
En realidad lo era, era otro hermano mayor que me
había regalado la vida y que me hacía sentir orgulloso de haberlo llegado a
conocer. Hasta su elegante modo de llevarse el cigarrillo a la boca para fumar,
era idéntico al que había aprendido yo de mis compañeros de la secundaria.
Muchos años después, en el Caguán, le oiría contar sobre su terrible batalla
para dejar ese vicio, lo mucho que le había costado sentarse a escribir un
documento cuya elaboración le consumía dos horas, sin aspirar un cigarrillo
debido a su determinación de dejarlo. Pero lo había conseguido, y hasta
invitaba a imitarlo. Aquello no me interesaba, y él lo entendía sin ponerse
pesado.
Año y medio después volví a encontrarlo en Casa
Verde. Me sorprendió que con sólo mirarme me hubiera saludado por mi nombre con
la desenvoltura de quien se hubiera despedido de mí la tarde anterior. Me
prometió que me invitaría a conversar en su oficina con más calma una de esas
noches y efectivamente un par de días después me comunicaron la orden de
presentarme allá. Su conversación fue tan amena o más que la primera vez y se
extendió además a preguntarme mi opinión sobre varios asuntos, cosa que no
dejaba de asombrarme puesto que no me creía digno de ello. Hasta me facilitó
cien mil pesos para el viaje de regreso al Frente, eso sí con la condición de
que le comunicara a Adán Izquierdo que debía devolvérselos con el correo,
porque tenían el carácter de un préstamo que salía de su propio presupuesto.
Ese detalle, al parecer muy frecuente en él, revelaba su preocupación por el
correcto manejo de las finanzas de la organización.
Los recursos del movimiento siempre le parecieron
sagrados e insistía en que había que administrarlos siempre con el rigor de la
economía proletaria, rasgo que algunos malinterpretaron muchas veces para
trocarlo por cicatería. Recuerdo haber oído alguna vez que tras invitar un día,
hallándose en el exterior, a almorzar en un restaurante a varios compañeros, al
recibir la cuenta reclamó porque esta incluía un almuerzo demás, de acuerdo con
el número de convidados.
Resultó ser cierto, el gordo Calarcá, dominado
por el hambre, había pedido dos almuerzos para él. No le hizo gracia el asunto,
no podía aceptar que alguien se comiera el doble del presupuesto que los otros.
Siempre me pareció que su fuerte era la exposición de las ideas. Sabía
desplegar un talento excepcional para ordenar los temas e ir desmenuzándolos
rigurosamente, sin perder jamás el hilo de la explicación, haciéndola en
extremo comprensible y entretenida. El abordaje de las cuestiones ideológicas o
políticas hacía brotar al pensador profundo que habitaba dentro de él. Fino,
agudo, de palabra precisa, encontraba como un hábil cazador el argumento oportuno,
el recurso lógico que salvaba la situación y variaba por completo el curso de
la contienda. Nunca faltaba la danza sigilosa de sus manos para acompañar el
hondo sentido de sus palabras.
Tomando en cuenta que jamás he hecho parte de los
escalones superiores de decisión del movimiento, me hallo obligado a confesar
mi ignorancia acerca de cuántos y cuáles hayan sido sus aportes en la larga
brega política y militar de las FARC. Pese a ello estoy seguro de que debieron
haber sido numerosos, frecuentes y brillantes. La notoria estimación y el
evidente respeto que los demás miembros del Secretariado Nacional guardaron
siempre hacia él, incluido el afecto singular de Manuel Marulanda Vélez y el
Mono Jojoy, lo revelan sobradamente.
Si Alfonso Cano no fulguró como personalidad
arrolladora en la vida política del país, fue sólo porque jamás hizo
ostentación individual de su genial talento. Prefirió siempre que fueran la
organización, su Estado Mayor Central y su Secretariado los que dieran de qué
hablar y de qué hacer. Jamás puso en duda la naturaleza colectiva del trabajo
revolucionario y de su dirección, lo cual revela un rasgo que se olvida
fácilmente de él, que era un comunista puro. No volví a verlo desde los tiempos
del Caguán. Allá acudí varias veces a su campamento en las afueras de San
Vicente, acompañando a Iván Ríos y con la grata compañía de Mariana Páez. Nos
recibía con su calurosa hospitalidad y dedicaba hasta cuatro horas a hablar con
nosotros sobre las incidencias del proceso de paz y las audiencias públicas. Le
apasionaban también las cuestiones relativas al lenguaje, retar a otro a
definir cuál era el modo correcto de escribir una palabra extraña, llevando por
lo general la contraria a la argumentación fácil y resultando siempre vencedor
al recurrir al diccionario.
Como hombre de honor, gustaba de hablar de
dignidad e indignidad en sus escritos, y como adversario de cualquier forma de
explotación, solía caracterizar con el término mezquindad a la actitud de la
clase dominante. No dejó nunca de sorprendernos con su apelación a palabras
inusuales para caracterizar con exactitud situaciones o personas. Y de buen
grado teníamos que consultar el Larousse para quedar perfectamente
claros.
Lo recuerdo como un verdadero intelectual de
izquierda, aunque decirlo pueda despertar hacia él el coro bufonesco de
nuestros eternos críticos que entienden por eso a un émulo de Stalin, pobres
imbéciles. Cano era un pensador marxista, dialéctico, ampliamente empapado de
la realidad mundial y nacional, abierto a las nuevas interpretaciones de los
tiempos, aislado por entero de viejos esquemas.
Simplemente había optado por los intereses de los
explotados, de los oprimidos, de las víctimas que reclamaban justicia. Cada uno
de sus pensamientos y actos fue leal a esa causa. Hasta su muerte. Solía
destapar una botella de trago fino y brindarnos de rato en rato una copa que él
mismo servía con cierta ceremonia. Se la negaba siempre a Iván porque él era
quien conducía el auto y debía llevarnos a todos de regreso.
Ponía a sonar música revolucionaria, de esa que
llaman ahora canción social y por la que la más alta burguesía pretende mostrar
hoy un alto aprecio.
Mueren Mercedes Sosa o Facundo Cabral y el primer
comunicado lamentando el hecho sale del palacio presidencial. Es su manera de
decirnos que quienes encarnan sentimiento e ideario revolucionario son ellos,
mientras nosotros somos una cuestión del pasado. Había que ver cómo se reía
Alfonso de eso.
Los pájaros tirándole a las escopetas, ala. Me
gustaba verlo cuando se interesaba por algo. Abría enormemente los ojos y en
cada pausa de su interlocutor le preguntaba que más había, al tiempo que con el
dedo índice de su mano derecha se echaba hacia atrás la montura de las gafas.
Escuchaba con esmerada atención, serio, sin hacer comentarios en ningún
sentido, procesando y balanceando en su mente todo lo que oía. No formulaba
opiniones apresuradas, indudablemente pensaba muy bien antes de
hablar. Le gustaban mis escritos. Me lo dijo varias veces en
persona en el Caguán y me lo repitió otras tantas después, por el radio, cuando
cientos de kilómetros nos alejaron. Tuvo la especial deferencia de aceptar ser
el presentador de mi libro La Luna del Forense, cuando hicimos su lanzamiento
público en Los Pozos en medio de la audiencia pública con el sector del arte y
la cultura.
Allí pronunció un singular y desinteresado elogio
sobre mí, el cual sólo ahora vengo a entender en su verdadera dimensión.
Saberlo me conforta. Aunque me duele en el alma el deber que me ha impuesto la
vida de ser el cronista de este épico alzamiento. Aquí he conocido los hombres
más grandes que han producido esta tierra y este pueblo. Y me ha correspondido
dejar el testimonio escrito tanto de su gigantesca obra como de su conmovedora
tragedia. Hay que tener un corazón muy fuerte para poder hacerlo. Creo que fue
lo que siempre supo apreciar Alfonso. No creo que haya imaginado que algún día
tendría que escribir sobre él.
Estábamos enterados del fragor de la guerra que
lo acechaba a diario. Algo hemos vivido de eso. Los sobrevuelos constantes de
los aviones de inteligencia, los repentinos bombardeos y ametrallamientos, los
desembarcos por distintos flancos, los combates y el olor a pólvora, el rojo
oscuro de la sangre, los gritos, los silencios, las traiciones, los heroísmos y
los miedos. Tras cada embestida enemiga, reaparecía siempre sonriente,
bromeando, más sólido aun en sus convicciones y propósitos. Sabía que la lucha
sería larga y difícil, que quizás apenas estaba comenzando, que no se trataba
de una cuestión personal, que no era él quien había de triunfar, que era un
pueblo, una multitud de desharrapados, de negros, de indios, de campesinos
humillados y sin tierra, de obreros y desempleados, de mujeres animadas de
esperanza, de millones de seres que reclamarían y conquistarían un futuro digno
para su condición humana. De ese modo partió, manoteando, maldiciendo a sus
enemigos, disparando, echando vivas a la revolución, a la patria grande y al
socialismo. Así lo recordaremos siempre, revistiendo de gloria su paso a la inmortalidad,
alentándonos a continuar, inspirándonos a la victoria.
Invencible Alfonso, invencibles FARC-EP.
(Difundido por Samuel
Barinas Varela/Corfisocial).
josé martí
Martí
y la educación
Educación
popular
I. Instrucción no es lo mismo que
educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los
sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las
cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades
inteligentes.
II.
Educación popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre;
sino que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean
bien educadas. Así como no hay ninguna razón para que el rico se eduque, y el
pobre no, ¿qué razón hay para que se eduque el pobre, y no el rico? Todos son
iguales.
III.
El que sabe más, vale más. Saber es tener. La moneda se funde, y el saber no.
Los bonos, o papel moneda, valen más, o menos, o nada: el saber siempre vale lo
mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden
perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su
ciencia, y como la lleva en sí, no
se
le pierde, y su existencia es fácil y segura.
IV.
El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción
del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama
el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y
más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque.
V.
Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después,
en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás.
VI.
A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele
servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante
está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la
conciencia, ya está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de
Dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de defender nuestros derechos, es
conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto
que no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un
pueblo de hombres libres. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud.
Tan repugnante es un pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como
esclavo de hombres de sí mismo.
En: José Martí. Obras completas. Vol. 19: Viajes –
Diarios - Crónicas – Juicios. pp. 375-376
Educación pública y gratuita (*)
La ciudad de Nueva ‘York se propone gastar en 1882,
$3.836.925 en escuela públicas. De esta suma $3.084,000 se destinan a sueldos
de profesores; los $652,000 restantes se consagran a la conservación de los
edificios de educación, ya la construcción de algunos nuevos. Sin embargo, hay
tentativas de reducir esta cantidad; ya en los cuatro años anteriores, el
presupuesto de escuelas públicas ha sido mermado, a rebajas parciales, en
$1.127,000. Unos quieren que la ciudad dé a los niños educación primaria y
superior gratis, y otros creen que sólo debe darse la primaria. La verdad es
que, salvo la belleza externa de los edificios, el orden de los colegios, y la
riqueza, variedad y bondad de los textos en nada es superior, y en muchos
aspectos es inferior a la que en Caracas podemos dar a nuestros hijos, la
educación primaria que se recibe en las escuelas de Nueva York. Las escuelas de
enseñanza superior son excelentes. En Filadelfia y en Brooklyn cuesta a los
municipios cada niño la mitad de lo que importa al municipio de Nueva York y la
enseñanza es mucho más completa. En las escuelas de Nueva York se pega aún a
los alumnos, y se les obliga a aprender sus lecciones de memoria.
La Opinión Nacional
Caracas, 20 de enero de 1882
En: José Martí.
Obras completas. Vol. 23: Sección constante. p. 162
Educación
para sordomudos (*)
Hay en Nueva York un hermoso edificio, consagrado a
la educación de sordomudos, del que se dice que es uno de los más bellos, si no
el más bello, de los edificios destinados a esta obra piadosa. Allí no se enseña
por signos, sino por medio del lenguaje articulado. Los alumnos se entienden
entre sí, y aprenden a entender a los demás por el movimiento de los labios.
Creó esta institución, como muchas otras que dan gloria a 1os Estados Unidos,
cuya grandeza es debida a la acumulación de hombres inteligentes de todas
partes de la tierra, un europeo, un médico austríaco, Engeíssmann, a quien un
grupo de personas bondadosas favoreció al principio, en pequeñísima escala,
para la aplicación, a modo de prueba, de su sistema de enseñanza de los sordomudos,
por el sistema de articulación de las palabras. Vióse que el sistema era bueno
y la escuela fue creciendo en importancia. Una vez recibió auxilio del
Municipio de la ciudad, y otra de la Legislatura del Estado. Vinieron luego a
aumentar sus fondos donativos particulares, y el monto de las pensiones de los
discípulos privados, así como el de los discípulos que la Legislatura y la
Municipalidad le enviaban: alcanzó a tener la escuela $45,000 de fondos de
reserva, y recogió con promesa de pago, $70,000 de préstamos de particulares,
con los que ha levantado el edificio que ahora ocupa, y que cuesta $130,000. Es
una de las singularidades del establecimiento, a la que se debe en buena parte
su éxito, que casi todas las profesoras son señoras. La ternura y la paciencia
de la mujer alcanzan lo que no consigue fácilmente el espíritu del hombre,
áspero y seco, contra su voluntad a veces, y devorado por ansías e inquietudes
que le privan de la evangélica bondad que en la mujer abunda.
La Opinión Nacional
Caracas, 21 de enero de 1882
En: José Martí. Obras completas. Vol. 23: Sección
constante. p. 162
(*) Martí fue
corresponsal en Nueva York del periódico de Caracas “La Opinión Nacional”. Los
títulos son de Aquí.
De América soy hijo y a ella me debo
Por
Ramón Guerra Díaz
Publicado el 25 de enero de 2012
Dentro de pocos días celebraremos el 159
aniversario de natalicio de José Julián Martí Pérez, una de las figuras más
importantes dentro de la historia y la cultura cubana, no solo por sus grandes
sacrificios por el logro de nuestra primera independencia, sino también por su
lucidez política, que lo hizo ver más lejos que los políticos de su época, la
necesidad de la unidad latinoamericana como contrafuerte al hegemonismo que
desde aquellos años ya asomaba por el “norte revuelto y brutal que nos
desprecia”, como dijera él para referirse a los Estados Unidos y su poderosa
oligarquía.
Un momento importante en la maduración política
de José Martí fue su contacto con la sociedad norteamericana. Llega a Nueva
York el 3 de enero de 1880, venía de España después de haber sido deportado por
el gobierno colonial español de la isla de Cuba algunos meses antes.
El contacto con aquel país en pleno apogeo de su
desarrollo económico fue deslumbrante, por eso escribe en el periódico The Hour
un artículo titulado “Impresiones de América” en el que expresa: “Estoy, al fin
en un país donde cada uno parece ser su propio dueño.” Poco a poco el
conocimiento más profundo de aquel país le hará escribir un año después: “[...]
este país, señor en apariencias de todos los pueblos de la tierra, y en
realidad esclavo de todas las pasiones de orden bajo que perturban y pervierten
a los demás pueblos.”
En aquel país vivió las emociones de las grandes
transformaciones tecnológica, la expansión de la nación hacia el oeste, las
riadas de emigrantes provenientes de Europa, base de la vertiginosa
transformación del país; las luchas de los trabajadores, en su mayoría
emigrantes, por mejores salarios y ocho horas de labor, hechos que sirvieron
para aguzar su pensamiento social, siempre al lado de los humildes, sus
críticas a los métodos violentos de lucha y su comprensión paulatina de aquella
gente violenta, engañada y víctima del gran capital. Todo esto en una constante
dialéctica de su maduración.
En los Estados Unidos el Apóstol cubano conoció y
puso al descubierto el fenómeno imperialista y advierte sobre el peligro que
representaba para Cuba, las Antillas y a la larga para América Latina. El auge
económico del país traía la necesidad de mercados y sus clases dominantes
apuntaban hacia el dominio de las naciones de la América Latina.
Desde sus crónicas para los periódicos de
Hispanoamérica no se cansa de mostrar las luces y las sombras de aquella nación
y al organizar el movimiento independentista y liberador de la isla de Cuba,
sienta sus objetivos políticos de impedir la anexión de Cuba al país del
norte.
Su profundo espíritu analítico y su voluntad de
estudiar las interioridades de los Estados Unidos, le permitieron llegar a
conclusiones político sociales que aún hoy guardan una gran vigencia:
—La unidad de los países latinoamericanos como
contraparte al hegemonismo de los Estados Unidos.
—El desarrollo cultural y económico de nuestra
América como antídoto a la dominación de la nación del norte.
—La necesidad del desarrollo desde bases propias
como contrapartida a la influencia y penetración de esa cultura basada en el
pragmatismo y el individualismo exacerbado
—La esencia humanista de la sociedad, su
confianza en el ser humano y su capacidad de ser bueno.
Esas y otras que se me escapan son esencias
sociales de la prédica martiana, no solo contenida en documentos políticos y
programáticos, sino en toda su obra intelectual y de vida.
En los días que corren, con una nueva América
Latina, dispuesta al cambio e imbuida de esa necesidad de integración
preconizada por Bolívar, defendida por Martí y muchos otros, recordamos al
cubano mayor útil y vigente.
lecturas
La dimensión ética en la formación docente
fundada en
una pedagogía de preocupación por los “otros”
Roberto
Valdiviezo Luna
“lento viene el futuro
lento pero viene,
convaleciente y lento
remordido,
soberbio,
modestísimo,
ese experto futuro que inventamos
nosotros al azar.
Cada vez más nosotros
y menos el
azar”
MARIO BENEDETTI
Resumen
En un tiempo de
transformaciones, Bolivia
necesita interesarse por una nueva
educación y una formación docente capaz de llevar a la práctica tareas de
inclusión que superen las exclusiones y discriminaciones, exigencia ineludible para una ética que se exprese en prácticas morales que
reivindiquen la heterogénea composición étnica, cultural y lingüística del
país, con un discurso capaz de aportar a las nuevas formas de entender las
interacciones humanas, basadas en la
alteridad, exigencia de una educación
intercultural.
En estas circunstancias es ineludible abrirse a lo
diferente porque vivimos en lo plural; por tanto, la formación ética de los
futuros docentes, requiere de una pedagogía de respeto al “otro”, al
“diferente”, para cumplir la tarea de cimentar la personalidad de mujeres y
hombres, formándolos en una escuela del cuestionamiento y la disidencia en el
buen sentido del término, para que se fortalezcan las capacidades de la
reflexión, crítica, posicionamiento personal y de debate, como elementos dinamizadores de la nueva
ética del compromiso, la solidaridad, la equidad, la justicia y la libertad,
que son los pilares básicos de la nueva moral, preocupada por reivindicar los
valores de la culturas ancestrales, de respeto a los otros y a la naturaleza.
Palabras
clave: valores,
crisis, cultura, identidad, diferencia, interculturalidad, formación,
paradigma, naturaleza, diversidad, interacción, existencia, incertidumbre,
cultura, homogeneidad-heterogeneidad,
práctica.
Introducción
El hombre, ser complejo, es sobre todo un
coexistente que responde a una realidad socio-histórica concreta y tiene en la
educación la acción contributiva más importante para la transformación del
mundo y de sí mismo, una sentida necesidad en tiempos en que la sociedad con
muy bajas expectativas culturales y axiológicas, que pareciesen rayar en el
nihilismo, aparece amenazada por la irracionalidad en el manejo unipolar del
mundo que determina cambios en las formas de sentir, pensar, ser y hacer de
hombres y mujeres, formas que establecen el surgimiento de visiones pragmatistas
y cortoplacistas de mantenimiento obsesivo del poder, de una tendencia casi
esquizofrénica en la acumulación del capital que caracteriza a la sociedad
occidental, que influye drásticamente en el trastocamiento de los valores, en
la pérdida de la preocupación ética y el establecimiento de una tabla axiológica antagónica al
humanismo bien entendido, que hace abstracción de las inequidades, las
injusticias y el sometimiento que arrastra a la miseria a miles de millones de
personas en el mundo, que institucionaliza la mentira, el engaño, la corrupción
y la explotación inmisericorde e irracional del hombre y la naturaleza,
poniendo en serio peligro la vida en el planeta y la existencia misma de él.
La pérdida de credibilidad en circunstancias en las
que se agudizan las contradicciones del sistema capitalista globalizado, con
inusitados y vertiginosos avances científico-tecnológicos que aprisionan a la
humanidad en una cultura trivial e intrascendente, empujándola hacia el
individualismo egoísta y competitivo exige, a la educación en general y a la
formación docente en particular, atreverse a asumir la tarea ineludible de
contribuir al rescate de la dimensión personal y social del hombre. Se trata de
superar la pérdida de identidades y de sentidos, para lograr ser “nosotros
mismos” y establecer relaciones de alteridad con “los otros”, no sólo
respetando las características étnicas, culturales y lingüísticas, las
cosmovisiones, saberes, simbolismos, códigos de interpretación y valores, sino
construyendo los mecanismos que permitan reconfigurar la dimensión plural de la
realidad social en nuestro país; de ese modo, se superaría la condición
meramente discursiva de la interculturalidad, que postula la aceptación teórica
de la diversidad cultural como un simple medio de convivencia entre iguales,
sin llegar a cambiar las estructuras básicas del manejo del poder económico y
político vigentes.
La prédica del respeto y la tolerancia a los
“otros” sólo busca ocultar la intención de desnaturalizar la interculturalidad
como factor de transformación social, que emerge con fuerza en nuestros días,
rebasando la concepción de simple posibilidad para una nueva forma de
relacionamiento interpersonal. Se trata de una verdadera y distinta alternativa
de coexistencia, capaz de cuestionar la orientación del desarrollo hegemónico
del capitalismo en todos los ámbitos de la actividad humana. Su dominio genera
mucha violencia en el mundo e instaura diagramas de fuerza y de poder
aplicables a la colectividad, a través de instituciones como la escuela y la
iglesia, con el uso de ciertos principios normativos que acaban definiendo las
relaciones necesarias para formar los sujetos colonizados que requiere el
sistema capitalista para concentrar el capital, buscar el desarrollo y las transformaciones
en función de los intereses de la clase dominante y la expansión de una
periferia, cada vez más extensa, de hambrientos, víctimas del sistema. Tal
situación es abiertamente condenada por los movimientos sociales que postulan
la necesidad de reorientar la ética y, en consecuencia, luchan por salvar el
planeta y, dentro de él, la vida. Ellos buscan establecer la solidaridad como
sentimiento básico que alimente los principios de la complementariedad y la
reciprocidad en dirección del “vivir bien en comunidad” ámbito de una nueva
ética comunitaria y verazmente humanista.
En esta histórica cruzada, debemos atrevernos a
mirar más allá del presente, venciendo los obstáculos, los fundamentalismos y
los chauvinismos que nos distraen, nos retacean el tiempo y quitan la capacidad
de volver sobre nosotros mismos, sobre nuestra cultura, para no seguir
deambulando en un mundo intencionalmente enmarañado, cargado de mitos, hábitos
y ritos que empujan a los hombres a seguir conductas estereotipadas con mensajes
subliminales de sometimiento, consumo, competitividad, egoísmo e individualismo
a ultranza. Parece que la sociedad se hubiese abandonado a vivir una especie de
religión neotradicional que legitima lo sagrado abstracto con el fin de
sacralizar las diferencias, el statu quo,
ofertando, como toda creencia, una tonalidad de seguridad fundamentalista que
busca consolidar los absolutismos trascendentes para desarraigar a los hombres
de sus cosmovisiones, su cultura y sus convicciones y, de esa manera, adecuarse
a esos fundamentalismos y al tono crepuscular de la época.
Es en estas circunstancias que los movimientos
sociales cobran la importancia que merecen, porque ellos buscan rescatar a las
personas no como simples conceptos sino como individuos reales, de carne y
hueso, que responden a una cultura y un contexto específicos, con aspiraciones
y fe en un futuro que debe ser construido colectivamente a pesar de las
diferencias. Es, pues, menester horadar el sistema excluyente y explotador para
consolidar el proceso de cambio en dirección de la construcción del Estado
Plurinacional. En este propósito, lo que une a los pueblos campesino indígena
originarios es su relación con la naturaleza, con el cosmos, tan consustancial
para el sentido de su existencia junto a los demás seres.
Los pueblos originarios siempre se concibieron a sí
mismos como seres inmersos en la naturaleza, como parte de la ella y no como
algo esencialmente diferente y superior que caracteriza a la visión
antropocéntrica de occidente. Debido a esto, se reivindica, por encima de todos
los derechos, el derecho de la naturaleza, posición cosmovisiva clandestinizada
por siglos pero mantenida por esos pueblos en toda su vitalidad. Tan es así que
hoy puede constituirse en la mejor contribución a la crisis medioambiental
provocada por el capitalismo salvaje depredador de la naturaleza, sustentador
de la política de crecimiento productivo y del consumismo desenfrenado que
postula. Ante esta realidad, se requiere de nuevas formas de entender el mundo,
la sociedad, el hombre y su pensamiento. La urgencia es un desarrollo que
recupere la unidad de todos los elementos y factores constitutivos de la “madre
tierra”, lo que supone superar los desequilibrios e iniciar, sin tardanza, el
proceso de reconciliación del hombre con la naturaleza, necesidad que los
movimientos sociales indígenas han comprendido a plenitud y, por tanto, actúan
en consecuencia.
Desde los planos más profundos de tal necesidad, el
pueblo boliviano, tan heterogéneo desde sus raíces, tuvo la capacidad de
desarrollar valores que, hoy como ayer, entran en contradicción con el modelo
económico, político, social y cultural imperante, que privilegia la fría
competitividad y el egoísmo y sus nefastas consecuencias, buscando formar al
ser humano en los marcos de la autosuficiencia, libre de responsabilidades
sociales y amante del éxito, entendido éste como la capacidad de acumular
bienes materiales y poder individual.
Insertos como nos encontramos en el proceso de
globalización de carácter planetario, que alcanza a los diferentes niveles y
ámbitos del quehacer humano, es evidente que hoy se vive un tiempo tan crítico
por la velocidad con que se producen los cambios científico-tecnológicos con
fuerte incidencia en la educación, que permiten ver el surgimiento y la
sucesión de nuevos paradigmas que requieren de nuevos comportamientos. Los
cambios científico-tecnológicos son tan raudos y evidentes, que no es fantasía
afirmar que vivimos la era de la microelectrónica, de la cibernética, del
ciberespacio y de la oficina virtual. Pero también existen cambios en las
estructuras productivas y en la economía financiera, habiendo adquirido un rol
inusitado e incidido en la profunda crisis que pone en vilo al capitalismo, el
que consumió 15 trillones de dólares en pocos días para salvar el sistema
financiero que lo sustenta. Una lacerante realidad que fue denunciada por el teólogo y escritor Leonardo Boff en la
novena versión del Foro Social Mundial, llevado a cabo en la ciudad brasileña
de Belén del 27 de enero al 1° de febrero del 2009. Hablamos entonces de una
crisis terminal que devalúa el trabajo generando cambios en las relaciones de
poder y en la configuración de centros imperiales, traducidos en bloques y
megabloques como la Unión Europea; cambios climáticos, consecuencia de los
agujeros en la capa de ozono producidos por la esquizofrenia productiva del
capitalismo, lo que ocasiona actualmente daños irreparables a la vida; en fin,
estamos transitando por una cultura de la muerte que destruye paulatinamente la
cultura de la vida que es reivindicada por las naciones, pueblos o grupos
étnicos ancestrales del Abya Yala.
En estas circunstancias, se suceden constantemente
las preocupaciones por la crisis axiológica que nos toca vivir, que permite
afirmar la inversión o la pérdida de valores y la consecuente invasión de la
inmoralidad y la corrupción en todas la esferas de la vida; frente a tal
situación, se hace imprescindible tratar de explicar y dar cuenta de qué somos
hoy y cómo actuamos en este momento de la historia. Para ello, es necesario
excavar la realidad sobre la que actuamos, es importante saber por qué hacemos
lo que hacemos, es decir, asumir la responsabilidad de diagnosticar el presente
como aconsejaba Foucault. Esto posibilitaría construir mínimamente un acercamiento
a la verdad de una determinada situación que requiere ser modificada. Se trata
de dar respuesta a la urgencia de futuro que reclama la humanidad, asumiendo el
imperativo de orden categórico de hacernos cargo de nuestro ser hombres, de nuestro ethos heterogéneo sustentado en la
diversidad que requiere de nuevos proyectos de educación y formación docente,
que justifique la creación de espacios éticos que fortalezcan la construcción
de subjetividades descolonizadas y abiertas al reconocimiento de los otros, de
sus identidades y diferencias. Por ello, comprender la necesidad de una
pedagogía de preocupación por el otro, sustentada en relaciones sociales
simétricas, es ineludible, particularmente en países donde la diversidad étnica
y cultural constituye la médula existencial de los mismos que, más allá de la
búsqueda de seguridades, genere la práctica del debate, de la confrontación
constructiva que permita saborear los riesgos de la existencia que conducen a
la capacidad del asombro que debe caracterizar a los seres humanos.
El mundo capitalista, el hombre y la
antinomia entre el ser y el tener
Desde el momento mismo de la invasión de los
españoles al Abya Yala se inició el proceso de colonización, sustentado en la
ética judeo-cristiana y el manejo del poder casi omnímodo por los invasores,
expresado en un abierto desprecio por todo lo material y lo corpóreo. Se
consideró esta materialidad como simple apariencia y fuente de error y pecado
que impedía el acercamiento al mundo trascendente de la eterna felicidad, lo
que significa que el destino del hombre no está en este mundo; por tanto, se
predicó la necesidad de la pobreza como una virtud para que, por esa vía, los
foráneos pudieran apropiarse de los bienes, de las tierras y hasta de las vidas
de los originarios. En un retroceso histórico, se instauró el vasallaje en el
continente invadido, mientras en Europa se iniciaba la marcha por las sendas de
la modernidad.
La vida social en la colonia estaba caracterizada
por la dualidad entre el ser y el tener, dualidad que, lamentablemente, aún no
ha sido superada. El primero correspondía a los sometidos y empobrecidos por la
fuerza, que sólo tenían ante sí la posibilidad de desarrollar el bien ser para
acceder al mundo de la felicidad eterna, un mundo de compensación a la
infelicidad y los sufrimientos generados por los sistemas de la mita y la
encomienda en el nuevo mundo. “Escuchad hermanos míos carísimos: No escogió
Dios a los que son pobres según el mundo
para enriquecerlos en la fe y hacerlos
herederos del reino, que tiene prometido a los que lo aman” (Santiago: 2,5)[1] pero que, paradójicamente, servía para enriquecer
a los opresores que priorizaban el tener más y más, como requisito de la
dignidad y la felicidad de ellos.
La situación descrita fue objeto de pocos cambios
en el transcurso del tiempo, a tal punto que la prioridad del tener sobre el
ser continúa en el presente. La influencia posterior del pragmatismo
utilitarista y, en última instancia, de la moral individualista impuesta por la
burguesía, que absolutiza las categorías economicistas de rentabilidad,
costo-beneficio, eficiencia y eficacia entre otros, para valorar los actos
humanos, en un inconfundible culto al dinero que dinamiza la cultura occidental
del tener más.
Expresión de esta realidad son las denuncias de
Leonardo Boff en la reunión con jóvenes en el Foro Social Mundial ya
mencionado, cuando señala que el
capitalismo voraz acumulador de riquezas, depredador del medio ambiente,
creador de las desigualdades entre los hombres y absolutizador de las leyes del
mercado en beneficio de una minoría privilegiada, certifica sus falencias
cuando en el mundo, cada cuatro minutos, una persona pierde la visión como
consecuencia de la carencia de vitamina A; cada cinco segundos, un niño menor
de un año muere de hambre o desnutrición. Mientras, la competencia, la
acumulación, la ostentación y la falta de solidaridad predominan en la actual
sociedad, donde los ricos son cada vez menos pero más ricos y, sin embargo,
alegan permanentemente no poseer recursos para promover la educación y la
salud, para salvar el planeta o aplacar el hambre que se extiende por la
tierra. Contradictoriamente, gastan tanto en las políticas de invasión y guerra
que poco o nada hacen por superar la pobreza, resultado de la imposición de sus
propias políticas. Todo esto constata su rotundo fracaso en el mundo y plantea
la necesidad de construir otro, pues la consigna de los movimientos sociales a
nivel planetario de que “otro mundo es posible” constituye una verdad
axiomática.
Esta situación, tan dramática por cierto, ha
profundizado la brecha que separa a los pobres de los ricos a tal extremo que
“El activo de las 358 personas más ricas del mundo, es igual al ingreso
combinado del 45% más pobre de la población mundial, equivalente a unos 2.700
millones de personas” (Barahona: 1997- 5). Esta es la prueba
contundente de la irracionalidad del sistema imperante. Una realidad consumada
y definitiva para los apologistas del neoliberalismo y sustentadores del fin de
la historia, que agiganta las fauces del monstruo hobbesiano, para que el
Leviathan contemporáneo tenga, en los sectores marginados de la sociedad, sus
víctimas permanentes, de modo que los pueblos se enfrenten fatalmente a la
perspectiva cerrada de girar en redondo, presos del presente, sin futuro, con
pérdida de la visión ética y la institucionalización de la inmoralidad, la
simulación, la hipocresía, el engaño y la corrupción, consustanciales al modelo
neoliberal.
La humanidad vive una profunda crisis que, según
Rodolfo Romero, es una crisis de cultura y civilización que “… interpela a la
conciencia del mundo y pone en duda los intereses y valores que los sistemas
sustentan. Es una crisis que impacta a los mismos fundamentos éticos de
nuestras sociedades” (1997: 5). Se
trata de una crisis que busca anular nuestra capacidad de soñar y a la que
rechazamos enfáticamente.
Este estado de cosas llega a todas las esferas de
la actividad humana de las que no escapa la educación, situación que merece una
profunda reflexión sobre la acción formativa de los docentes en circunstancias
de evidente ruptura de la relación existente entre la razón, que explica las acciones, y el momento histórico que
nos toca vivir, para reconocer el desfase entre los ideales y la realidad, que
va interpelando a las instituciones formadoras de maestros sobre su acción en
la complicada temática de la formación ética. Sobre este problema se pretende
realizar una tentativa de reflexión, bajo la convicción de la urgencia que
imponen los cambios a los que todos los maestros estamos obligados a
contribuir, comprendiendo que “Las crisis como desajustes en relación con el
todo que ya no responde a las aspiraciones y conducta que exigen las nuevas
modalidades de la vida, son la búsqueda de una nueva concepción y una nueva posición
ante la vida” (Carranza: 1992 - 42). Las crisis son, afortunadamente, los
supuestos de la transformación. El mismo autor, previamente señala: “Bien
podemos sentar como premisa que toda crisis cultural es ya el anuncio de una
revolución. Y es que los desajustes en las relaciones de trabajo, producción,
mercado, consumo se expresan de modo inmediato y vivencial en la actitud ante
la vida y ordenamiento jerárquico de los valores, todo un estado de
efervescencia que presagia cambios revolucionarios de diferente magnitud y
modalidades según cuáles sean la ideología, sus posibilidades materiales y
humanas” (1992: 39).
Esta percepción de la crisis cultural, como
fundamento de la revolución, explica la emergencia de los movimientos sociales
y sus demandas de transformación que, en nuestro país, apuntalan un proceso de
cambios desde las bases y desde el gobierno, asumido por un indígena que
apuesta por el hombre, planteado no como una mera abstracción, una generalidad,
sino como una realidad viva, concreta, existente, diversa y elemento
constitutivo del Estado Plurinacional
La formación en valores, reto de la
contemporaneidad
En las circunstancias descritas, es comprensible el
redimensionamiento de la importancia del problema ético, particularmente en el
ámbito educativo que es el que tiene el desafío de estructurar una nueva visión
en la formación de valores, que permita a las nuevas generaciones enfrentar el
estado crepuscular y de muy bajas expectativas de la época, debido a los
procesos de desestructuración social que han conducido a la humanidad a la
falta de fe, a las incertidumbres y la pérdida de sentido sobre su propia
realidad existencial y coexistencial.
Esta emergencia de la preocupación ética pretende
constituirse en una respuesta a los extravíos
a los que, lamentablemente, nos
condujo la crisis de la modernidad, transformando radicalmente el sentido de la
vida en su dimensión individual y colectiva. Las certezas y los sentimientos de
seguridad que orientaban las acciones de hombres y mujeres en el pasado, para
una convivencia social sin mayores complicaciones, han dejado de tener validez
en la actualidad. Tal vez esa sea la razón más significativa para que la ética
cobre una inusitada importancia en los últimos años; en consecuencia, es
necesario e ineludible asumir la primera persona para cuestionarnos acerca de
lo que somos, de lo que decimos y por qué lo decimos, de lo que hacemos y por
qué lo hacemos, es decir, restituir a la ética y a la moral su centro de
gravedad y punto de partida que es el ser
humano. Ellas requieren con urgencia profundizar la noción antropológica
que interprete el ser en una dimensión totalizadora, capaz de rebasar la
clásica pregunta ¿qué es el hombre? La ética puede constituirse en un mecanismo
que ayude a la comprensión del mundo, la sociedad, el hombre y su pensamiento,
de tal modo que se abran nuevas posibilidades, con nuevas pautas, para la
actuación humana en ámbitos de complejidad e incertidumbre.
El retorno a la preocupación ética, consecuencia de
la revolución tecnológica generadora de la dinámica globalizadora, manejada por
el neoliberalismo para la expansión del capitalismo salvaje, que instaura un
proceso de acumulación basado en políticas aberrantes de reducción de salarios,
desocupación y desmantelamiento del estado social benefactor, que permite
acceder a ganancias ilimitadas sustituyendo al hombre por el consumidor, con
reglas establecidas por el libre mercado, absolutizadas a tal extremo que se
yerguen por encima de la humanidad y la naturaleza. Se trata de una
preocupación válida y necesaria para la formación de la conciencia de los
hombres en una coyuntura de transformaciones y en función a una visión de
pertenencia a la naturaleza; consecuentemente, de estrecha relación con ella en
un doble proceso de acción y reacción que estructura la base cognoscitiva del
mundo por el hombre, tal como lo plantea categóricamente Mao Tse Tung.
Esta realidad de interacción entre la naturaleza y
el hombre tiene, en las culturas ancestrales, una importancia que superó todas
las vicisitudes del largo proceso de colonización, hasta convertirse en una
sólida conciencia ecológica que hoy emerge con fuerza en la defensa y cuidado
del medio ambiente. Este constituye uno de los factores importantes de
preocupación ética, en una proyección mundial de cultura básica de la
humanidad, donde las expresiones particulares surgen demandando con todo
derecho, el reconocimiento a sus identidades y diferencias, mucho más en un momento en el que el proceso
globalizador insiste en avasallarlos a pesar de los evidentes desgarros del
neoliberalismo, expresión de su inminente fracaso. Por tanto, este es un nuevo
problema para la reflexión ética por sus connotaciones sociopolíticas y
culturales, dado el hecho de que el modelo neoliberal llevó a extremos la
inequidad económica, la injusticia social y la exclusión, convirtiendo la
multifacética actividad humana y la multiplicidad de la naturaleza en simples
mercancías; arrastrando, de esa manera, a los trabajadores y sectores populares
a una miseria en crecimiento, “Librada al principio del interés y la
mercantilización de la vida y los recursos, la política, deja de ser un espacio
inclusivo para convertirse en otro pragmático y utilitario” (De Alarcón: 2008 -
351)
El siglo y el milenio nuevos por los que
transitamos nos enfrentan con rudeza a una realidad de crecientes
incertidumbres, las que parecieran imponer la pérdida, cada vez mayor, de la
capacidad de previsión del hombre sobre el futuro, hecho que deja abierta y sin
respuesta una serie de interrogantes sobre el cosmos, la vida, el hombre, la
sociedad, la cultura, etc. La realidad necesita ser releída y reinterpretada,
por lo que cabe preguntar ¿hasta qué punto el conocimiento humano garantiza la
fidelidad de esa relectura? ¿No será que tal conocimiento es otra “aventura
incierta que conlleva en sí misma y permanentemente el riesgo de ilusión y de
error”, como sostiene preocupado Edgar Morin? (1999 - 41).
Ante tal evidencia, es importante asumir la
responsabilidad de enfrentar la incertidumbre desde los ámbitos de la educación
y la formación docente, a pesar de las ambivalencias y el trastocamiento de los
valores, razón por la que surge la necesidad de reconsiderar el problema del
conocimiento, libre de la imposición epistémica del pensamiento occidental que
desprecia o descalifica los saberes y las tecnología de los “otros” por su
“particularismo” o “localismo”, frente a la universalidad de aquél y la
pretendida superioridad del modelo civilizatorio europeo. Esta reconsideración
debe hacerse desde perspectivas socio-históricas y superar todas las dudas para
darle nueva significatividad y contenido a la búsqueda permanente de la verdad,
abriendo espacios para el tratamiento de la diversidad cultural en procesos
dialógicos de aporte y aprendizaje, más allá de los reconocimientos formales
que sólo buscan orientarlo al pasado para evitar dar respuestas a las
exigencias de los movimientos sociales, ubicados en el presente pero sin
desconocer el influjo de la dimensión y sentido de ese pasado para, de ese modo,
asumir la construcción del futuro desde las perspectivas de la diversidad que
constituye al Estado Plurinacional de Bolivia.
En el marco de estos propósitos, es menester
cuestionar la conciencia y sus complejidades para entender la ética del género
humano en su triple dimensión de individuo, sociedad y especie, dimensión que
no puede ser separada por su complejidad, sus permanentes interacciones y su
recíproca determinación. En función de esa irrefutable verdad, es importante
educar la comprensión como el medio más eficaz para la comunicación que
concluya en entendimientos, ya que ella constituye el eje dinamizador de la
educación y arrastra las limitaciones que la crisis impone con incidencia
negativa en la formación en valores. Por ello es deseable el establecimiento de
relaciones de alteridad que permita nuevas interacciones entre la sociedad y
los individuos a través de la práctica de una auténtica democracia
participativa, como mecanismo de inclusión y justicia a las culturas
originarias, subalternizadas por el manejo del poder o clandestinizadas como
mecanismo de preservación por sus propios cultores y en sus propios
territorios.
Saber decidir en ámbitos de incertidumbre para
actuar en consecuencia es pasar de un análisis genérico y abstracto a otro
concreto del problema de los valores, un análisis que comprometa a los
profesores a asumirlo en la dimensión real de las prácticas, hábitos y
costumbres de la colectividad, sin esperar de ellos “…virtudes educativas
infinitamente más grandes que las de la sociedad que las delega” (Perrenoud:
1996 – 121-122) el mismo autor se
cuestiona: “¿Cómo se puede enseñar serenamente a una sociedad como esta? ¿Y
cómo no enseñarla?” Una disyuntiva que exige ser respondida, creando
“…situaciones que favorezcan verdaderos aprendizajes, tomas de conciencia, la
construcción de valores, de una identidad moral y cívica” (Ibid).
Consecuentemente, construir espacios que favorezcan
una educación en valores, es hoy un imperativo ineludible. Animarse a diseñar
el perfil de tal educación requiere rebasar horarios y asignaturas específicas
para llegar al currículo mismo, venciendo los posicionamientos dogmáticos que
pretenden asegurar la verdad ética en la autoridad, la tradición, el mito o la
religión, los que lamentablemente instauran la intolerancia, matan la autonomía
e ignoran las relaciones de asimetría existentes en el tejido social boliviano.
Sin lugar a ninguna duda, la educación guarda
estrecha relación con la ética porque ella recibe los impulsos y valores de la
sociedad en la que se halla inmersa, realidad que se complejiza en nuestro caso
por la heterogeneidad cultural vigente. Es innegable que los procesos de
aprendizaje y enseñanza son más amplios que la transmisión de contenidos en
función de un desarrollo meramente cognoscitivo, lo que significa que la
educación es mucho más que la escuela, reconocimiento que exige asumir la
necesidad de repensar la coyuntura para entenderla, explicarla e intentar dar
respuestas a la crisis a partir de una profunda reflexión sobre el ser humano
contextuado, que responde a determinadas circunstancias y a matrices culturales
diferentes. Ello limita una crítica a la sociedad desde el presente y desde
perspectivas de validez universal, es necesario asumir las particularidades y
su dependencia de factores socio-históricos y político-culturales, es decir,
examinar el estatus ontológico del presente, destacando sus contingencias
históricas. Se trata de aquella preocupación sobre la comprensión crítica del
presente planteada por Foucault y que Tamayo y Martínez, apoyados en Couzens,
denominan ontología de nosotros mismos[2], para desarrollar en los estudiantes la capacidad
reflexivo-crítica, enfrentar la racionalidad dominante y cuestionar el modelo
ético basado en verdades absolutas y universales sobre la naturaleza humana.
Lo que se requiere hoy, aun para la llamada
“posmodernidad”, más allá de la ruptura de la universalidad de la ciencia o las
teorías que permiten plantear el fin de los metarrelatos, es intentar
comprender las circunstancias en medio de las que nos movemos, es decir,
diagnosticar el presente para responder a la angustiante pregunta de todos los
tiempos: ¿Qué es el hombre? ¿Qué somos hoy, en este preciso momento?,
planteadas por Foucault como ya lo anotamos. Un cuestionamiento antropológico
que es capaz de devolverle a la ética y a la moral su centro de acción: el ser humano, lo que fertiliza el campo
de la reflexión para su conceptualización que, a su vez, exige la
complementación de otras preguntas que fortalezcan las bases de sustentación
teórica. El diagnóstico es una instancia imprescindible en la reconstrucción no
de la verdad misma, sino de los momentos de la veracidad de unas u otras
circunstancias de vida, para que los hombres nos hagamos cargo de su
transformación en dirección de una existencia con justicia, libertad,
solidaridad y bien común, en dirección del “vivir
bien en comunidad”.
Con tales propósitos, es perfectamente comprensible
que la interpretación de la realidad a la que los individuos deben ajustar sus
acciones, ya no funciona como algo compartido por ellos en el seno de la
sociedad, se trata de un orden establecido que se derrumba. Esta situación debe
ser enfrentada de tal modo que se pueda buscar los elementos que estructuren
nuevas formas de pensar y entender el mundo. Es importante asumir otras
actitudes y generar la posibilidad de establecer nuevas formas de interacción
entre la ética y la educación, de modo que ella contribuya a la transformación
de las prácticas formativas y educativas en el proceso enseñanza-aprendizaje,
el que, junto a las ciencias de la educación, no puede separarse de las
disciplinas socio-éticas. Unir los valores al proceso de construcción de los
conocimientos, a la producción de bienes, a su distribución y consumo
equitativos, es un imperativo del presente.
En el tratamiento serio del problema, esos dos
elementos tienen que ser asumidos en su indisoluble interacción, pues la
veracidad objetiva de los principios del conocimiento científico y de los
saberes de las culturas originarias se conjuga orgánicamente con los principios
y relaciones axiológicas al interior del propio conocimiento científico o de
los saberes, determinada por la exterioridad de la realidad tanto natural como
social. Es importante entender que así como “…la filosofía debe ser científica
para influir positivamente en la ciencia, del mismo modo los principios
socio-éticos y humanitarios del conocimiento pueden desempeñar su papel
catalizador y estimulador en búsqueda de la verdad si expresan las tendencias
progresistas del desarrollo social y sirven en bien del hombre y de la
humanidad” (Frolov: 1987 - 63). Sólo
de esa manera los valores podrán constituirse en valiosos mecanismos
reguladores del avance de la ciencia y la tecnología, del reconocimiento de los
saberes ancestrales; es en esa dimensión que los principios metodológicos del
conocimiento deben ser concebidos.
La necesidad de una educación en valores requiere
de una formación previa de los futuros docentes, un reto pedagógico de la
contemporaneidad[3] que tiene que ser asumido. La preocupación no es
nueva, lo novedoso e importante son las condiciones sociales concretas de
existencia de la humanidad, de resurgimiento de las nacionalidades o pueblos
originarios, con cosmovisiones, saberes y prácticas arrastradas subterráneamente
por siglos, que hoy salen a la luz y requieren ser tomados en cuenta para su
proyección en el siglo XXI por el que la humanidad transita, cuya dinámica es
diferente a la del anterior. Hoy la educación y la formación en valores
adquieren una mayor significación porque deben responder a contextos de
globalización neoliberal, que abarcan todos los aspectos de la vida material y
espiritual, constituyendo el problema más complejo y acuciante de los últimos
tiempos por los riesgos que supone el dominio unipolar del mundo, un dominio
que busca imponer sus esquemas de vida y de acción en contra de las
características y la identidad histórico-cultural de los pueblos. Pareciera que
detrás de la aparente atención a la multiculturalidad, con la propuesta conceptual
de una educación intercultural sin aplicación práctica, se buscara, de manera
solapada y sutil, la homogeneización cultural, pues se promueve los valores
propios de la sociedad de consumo como la competitividad, el egoísmo y el
individualismo en desmedro de la convivencia solidaria.
El
sentido del multiculturalismo y la interculturalidad
La realidad social contemporánea en Bolivia y gran
parte de la región exige la construcción de una nueva universidad que sea capaz
de reivindicar la diversidad como su componente más importante, lo que supone
la implementación de escenarios de flexibilidad pedagógica, de nuevas técnicas
y procedimientos que hagan posible la emergencia de instituciones de formación
profesional dialógicas, que prioricen el intercambio de saberes, conocimientos
y tecnologías en sociedades plurales, pues todos ellos, de alguna manera, están
supeditados al intercambio entre
modelos diferentes de pensar y hacer; por tanto las connotaciones de la interculturalidad
no son jamás neutras; de las relaciones socioeconómicas desiguales surgen las
hegemonías, en las que los grupos más fuertes imponen no sólo valores, sino
decisiones y conductas que terminan
estableciendo valoraciones inequitativas; entonces no son pues, en última
instancia, las culturas las que se relacionan, sino los sujetos; por tanto…
“Más que de educación intercultural, como si las culturas fueran homogéneas,
deberíamos hablar de educación para la
diversidad” (J. Serrano: 1998-92).
Frente a tal situación lo que se busca es construir
los mecanismos que nos permitan reconocer y aceptar la composición “pluri” de
nuestros países en condiciones no sólo de igualdad retórica sino real, de
participación en la política, en la propiedad de la tierra, en la justa
distribución de bienes, en el derecho a la salud y la educación, lo que demanda
abrir la educación superior a sociedades heterogéneas que necesitan hacer suyo
la realidad plurinacional de nuestro país, que postula la educación intra e
intercultural, no como simples conceptos carentes de contenido, sino como
presencias tangibles que configuran el Estado Boliviano en dirección de su
propia transformación.
Frente al manejo generalizado del término
multiculturalismo, es necesario señalar que, en su sentido
descriptivo, hace referencia a la coexistencia en un mismo territorio de grupos
con diferentes posiciones cosmovisivas, culturales, simbolismos, códigos de
interpretación y de acción ética, prácticas educativas, costumbres, creencias,
etc., que establecen modos de pensar, sentir y ser, sin hacer referencia a las
interacciones que pudieran existir entre ellos. Esta evidente realidad en el
país acaba configurando un complejo mosaico pluricultural que abarca naciones,
pueblos y grupos étnicos menores, que suman treinta y seis con varias lenguas
en vigencia, algunas en peligro de extinción, que establecen relaciones
interculturales, razón suficiente para plantear su rescate y conservación.
La interculturalidad, por tanto, en su acepción más
generalizada, hace referencia a la relación entre culturas, es decir, un
encuentro entre diferentes que abre todo un abanico de posibilidades de
interacción y relacionamiento. Esta manera de entender la interculturalidad,
sin ser falsa es insuficiente, debido a que está ausente un posicionamiento crítico
sobre la cultura y la pretensión de ciertos grupos que buscan legitimidad y
presencia real frente a otros, lo que genera espacios complejos de
conflictividad, debido a que intervienen diagramas de poder manejados desde
ciertas instancias institucionales, con normativas que persiguen
establecer relaciones en función de sus
intereses o expectativas, de las que no escapa ni siquiera el sujeto que
realiza el análisis. Cuando se habla de interculturalidad, no se trata
solamente de una construcción conceptual ni de un simple giro epistémico, sino
de tomar en cuenta las contradicciones que se dan en las relaciones culturales,
marcadas por el conflicto y las mismas contradicciones que se sustentan en las
situaciones de dominación, colonialidad y marginamiento.
Para lograr el mayor acercamiento a la comprensión
del fenómeno de la interculturalidad, es importante vindicar la connotación
política del mismo, de tal modo que se pueda diferenciar la condición dominante
o subalternizada de la cultura y la posibilidad de que la relación entre ellas
responda a objetivos emancipatorios o, por el contrario, a formas sutiles de
neocolonización por parte de quienes detentan el manejo del poder e incorporan
el discurso de la igualdad y el respeto a las diferencias, justas reivindicaciones
de los pueblos originarios vaciadas de contenido y desnaturalizadas en su
esencia, de manera tal que la meta no sea la construcción de sociedades
igualitarias, sino el mantenimiento del statu
quo en desmedro de las aspiraciones de transformación radical de las
relaciones sociales, en estados donde la diversidad es una realidad
inocultable; por tanto, “…la lógica de la interculturalidad compromete un
conocimiento y pensamiento que no se encuentra aislado de los paradigmas o
estructuras dominantes; por necesidad (y como un resultado del proceso de
colonialidad) esta lógica ‘conoce’ esos paradigmas y estructuras. Y es a través
de ese conocimiento que se genera un pensamiento ‘otro’” (C. Walsh:
2007-181). Esta es la visión en el
tratamiento de la interculturalidad desde la óptica de los mecanismos de poder
oligárquico.
Por las
consideraciones hechas, la interculturalidad no debe reducirse a un proyecto de
coexistencia diferente que cuestiona a una cultura y civilización hegemónica
que arrastra a la miseria a millones de personas para beneficio de unos
cuantos, una cultura que ha ingresado en una crisis tan profunda que impacta
los fundamentos éticos de la sociedad. La comprensión plena de la
interculturalidad exige inexcusablemente
la práctica de interacciones de ida y vuelta entre posturas culturales
diferentes, obligadas a negociar a fin de superar el manejo unilateral del
poder que establece relaciones de dominación, injusticia, inequidad y
exclusión; se trata de superar la concepción de interculturalidad como simple
diálogo respetuoso y equilibrado entre diferentes, para asumir otra desde
posiciones críticas como la relación entre las culturas campesina indígena
originarias y la cultura occidental, en la perspectiva de superar las desigualdades,
las conflictividades, las asimetrías y el manejo del poder de unos sobre otros,
de manera que el efectivo reconocimiento del valor y la dignidad de las
culturas ancestrales permita, a su vez, reconocer la validez de sus
contribuciones en el campo del conocimiento, de la técnica y de los saberes
milenarios con sentido profundamente liberador, única manera de constituir una
verdadera interrelación cultural que permita avanzar en la construcción del
Estado Plurinacional, con clara visión de una eticidad diferente, fundada en
relaciones de equidad entre los seres humanos y de respeto al medio ambiente, a
la Pachamama que se constituye no sólo en la madre tierra, sino en el vientre
nutricio que alimenta a toda forma de vida.
Buscar nuevas formas de articulación de la sociedad
para enfrentar al neoliberalismo, reconocer la importancia de los movimientos
sociales en sus justos planteamientos reivindicativos, reflexionar y valorar la
crítica al modelo y el cuestionamiento al ejercicio de la democracia y al carácter
colonial del estado y sus relaciones mercantilistas, que han socavado las bases
de la sociedad entendida no como una simple suma de individuos, sino como la
interrelación de los hombres entre sí y de éstos con la naturaleza, es un
desafío para la educación y para la formación docente desde perspectivas
éticas, las que deben preocuparse por la
transformación del estado de cosas con mirada comunitaria y articulaciones
colectivas, pues es hora de entender que los movimientos sociales, a pesar de
sus limitaciones, se han constituido en los actores plurales que representan a
diferentes organizaciones pero que confluyen en la necesidad de trabajar
colectivamente por las transformaciones sociales, políticas y culturales que
hagan posible el reconocimiento de sus intereses y aspiraciones. Solamente de
esa manera se podrá comprender que los objetivos de la lucha de los movimientos
sociales para transformar el orden establecido tienen, en la ética, un norte,
pues es en ella donde podemos encontrar los elementos para enfrentar los
problemas de la cotidianidad y un nuevo sentido de la vida, en un tiempo tan
significativo debido a que los bolivianos estamos ante el umbral más importante
de la historia para lograr esas ansiadas transformaciones.
Contribuir a la comprensión de esta problemática y
a la construcción de esa realidad es una responsabilidad histórica de la que
las universidades no pueden sustraerse, por el contrario, ellas deben
contribuir al reconocimiento y resignificación de las expresiones culturales, en
un proceso dialéctico que afiance los límites identitarios y diferenciales de
las mismas.
Esta situación reclama la urgencia de implementar
la práctica de la interculturalidad en las dimensiones y complejidades anotadas
para, de ese modo, superar las limitaciones en su tratamiento, muy débil en la
reflexión crítica, el debate y la investigación de la educación superior, la
que aún se mueve por las sendas homogeneizantes de las subjetividades y las
específicas expresiones culturales. Por tanto, la interculturalidad, más allá
de las simples relaciones entre diferentes culturas, debe abrir las puertas a
una creciente convergencia de identidades para superar el extravío de sentidos,
reforzar los valores, representaciones y conocimientos, de manera que sea posible
dejar atrás las concepciones homogeneizadoras y establecer criterios, técnicas
y prácticas emancipatorias que fortalezcan las diferencias desde espacios de
inclusividad. Consecuentemente, los centros de formación docente deben
responder al desafío de estructurar modelos de educación intercultural propios,
si bien heterogéneos, en su aplicación a las diferentes situaciones
etno-cultural-lingüísticas, universales en su concepción básica. Para tal
efecto, las universidades deberán transformar, necesariamente, sus visiones y
misiones, reformular sus objetivos y proponer nuevas mallas curriculares que la
diversidad del país reclama. Este es el gran reto que debemos asumir no sólo
porque nos impone las circunstancias de los tiempos de cambio que vivimos, sino
por una profunda convicción y responsabilidad ética.
La interculturalidad entendida como mecanismo
contributivo a los procesos de cambio social que afecte radicalmente las
estructuras, las instituciones y las normativas de la actual sociedad ha sido
planteada por los movimientos sociales en dimensiones que rebasan la educación
y alcanzan al Estado, razón por la que adquiere connotación política ligada a
las demandas de sus diferentes organizaciones para la construcción del Estado
Plurinacional que la nueva Constitución Política del Estado establece.
Reducir la interculturalidad al tratamiento del
bilingüismo entendido como exigencia ética para la enseñanza de la
lecto-escritura en las lenguas maternas (educación primaria)[4],
como ocurrió con la reforma neoliberal establecida por la Ley 1565, tiene su
lado oscuro. No se trata sólo de la continuación de la “Extirpación de
idolatrías, sino también empeñarse en invertir recursos públicos en proyectos
que, en primer lugar, no son demandados por las comunidades amerindias y, en
segundo lugar, en el caso de que sean implementados, no tienen ninguna
perspectiva de que sean sostenibles, pues no existe una oferta letrada en las
lenguas amerindias que les permita a éstos usar más tarde lo aprendido en sus
aulas” (Medina: 2000 – 15-16). He ahí una punzante arista de la
problemática intercultural como medio de viabilidad histórica del país, en
circunstancias en las que las rupturas neoliberales requieren de agentes de
cambio -los maestros- que prioricen la reflexión acerca del sentido de la
educación con la finalidad de transformarla. Este es un desafío que debe ser
respondido para iniciar la batalla desde las perspectivas históricas,
culturales y morales de las poblaciones originarias que conforman, en nuestro
caso, la bolivianidad.
Es tiempo de aprender a compaginar nuestras
diferencias tomando en cuenta las prácticas valorativas propias de cada
expresión cultural, razón por la que es posible afirmar que la ética no ha
sido, no es ni será nunca una disciplina ajena a la integración de “los
diferentes”, porque ella se nutre de las historias de los pueblos. Un sistema
de valores está condicionado por las formas existenciales que caracterizan a
una sociedad en la que los sujetos viven e interactúan; consecuentemente, la
educación y, de modo particular, la
formación docente deben interactuar a objeto de transitar hacia el logro de una
sociedad cada vez más integrada, que permita lograr la unidad nacional fundada
en las diferencias, con ansias de justicia, amor a la libertad y respeto a las
prácticas y creencias de los otros, capaces de estructurar valores que no sean medidos exclusivamente
desde los planos de la racionalidad occidental, sino desde las diversas formas
de ser que estructuran las diferentes culturas que configuran la realidad
nacional, pese a los desafíos, las incertidumbres y la falta de sentidos que caracterizan estos tiempos a los que
algunos llaman la posmodernidad. “…vivir significa compartir recursos y
conocimientos, preservar la riqueza natural y la diversidad de las culturas,
aceptar a la vez la identidad y las diferencias para vivir en armonía. Por eso
es que consideramos que la educación es la clave del futuro. Una sociedad capaz
de recibir una educación de calidad en todos los niveles es una sociedad capaz
de ser libre, democrática y pacífica” (A. Hein: 2000-19)
En tales circunstancias, los sistemas educativos de
muchos países se encuentran ante el reto de ofrecer una educación desde el
rescate, el reconocimiento, el respeto y la proyección de lo diferente, de “los
otros”. Tal exigencia requiere de una nueva política de formación docente que
haga de los maestros profesionales de la educación, abiertos a lo plural para
contribuir al establecimiento de una convivencia entre diferentes, preocupados
por el “otro”, con una clara visión de alteridad como una nueva forma de
interacción humana, sustentada en la igualdad generada por las relaciones de
simetría económica y política que viabilice el establecimiento de prácticas
formativas desde la heterogeneidad, abiertas al debate y al disentimiento,
El
problema axiológico en la formación docente
Estamos en la encrucijada de las exigencias
sociales para elevar la calidad de la educación y la consecuente necesidad de
trabajar la nueva visión de la formación docente, que haga de los maestros
profesionales capaces de enfrentar la diversidad cultural y guiar a los
estudiantes en el proceso de construcción de los conocimientos, la formación de
actitudes y valores, en vez de ser simples transmisores de saberes esquemáticos
y descontextualizados. Se precisa profesionales reflexivos, críticos, creativos
y cuestionadores de su propia práctica, que puedan responder a la dinamicidad
del proceso aprendizaje-enseñanza, por un lado, y, por otro, al reconocimiento
de las actuales circunstancias que han tensionado a la educación por la
inversión de valores, el crecimiento exacerbado del individualismo, la crisis
económica y política que abona los sentimientos de desesperanza frente a la
actitud ambivalente de quienes manejan los hilos del poder para viabilizar
proyectos reivindicativos orientados a acortar las diferencias sociales que
permitan integrar en vez de marginar.
Esta nueva situación exige a las instituciones de
profesionalización docente asumir la tarea de formar profesionales reflexivos,
críticos, transformativos y agentes de inclusión social aunque,
paradójicamente, los maestros constituyen los sujetos de una exclusión
generalizada. Sin embargo, es necesario establecer sólidas bases éticas en la
formación de la personalidad de los futuros profesionales de la educación, sin
ignorar la dramática realidad de pobreza, injusticia e inequidad que abraza a
los sectores populares que alimentan con postulantes a las instituciones de
formación docente. Tal situación debe ser horadada por la acción de una
educación orientada hacia la liberación del hombre, contribución necesaria para
lograr los procesos de emancipación total de los oprimidos de este país. Esos
son los desafíos que la educación, en todos sus niveles, debe asumir, promoviendo
respeto a la libertad y las creencias de los otros, en espacios crecientes de
pluralismo de ideas, de búsqueda de consensos, de práctica de la solidaridad,
de construcción de la justicia y la libertad, valores que el sistema educativo
debe priorizar.
Para ello, se debe conferir una mayor
preponderancia y significación a la relación entre educación y valores en los
ámbitos de la acción formativa de los profesores. De ese modo, se trata de
comprender que una de las funciones más importantes de la educación es
contribuir a la formación de una sólida ética ciudadana como pilar fundamental
de la democracia. La función socializadora de la escuela consiste básicamente
en integrar a las personas a la comunidad en que viven, tomando en cuenta sus
demandas en la formación de valores y el desarrollo de la personalidad de los
estudiantes. Por ello, es pertinente cuestionarse: ¿Qué debemos entender por
valores? Esta interrogante y otras han sido abordadas por muchos pensadores,
con las diferencias que supone el posicionamiento ideológico asumido; empero,
se debe reconocer la existencia de criterios comunes, pues el valor…
“…debe ser entendido como la significación
socialmente positiva de objetos y fenómenos” (J. FABELO CORZO)
“Es el
significado social que se atribuye a los objetos y fenómenos de la realidad en
una sociedad dada, en el proceso de la actividad práctica, en unas relaciones
sociales concretas” (Zaida Rodríguez)
“Es
algo muy limitado a la propia existencia de la persona que afecta a su
conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos, actitudes
y sus modos de actuar” (Esther Baxter)
Es
“…Función esencialmente práctico-reguladora y orientadora de la acción humana”
(Rodríguez Ugido)
Es…
“Principio o fines que guían nuestro comportamiento individual, grupal, social” (Arés Muzio)
Las definiciones consideradas permiten realizar las
siguientes consideraciones:
v Los valores se refieren a una relación de sentido
entre los procesos o acontecimientos y las necesidades e intereses de la vida
en comunidad, siendo ellos parte sustantiva de la realidad social que, en el
caso del Bolivia, se complejiza debido a la diversidad cultural vigente, que no
puede ser ignorada por la educación como fenómeno histórico-social ni por los
procesos de formación docente. Es necesario tomar apunte de los diferentes
sistemas de valores jerárquicamente estructurados que, además, son dinámicos,
cambiantes y dependientes de las condiciones históricas concretas en las que se
dan.
v Otro rasgo connotativo es la referencia a la necesidad
de considerar las formas en que los valores objetivos son reflejados en la
conciencia individual o social de hombres y mujeres, de manera que se pueda
entender los modos en que cada individuo, como sujeto social que es, estructura
su propia y subjetiva categorización axiológica, resultado de un complejo
proceso de valoraciones que supone un mayor o menor grado de correspondencia
con el sistema objetivo de valores, dependiendo de la expresión cultural a la
que pertenecen las personas, de los modos de participación y correspondencia
entre los intereses individuales del sujeto con los intereses colectivos de la
sociedad y de la acción formativa que ejerce la educación.
v Finalmente, aceptar que los sistemas de valores se
los crea e instituye socialmente para luego reconocerlos oficialmente, como
resultado de la generalización de escalas subjetivas de valoración que, en el
caso de sociedades divididas en clases, responden a la de los sectores que
detentan el poder. A más de ello, la realidad de la pluriculturalidad exige la
consideración y, tal vez, la combinación de las diferentes escalas y
apreciaciones valorativas para fortalecer la diversidad.
El sistema de formación docente que asuma la
heterogeneidad debe colaborar en la formación de una alta conciencia
valorativa, rescatando los criterios y prácticas axiológicas de los pueblos
originarios que hagan posible demarcar posicionamientos a favor de valores como
la justicia, la solidaridad, la convivencia entre diferentes, la independencia
y la búsqueda del bien común, de modo que las personas contribuyan
conscientemente en la construcción de sus identidades y diferencias. Para ello,
se debe garantizar todas las posibilidades de interacción, de tal modo que los
estudiantes puedan autoasumirse como seres históricos, sociales, comunicativos
y transformativos, con capacidades para aportar a la construcción del
“nosotros”, que no es sino el resultado del reconocimiento de “los otros” a
partir de los cuales se logra la estructuración de las características propias
del individuo. Una tarea no sólo antropológica o sociológica sino
particularmente ética, que supone establecer nuevas relaciones de interacción y
nuevas formas de negociación cultural.
Insistir en la necesidad de una educación en
valores es aceptar el reto de reflexionar y buscar alternativas para proponer
los métodos y las estrategias didácticas que hagan posible tal educación, es
decir, estructurar contenidos de valor referidos a normas y actitudes que
desarrollen modos de ser, capaces de
enfrentar a ese mundo y a esa vida llenos de incertidumbre, en coherencia y
unidad a los modos de sentir, enjuiciar,
actuar y devenir, en equilibrio con aquello que hoy se ejercita: los
contenidos conceptuales y procedimentales, de modo que los valores se
constituyan en “…proyectos globales
de existencia que se
instrumentalizan en el
comportamiento individual, a través de la vivencia de unas actitudes y el
cumplimiento consciente y asumido de unas normas o pautas de conducta” (González
L. Fernando; 1990 – 37) Es en
esa forma que se logra que los valores
se constituyan, superando las dificultades coyunturales, en procesos
planificados de vida que rescate, en el caso nuestro, el “…reconocimiento del otro, del derecho a la diferencia, de la
perspectiva de las opiniones personales y de cada punto de vista. Es el momento
de apertura de la comunicación a otras culturas, formas de vida y puntos de
vista, para apropiarse del contexto propio en el cual cobra sentido cada
perspectiva y cada opinión” (G. Hoyos: 1998-23)
La educación en valores constituye una especie de
puente y complemento entre las instituciones educativas y la sociedad; en esa
condición, expresa las especificidades de una determinada etapa histórica, lo
que explica su dinamicidad y sus posibilidades de cambio. Los valores, como
fundamento de la conducta humana, dependen de su inserción en la práctica
histórico-social, razón por la que a cada expresión cultural le corresponden
determinados valores en función de sus intereses y aspiraciones, en cuya
dirección se orienta la formación integral de la personalidad. Más allá de
estas consideraciones, lo importante es saber de qué manera, desde los ámbitos
pedagógico y psicológico, puede concretarse los valores humanistas en el
desarrollo moral de los estudiantes.
El rol
docente
La capacidad valorativa no es innata, está ligada a
las acciones de la familia y la comunidad, es expresión de la conciencia
social. Sobre ella, la escuela debe asegurar la continuidad de la formación
ético-moral, exigencia que los maestros debemos interpretar correctamente a fin
de asumirla no como simple generalidad, sin contenido ni contexto, sino como
necesidad implicada en las intervenciones cotidianas de los seres humanos,
rescatando el factor afectivo-emocional en las interacciones del proceso
enseñanza-aprendizaje. Para lograrlo, será preciso un clima de confianza,
amplitud y participación, capaz de provocar estados emotivos respecto a la
personalización de los valores, como la expresión más idónea, legítima y
auténtica de los sujetos que los hacen suyos, única manera de acometer la
edificación de la unidad del Estado plurinacional sobre la diversidad, un
objetivo histórico permanente.
La función docente debe cambiar necesariamente,
pues la enseñanza no consiste en simples adiestramientos técnicos en una u otra
rama del saber. Sus contenidos y las formas de tratamiento metodológico deben
tener una razón ética pues, como es sabido por todos, educar es formar y formar
supone tener dominio de la asignatura que se enseña y conocimiento de los
sujetos de la formación que son diferentes, de modo que se pueda mejorar los
conocimientos, criticarlos, cambiar lo conocido, tomar otras opciones en razón
de las circunstancias sociales en las que se trabaja y en el marco de una
racional relatividad garantizada por principios de orden ético y moral.
Los docentes
debemos cuidar la coherencia entre el discurso y las acciones, entre lo que se
enseña y los modos de enseñar, en el marco de la realidad social,
constituyéndose en un modelo que exige superar los enfoques de la enseñanza
tradicional. Para ello no se necesita del instructor sino del maestro que,
constituido en el amigo de ruta de los estudiantes, guíe sus pasos con
inteligencia y compromiso ético en la mediación entre los estudiantes y los
conocimientos, por las vías de la investigación, el análisis, la reflexión, la
actitud crítica y el posicionamiento personal.
Conocer a los estudiantes como seres contextuados
permite ejercitar la capacidad de problematizar y cuestionar, es decir, educar
en y para la pregunta, única manera de encontrar sentido a la existencia
humana, mostrando la porosidad que tienen las cosas del mundo y la sociedad.
Ninguna realidad es herméticamente cerrada, hecho que justifica que es mejor
desarrollar la capacidad de preguntar y no la de responder. Este cambio permite
a los estudiantes enfrentar sus propias circunstancias, enfrentar el estado de
cosas vigente, para coadyuvar en la limpieza de las costras de un mundo
utilitarista, explotador y, muchas veces, inhumano. Es hacer de ellos
militantes de la batalla de las ideas que postula Fidel Castro, el legendario
comandante de le revolución cubana, como respuesta a los desafíos del nuevo
siglo. Para ello es imprescindible formar para el cuestionamiento, como
resultado de un equilibrado y racional inconformismo de las nuevas
generaciones, como elementos en la construcción de un mundo más justo y más
humano; educar para la disconformidad y la disidencia, para la oposición bien
entendida, es una exigencia ética de la contemporaneidad.
En este ámbito de preocupación, José María
Mardones, plantea la necesidad de una educación del oído, la vista y la memoria[5], como estrategia que impacte el modelo, con el
propósito de que los alumnos perciban los clamores de justicia y libertad que
nacen desde las mayorías oprimidas, haciendo frente al poder dominante que
abusa de los medios masivos de comunicación para predicar las “bondades” y la
“justeza” del sistema, ocultando sistemáticamente la disconformidad y la
protesta de los pobres. Educar la vista para que todos, hombres y mujeres, vean
con objetividad la realidad del mundo y de la sociedad, para que descubran las
diferencias y sean capaces de captar los clamores angustiantes de una humanidad
con muy pocas esperanzas, ver los cuadros dramáticos de pobreza y exclusión que
el manejo del poder y las inequitativas relaciones de distribución y consumo de
los bienes producidos, instauran en un mundo radicalmente polarizado, donde el
hambre y la miseria campean para las grandes mayorías en beneficio de una
minúscula capa de privilegiados, situación lacerante que degrada el sentido de
la coexistencia como requisito de la existencia humana. Educar la memoria con
el propósito de no vivir anclado en el presente y recordar los acontecimientos
del pasado, plagado de las acciones más heroicas de los humildes y sometidos,
para no olvidar los objetivos de las luchas populares y sus huellas impresas
por la historia. En este propósito, nada se debe ocultar, menos mentir a los
estudiantes, mostrar la realidad por muy dramática que ella sea es una
obligación moral que puede contribuir a la educación para el compromiso, el
cambio y la felicidad.
Es urgente ampliar la racionalidad, la capacidad
crítica, la experiencia para el conocimiento de la esencialidad humana, tarea
que resulta imposible sin una educación para el cuestionamiento basada en la
pedagogía de la pregunta, como planteara el siglo pasado el insigne Paulo
Freire, reclamando el componente ético para una educación entendida como
proceso de concienciación política y medio de liberación.
La
perspectiva metodológica
Debe reconocerse que el problema metodológico para
la formación docente en contextos pluriculturales y relaciones de
interculturalidad es un terreno casi inexplorado, dado el hecho de que los
valores responden a las realidades sociales y no son susceptibles de
transmisión. Ellos deben ser formados en la medida del desarrollo de la
personalidad, un proceso que debe vincular estrechamente los componentes
axiológico, cognoscitivo y afectivo del ser individual y colectivo del hombre.
En esta suerte de indefinición sobre qué métodos emplear en la formación de
valores, urge la reflexión profunda sobre aspectos como:
v La necesidad de privilegiar la atención al
desarrollo de la conciencia de los estudiantes, debido al carácter clasista de la ética, ya que los principios en los que se sustenta se
forman en la práctica social y expresan “…los puntos de vista y las
representaciones históricamente condicionadas, que poseen las personas sobre lo que es debido, los cuales se
realizan en forma de ideales morales” (Pisarienko: 1977-3) de ese modo,
reflejan las experiencias acumuladas por muchas generaciones, por el pueblo
mismo, lo que explica, a su vez, la
naturaleza social de la moral; no se olvide que ella es la forma específica de
la conciencia social, de manera que se puedan conocer críticamente los modelos
vigentes del “deber ser” tanto a
nivel personal como social.
v En consecuencia, orientar la formación a la acción
sobre la realidad social para su consecuente transformación, a objeto de que
los estudiantes, privilegiando la unidad entre teoría y práctica, pongan en
ejercicio fáctico las formas correctas de actuar.
v Sólo la suficiente atención a los factores
anteriores (orientación y ejecución) hará posible el logro de la dimensión
valorativa del control, factor importante para que los estudiantes puedan
efectuar relaciones comparativas de sus acciones en correspondencia a los
modelos propuestos por la educación como respuesta a las exigencias de la
sociedad, esto es, saber valorar.
La complejidad de la tarea formativa en valores y
la necesidad de diseñar los requerimientos metodológicos pertinentes para ello
demandan de los maestros una alta profesionalidad para que realicen con
eficacia el buen arte de la conducción que significa la educación, la que
“…debidamente entendida, al margen de pormenores y sutilezas pedagógicas, es la
conducción de la Sociedad a situaciones de superioridad en su unidad
indestructible de individuo, sociedad y cultura, añadiendo la naturaleza” como
afirma Carranza Siles (1990: 28). Por tanto, enseñar, como sostiene Heidegger,
significa dejar aprender. Consecuentemente, un buen maestro es aquél que ha
aprendido a dejar aprender, incitando a sus alumnos a transitar por el largo
camino del aprendizaje permanente, integrando lo axiológico, lo académico, lo
investigativo y lo laboral.
Reflexión
final como diástasis constructiva
Se vive una etapa histórica de bajas expectativas
éticas y desfallecimientos utópicos, en una sociedad empujada a un pragmatismo
deshumanizante, reticente a la apertura de las diferencias pese a la diversidad
cultural vigente en el mundo, lo que justifica la urgencia de establecer los
mecanismos que hagan posible la superación del tono crepuscular ético de la
época y establecer la vigencia de la convivencia intercultural plena,
preocupada por “los otros”, con visión de alteridad, en relaciones simétricas
que eliminen toda posibilidad de sometimiento y exclusión, para formar docentes
desde las intrincadas perspectivas de la heterogeneidad, abiertos al cambio, a
la equidad, a la evidencia de las diferencias y el reconocimiento de las
identidades culturales.
La educación debe implicarse seriamente en el
rescate de las raíces culturales para implementar la interculturalidad como
práctica educativa, lo que reclama la interacción de dos referentes, los “unos” y los “otros”, diferentes pero no independientes; por el contrario,
inmersos en relaciones de igualdad económica, social, política y cultural,
única vía para fortalecer la relación entre las culturas vivas que subsisten y
crecen, no de realidades estancadas y sin futuro.
La identidad y la diferencia se manifiestan en el
tiempo y el espacio superando el ahora y el aquí, donde la una arrastra a la
otra, pues la identidad sólo es posible en razón de la diferencia y viceversa,
en contextos dinámicos y de interacción, es decir, entendiendo a la una como
atravesada por la otra, así como el relámpago ilumina en la oscuridad la
multiplicidad de una parte de la realidad, develando su unidad de sentido,
donde la oscuridad no desaparece por la acción de la luz, sino que simplemente
recorre sus límites y permanece como periferia infinita, como lo señalara el
viejo Heráclito. Esto significa que la unidad no supone de hecho la eliminación
de la multiplicidad, por el contrario, refuerza la diversidad y su sentido de
unidad total.
Una situación que requiere poner ciertos acentos en
la formación docente con la inclusión del componente ético, que aperture esa
preocupación por los demás, no como actitud de salvación mesiánica, que lo que
hace es profundizar las distancias entre los de abajo y los de arriba, entre
los “inferiores” y los “superiores” que la educación elitista pregona por las
misteriosas sendas subliminales, situación que debe ser definitivamente
desterrada del imaginario educativo y formativo del siglo XXI, poniendo en
ejercicio la tarea de trabajar por la igualdad de los hombres en su dimensión
humana y asumiendo las diferencias culturales existentes. Tan alta
responsabilidad necesita ser asumida en los marcos de una práctica moral de
sincera preocupación, requerimiento que debe constituirse en el núcleo de las
motivaciones formativas; de no ser así, los esfuerzos para elevar la calidad de
la formación docente y lograr profesores reflexivos, críticos, contestatarios y
propositivos, en fin, profesionales investigadores, transformativos y
cuestionadores de la realidad y de su propio ejercicio profesional, carecería
de sentido.
La formación en valores debe partir de las premisas
anotadas de simetría en las relaciones, de respeto a la diversidad cultural de
cada Estado, tomando en cuenta sus tradiciones, sus costumbres, sus prácticas
pedagógicas y sus tablas axiológicas como la fuente principal del proceso,
comprometido con la naturaleza humana, su demanda de justicia y libertad a ser
construida y ejercida en el devenir histórico de los hombres y de los pueblos.
[2] Tamayo y Martínez entienden esta elaboración no como la construcción de una doctrina o una teoría, sino como una actitud crítica de lo que el hombre es, sin caer en fatalismos o angustias existencialistas por el desmoronamiento ético-cultural vigente al que consideran necesario enfrentarlo.
[3] Ver la propuesta de Mirtha Bonet Cruz, presentada al Encuentro por la Unidad de los Educadores Latinoamericanos 1999-2001, En: Pedagogía latinoamericana, La Habana-Cuba.
[4] La implementación de la Reforma Educativa en Bolivia (Ley 1565: 4-07-1994) trastocó la educación intercultural a simple bilingüismo, es decir, la enseñanza de la lengua originaria (L1) en los dos primeros niveles de la educación básica y sólo en el área rural, mientras se establecía una educación monolingüe (en castellano) para los centros urbanos.
[5] El pensador español expuso estos criterios en una conferencia magistral dictada en la sede la OEI en Madrid en julio del 2002.
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Bolivia.
Redactores:
La
Paz: Marco Antonio Fernández Alanoca,
Sulma Echaverría García, Isabel Pomier, Wilfredo Pomier Miranda y José Julián
Sirpatico. Cochabamba: Alonso Contreras Baspineiro, Fernando Méndez
Terrazas y Claudia Zegarra Rivero. Santa
Cruz: Alejandro Dausá. Oruro: Héctor A. Hinojosa Rodríguez. Sucre: Roberto Valdiviezo Luna. Potosí: Rosa Laime Muñoz. Trinidad: Emil Balcázar Lara. Madrid
(España): Carlos M. Caravantes
García.
De la Redacción:
Las
notas firmadas expresan los criterios de los autores.
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