sábado, 26 de febrero de 2011

Aqui 16

Aquí
La Paz (Bolivia), nueva etapa, 26 de febrero de 2011 Año I No. 16
Afiliado a la Federación Latinoamericana de Periodistas, Felap
Editores: Remberto Cárdenas Morales y Yuri Aguilar Dávalos

Índice
editorial
Entre los bandazos del gobierno está la búsqueda de nuevas tarifas del transporte
De sábado a sábado (142)
En Bolivia las reformas avanzadas corren el riesgo de agotarse
Remberto Cárdenas Morales
A rajatabla
Lanzan la piedra y ocultan la mano
¡Yo no fui!
Yuri Aguilar Dávalos
de nuestra tierra
El último jacobino
Raúl Prada Alcoreza
Bolivia: ¿Qué significa mandar obedeciendo?
Rafael Bautista S.
¿Hacia donde va el proceso de cambio?
Segunda Parte: El Gasolinazo
Juan José Bautista S.
Activando desde la plaza
Fabio Barba
Alejandro Almaraz
Confederación General de Trabajadores Fabriles de Bolivia

La inminencia de una crisis energética sin precedentes
Editorial de la revista Petropress del Centro de Documentación e Información Bolivia, CEDIB, Cochabamba.
Partido Comunista de Bolivia
En la actual coyuntura
Comisión Política del Partido Comunista de Bolivia
Partido Obrero Revolucionario (POR):
Carta abierta al cachorro de las transnacionales
Comité Regional-La Paz del POR
Jorge Oller Márquez
lucha de nuestros pueblos
El plan de la OTAN es ocupar Libia
Fidel Castro Ruz
Danza macabra de cinismo
Fidel Castro Ruz
Editorial de Workers World/Mundo Obrero:
Libia y el imperialismo 
Declaración del representante permanente, embajador Rodolfo Reyes
ante el Consejo de Derechos Humanos sobre la situación en Libia
Venezuela aboga por la paz y la soberanía en Libia
La ambigüedad de la izquierda latinoamericana frente a Gadafi
Carlos Chirinos (BBC Mundo, Washington)
Chávez afirma que Venezuela está fuera de cualquier
recesión y apunta hacia el fortalecimiento económico
Asegura que Washington está controlando
la economía y la política en Honduras
La rebelión de Wisconsin
Marco A. Gandásegui, h.
lecturas
 “La independencia es otro nombre de la dignidad”
Eduardo Galeano*
Redactores:
La Paz: María Elsa Crispín Quiñones, Constancio Mamani Aruni, Wilfredo Pomier Miranda, y María Isabel Pomier Yujra. Cochabamba: Alonso Contreras Baspineiro, Fernando Méndez Terrazas y Claudia Zegarra Rivero. Santa Cruz: Alejandro Dausá. Oruro: Héctor A. Hinojosa Rodríguez. Sucre: Roberto Valdiviezo Luna. Potosí: Rosa Laime Muñoz. Trinidad: Emil Balcázar Lara. Madrid (España): Carlos M. Caravantes García.

editorial
Entre los bandazos del gobierno está la búsqueda de nuevas tarifas del transporte
Antes del gasolinazo el gobierno encargó a consultores un estudio para establecer si correspondían o no nuevos precios del transporte público en el país y, de acuerdo a lo que se informó, ese estudio sugirió incrementar tarifas mayores en un 30 por ciento, como término medio, y para todo el país. Después, desde el gobierno, se dijo que se mantendría la subvención a los carburantes, que continuaría la transformación de motores para que funcionen con gas natural y que se importarían llantas y repuestos; como consecuencia, debía congelarse el precio del servicio de transporte. Ésta fue la propuesta número uno de los gobernantes en este último tiempo.
Un bandazo gubernamental evidente (ir de un extremo al otro o de una vereda a la del frente) constituyó el gasolinazo respecto del transporte público, lo que el gobierno llama nivelación de precios con los mercados capitalistas de los países vecinos, como acertadamente afirma un comentarista.
Retirar el decreto supremo que ordenaba el gasolinazo, constituyó otro bandazo, por ello también se considera reculazo a la abrogación del DS 748. Aunque la abrogación de aquella medida, contraria a los intereses del pueblo, fue una victoria de los bolivianos empobrecidos, lo cierto es que el gasolinazo desencadenó el proceso inflacionario que soportamos ahora y el retiro de aquel DS fue insuficiente como para que los precios retornen al 25 de diciembre del año pasado. Esa ilusión de los gobernantes constata que el gasolinazo fue una medida que al menos no tuvo en cuenta que los bolivianos más sencillos han aprendido, en el camino de la defensa de sus legítimos intereses, que incluso tumban gobiernos que aplican políticas económicas contrarias a sus intereses.
En una actitud escapista o pilatuna (otro bandazo) los gobernantes propusieron que, de acuerdo a la ley de autonomías, las alcandías fijen precios del transporte público y que, además, esos gobiernos locales debían controlar los precios de los bienes y de los servicios. Luego se admitió que falta una ley para que las alcaldías establezcan precios, por ejemplo, del transporte. Vale decir, asimismo, que no faltan los miembros tenebrosos del gobierno que esperan que los sectores populares se enfrenten entre sí, como medio para resolver contradicciones generadas por la subida de precios. En Sucre dijeron que no habrá enfrentamiento entre la gente del pueblo. Pero en Cochabamba se han enfrentado, físicamente, entre trabajadores fabriles y transportistas.
El Ministro de Obras Públicas, para radio Erbol, declaró que como no fue posible que las alcaldías fijen los precios en consulta con los interesados, el próximo lunes 28 iniciarán diálogo entre gobernantes nacionales, gobernaciones, alcaldías, transportistas y vecinos, principalmente, de lo que debemos esperar resultados, lo que constituye otro bandazo gubernamental.
Pero un gobierno que dice defender los intereses regionales, populares y nacionales tiene que anticiparse a los conflictos. En el caso de las nuevas tarifas del transporte, los gobernantes dejaron pasar dos meses para ocuparse de la búsqueda de solución a un conflicto del que nunca debieron sentirse ajenos si constituyen una instancia democrática y popular.
Además del tiempo transcurrido, aquellos gobernantes han dicho que no aceptarán la subida del precio del transporte (otro bandazo) y recomendaron un acuerdo para fijar aquellas tarifas (un bandazo más) y ahora sueltos de cuerpo los mismos gobernantes escucharán propuestas de los transportistas porque ellos no llevarán ninguna otra distinta a: no debe subir el precio del transporte.
Una pregunta infaltable es ¿Qué intereses de clases sociales, grupos de éstas, regiones y pueblos indígenas… defienden o no los gobernantes respecto de las tarifas del transporte?
El cuadro que resumimos aquí se agrava porque los transportistas que aumentaron el precio de su servicio en cuatro capitales departamentales ejecutaron medidas de fuerza y anunciaron otras con el propósito de vencer a los usuarios y mantener los precios incrementados. Incluso esos trabajadores y propietarios del transporte apoyan sus demandas en la inflación, aunque incipiente, que está presente en el mercado. Nosotros también sabemos comer, junto con nuestras familias, agregan los transportistas tratando de explicar y/o convencer con los nuevos precios de ese servicio.
¿Qué propondrán realmente los gobernantes en la reunión del lunes próximo para solucionar el conflicto provocado por los nuevos precios del transporte?
Los gobernantes algún momento tienen que aceptar que el mercado capitalista fija los precios. Por eso, cuando el actual gobierno intenta fijar precios fracasa porque los mandos reales de la economía impiden que un intruso, como el gobierno boliviano que dice rechazar el capitalismo, se atreve a emprender una tarea económica para la que no está habilitado.
Se advierte cada vez con más claridad que los bandazos tienen que ser evitados por los gobernantes porque en este momento de la lucha de clases que vivimos y/o que protagonizamos sólo no subirá el precio del transporte si el gobierno les asegura una especie de subvención adicional, como la importación de llantas y repuestos para evitar precios desmedidos, que los motores a gasolina sean transformados para que funcionen con gas natural, que se mantendrá la subvención a los carburantes, y no se sabe cómo los gobernantes soslayarán los estudios de la estructura de costos del transporte que encomendó a consultores.
Ojalá los gobernantes, esta vez, establezcan qué interesa al pueblo, en materia de tarifas del transporte, para obrar en consecuencia. Ésa podría ser una buena clave para que los gobernantes pongan punto final a los bandazos dados ante el aumento de precios de los pasajes del transporte.
Aumento del precio del transporte, practicado por los dueños de aquél ocurrió en La Paz, con sólo cobrar por tramos en vez de hacerlo de parada a parada. Ese sector social, sin embargo, pretende aumentar nuevamente el precio del transporte, intento que la población paceña rechaza.
Esperamos que el gobierno, en las negociaciones anunciadas, muestre que aprendió de sus bandazos y que no pierda de vista que cuando ocurre aquella disputa entre transportistas y usuarios, es lucha económica, una de las modalidades de la lucha de clases. Y todos los sectores concernidos en el conflicto, sin duda, defenderán sus intereses materiales, los que unos y otros consideran irrenunciables.

De sábado a sábado (142)
En Bolivia las reformas avanzadas corren el riesgo de agotarse
Remberto Cárdenas Morales*
Las reformas avanzadas que todavía se mantienen en Bolivia —para nosotros aquí no hay una revolución democrática ni cultural— corren el riesgo de acabar en simples reformas o en un retroceso debido a que el poder político lo ejerce un grupo palaciego y en particular por el Presidente, en tanto que el poder económico que está casi intacto es preservado por las viejas clases sociales dominantes; el poder político localizado en el gobierno, en nombre de indígenas y campesinos o de la patria, lo desempeña un grupo de ciudadanos procedentes de pueblos y clases sociales, indígenas y campesinos, pero que sobre todo son pequeños y medianos propietarios; aquí la forma de producir es básicamente capitalista atrasada, aunque la dependencia haya disminuido apenas y existan los bonos como mecanismos de distribución de la riqueza nacional; por tanto, tampoco se tiene un proyecto de nueva formación social y el sugerido socialismo comunitario es una proclama que se encuentra en el horizonte y para cuya ejecución se necesitan plazos largos o que aquél acaso sea inalcanzable; el nuevo Estado aunque se diga por él que es integral y/o plurinacional, en rigor, no existe ni se vive una veraz transición hacia esa maquinaria de dominación (y de dirección), porque los gobernantes asumen que se construye el poder y que no es necesario destruir el viejo Estado; poder que, sin embargo, resulta funcional a las empresas transnacionales (petroleras y mineras) que son las que mandan en Bolivia, como se animan a sostener profesionales e instituciones, cuyo criterio compartimos. Leamos en esta nota un despliegue de lo que afirmamos y que irá en varias entregas:
Lenin que sabía de revoluciones y, sin ser el único, en una ocasión se preguntó cuál es la cuestión fundamental de toda revolución y se respondió que es la cuestión del poder. Qué clases sociales y qué sectores de éstas toman o conquistan poder, cómo y cuándo.
Aquí y ahora es pertinente que nos preguntemos y busquemos la respuesta más precisa posible: ¿En Bolivia se ha resuelto la cuestión del poder y de qué manera? ¿Qué clases sociales y grupos de éstas ejercen el poder o la parte del poder conquistado en sucesivas elecciones o referéndums? ¿En favor de qué clases sociales o grupos de éstas gobierna aquel grupo palaciego y, en particular, el Presidente del Estado Plurinacional? ¿Cómo entender, en este momento de la lucha de clases en Bolivia, la defensa indiferenciada de los intereses de la patria que hace el Presidente cuando habla de la subida de precios del azúcar y del transporte?
 Los primeros meses del primer mandato del actual gobierno, el Presidente y el Vicepresidente, con alguna insistencia, dijeron que habían conquistado una parte del poder del Estado, el gobierno, y que debía continuar la lucha por la conquista de todo el poder. Esa propuesta, creemos, que compartía el pueblo boliviano, más allá de imprecisiones como la que sostenía que en el gobierno se concentraba el poder y que si algo de éste le faltaba al Presidente lo conseguiría como consecuencia natural del avance del proceso de cambios.
Para este análisis, a esa confianza excesiva manifestada por innumerables compañeros que constituyen la fuerza de las “reformas avanzadas”, importa mucho contraponer que ellos no establecieron qué parte del poder no se había conquistado ni qué clases sociales y grupos de éstas ejercían el poder político ganado en elecciones, lo que en nada niega el aporte del pueblo boliviano al advenimiento del proceso. Especialmente, desde el gobierno, se guarda silencio respecto del accionar de las clases sociales y la lucha entre ellas. Para una precisión, sin embargo, resumimos lo que dijo el Presidente en la Casa de la Libertad de Sucre: anotó que él había recibido como herencia un pueblo dividido en clases sociales y que los ricos impedían que vivan mejor los pobres. El Vicepresidente, para Le Monde Diplomatique, después del frustrado “golpe civil” impulsado en la media luna, señaló que en algunos lugares de ésta había lucha de clases y no todo el tiempo.
Aunque gobernantes de diferentes niveles hacen suya la teoría y la práctica de que el poder se construye en nuestro país, desconocemos que intelectuales del gobierno admitan que el viejo Estado debe ser destruido para que, luego de limpiar los escombros, se construya el Estado Plurinacional el que, para algunos ya existe, y sin transición alguna. Para estos últimos aquí se habría construido un Estado Plurinacional de un día para otro porque el Vicepresidente, en el acto de posesión del Presidente, para su segundo mandato, dijo que ya tenemos el Estado integral de Gramsci y el Estado Plurinacional. De esa afirmación se desprende que en las elecciones de diciembre de 2009 se consiguió aquel Estado.
Entendemos que el ejército, la policía y la burocracia, es decir, la fuerza armada o de compulsión y los administradores de la maquinaria gubernamental y estatal, son parte esencial del Estado integral de Gramsci. Sin embargo, en Bolivia esos instrumentos armados y la burocracia ni siquiera son reformados. Y cuando decimos que el viejo Estado se mantiene sin cambios esenciales, sugerimos que la anterior maquinaria burocrática y militar continúa en funciones y con la conducta de sus miembros que, guardando las distancias, es casi la misma.
Asimismo, las tareas de la economía boliviana no se las emprende, pensamos, porque los gobernantes no cuentan con el poder del nuevo Estado. Esta realidad se agrava porque las empresas transnacionales son las que mandan o que el gobierno atiende las exigencias de aquéllas en vez de satisfacer las demandas del pueblo boliviano. En este número de Aquí publicamos un editorial de una revista del CEDIB en el que advierte que Bolivia podría sufrir una crisis energética y que las transnacionales petroleras son las que mandan en nuestro país.
El marxismo de los tiempos de Lenin se encargó de establecer que la política es una expresión concentrada de la economía y que ésta influye sobre la política. Quienes no compartan ese aporte marxista-leninista podrían emplearlo, al menos, como método de análisis.
En Bolivia se podrá decir que la política tiene un desarrollo autónomo y que la economía sigue también su propio cauce. Pero la una y la otra convergen o deben converger, se complementan o deben complementarse, son parte de un todo a pesar de seguir también caminos propios. Son un movimiento ininterrumpido.
La política no debe seguir un curso distinto y/o contrapuesto respecto de la economía, como constatamos ocurre en el actual proceso de los cambios bolivianos. Va un ejemplo demostrativo:
El gobierno busca y consigue acuerdos de largo alcance con los empresarios, antes que construir acuerdos con la COB, de éstos habló el ministro de Obras Públicas, ex cobista.
Seguiremos el otro sábado, pero en éste ensayamos una conclusión: contrariamente a lo que dice la oposición en Bolivia ni Evo ejerce todo el poder político ni existe el Estado Plurinacional. Si este fuera una realidad, de acuerdo a ese pensamiento que sirvió de guía en varias revoluciones triunfantes, el Estado Plurinacional sería distinto al viejo Estado, porque aquel sería de dominación, pero su labor fundamental sería de dirección y el pueblo sería el actor fundamental en las propuestas de acción política y en la ejecución de las tareas económicas.
La Paz, 26 de febrero de 2011.
*Periodista

A rajatabla
Lanzan la piedra y ocultan la mano
¡Yo no fui!
Yuri Aguilar Dávalos
Los hechos no nos contradicen sobre la actitud de algunas personas de crear condiciones para que determinados acontecimientos sean desagradables y con dificultades, por no decir desastrosos.
El ejemplo más conocido es el de Poncio Pilatos, gobernador romano en Judea, quien avaló la ejecución de Jesucristo, con un simple lavado de manos, mientras los sacerdotes ortodoxos judíos esperaban presionando, el “dejar pasar” de la autoridad colonial y la inevitable desaparición del rebelde de Nazareth.
Desde el pasado 28 de diciembre, cuando el supremo gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia decretó el alza en los precios de los hidrocarburos, la situación del país cambió. Tal vez ese sería uno de los cambios que nadie esperaba, aunque las primeras autoridades del país, según confesión propia, ya lo preparaban desde mediados del 2010; es decir, con tantos meses de anticipación, los planificadores, los estrategas, los altos mandatarios, tendrían que haber tenido un panorama y plan de contingencias sobre las consecuencias que iban a desencadenar. Y así lo suponemos que sucedió, ya que apenas se hizo público el famoso Decreto Supremo 748, un día después de Navidad, la defensa de la medida por las autoridades gubernamentales fue contundente, frente al desconcierto de muchos dirigentes de las organizaciones sindicales, e incluso de los movimientos sociales allegados al gobierno.
La protesta popular fue inmediata como el pánico en las gasolineras por abastecerse aunque sea a precio alto. Pero el discurso en defensa de la “nivelación” del precio de los hidrocarburos a la par del precio internacional, continuó con énfasis de parte del gobierno, donde tuvieron que enfilarse los dirigentes afines al MAS, aunque no lo hicieron muy convencidos.
Pero, la medida que se mantuvo cinco días, provocó gruesas grietas en la débil política económica y en la popularidad de los principales mandatarios. Más aun, inició una escalada de precios en todos los artículos de primera necesidad y de otros. Y aunque un día antes del nuevo año hayan derogado el decreto, la realidad sería distinta a partir de entonces, porque la intención de que “todo vuelve a la situación anterior”, sólo sería un deseo. http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2011010103
Con la abrogación del decreto 748 “nació” también el eslogan “gobernar obedeciendo al pueblo…”, luego de que los dirigentes de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos, Indígenas y Originarios de Bolivia (CSUTCB), fueron desairados por el Presidente, porque le hacían perder el tiempo, y luego también de que el primer mandatario suspendió antes de la Navidad la reunión de evaluación de la gestión de gobierno que tradicionalmente se realizaba con dirigentes de las organizaciones sociales, bajo el argumento de que es una pérdida de tiempo y gasto de dinero. http://eju.tv/2010/12/gobierno-sectores-no-habr-reunin-de-evaluacin-de-fin-de-ao/
Enero y febrero fueron meses de incertidumbre. Uno de los productos que más escaseó, fue el azúcar, y cuando volvió a las tiendas (no el nuestro sino uno importado) fue a 10 bolivianos el kilo, y no al precio supuestamente oficial de 7.50, y ni pensar encontrar al precio de antes del 26 de diciembre que era de 5 bolivianos.
Muchos otros productos también subieron y se desencadenó la inflación (con el famoso decreto), que se acentuará con el alza de las tarifas del transporte público, sector que dice (y es cierto) que sus pasajes están congelados desde hace cinco años, aunque también es muy cierto que el servicio deja mucho que desear, desde el mal estado de los vehículos (con fallas mecánicas, incómodos, destartalados), hasta el exceso de pasajeros sobre su capacidad y el incumplimiento de sus rutas.
En síntesis, quien ahora tiene que pagar “el pato de la boda” es el pueblo; porque los que iniciaron el problema, ahora ocultan la mano y responsabilizan a los industriales, a la crisis mundial, a la sequía, a la derecha, a los opositores, a los infiltrados, a Pepito y a María.
¡Qué importa —dirán los planificadores y estrategas del gobierno— que lo resuelvan los involucrados porque ¡yo no fui! Porque es así como se está resolviendo: a palos y golpes entre vecinos y choferes, entre choferes de un sector y de otro, entre comerciantes y compradores, entre el pueblo contra el pueblo.
Seguro que en estos carnavales se reedita esa famosa canción que dice: “Si te vienen a contar cositas malas de mí/ manda todos a volar y diles que yo no fui. / Yo te aseguro que yo no fui / son puros cuentos de por ahí / tu me tienes que creer a mí / yo te lo juro que yo no fui…”
*Historiador y periodista

de nuestra tierra
El último jacobino
Raúl Prada Alcoreza*
Hay un libro difundido, incluso convertido en película por el director Michael Mann, que intitula El último Mohicano; es la obra más conocida y leída de James Fenimore Cooper. Situada en la época de las luchas entre Gran Bretaña y Francia por el control de América del Norte. De lo que vamos a escribir ahora no es de este tema, sencillamente hacemos una paráfrasis para hablar del último jacobino, no para hablar de guerras entre potencias y de su incorporación en la misma de los pueblos nativos de América. Vamos a hablar de un disfraz, de aquello que habla Hegel y es mencionado por Karl Marx en El 18 de brumario de Luis Bonaparte, el sobrino de Napoleón Bonaparte, cónsul y emperador en el crepúsculo de la Revolución Francesa. En el texto citado se dice que:
Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. 
El último jacobino es entonces una figura literaria para mostrar una comedia política. Hay quien se inviste del ropaje de los jacobinos, la izquierda de la Asamblea Legislativa francesa de 1791, para emular sus acciones, vinculadas a la democracia que patrocinaban, que era de alguna manera parecido al paradigma de democracia concebido por Jean Jacques Rousseau, resaltando su forma corporativa así como en lo corresponde a la figura de ciudadano. De El contrato social, se comparte la tesis según la cual la soberanía reside en el pueblo. También se comparte el concepto de voluntad general, que no puede entenderse como la agregación de las voluntades particulares sino que emana del interés común. Este supuesto es algo que habría que discutir sobre todo cuando se trata de pensar lo plural, lo plurinacional y el ejercicio plural de la democracia participativa. En todo caso, estos temas corresponden a la historia de la revolución francesa. Es difícil traerlos al presente de la revolución boliviana, al llamado proceso descolonizador, a no ser que se confunda al proceso que conduce a la fundación del Estado plurinacional comunitario y autonómico con la Revolución Francesa. Esta extemporaneidad, esta descontextualización de la Revolución Francesa y traslado metafórico a Bolivia de principios del siglo XXI, denota una desubicación total y una pretensión de adquirir los mismos significados, ribetes y simbolismo, cuando de lo que se trata es entender los significados del proceso boliviano, íntimamente vinculados a la descolonización, a la democracia participativa, al ejercicio directo, representativo y comunitario de la democracia, cuando de lo que se trata es de la muerte del Estado-nación. Este anacronismo figurativo que sólo puede adquirir existencia en la cabeza del último jacobino, no es otra cosa que una pose colonial. Pero, esto no sería tan grave si no tuviera consecuencias prácticas. El último jacobino está enamorado de la etapa más dramática de la Revolución Francesa, el periodo del Terror. En 1793, después de la redacción de la nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, además de una nueva Constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal, el llamado Comité de Salvación Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre. Es el momento cuando se desata lo que se denominó el Reinado del Terror (1793–1794). Por lo menos 10.000 personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. Ante la menor sospecha de dichas actividades se podía hacer incurrir sobre cualquier individuo imputaciones que casualmente lo condenarían a la guillotina. 
El último jacobino se inviste de Robespierre, pero del Robespierre de la época del terror. Acusa de derechistas a quienes se oponen a sus proyectos delirantes de industrialización, a sus formas elitarias y cupulares de tomar decisiones, al procedimiento grupal de redactar leyes y decretos, sin consulta popular, mandando a obedecer a asambleístas que tienen la obligación de levantar las manos y aprobar. La lista de derechistas tiene ya una gama grande de componentes, dejando de lado a la derecha recalcitrante de las oligarquías regionales, derrotada en el Porvenir-Pando, ingresan a esta categoría dirigentes indígenas del CIDOB, dirigentes campesinos de Caranavi, dirigentes cívicos de Potosí, dirigentes indígenas del CONAMAQ, dirigentes sindicales que se atreven a disentir y criticar, intelectuales e investigadores críticos. La lista sigue, pero no se trata de describirla exhaustivamente, sino de interpretar el mapa paranoico del último jacobino, el mapa de los supuestos enemigos del proceso de cambio. Estas acusaciones delirantes sólo se pueden explicar por una paranoia del poder, pero también por la distancia enorme que separa al contenido, a las tendencias inherentes del proceso, vinculadas al horizonte descolonizador y del Estado plurinacional comunitario y autonómico, del proyecto político del último jacobino. Se trata de un proyecto político que apunta veladamente al Capitalismo de Estado, a la restauración nacionalista del Estado-nación, a una anacrónica revolución industrial, a un Estado fuerte reducido a la dictadura de un pequeño grupo de clarividentes, abogados y especialistas. Nada del sistema de gobierno establecido por la Constitución, que es el de la democracia participativa.
El último jacobino se enoja cuando se critica el estancamiento del proceso de nacionalización, cuando se dice que lo que ha destapado el gasolinazo, lo que se ha revelado es que no hay nacionalización. El único argumento que saca de la manga es la furibunda calificación de mentira. No hay discusión de ninguna clase, no se toma en serio el debate, ni se abre la posibilidad de una evaluación del proceso de nacionalización. Se dice que hay que acudir a fuentes de información, pero precisamente es el último jacobino el que da cifras e indicadores fuera de toda fuente. ¿Por qué se insiste que hay control técnico de YPFB del proceso productivo y de la cadena económica de los hidrocarburos, cuando esto no ocurre para nada, cuando esta entidad estatal no opera, sólo administra? ¿Por qué se oculta que no se han cumplido los 44 contratos de operaciones por parte de las empresas trasnacionales firmantes, no han invertido en exploración y en explotación, menos en industrialización, tal como establecen los contratos? Como dice María Lohman, estas empresas sólo invierten en la producción (saqueo) del gas, para cubrir los cupos comprometidos con Brasil y Argentina, a precios que les otorgan amplios márgenes de ganancia, más atractivos que el reducido mercado interno de producción de gasolina y diesel. ¿Por qué se ocultan las súper-ganancias que se llevan las empresas mineras, como la de San Cristóbal, que oscilan en un monto de alrededor de los 1.000 millones de dólares, dejando pírricos aportes al Estado boliviano? ¿Por qué se esconde los fracasos del modelo extractivista, los fracasos de la empresa Jindal Steel and Power que va a explotar el hierro del Mutún, subsidiaria de una trasnacional inglesa, la Jindal es conocida por escamotear y especular en el sistema mundial de las finanzas; tampoco no se hacen transparentes las aventuras del litio? Nada es transparente. Pero, esto es lo que menos le importa al último jacobino, pues está investido por el fantasma de Robespierre. El último jacobino está enamorado de sí mismo y del poder, lo que no le deja ver el bosque, quizás esto sea lo más peligroso para el proceso, pues nos conduce a la construcción del fracaso. 
* Epistemólogo del grupo Comuna

Bolivia: ¿Qué significa mandar obedeciendo?
Por Rafael Bautista S.
La pregunta es necesaria ante la confusión gubernamental (que escuda sus dislates en algo que enuncia pero no comprende); no se trata de desvivirse por ella sino de la urgente necesidad que tenemos de remontar esa confusión gubernamental en clarificación popular; porque el mandar obedeciendo señala un nuevo modo de ejercer el poder. Si el poder es la categoría fundamental de toda política, de lo que se trata, en definitiva, es de proponer un paso trascendental: de la política moderna de dominación a una política de liberación (de toda pretensión de dominación). Proponer una nueva política significa transitar hacia ella; no se trata de una mera invención teórica sino de la transformación histórica de la propia praxis política. Por eso aparece la confusión, porque si no hay tránsito, no hay modo de señalar, menos de exponer, lo que no se ha transitado. Por eso hablan de lo que no saben. Si el concepto no ha hecho carne, ese vacío no puede llenarlo la fatua erudición; si la propia existencia no ha hecho el tránsito hacia lo nuevo, entonces la recaída se hace inevitable.
¿Por qué la política económica del gobierno no va más allá de lo que critica? Es fácil calumniar un modelo pero, si no se produce una crítica real, de nada sirve arrojar piedras hacia aquello que persiste en uno mismo; en este caso, la ingenuidad repite hasta la lógica de aquello que supuestamente critica: ante la complejidad de todo problema opta por el puro simplismo de reducir toda opción a la más usual (a esto se llama adicción: realizar una y otra vez la misma operación creyendo que alguna vez saldrá un resultado distinto; por más que se diga que se trataba de una adecuación de precios, era un gasolinazo y la respuesta popular no podía haber sido distinta).
Todos critican al neoliberalismo pero no saben salir de su lógica; algo similar sucede con el gobierno: despotrica contra el capitalismo pero no sabe hacer otra cosa. ¿Por qué? Porque no se trata de cambiar de camiseta; se trata de transitar efectivamente hacia ese más allá que se anuncia (el que no cree no transita y se condena a defender lo ya establecido, se vuelve inevitablemente conservador). Por eso lo de proceso no es pura retórica, y la descolonización no consiste en darle la espalda al presente (sino sacarlo de la inercia homogénea del tiempo matemático), o privarnos de futuro.
El asunto, en definitiva, es: ¿cuál futuro? El capitalismo ofrece un futuro, ese futuro es el producido por el modelo de vida que presupone: la modernidad. ¿De qué tipo de futuro se trata? El futuro de la modernidad es el mito de la ciencia moderna: el progreso infinito (donde todo es posible, hasta la vida eterna). Ese mito lo comparten derecha e izquierda, capitalismo y socialismo; por eso no era de extrañar que neoliberales y gobierno coincidan. En el fondo todos están de acuerdo con ese mito: que en el futuro (siempre postergado) todo lo prometido será cumplido, sólo basta sacrificar el presente. La creencia en ese mito conduce siempre a sacrificar todo presente por un futuro que nunca llega, por eso el sacrificio nunca termina. Pero si sacrificamos el presente no aseguramos ningún futuro; por privarnos el pan de hoy puede que no lleguemos a ningún mañana.
El gasolinazo seguía la misma lógica: para tener más dinero debemos sacrificar a los que nunca tienen, prometiéndoles lo mismo de siempre. “Hasta el agua cuesta más barato que la gasolina”, decía el vicepresidente. Pero, ¿quién pone esos precios?; no es el pobre, es el mercado, y ¿qué hace el gobierno?: quita la subvención a la gente y subvenciona al mercado internacional, con el hambre de los pobres. Eso se llama transferencia de plusvalor, de la periferia al centro. ¿Cómo se logra eso? Las nuevas ganancias de las petroleras son las que median esa transferencia.
El mito del progreso infinito es el mito del mercado global; el mundo moderno está diseñado para eso, para reducir los sueños de la humanidad a los sueños del mercado. Nivelar los precios quiere decir que nadie, a excepción del mercado, puede establecer el valor de todo: la gasolina vale más que la vida humana (definición moderna de humanidad: tener auto). Por eso el mito congrega a sus devotos (aunque se digan defensores de la Madre tierra) y los lleva a perseguir el mismo desarrollo que nos condena al subdesarrollo. Desarrollarse a la moderna es iniciar un proceso de industrialización salvaje y destructor; la integración vía carreteras fomenta también el parque automotriz y la consecuente demanda de gasolina; ahora bien, si no contamos con ese recurso, una verdadera planificación debiera tener en cuenta eso, antes de promover un futuro suicidio económico. Por eso los paliativos no eran tales; se diseñó la medida sin medir las consecuencias, como suelen hacer los que viven de espejismos. Aunque se digan anticapitalistas, siguen siendo desarrollistas, por eso el acuerdo con los neoliberales; ambos coinciden en aplicar el gasolinazo, sólo discutían la forma.
El mito del progreso infinito se traduce en la economía moderna hasta en sus dos polos opuestos: en el capitalismo se trata del equilibrio del mercado perfecto, en el socialismo la planificación perfecta. El perfil de ambos se prescribe desde aquella previa abstracción que realiza, previamente, la ciencia moderna: el progreso infinito es sólo posible abstrayendo la vida del ser humano y la naturaleza; es decir, sólo vaciándolos de realidad y vida es que puede postularse una ilusión semejante. ¿Cómo puede postularse un progreso infinito sabiendo que los recursos naturales y el trabajo humano no son infinitos? La explotación insensata tiene su justificación en ese mito. Lo cual lleva a la degeneración de la economía moderna: de ciencia que estudia la sostenibilidad de la producción y los recursos, a mero arte del lucro y la codicia (para que no digan que es sólo asunto de indios, hasta al mismo Aristóteles ya le preocupaba que la oikonomie degenere en crematisitike). Desde que la economía confunde sus propósitos, aparecen las distorsiones; se origina la ciencia de los negocios: la economía persigue tasas infinitas de crecimiento, por eso privilegia criterios abstractos como la tasa de ganancias, equilibrios fiscales, estabilidad macroeconómica, etc. La cuestión es: ¿se puede vivir con eso?, es más, si nos proponemos la justicia y la igualdad, esos indicadores, ¿son racionales? Amartya Sen lo pone de este modo: mal se habría desarrollado una economía que aunque poseyera índices positivos de crecimiento no hubiera realizado su ideal de vida buena.
Si el ideal es el vivir bien y la economía que adoptamos no realiza aquello entonces esa economía no sirve para vivir. La réplica diría: no es posible ahora pero mañana sí. Esa réplica confirma el mito; el futuro es siempre aplazado en la infinitud del tiempo abstracto, por el cual todo presente debe ser sacrificado. La modernidad viene prometiendo realizar los más grandes sueños de la humanidad desde hace cinco siglos; en nombre de estas aspiraciones nos conduce al actual callejón sin salida que padece la humanidad: la múltiple crisis civilizatoria que agudiza la muerte del planeta y de toda la vida. Se trata de una racionalidad irracional que sólo sabe destruir para producir; por eso se trata de una racionalidad que es imposible de superar si es que no se ha salido, lógica y existencialmente, de ella.
Por eso no es nomás calumniar al capitalismo (los que cambian de bandera son casi siempre los más gritones). La crítica verdadera no es producto sólo del descontento sino de la esperanza de generar alternativa, y hay ésta porque lo que no hay ahora (la utopía que se persigue) pone en su verdadero lugar a lo que hay (la injusticia, que ya no es eterna sino se hace histórica, o sea, posible de ser superada). Aparece el pensamiento revolucionario, no sólo proponiendo lo que no hay sino manifestando su posibilidad; el conservador defiende sólo lo que hay y por defenderlo se somete a lo dado. Por eso tiene poca capacidad imaginativa.
Lo que no puede atravesar existencialmente es imposible que siquiera lo exponga teóricamente. No ha vivido aquello, por eso lo que dice es pura demagogia que ni él mismo cree. ¿Cómo proponemos una nueva economía? Sin una descolonización previa eso es imposible; descolonización aquí quiere decir desmontaje y desmantelamiento total. Porque la dominación no es sólo discurso sino, más que una lógica, una racionalidad que origina un conocimiento pertinente para su propio desarrollo.
¿Por qué hay gasolinazo?, y lo más grave: ¿por qué se presenta inevitable?, ¿por qué parece no haber alternativas? El circo mediático que provoca la derecha no ayuda a entender el asunto, porque ella es la primera enceguecida por el fetiche que ahora parece hacer nido en el propio Estado plurinacional: el mercado global. La curiosa confluencia de gobierno y oposición (pues ambos coinciden en la medida) muestra ya la ausencia de alternativas que se propina el propio gobierno al someterse a las reglas del mercado global. Lo triste de este sometimiento es que no se produce por ausencia de legitimidad popular, recursos estratégicos, ventajas geopolíticas o activos ideológicos (comparables al 52, lo señalado supera cualitativamente la base material de la revolución de abril).
No sólo las condiciones contextuales sino políticas, históricas y subjetivas son, otra vez, envidiables, pero se las rifa desde la más ingenua tozudez academicista de continuar interpretando un proceso descolonizador desde la misma perspectiva euro-norteamericano-céntrica, es decir, colonial, es decir, moderno-occidental. Se trata de esta aporía: mirarnos, en el proceso de nuestra liberación, siempre con los ojos del dominador (que tenemos adentro, bien instalado). Por eso el Estado plurinacional se diluye, otra vez, en una reposición del Estado moderno-liberal-colonial, con su cara actual: el proyecto autonómico.
Por eso el gobierno sólo puede concebir un Estado plurinacional autonómico y jamás un Estado plurinacional comunitario. La diferencia es cualitativa para aquel que verdaderamente abandona el Estado colonial. Por eso se trata de transitar; no de un tránsito cualquiera sino el tránsito de una forma de vida a otra. La política trata de eso: de proponernos un nuevo modo de vivir en común. Eso es lo que hace a un proyecto revolucionario. La reforma autonómica no hace más que performativizar el Estado liberal; una reforma que en ningún caso es revolucionaria, por eso su modelo es a la española, belga o canadiense; es decir, sigue siendo ajeno y nunca deducido de nuestra propia historia y nuestras propias contradicciones. El que no sabe ser libre opta, hasta en su liberación, por el modelo de su antiguo patrón; por eso no cuestiona ni la irracional distribución territorial colonial. Si quisieran atacar de fondo el carácter feudal del oriente boliviano tendrían que empezar por eso; pero en una visión colonial, la herencia republicana no se objeta sino se la sacraliza.
La falta de alternativas proviene de aquella sumisión; se trata de una apuesta también teórica: el que parte de lo dado deviene en conservador (aunque se haga guerrillero). Y como todo conservador, su apuesta consiste en la estabilidad, en el retorno al orden establecido (como en el futbol boliviano, mete un gol a los 10 minutos y se repliega defensivamente esperando el milagro del minuto final); jamás se propone el salto, por eso no lo piensa. Si piensa sólo lo posible entonces se condena al orden de lo establecido y, en economía, ese orden, es el orden del mercado global capitalista (su única preocupación consiste en: ¿cómo ingresar en él?).
También es conservador porque cree que la derrota del enemigo es militar o política, y no se da cuenta que la dominación no es sólo política o económica sino también cultural y hasta financiera. Su ceguera no proviene de su mala voluntad sino de su ausencia de horizonte; vive cuestionando el capitalismo pero, en el fondo, no sabe hacer otra cosa que reproducirlo; propone un mundo nuevo pero sigue viviendo el viejo; habla de un nuevo Estado pero sus nuevas leyes no cuestionan su fundamento colonial.
El año pasado, de modo aleccionador, Boaventura de Sousa (pensando el golpe suscitado en Ecuador) reflexionaba a nuestro vicepresidente sobre la contradicción inherente en el Estado: el Estado que piensa que lo conservador está fuera de él es, precisamente, el Estado liberal. Es decir, un Estado que piensa de ese modo, no ha salido de la relación sujeto-objeto y devalúa al pueblo a mero objeto de la política que, como patrimonio exclusivo del Estado, reproduce la dominación que pretende superar; no sólo porque actúa desde arriba sino porque al devaluar al pueblo devalúa la misma política.
Entonces no hay cambio; no puede haber obediencia a un objeto. El pueblo se reduce a mero obediente y la política a mera administración, es decir, se tecnifica. Por eso el constante retintineo: “precisamos técnicos”, “es que es cuestión técnica”, etc. Ponerle cortinas a un dormitorio es cuestión técnica, pero construirnos una casa ya no lo es; y si se trata de la casa grande, con mayor razón. La construcción de una nación y, por ende, de su Estado, no puede reducirse a mera técnica. Porque de lo que se trata es de construir el sentido de nación y, en consecuencia, el contenido del fundamento del propio Estado. El que cree que estas cuestiones son inventar el agua tibia es aquel que no es consciente de la colonialidad de los presupuestos de los cuales parte, pues precisamente estos le dicen: si ya todo está dicho. El problema es: ¿quiénes lo han dicho?; europeos y norteamericanos; es decir, todo lo han dicho los que nos dominaron y, ¿qué se deriva de lo que han dicho?: que la única alternativa es la de ellos. La colonización es tal que, ahora que está el primer mundo en crisis multiplicada, ¿cambia en algo la visión del colonizado? No. Ahora él mismo se ofrece como garante de la recuperación del primer mundo, aun a costa de la propia vida de su país.
El gasolinazo tiene ese contexto. El gobierno se mete en un callejón sin salida por un pésimo asesoramiento económico-financiero. Las transnacionales hidrocarburíferas no son un apéndice autónomo del mercado global (por eso las lecturas unilaterales, hoy en día, están conduciendo al fracaso político de procesos de liberación) y la penetración de las lógicas neoliberales no son tan obvias como se cree ingenuamente; porque las petroleras, el capital financiero, los organismos multilaterales, la banca privada internacional —quienes se vinculan en la intimidad de lo profundo de la estructura económica mundial— son determinaciones funcionales del mercado global que, para su recomposición, no sólo precisa de nuevos y mayores recursos para su expansión sino, lo que es más peligroso, precisa destruir toda alternativa que muestre ser posible y sostenible de ser realizada. Si alguna posibilidad se sostiene de modo real, se desmorona el totalitarismo actual del mercado global; por eso la guerra financiera que desata la banca anglosajona. El paulatino copamiento de la visión financierista en el gobierno muestra la pérdida paulatina del horizonte de descolonización en el ámbito de la economía. Basta que un componente financiero ligado a la acumulación global ingrese en el Estado, para que todos los demás anden como Pedro por su casa.
En su informe anual, el vicepresidente señalaba que eran falsas las acusaciones de capitalismo de Estado; según él, capitalismo significa acumulación y no hay sector o clase en el Estado que esté acumulando para sí capital. Como la discusión política ha degenerado tanto (gracias sobre todo a los medios), se trata de una respuesta de manual a una calumnia de mercado; porque ni la denuncia busca la verdad, sólo la venganza, ni la respuesta ofrece comprensión, sólo porfía. En esa discusión, entre gobierno y oposición (del dime con quién te acuestas y te diré a qué hueles), que tanto festejan los medios y a la cual cae como corderito un gobierno que no atina a desembarazarse de esa mediación perversa que provoca la mayor parte de desencuentros hasta nacionales, se pierde el ámbito de discusión propiamente política, la que debería generar un proceso de las características del boliviano: si hay un cambio de época, ¿cómo describimos la nueva época a la cual se abre, no sólo Bolivia, sino el mundo entero?
En ese sentido, el asunto de la acumulación debe analizarse desde otros ángulos. Es cierto que no hay acumulación personal o corporativa directa, pero al establecerse criterios mercadotécnicos para evaluar el crecimiento de la economía, lo que se hace es pretender medir las expectativas reales con indicadores falsos. Todos los indicadores macroeconómicos no son inocentes y todos responden al desarrollo y crecimiento del capital global, estos miden cómo nuestras economías, fieles a un sometimiento estructural, continúan transfiriendo plusvalor al capital central global, ahora financiero.
Lo que no se da cuenta el vicepresidente es que el Estado plurinacional ahora acumula capital no para sí sino para el mercado global, o sea, continúa transfiriendo la sangre de nuestro pueblo objetivada en capital para el apetito del Moloch que hablaba Marx (del ídolo moderno al cual se sacrifican millones de vidas para inflar sus ganancias). La transferencia, hasta de modo inocente, se hace en las tan aclamadas reservas. Se sigue alimentando una moneda (el dólar) que, como el vampiro, vive de chupar sangre ajena para seguir viviendo. Tal vez nunca le dijeron a nuestro presidente que nuestros intereses son menos de los usuales, por los dislates de los neoliberales; pues de ganar mejores intereses en otras instancias financieras, resulta que nuestras reservas apenas reciben un 0.25% anual en la banca anglosajona ligada estrechamente a intereses espurios en el petróleo y la producción de armas. No vaya a ser cierto aquella fábula religiosa: dinero maldito no produce felicidad (agregaríamos: la liberación se corrompe por el uso que se le asigna a lo ganado).
Como se acumula para el mercado global, entonces se trabaja para costear, otra vez, la dominación estructural; si no podemos hacer uso de nuestro dinero y sólo lo tenemos como garantía entonces nos sometemos al crédito internacional (en el caso de la CAF pagamos los créditos a razón de 8% anual). La lógica de la deuda penetra, esta vez, en el nuevo Estado. Nunca se es sujeto de deuda como cree ufanamente el presidente; la deuda, en el mundo moderno, es lo que devalúa la condición de ser sujeto, porque se trata de una lógica que desarrolla la dependencia sistemática de los países pobres, imposibilitando toda pretensión de soberanía, porque con el crédito no sólo entra dinero sino las condiciones para la reproducción de éste en capital global. El primer mundo introduce en los créditos nuevos procesos de acumulación para maximizar los componentes orgánicos del capital financiero global; ante la crisis financiera y la ausencia de liquidez en la banca privada internacional, ésta se recompone mediante la transferencia de plusvalor, ya sea como intereses de deuda y como incremento en las reservas (siempre en dólares).
Nuestra pretendida independencia económica se desdice por la transferencia sistemática que se hace de soberanía; es decir, recuperamos lo nuestro para devolverlo de nuevo a los mismos ladrones. La soberanía no se queda con nosotros sino la transferimos al dólar, que se recupera a costa nuestra. Nuestra servidumbre se hace voluntaria, la condición colonial parece nuestra segunda naturaleza. El imperio ya no necesita invadirnos; solo precisa ingresar, vía crédito internacional, financiando —y muy bien— la reposición del Estado liberal moderno (que se llame o deje de llamarse plurinacional no le preocupa; con tal que restablezca su carácter dependiente, hasta puede honrar al indio por semejante vuelta a la normalidad).
El Estado se recompone literalmente, por eso la disputa de los ministerios acaba con la primacía del sector financiero, los autores del gasolinazo: si la planificación es macroeconómica financiera, no hay economía plural, menos Estado plurinacional; si este sector abre el Estado a las condiciones que pone el crédito internacional, permite el ingreso de toda la lógica neoliberal, por eso no es de extrañar el argumento reiterativo: para justificar el plan económico se escudan en la econometría del Banco Mundial. La ponderación no es gratuita: el gobierno lo hace muy bien, mejor que los neoliberales; pues los indicadores económicos positivos que nos muestran es para señalar lo bien que nuestra economía desarrolla la acumulación del mercado global y lo bien que se recompone nuestra dependencia estructural. Por eso tampoco es de extrañar que hasta el Evo ya se haya creído el cuento de “exportar o morir”.
Uno de los argumentos del gasolinazo es cierto, se trataba de privilegiar un sector, el agroindustrial; pero cuando el vicepresidente anuncia las medidas paliativas, extrañamente algunas compensan exclusivamente a este sector (como es la compra por parte del Estado —a precio internacional— de la producción que monopoliza el capital agroindustrial del oriente); y cuando después del gasolinazo surgen recién los consensos, uno de los interlocutores privilegiados es, de nuevo, el agroindustrial. El interés primordial de este sector es la exportación, su inclinación productiva se debe al mercado mundial, parte de esa lógica y se debe a ella, es decir, actúa según las reglas del mercado. Desgraciadamente esa lógica ya convenció al presidente; ahora, para él, la garantía para abastecer el mercado interno se deduce de lo que sobre de las exportaciones. Esta sumisión a las necesidades del mercado ya lo venía expresando, aunque de modo anecdótico, en su primera gestión: gobernar es hacer buenos negocios. Eso les abrió las puertas del Estado a los que piensan la economía como ciencia de los negocios; curiosamente apadrinados por quienes, en el gobierno, se creen socialistas.
Nada raro. Los marxistas que convirtieron al marxismo en una escolástica y a El Capital en un catecismo, acabaron con la política y, en su defecto, crearon una nueva secta (jacobinos declarados no supieron hacer otra cosa sino una nueva religión) que levantó nuevos ídolos a los cuales inclinarse: las leyes de la historia, la materia eterna, la visión científica de la vida, etc. Sin detenernos en todos estos disparates (que Marx nunca, es justo decirlo, difundió), basta señalar la incoherencia de una medida como el gasolinazo con toda la teoría que desarrolla Marx. Lo que llaman la adecuación de precios (de la gasolina y el diesel) es adecuación a los índices que establece el propio mercado; esto quiere decir, en lenguaje marxista, subordinación a las leyes que actúan a espaldas de los actores; si el mercado decide, entonces los seres humanos ya no son actores (y menos la naturaleza), lo que es peor, el mercado decide la vida y la muerte de los seres humanos. Esto es precisamente la denuncia al sistema de categorías de la economía política burguesa: el capitalista piensa que sin capital no hay nada, ni siquiera vida. Marx responde: el capital no es nada más que el robo que se le hace al trabajo vivo, es decir, el robo que se le hace a la propia vida, por eso dice, de modo categórico, el trabajo es todo. El fetichismo consiste en creer que sin capital (inversión) no hay nada. El trabajo es todo quiere decir: el fundamento del propio capital es el trabajo humano.
Una economía que parte del capital, de la inversión (por eso se somete a las condiciones de las petroleras), a costa de la vida de los seres humanos y la naturaleza, es una economía que privilegia los negocios, el crecimiento macroeconómico, las ganancias, y cuyas consecuencias son, en el mediano y largo plazo, la muerte de todos y de todo. Cuando el gobierno sale en auxilio de las petroleras y se propone cortar la subvención para promover la inversión, lo que hace es subvencionar a las petroleras con el hambre de su propio pueblo; éstas arguyen que la producción de un barril de petróleo les cuesta más de 50 dólares, pero no dicen que este precio supera hasta la media internacional en diez veces (y tampoco, obviamente, señalan que ese precio sobreestima su verdadero costo, pues ese petróleo no es ni siquiera fruto del trabajo de exploración de las petroleras sino del desmantelado YPFB en el periodo neoliberal; aun vendiendo a 27 dólares el barril sacan considerables ganancias, pero si su interés es el mercado global, se entiende que nuestra gente les importa poco y esto parece transferirse al gobierno cuando estipulan la lógica de las ganancias —de las petroleras— como indicador exclusivo de crecimiento en ese rubro).
Ahora bien, si el diagnóstico fuera más sensato, la medida se inclinaría a cobrar a PETROBRAS los líquidos que van contenidos en el gas y que los brasileros reciben gratis (ya hay diversos análisis que señalan que la supuesta recuperación de más de 300 millones de dólares del contrabando que pretendía el gasolinazo, queda corto frente a la recuperación de más de 700 millones de dólares que se obtendría cobrando a los brasileros los líquidos; es decir, hablando de subvenciones, se pretende dejar de subvencionar al mercado interno pero se subvenciona a PETROBRAS lo que después ellos separan en suelo brasilero, acrecentando ganancias extraordinarias).
En definitiva, el asunto no es subvencionar o no sino: bajo qué criterio subvencionamos a tal o cual sector de la economía. Los gringos subvencionan su producción agrícola, y el primer país capitalista, Inglaterra, empezó subvencionando su producción para después abrirle las puertas a la exportación masiva de ella. Si hasta en China los carburantes se hallan subsidiados; esto quiere decir que la protección de la economía nacional pasa por desacoplamientos sistemáticos de las reglas del mercado global; lo contrario, articularse demasiado a éstas, es lo más suicida. En eso consiste, entre otras cosas, el éxito de las economías asiáticas; uno no es nunca independiente del todo, es independiente en la medida en que es consciente del grado de dependencia que tiene (la dependencia no es nunca unilateral, por eso las desventajas actuales se pueden hacer ventajas futuras), por ello el manejo de la economía no puede ser técnico sino político, porque se trata de desestructurar sistemática y paulatinamente los componentes orgánicos de la dependencia. La técnica es sólo la deducción hasta mecánica de principios ya establecidos; pero si nuestro objetivo es proponer algo nuevo, ¿cómo podemos subordinarnos a indicadores ya dados y establecidos por la economía capitalista neoliberal? Si todo asunto es sólo técnico, entonces no hay nada nuevo para hacer, sólo repetir lo que ya había. El conservador se esfuerza disciplinadamente en mantener a toda costa lo establecido, es su dogma de fe.
No se transita a una nueva política por entusiasmo o buenas intenciones; no se produce como derivación de un dogma, tampoco se trata de un cambio automático. Se trata, en efecto, de un tránsito. Por eso siempre se insiste: el cambio es un proceso. El proceso nuestro tiene su referencia concreta: es un proceso de descolonización. Se trata de un tránsito que ya no es sólo lógico sino existencial.
El sector intelectual del gobierno se esmeró tanto en vaciar aquella legitimidad lograda el año pasado que, en tiempo record, no sólo socavaron la confianza nacional sino que, de modo hasta dramático, no hallan mejor remate que replicar aquello que tanto critican: el modelo neoliberal. El carácter financierista que iba adquiriendo la política económica no era accidental, sino que respondía a la incapacidad de transitar hacia una nueva economía más allá del capitalismo. Cuando Zavaleta decía que la creencia irrenunciable de la casta señorial consistía en su juramento de superioridad sobre los indios, “aun con marxismo o sin él”, se refería a esta incapacidad; por eso habla de “paradoja señorial”. Esto quiere decir: el retorno al origen de clase; el que es incapaz de transitar hacia lo nuevo se devuelve, inevitablemente, a lo que siempre fue (y se junta con los de su misma condición). Por eso: el poder no cambia a la gente sino muestra lo que verdaderamente es.
En Bolivia, el origen de las clases es la disolución de la comunidad en atomización individual; es decir: para que aparezcan las clases debe desaparecer el proyecto de nación (y las naciones que podrían formular semejante proyecto). Desaparece como proyecto porque desaparece su contenido hasta cultural; lo plural se reduce a la diferencia numérica, lo que queda es el ciudadano, que vale por lo que tiene. El Estado es señorial porque sólo los señores tienen; es colonial porque el señorío es sólo aparente (la paradoja boliviana no sería la de un burro cargado de oro sino la de un burro que se cree señor).
¿Por qué la recaída? Porque al no haber transito existencial no hay posibilidad de advertir alternativas. Sólo aparecen las alternativas cuando se ha salido, de modo efectivo, de lo aparentemente inevitable. De lo contrario nos condenamos a, lo que llama Hinkelammert, las fuerzas compulsivas de los hechos. Si la política es el arte de lo posible, en la visión del conservador, el arte se vuelve pura técnica, es decir, derivación de lo establecido. Es conservador porque se somete, según Marx, a leyes que actúan a espaldas de los actores. Entonces desaparece la política y se convierte en pura administración de la economía convertida en ciencia de los negocios. Lo posible ya no es posibilidad sino sólo lo admisible por lo establecido.
Lo establecido es el viejo orden financiero unipolar, que trata de sobrevivir a su crisis produciendo nuevas sangrías en los países pobres. Por eso se dice, y con razón: una verdadera liberación nacional pasa por una liberación financiera. Optar por el gasolinazo no era más que seguir leyendo el siglo XXI desde el siglo XX. Los colonizados son los que viven en el pasado; incapaces de transitar hacia lo nuevo, sólo saben aferrase a lo viejo. 
Si la constitución de un nuevo Estado parte de las necesidades del viejo Estado, entonces no hay constitución sino reposición; ello teóricamente apuntaba a un nuevo termidor, esa era la conclusión de un jacobinismo criollo. Lo débil o lo fuerte son cuitas del Estado colonial, no tienen por qué serlo de un nuevo Estado plurinacional. Pretender un Estado fuerte es, básicamente, diluir la hegemonía en dominación pura. Nuestro vicepresidente, fiel a su weberianismo más ortodoxo, no concibe otra forma de ejercer el poder sino constituir al pueblo en obediente. Pero, de ese modo, la política se devalúa; si sólo hay obedientes no hay actores y si no hay actores no hay legitimidad alguna. Sólo después de lanzada la medida se acordaron que había que consultar al pueblo.
Proponer una nueva política pasa por desmontar la concepción del poder que tiene la política moderna que, en Weber, tiene su postrera expresión: la dominación legítima ante obedientes. Pero no puede haber dominación legítima, es una auto-contradicción performativa. Tal obediencia no produce legitimación; si la dominación produce obedientes no es nunca obediencia libre. Si hay sólo obediencia (pasiva y sometida) no hay libertad. Si no hay libertad hay dominación. Por eso: toda dominación es ilegítima.
Cuando hay dominación hay, lo que suele llamar nuestro vicepresidente: expropiación de la decisión. Pero si ésta es expropiada entonces no hay “mandar obedeciendo”, hay “mandar mandando”. Cuando el pueblo ya no es sujeto de decisión, el pueblo es devaluado como objeto. Cuando la política se expresa en la relación sujeto-objeto, el sujeto, o sea, el político, debe previamente vaciarse de toda relación con lo ahora constituido como objeto, o sea, el pueblo. Por eso, al expropiarle su capacidad de decisión, le expropia su capacidad de ser sujeto. Por eso el político ya no escucha y se vuelve autorreferencial; tampoco se hace sujeto. El político de la dominación siente una profunda desconfianza hacia su pueblo; por eso, una vez en el poder, ya no le consulta. Dice que quieren copar el Estado pero, para evitar eso, no genera procesos de democratización al interior de las organizaciones, sino que pacta con sus dirigencias (para imponer medidas); es decir, fomenta, él mismo, la corrupción que critica.
Vociferar contra el capitalismo es fácil. Lo que ya no es fácil es salir de su lógica; pero sólo comprendiendo y atravesando su lógica es que podemos salir de él. Pero salir lógicamente quiere también decir: salir existencialmente. Por eso la pura retórica no sirve; de eso está lleno el marxismo del siglo XX (los izquierdistas criticaban al capitalismo, pero no sabían hacer otra cosa sino replicarlo). Para superar la lógica del capital hay que atravesarlo, lógica y existencialmente, y la ortodoxia marxista, en ello, fue desastrosa; diluyendo la obra de Marx en una escolástica no hicieron más que crearse una nueva religión que escupía a todos los dioses.
El neoliberalismo y el posmodernismo justificaron aquello: vivir sin dioses es no creer en nada, menos en un mundo más justo, por eso, lo único que resta, es administrar, del mejor modo, lo que hay: dorar la dominación y edulcorar la injusticia. Por eso no dudaron en cambiar de bando y, aunque les cueste creer, lo que hicieron fue otorgarle la legitimación que siempre precisó la burguesía, en todos lados: brindarles las banderas de los oprimidos, en bandeja de plata. Por eso no es de extrañar que los asesores gubernamentales sean marxistas trasnochados que, al modo de los vampiros, sólo saben vivir en la noche de sus nostalgias, pues en el día, en el jach’a uru, el gran día que ha llegado, no saben ver nada sus ojos ciegos.
¿Qué significa mandar obedeciendo? Su significación es el contenido que emerge del tránsito hacia un nuevo modo de concebir la política y, en consecuencia, de producir y crear una nueva praxis política. Significa constituir al pueblo en sujeto. Pero esta constitución no se la realiza desde el Estado sino que el Estado se transforma en la mediación institucional para la constitución del propio pueblo en sujeto.
Es algo que el propio pueblo debe de también saber atravesar; porque el pueblo también se puede dejar arrastrar por la inercia de las leyes que actúan a espaldas de los actores; es cuando cree que la delegación de poder que ha producido acaba con su propio poder, cuando espera que el futuro llegue sin proponerse producirlo. No es sujeto porque no sabe ser sujeto y, en consecuencia, no actúa como sujeto. Por eso, si en el proceso aparece la recaída, se trata de una recaída también en el propio pueblo, en el proceso mismo de su constitución; en el creer que lo logrado lo es todo y no una parte de su propia acumulación como historia contenida, comprendida y realizada, esto es, que la autoconciencia lograda sea productora de historia propia.
“Ahora es nuestro tiempo” quiere decir: subordinar el tiempo de las cosas y las mercancías al tiempo verdaderamente humano. Vivir la política y la economía de modo humano. No hay humanidad sin naturaleza, por tanto, recuperar nuestro ritmo es recuperar el equilibrio. Si no hay diálogo en nuestras vidas es porque no hay equilibrio; eso es lo que hay que producir. Obedecer ya no es bajar la cabeza sino significa sintonizarse con el ritmo de la vida que fluye humanamente en forma de dignidad. Ser sujeto es ser digno. Desde la dignidad uno concibe el mando como merecimiento y el obedecer como virtud. Por eso el verdadero líder es aquel que se resiste a serlo: si alguien es más humilde que yo entonces es superior a mí. El verdadero obedecer es el saber escuchar; si el pueblo es objeto no tiene sentido escucharle, pero si es sujeto, la primera condición de este reconocimiento es el saber escuchar su palabra interpeladora.
Mandar obedeciendo es sólo posible en una nueva forma de vida; una nueva forma que no se halla más allá de esta vida sino en ésta, pero de modo ausente. Pero su ausencia no la revela su no existencia sino la imposibilidad que tenemos de verla, aunque se halle ante nuestras narices. La verdadera vida no está en otra parte y el mandar obedeciendo no es otro poder sino el modo más realista de desplegar el poder. Poder no como propiedad sino como voluntad de transformación, el origen de toda política. Cuando la crítica superficial dice: quien pierde con el gasolinazo es el realismo político, no se pregunta lo que debería preguntar: ¿es realista el realismo político? (porque los supuestos realistas resultaron ser los más ilusos, pues ni siquiera supieron medir los tiempos y aplicaron un gasolinazo a un pueblo festivo en plena fiesta, algo imperdonable). No hay crítica sin autocrítica. Por eso el pueblo también debe de ponerse en el lugar de la crítica.
Pues todos aspiramos a una forma de vida que consiste en la acumulación sin fin de satisfactores de deseos infinitos; un deseo de riqueza que choca, inevitablemente, con los límites reales de la propia naturaleza. Todas nuestras demandas se reducen a mejoras salariales que compensen nuestra adicción al consumismo (si la producción se orienta por esta clase de consumo entonces cavamos nuestra propia tumba, generamos la lógica que nos destruye, pues nuestro poder se diluye exclusivamente en poder comprar mercancías que chorrean sangre humana y sangre de la naturaleza, propiciamos la explotación; por eso aspiramos a la riqueza y esta aspiración, cuando se hace motor del desarrollo, genera inevitablemente la miseria necesaria para satisfacer la insatisfacción absoluta: la codicia). La sociedad moderna se organiza según este patrón, es un conglomerado de interese individualistas dispuestos bajo el único interés de generar riqueza, por eso es un orden del desorden, cuyo único equilibrio consiste en el desequilibrio constante que produce la competencia generalizada: el hombre lobo del hombre (lo que pone la modernidad como lo anterior a la sociedad —moderna— resulta ser el modelo de vida de esa misma sociedad).
Por eso la alternativa real es el descreer de esa forma de vida, atravesar la forma de vida moderna hacia un nuevo modo de vivir. El modo de vida fundamentado en la riqueza nunca ha solucionado los problemas que la producción de esa misma riqueza ha generado. Cinco siglos de modernidad, tres siglos de capitalismo, casi medio siglo de neoliberalismo, no han sido nunca la solución de los problemas que ellos mismos crearon. Por eso la solución nuestra no es copiar el mismo desarrollo que nos condenó al subdesarrollo. La solución consiste en proponernos una nueva forma de vida más humana y más digna, cuya constante nunca más sea que la vida de unos cuantos signifique la muerte de muchos. Quienes transitan a esa nueva forma de vida tienen la autoridad que brinda el testimonio, porque esa autoridad emana de una purificación existencial, la purificación de toda pretensión de dominación. Por eso la obediencia recupera su carácter liberador. En la dominación la obediencia es pura sumisión; en la liberación no es tampoco insubordinación sino: el respeto sagrado a la dignidad absoluta del otro que no soy yo. Porque la obediencia es la consecuencia del escuchar verdadero. El verdadero político de la liberación es el servidor; el que se hace libre liberando, es decir, sirviendo, y sólo es capaz de servir el que sabe primeramente escuchar.
La Paz, 26 de enero de 2011
Rafael Bautista S., autor de: “¿Qué significa el Estado Plurinacional?” y “Hacia una constitución del sentido significativo del vivir bien” rincón ediciones rafaelcorso@yahoo.com

¿Hacia donde va el proceso de cambio?
Segunda Parte: El Gasolinazo
Introducción
El día 26 de diciembre del 2010 el vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, a la cabeza de un grupo de ministros lanzó el decreto supremo 748 en el cual se decretaba que el precio de la gasolina y el diesel iban a subir en un 70 y un 80% respectivamente. La medida supuestamente estaba destinada a nivelar los precios de los hidrocarburos bolivianos a los precios del mercado mundial, porque debido a los precios bajos de nuestros hidrocarburos éstos estaban destinados más al contrabando en los vecinos países que al consumo interno. Además de que el bajo precio de nuestros hidrocarburos suponía una supuesta sangría de nuestra economía, la cual para compensar el bajo precio de nuestros hidrocarburos tenía que subvencionar con muchos millones de dólares anuales.
 Inmediatamente después de la medida, los precios de los artículos básicos de consumo empezaron a subir, no sólo por la medida económica llamada ahora “gasolinazo”, sino porque este decreto había sido emitido justo entre navidad y año nuevo, fechas festivas en las cuales la demanda en el consumo de los productos básicos de la canasta familiar se incrementa naturalmente. Las protestas y medidas de descontento no se hicieron esperar. Aun en medio de los preparativos para las fiestas, la gente del pueblo, es decir, los inmediatos afectados por el alza de precios en los artículos de la canasta básica, empezaron a protestar espontáneamente. Desde las minas y Oruro empezaron a llegar noticias de que se organizaban marchas hacia la sede de gobierno y en otros lugares como Cochabamba, La Paz, Potosí y hasta Santa Cruz se organizaban cabildos para continuar organizando la protesta. En la ciudad de El Alto surgieron rápidamente marchas de protesta con consignas condenatorias ya no sólo contra el gasolinazo, sino también contra varios ministros, contra el vicepresidente y hasta el mismo presidente. Paralelamente el vicepresidente quiso, mediante reuniones con diferentes organizaciones sociales, explicar las bondades del decreto, pero poco a poco empezó a ser rechazado. Sin embargo cuando varios dirigentes de las organizaciones nacionales afines al MAS apoyaron públicamente al gasolinazo, muchos sectores de las bases empezaron a desconocerlos poco a poco. La Central Obrera Boliviana que al principio no se había pronunciado ni a favor ni en contra de la medida fue obligada por sus bases a tomar una postura condenatoria del decreto.
Cuando el presidente Evo Morales luego de su viaje al exterior quiso justificar la medida, se encontró con rechazos rotundos a sus argumentos, lo cual lo obligó a tener reuniones con muchos sectores para tener una visión más amplia de la aceptación o rechazo a la medida, y cuando se percató que el descontento estaba creciendo como una bola de nieve a nivel nacional, no sólo en el seno del pueblo, sino también entre las clases medias y hasta en el ejército donde empezó a correr el rumor del golpe de estado, tuvo que echarse para atrás y anular la medida el 31 de diciembre en la noche. Es muy posible que los rumores de que se preparaba un “cerco” indígena a La Paz y un bloqueo total de carreteras operado por los campesinos, especialmente del sector occidental, hayan influido mucho en esta decisión. Durante el anuncio de la derogación del decreto 748, el presidente Evo Morales dijo que lo hacía en cumplimiento a la promesa hecha por él cuando en aquel lejano enero del 2006 dijo que gobernaría obedeciendo al pueblo y no sirviéndose de él.
Desde el primero de enero de este año, no sólo que los precios de los productos básicos han continuado subiendo a pesar de haber sido anulado el decreto, sino que tanto funcionarios del gobierno como el vicepresidente y hasta el presidente, han señalado de modo insistente que si ahora no se pudo implementar el decreto 748, a la larga se tendrá que hacerlo, porque supuestamente no se puede seguir subvencionando el precio de la gasolina y el diesel. El problema surge cuando uno se pregunta que si el compañero presidente Evo prometió gobernar obedeciendo al pueblo, ¿por qué no consultó nunca con las bases o con el pueblo esta medida antes de tomarla? Pero lo más paradójico es que habiéndose manifestado el pueblo de diferentes maneras rechazando de modo contundente al gasolinazo, ¿por qué el Evo y su gobierno siguen empecinados en implementar esa medida sabiendo que el pueblo no está de acuerdo con ella? Esto es, ¿a quién o a qué estaría ahora obedeciendo el Evo y su gobierno?
Lo peor de todo fue el 22 de enero cuando en la celebración del primer año del Estado Plurinacional el vicepresidente y el presidente respectivamente dieron su informe a la nación. Había mucha expectativa en gran parte de la población respecto de lo que iba a decir el presidente no sólo por lo que había pasado desde la elección a gobernadores y alcaldes, sino también respecto del gasolinazo. Lo que la gente esperaba mínimamente era, si no la destitución de algunos ministros cuestionados, una autocrítica o por lo menos una reflexión en la cual el presidente iluminara con entendimiento el sentido actual del proceso de cambio y el porqué de varias medidas contradictorias operadas en el primer año del Estado Plurinacional. Pero nada de eso sucedió. El vicepresidente se puso a justificar las contradicciones internas y externas con un texto de Mao que expresaba bien a la China de ese entonces, pero que ahora tiene poco que ver con lo que está pasando en Bolivia, pues nuestras contradicciones actuales son política, económica e históricamente mucho más complejas que aquellas, porque ese texto de Mao, como muchos otros de Lenin y Trotsky son reflexiones “coyunturales” que tienen que ver más con lo que situacionalmente sucedía en ese entonces en esos países. No son reflexiones generales que se puedan aplicar mecánicamente a cualquier otra coyuntura política o histórica. Dicho de otro modo se sirvió de ese textito para decir que las contradicciones que hoy se dan en el proceso boliviano son normales y hasta naturales a cualquier otro proceso político y que por eso no hay de qué preocuparse, que en última instancia todo está bien, sino ahora, en un futuro próximo.
El presidente a su turno en vez de centrarse en el análisis de su último año de gestión que es lo que había que celebrar como primer año del Estado Plurinacional y Comunitario más allá del Estado Oligárquico, se puso a comparar toda su gestión de cinco años con las anteriores gestiones, la cual obviamente es loable, porque hubieron varios aciertos desde ese entonces, de lo cual gran parte de la población es consciente, pero, dada la situación política y económica suscitada no sólo por el gasolinazo, sino también por los varios desaciertos del último año de gestión se esperaba una reflexión al respecto del presidente que reubicara o aclarara el sentido mismo del proceso de cambio, lo cual no sucedió, ¿por qué?
Para colmo, cuando hace pocos días la COB le planteó al Gobierno un incremento salarial que pudiera compensar el constante detrimento de la canasta familiar, no sólo que hubo un rechazo al pedido de la COB, sino que el presidente Evo dijo que la demanda salarialista de la COB era “irracional”, que por eso hasta le causaban “risa” las pretensiones salariales de los obreros, los cuales pedían un incremento del salario de hasta 8.000 pesos (un poco más de mil dólares) siendo que el gobierno no contempla un incremento más allá del 8%, con lo cual el salario mínimo no llegaría ni a 800 pesos (un poco más de 100 dólares).
Primera Reflexión
En esta reflexión (Primera de tres) no se trata de condenar hormonalmente al gobierno del compañero Evo Morales, o a alguno de sus ministros, o a su vicepresidente. No se trata de tomar partido a favor o en contra del gasolinazo, sino previamente de entender del mejor modo posible las implicaciones sociales, políticas y económicas de la medida, pero no sólo en el contexto mundial de la crisis económica, sino especialmente en el contexto histórico, político y cultural en el cual se desenvuelve nuestro propio proceso de cambio. Se trata de entender los presupuestos implícitos contenidos en el decreto, pero a su vez lo que está contenido en el descontento y rechazo de muchos sectores populares a la medida llamada gasolinazo, es decir, se trata de reflexionar en torno de aquello que está presupuesto de modo implícito en el contexto político y económico de este decreto, pero también de lo contenido en el rechazo popular al decreto.
Lo primero que habría que preguntarse es ¿por qué el decreto no lo dictamina el presidente, sino el vicepresidente? Si era una medida tan importante para la economía del país, ¿por qué justamente cuando se emite el decreto estaba el presidente en ausencia? Porque ese viaje que hizo a Venezuela no era fundamental. Si aplicar la medida era tan importante, ¿por qué se esperó hasta el quinto año de gestión?, pero lo peor de todo, ¿por qué no se consultó previamente con las bases las causas, alcances o implicaciones de la medida? ¿Por qué se elaboró la medida literalmente de espaldas al pueblo? ¿Por qué hacerlo justo en medio de dos fiestas anuales (navidad y año nuevo) en las cuales todo el país participa desde el más pobre al más rico? Y lo más grave aún, ¿era la única medida que se iba a lanzar o era ese decreto parte de todo un paquete? Porque quienes habían elaborado el decreto sabían o habían calculado que iban a haber reacciones sociales, económicas y políticas al decreto este, pero nunca calcularon el tipo de reacción que hubo, porque la “razón calculadora” calcula en base a números, matemáticamente, o sea irrealmente, pero no en base a la política, es decir no en base a “la realidad” histórica o cultural en la cual se emite tal o cual medida.
Ahora sabemos, porque lo hemos visto en el devenir de los acontecimientos, que el “cálculo político” que se hizo para emitir el decreto fue pésimo, porque éste no supo calcular bien las consecuencias económicas, políticas y sociales de esa medida. La “razón calculadora” con la cual se elaboró y aplicó el decreto, se nota que fue meramente técnica, teórica —en el pésimo sentido de la palabra—, sin ningún tipo de conciencia política o económica, muchos menos popular. Durante los días siguientes al decreto mucha gente se preguntaba quién o quiénes habrían elaborado el decreto, si el vicepresidente, si el ministro de economía, o si la ministra de planificación, porque se notaba que no lo había hecho el presidente. Se nota bien que quienes elaboraron la medida tienen en sus cabezas bien metida y bien presente, como única, “la realidad” que el mercado capitalista y neoliberal ha producido en la segunda mitad del siglo XX, es decir, se nota que quienes han elaborado el decreto (los cuales más parecen Harvard boy’s, que gente comprometida con este proceso) “creen” que “la realidad” económica que ha producido este capitalismo neoliberal es la única posible, y que más allá de ella no se puede ir ni producir otro tipo de realidad y que por eso hay que someterse nomás al imperio de las leyes del mercado.
Muchos de los argumentos de varios funcionarios del gobierno que han justificado la medida y hasta del propio presidente giran en torno de que el precio del petróleo no lo ponen ellos, sino el mercado mundial, lo cual es cierto, pero, sólo en parte. Porque da la casualidad que una medida económica como ésta, no está hecha solamente bajo la presión de los precios del mercado, sino que es parte de toda una visión de la economía nacional y mundial, es decir, no basta con pensar o creer que porque el precio del petróleo a nivel mundial es tal o cual, entonces, todas las economías si quieren tener su economía balanceada deben adecuarse a los precios del mercado mundial (porque hay muchos países que subvencionan no sólo la gasolina, sino también muchos otros productos independientemente del precio del mercado mundial), sino que aparte de ello hay que tener la visión que el mercado mundial quiere que las economías locales tengan y además de ello, creer que es la única visión realista, verdadera y objetiva que hay, que más allá de eso cualquier otra visión de la economía local o mundial es falsa, irreal y utópica.
Si el nuevo Estado boliviano en su nueva carta magna se hubiese declarado como Estado capitalista y moderno, no habría ningún problema, porque este tipo de medidas y decretos (como el 748) sería congruente y consecuente con nuestra constitución, pero da la casualidad que el Estado que acabamos de conmemorar su primer año de existencia dice que aparte de ser unitario social y de derecho, es Plurinacional y Comunitario. Pero además el compañero, hermano y presidente Evo ha dicho reiteradamente que el mal de todos los pueblos pobres del planeta es el capitalismo, el cual atenta no sólo contra los pobres del mundo, sino también contra la naturaleza y que por eso la solución a nuestros problemas sería el socialismo, lo cual en parte es también cierto. Si esto es así, ¿por qué entonces su gobierno persiste en desplegar medidas económicas de corte ya no sólo capitalista, sino inclusive neoliberal? En última instancia el problema no es tanto adoptar tal o cual medida económica de corte capitalista, para solucionar tal o cual problema económico, sino, lo que ello implica, es decir, las consecuencias que ello trae o acarrea a la economía nuestra y a la nación toda, de lo cual parece no darse cuenta nadie en el gobierno. Porque así como no es nomás producir mercancía capitalista, tampoco es nomás aplicar medidas económicas de corte capitalista para solucionar problemas económicos de un país como el nuestro. Todo esto tiene sus consecuencias.
En este tipo de casos volver al viejo Marx, es decir, al Marx maduro se torna inevitable para entender de mejor modo qué es lo que le pasa a un país como el nuestro cuando decide tener como imagen de lo que quiere ser a uno de tipo capitalista y en este caso a un país moderno como los de primer mundo. Porque eso es lo que pasa cuando los funcionarios del gobierno asumen ingenuamente como indicadores “reales o verdaderos” para medir o cuantificar nuestra economía, no sólo los indicadores de la teoría económica moderna, sino, los indicadores elaborados por las instituciones financieras mundiales, causantes no sólo del desequilibrio económico mundial, sino también de nuestra pobreza, como son los indicadores económicos elaborados por el FMI o el BM, sobre los cuales también han elaborado sus indicadores instituciones regionales como el BID y la CAF. Porque estos indicadores han servido y sirven para cualificar como buenas o malas, economías capitalistas en sentido estricto, es decir, para medir y ver en qué medida una economía nacional está acorde a los criterios del mercado mundial, el cual está hecho para proteger no sólo al capital financiero, sino también a las empresas transnacionales y la banca mundial. Qué casualidad que justo cuando varios organismos económicos mundiales alababan nuestra “macro economía”, nos sucede todo este desbarajuste.
Dicho de otro modo, cuando una economía local toma como criterio de evaluación, para saber si está bien o mal, este tipo de indicadores, lo que está haciendo es verse a sí misma con el espejo que proyecta este tipo de economía y cuando tal o cual economía local aparece como buena respecto de este tipo de indicadores, entonces se dice que una economía está sana, robusta o idónea, porque los números así lo indican, aunque la población local esté miserable económicamente hablando. Porque el criterio de evaluación no es el hambre o bienestar del pueblo, sino las instituciones financieras mundiales, a las cuales no les interesan los pueblos, ni mucho menos la madre naturaleza, sino la salud de las finanzas de las empresas transnacionales, de la banca privada y del capital financiero. De hecho el marco categorial de la economía moderna está hecho para hacer inteligible solamente esta dimensión de la realidad y nada más, por eso calcula sólo costos y beneficios entre las ganancias y las pérdidas. Por ello es una economía sin rostro humano y por eso mismo en el neoliberalismo el capitalismo aparece con rostro salvaje. Por eso se entiende que de haber nacido “la crítica” de la economía burguesa como “Economía Política” que trata de la producción y reproducción de “la vida” de los pueblos, países y naciones, ahora haya devenido la economía en una literal “ciencia de los negocios capitalistas” y nada más.
Pero para una economía o un país como el nuestro esto no es lo más grave, lo grave es que quienes dicen o afirman que quieren sacar de la miseria a nuestro país tengan como única esta visión de la economía, esto es lo grave. Porque el problema entonces ya no es de objetividad, o sea de una realidad puesta enfrente nuestro contra la cual queremos luchar, como la de los precios del mercado mundial, sino que ahora el problema es subjetivo, es decir, la visión que la economía capitalista produjo durante este tiempo, se impuso de tal modo en nuestras realidades, que ahora es parte de la subjetividad, o sea de la conciencia, la comprensión y cosmovisión de nuestros ministros y funcionarios del Estado Plurinacional, porque esta visión está puesta y enquistada en la interioridad de estos. Esto quiere decir que ahora ya no es necesario que la embajada norteamericana o el FMI estén monitoreando las medidas económicas que nuestros burócratas quieren implementar, sino que ahora nuestros mismos ministros y funcionarios, sin necesidad de este control “colonial”, ahora lo pueden hacer tan bien como los del Fondo Monetario o los de la embajada gringa lo habrían querido hacer, pero lo peor de todo es que ahora lo pueden hacer, hasta con presidente indio. Porque desde hace tiempo que poco a poco el presidente Evo Morales, ha ido asumiendo como propia o verdadera, “la realidad” que sus ministros le han enseñado y mostrado con muchos cuadros y estadísticas, que es la misma realidad que muestran los indicadores de las grandes instituciones financieras y de las ONG’s afiliadas a éstas y que estos ministros y funcionarios han aprendido no sólo en universidades extranjeras, sino inclusive en las nuestras, no sólo en la UMSA, sino también en la Universidad Católica donde se enseña en vez de la doctrina social de la iglesia, o la palabra de Dios, el modelo neoliberal como si fuese el nuevo evangelio, como si fuese en sí mismo verdadero, objetivo y real, cuando en realidad este modelo es uno de los más ideológicos que se han producido en la historia de la economía moderna.
¿Qué queremos decir con esto? Que la “colonialidad” de la racionalidad económica moderna, ahora está muy bien metida en la subjetividad de varios, sino de todos los funcionarios del nuevo Estado Plurinacional, el cual parece que se está recolonizando, pero ahora vía “racionalidad” de la economía moderna. Si bien es cierto que el MAS y el gobierno cuasi derrotaron políticamente a la oligarquía boliviana, económicamente este proceso está empezando a ser derrotado, pero no por esta oligarquía, sino por el modelo económico que el capitalismo mundial sigue imponiendo a toda economía débil o en vías de desarrollo capitalista como la nuestra.
No sólo el capitalismo, sino especialmente el modelo neoliberal está diseñado y desarrollado sobre la base de muchos presupuestos implícitos de los cuales si no se es consciente, es muy fácil caer o recaer en ellos. Uno de esos prejuicios muy difundidos, que de modo sistemático se ha impuesto casi en todo el mundo, es el relativo a las inversiones, que sin dinero, o sea sin capital, poco o nada se puede hacer para producir desarrollo. Otro de esos prejuicios afirma que la única forma de desarrollar y modernizar a un país es por medio de la industrialización. Pero también que sin la ciencia y la tecnología modernas es imposible el desarrollo industrial de un país, etc., etc., etc. (Marx refiriéndose al primer prejuicio decía que para el burgués el capital lo es todo y el trabajo nada, porque para el burgués si no fuera por el capital estaríamos todavía en la edad de piedra. En cambio Marx demuestra en “El Capital”, que sin el trabajo no hay capital, que si no fuera por el trabajo humano y la naturaleza no habría nada, ni capital. A su vez demuestra que la industrialización capitalista es una forma de industrialización posible y nada más, no es la única, y que la ciencia y la tecnología modernas han sido desarrolladas desde la perspectiva de los intereses del capitalismo, esto es, no es ciencia en sentido estricto, sino una ciencia comprometida ideológicamente con los intereses y visión del capitalismo moderno, pero, que es posible desarrollar otro tipo de ciencia y tecnología no capitalista).
Sobre la base de estos prejuicios muchos funcionarios de varios ministerios están recurriendo como única forma de hacer gestión a los préstamos y la cooperación internacional. Lo grave del asunto es que los organismos internacionales incluyendo a las ONG’s invierten, financian o prestan dinero sólo para proyectos que no contradigan el régimen capitalista neoliberal, es más, prestan dinero o financian capitales sólo para proyectos en los cuales el orden económico mundial esté no sólo asegurado como institución, sino para que el orden económico mundial se siga manteniendo, esto es, para que los países ricos sigan siendo ricos y los países pobres sigan siendo pobres.
Lo cual quiere decir que ya no basta con no seguir las recetas del FMI o del BM para evitar caer en su modelo, sino que aparte de ello hay que tomar serias distancias de sus criterios de medición y evaluación, porque éstas están diseñadas para evaluar a países que se comportan al modo capitalista. Si cualquier país quiere producir otra forma o tipo de desarrollo y para evaluarse a sí mismo toma como criterios de discernimiento a los indicadores del desarrollo capitalista producido no sólo por su economía, sino especialmente por sus instituciones, lo único que va a hacer es desarrollarse y crecer de acuerdo a la imagen y semejanza que proyectan no sólo las instituciones económico financieras internacionales, sino también de acuerdo a la concepción de economía presupuesta en el marco categorial del pensamiento económico moderno, el cual es por constitución capitalista y ahora neoliberal.
Dicho de otro modo, si el gobierno del presidente Evo Morales asume como propios, como buenos, racionales o correctos los indicadores de crecimiento económico que tienen los organismos internacionales, lo que estará haciendo en última instancia será conducir nuestro desarrollo o proceso de cambio de acuerdo a la imagen y semejanza de un país capitalista. Si esto es así, entonces ahora se entendería por qué las finanzas macro del país estarían bien, o sea saludables, pero la economía popular como siempre, mal. Porque a los organismos internacionales no les interesa que el pueblo o las economías populares estén bien, lo que les interesa es que las cuentas nacionales estén acordes y en equilibrio con las finanzas o banca internacional, que las economías nacionales estén pagando sus deudas, intereses y empréstitos. Y por eso mismo últimamente han estado celebrando el que Bolivia haya saneado su economía y esté pagando puntualmente sus deudas y que además de ello se siga endeudando para seguir pagando intereses a la banca internacional y al capital financiero. Intereses que en última instancia no los ponen los países deudores, sino que los impone la banca internacional, es decir, el capital financiero, o sea los mandamases del mercando mundial.
Pero lo peor de todo es aquello que implica o conlleva haber asumido como propios los criterios de evaluación de los organismos económicos internacionales. Así como el consumo de la mercancía capitalista “presupone” en última instancia toda la producción capitalista y por eso nos conduce a ella, haber implementado en la reorganización económica del país criterios estrictamente capitalistas está reconduciendo ahora nuestra economía hacia la forma de producción capitalista, es decir a producir y reproducir en nuestras relaciones económicas y sociales, lo que siempre hemos criticado y querido superar. Es cierto que Bolivia ya estaba inmersa en relaciones capitalistas desde que nació, pero, no toda nuestra economía, sino una parte de ella. Es decir, una parte de la nación era capitalista, en cambio otra parte, la mayoritaria, en la cual estaban y siguen estando muchas otras naciones, no. Por eso éramos y somos un Estado plurinacional, en el cual conviven no sólo naciones, sino economías, es decir, concepciones de la economía que son radicalmente distintas de la economía moderna, la cual por constitución aspira a dominar y hacer desaparecer estas otras economías. Como decía Zavaleta, Bolivia nunca fue una sociedad capitalista in toto, sino sólo en parte. Esto querría decir que, la famosa revolución democrático-cultural con la cual nació este proceso, ahora se estaría convirtiendo en otra forma de “reforma económica” que implicaría una vuelta a la normalidad de los gobiernos oligárquicos, es decir, una re-forma, o sea una vuelta a la forma de la economía moderna, la cual es capitalista. Sólo así se podría entender no sólo por qué el gobierno del Evo sigue empecinado en subir el precio de la gasolina, si no ahora, por lo menos en dos años como acaba de decir uno de sus senadores. Pero no sólo eso, el decreto de alza del precio del azúcar en un casi 40% tendría el mismo sentido que el intento del alza del precio de la gasolina y el diesel, es decir, ahora el Estado boliviano ya no es más soberano en la dictaminación de sus precios, sino que ahora nuestro Estado ha elegido por sí mismo someterse al imperio de las leyes del mercado. Si antes Bolivia era colonia gringa, ahora nos habríamos liberado de ese amo para someternos a otro mucho más sofisticado llamado ahora “mercado mundial”, pero ya no por imposición física o colonialista, sino que ahora por opción o elección racional, porque cuando se piensa o se cree que la “racionalidad del mercado” es la única “racional”, las demandas populares como el incremento salarial aparecen ahora como “irracionales”, porque están en contra de la racionalidad del “mercado capitalista”, el cual tampoco es el único como también lo muestra Marx. Pareciera que el compañero y hermano presidente Evo hasta ahora no ha comprendido que la “racionalidad” de la producción y reproducción de la vida de los pueblos y la naturaleza, está en literal contradicción con la “racionalidad” de la economía del sistema-mercado-mundo-capitalista. Porque vista desde la perspectiva de la racionalidad del mercado, siempre las demandas populares van a aparecer como “irracionales”, en cambio visto desde la “racionalidad” de la producción y reproducción de la vida de las comunidades, pueblos y naturaleza, la racionalidad económica de este mercado, es, irracional.
Ahora bien ¿cuáles serían las consecuencias políticas de la adopción de la racionalidad y la perspectiva del mercado mundial en la implementación de tales medidas económicas? Estas consecuencias son las que estuvimos viendo todo el 2010, en sentido estricto inmediatamente después del gran triunfo electoral de diciembre del 2009. El lento, constante y paulatino abandono del Evo respecto de las bases y del pueblo en general en la discusión o consulta de decisiones. La separación de las instituciones gubernamentales de su conexión con las bases en la toma de decisiones, y a su vez, el lento y paulatino acercamiento del gobierno hacia los sectores empresariales, y los organismos internacionales afines a estos. Porque y es muy lógico que, si la visión del gobierno ahora es la que tienen los organismos económicos internacionales (la cual tiene el Evo a través de sus ministros y funcionarios, los que han sido a su vez funcionarios de varias instituciones creadas durante los gobiernos neoliberales y ONG’s ligadas a capitales transnacionales), la visión que tienen nuestros pueblos originarios y campesinos de la economía, la política y la cultura, ahora estaría demás, es más, ahora sería como un lastre y hasta un obstáculo que habría que superar en el tiempo más breve posible, porque la visión que de la economía y la realidad tienen éstos, no sólo que no sería moderna, sino que aparte de ser anticuada y obsoleta, no sería en absoluto viable ni racional, por eso mismo hasta causaría risa.
Sólo así se entiende por qué entre los ministros, viceministros y funcionarios de este gobierno haya gente eurocéntrica y colonizada que hasta se mofa en público de las costumbres y prácticas ancestrales de nuestros pueblos. No es uno sino varios los funcionarios que abiertamente se mofan y hacen la burla de los ponchos y polleras de gente de nuestro pueblo cuando ingresan a las oficinas gubernamentales a intentar debatir o enterarse de tal o cual medida o proyecto. Lo mismo sucede cuando en afiches, gigantografías o publicidad en general se quieren introducir elementos autóctonos, el rechazo hacia esta nueva visión por parte de muchos funcionarios gubernamentales es casi unánime. En este contexto no es casual entonces que el Evo haya dicho una vez que últimamente los movimientos sociales le hacen perder el tiempo. Ahora ya no parece tan ilógico que el presidente Evo haya empezado su mandato en el aquel lejano 2006 diciendo que quería gobernar obedeciendo a este pueblo ancestral que dice representar y que ahora diga que ha comprendido en este tiempo que la labor de un presidente es hacer buenos “negocios” para su país. El problema es que con la adopción de medidas económicas de corte capitalista, poco a poco se está viendo que quien se está beneficiando realmente con estos negocios no es el pueblo, sino las empresas. No es casual que ahora muchas empresas transnacionales sigan ganando y el pueblo que debiera ser el primer ganador siga perdiendo hasta su poder adquisitivo.
Dicho de otro modo, si la visión que ahora tiene el Evo y sus ministros de la economía y de lo que debiera ser un Estado moderno, es la misma visión que tienen los organismos internacionales, entonces ahora se entiende por qué el Evo prefiere escuchar más a los técnicos o “especialistas” de la economía moderna y no así a los dirigentes de las organizaciones de campesinos, trabajadores y pueblos originarios, mucho menos a la gente sencilla del pueblo. Porque desde la perspectiva de la economía, la cultura y el conocimiento del mundo moderno, sólo los especialistas formados en los grandes centros académicos de primer mundo entienden de estadísticas, de economía y finanzas modernas, pero no así el pueblo, el cual supuestamente lo único que sabe es pedir, reclamar o protestar, porque de gobernar, no sabría nada. Por ello ahora la racionalidad estaría en los pasillos del palacio, los ministerios y la vicepresidencia, pero en cambio en el pueblo o en aquellos que protestan, estaría la irracionalidad. Por eso también se entiende ahora que el mismo presidente Evo haya dicho que por el momento el pueblo boliviano no está preparado para “entender” el gasolinazo, pero que en un futuro sí lo estará. Porque desde la perspectiva del Estado Moderno, el Estado como “sujeto” de la política y el poder, es quien entiende bien estos problemas, en cambio el pueblo, no, porque en última instancia es objeto y no sujeto de este proceso de cambio. Frente a un panorama como este ¿Qué hacer entonces?
Transición hacia la segunda reflexión
No todo proceso de cambio es en sí mismo revolucionario, como proceso de cambio puede tener muchos otros sentidos, como el ser un proceso de transformación, o de reforma, pero también de retroceso o retorno a lo mismo que se quería superar. Si esto es así ¿cómo podríamos evaluar a nuestro proceso de cambio? ¿Con qué criterios saber o entender que lo que estamos produciendo es sino una revolución, por lo menos un proceso real de cambio? Como ya dijimos, la imagen que de país, nación o Estado proyectan los organismos internacionales o países capitalistas de primer mundo ya “no nos sirve”, porque en esa imagen de país está reflejado exactamente lo que no queremos hacer con el nuestro. No es que no queramos producir o tener riqueza, carreteras, aviones, aeropuertos, tecnología o industria como la de primer mundo, sino que, lo que no queremos es producir y reproducir las consecuencias que ello implica, porque ya sabemos y es lo que hemos padecido durante estos 500 años, que lograr esa riqueza es posible solamente a costa de la explotación inmisericorde de la naturaleza y del trabajo humano.
Desarrollar nuestra industria gasífera o petrolera no implica solamente cavar pozos de extracción para obtener ya sea el gas o el petróleo, sino que ello implica desequilibrar, poner en crisis y hasta destruir no sólo una parte del escaso equilibrio ecológico que hay en las zonas ubicadas para ello, pero también implica destruir la forma de vida de los pueblos y naciones que viven desde hace milenios en esas zonas. Implica lo que a lo largo de todo “El Capital” Marx describe: la destrucción sistemática de toda forma de vida comunitaria, es decir que, desarrollar nuestra ciencia, industria o tecnología a la moderna, o sea de acuerdo al modo cómo los países del llamado primer mundo (en explotación y robo diríamos nosotros) se han desarrollado, implicaría hacer lo mismo que ellos han hecho y siguen haciendo, destruir otras formas de vida distintas a la forma de la sociedad moderna, como las formas comunitarias de vida por ejemplo, pero a su vez, seguir destruyendo y explotando a la naturaleza.
Pero lo peor de todo, es que ello implicaría tener que seguir explotando, o sea robando, la mano de obra y el salario sino de otros pobres, en última instancia de los nuestros. Porque la riqueza de primer mundo es impensable sin la sistemática y constante explotación y robo del trabajo y la riqueza de los trabajadores de países pobres. El orden económico mundial está hecho para eso, para que los países de primer mundo tengan a quien explotar económica y culturalmente para poder tener ellos el tipo de vida que tienen. Por eso hablamos de la constante y sistemática transferencia de capital y plusvalor a países de primer mundo por parte de los nuestros. Las leyes económicas del mercado capitalista están hechas para eso y todo el sistema jurídico moderno está hecho para amparar legalmente todo este robo, de tal modo que la explotación y el robo aparezcan como algo sumamente legal, o sea limpio. En este sentido, creer o querer que nuestra economía y desarrollo se desarrolle respetando esas leyes perversas que el capitalismo y la modernidad han desarrollado, sería en última instancia estar de acuerdo con este tipo de “desorden” mundial que ha producido la globalización neoliberal.
Pero necesitamos desarrollar nuestra propia economía y cultura e historia, pero ya sabemos que no podemos hacerlo de acuerdo a la imagen o criterio que proyectan no sólo la modernidad, sino también las instituciones capitalistas y modernas por ella producidas. ¿De dónde entonces tomamos el criterio o imagen para poder evaluar nuestro proceso de cambio de tal modo que él se transforme en proceso revolucionario y no en un simple proceso de cambio que parezca más a una reforma que a una verdadera transformación?

Juan José Bautista S.
Autor de Crítica de la Razón Boliviana
3era. Edición. Rincón Ediciones, La Paz – Bolivia. 2010.
juanjobsegal@yahoo.com

Activando desde la plaza
Fabio Barba
Alejandro Almaraz
Fabio Barba fue el guerrillero colombiano caído en la guerrilla de Teoponte en 1970. A sus 24 años, cambió su graduación en la Facultad de Medicina de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú y el promisorio futuro de médico en su país, por la lucha armada en otro ajeno y desconocido.
Como varios otros jóvenes de distintos países del continente, poderosamente convocados por la palabra y el ejemplo del Che, Fabio Barba sumó sus sueños y su muerte a la composición y espíritu latinoamericano de aquella inmolada guerrilla boliviana.
En Bolivia, antes de su ingreso al monte, a tiempo de ser guerrillero, cumplía, siempre sin tarifa u honorario, muchos otros oficios y funciones: albañil, pintor de brocha gorda, profesor, agricultor, médico, activista o espectacular atleta de múltiples disciplinas. Hacía todo aquello en lo que pudiera servir humildemente a otros, que pudiera compartir fraternalmente con otros, que pudiera hermanarlo a otros, porque lo que por sobre todo quería ser, en los actos cotidianos de su vida antes que en las palabras, era aquel hombre nuevo que daría substancia humana a la nueva sociedad. En la selva de Teoponte combatió hasta las últimas fuerzas arrancadas a la inanición contra un implacable enemigo de abrumadora superioridad bélica. El 20 de septiembre de 1970, en la loma Porvenir, Fabio Barba y los guerrilleros bolivianos Carlos Navarro Lara y Emilio Quiroga Bonadona fueron muertos por las fuerzas exterminadoras del Ejército con escarnecedor derroche de violencia. Ya muertos, todavía serían víctimas del siniestro método contrainsurgente del exterminio total, ideado y aplicado por el brazo represivo del poder en casi todo el continente. En razón a este infame recurso, en Teoponte las fuerzas contrainsurgentes ejecutaron, sin juicio ni piedad, a decenas de guerrilleros casi indefensos, doblegados por el hambre y las enfermedades y que, en muchos casos, habían sido ya capturados o se habían rendido. Luego, hicieron desaparecer la gran mayoría de los cadáveres para que no existan sepulturas donde se los pudiera llorar y recordar, para que fueran anónimos despojos tragados por la selva, el silencio y el olvido. Así, la aniquilación de las vidas se perfeccionaría con la desaparición de los cuerpos y la supresión de la memoria.
Pero a Fabio Barba no pudieron desaparecerlo, lo impidió la valentía piadosa y solidaria de una madre. La señora María Luisa Quiroga Bonadona perdió tres hijos en Teoponte, y cuando le entregaron el cuerpo de Fabio Barba como si fuera el de su hijo Emilio, denunció ante la prensa la suplantación, pero anunció que enterraría a ese otro y desconocido guerrillero como si fuera su hijo. Así, los restos de Fabio Barba quedaron preservados y amparados en la ajena pero fraternal tumba del compañero con el que compartió sus sueños revolucionarios, su ilusionada lucha guerrillera, sus últimos instantes de vida y su muerte. Y así permanecieron muchos años, hasta que los vientos democráticos de los nuevos tiempos derrotaron el olvido y fructificaron la búsqueda de la verdad y de los desaparecidos.
Estos días, el cuerpo de Fabio Barba, finalmente entregado por el Ministerio de Justicia a su hermano, retornará a Colombia después de 41 años de su muerte. Pero su memoria, ya sin tumba ni cuerpo, renacerá, perdurará y vencerá en esta otra patria que escogió para luchar y morir. Mientras hoy mismo se desconocen los nombres de los oficiales que impusieron en Teoponte su deshonrosa victoria de exterminio, porque ellos mismos se cubrieron de culposo anonimato, las futuras generaciones de bolivianos recordarán a Fabio Barba, junto al Che, a Inti y a los guerrilleros caídos en Ñancahuazú y Teoponte, cuando necesiten un ejemplo que les revele la condición humana y la estatura moral desde las que se debe, y se puede, construir esa nueva sociedad que los latinoamericanos le debemos a nuestros sueños.
Alejandro Almaraz es abogado y fue viceministro de Tierras

13:02 Bolivia-Libros
1.- Los efectos del gasolinazo y su posterior abrogación, ha profundizado una situación permanente de ataque al salario de los trabajadores. Con esta decisión a todas luces equivocada han alimentado y acrecentado la tendencia alcista de la tasa de inflación, la especulación comercial ha cobrado fuerza atacando el salario de todos los trabajadores del país, la situación del trabajador obrero fabril es desesperante, dado que en promedio el salario obrero del sector privado bordea los Bs 1.000.

2.- Es permanente ahora, que los precios de varios productos varíen constantemente, el azucarazo (un incremento de casi 50% al precio del azúcar), los productos lácteos elaborados han tenido subidas significativas y casi todo ha subido entre el 20 y 50%. Varios analistas han proyectado una inflación para el 2011 de alrededor del 20%, sumado al 7,18 del 2010. El gremio del autotransporte viene impulsando, la subida de facto de los pasajes de los buses y microbuses (Oruro, Cochabamba, Potosí y Santa Cruz, una subida entre el 20 y 40%) que tendrá efectos multiplicadores en los precios de los productos. Los municipios, a través de la FAM, han evadido su responsabilidad de combatir el agio y la especulación y el tarifazo.

3.- La situación de la clase obrera fabril no ha mejorado, el salario real (la cantidad de bienes y servicios que compra con su salario) no ha cambiado, se ha mantenido congelado y en el período 2004 al 2009 ha tendido a bajar (con año base en 1995 el calculo del salario real medio de un obrero del sector privado entre el 2004 al 2009, fue de Bs 676 y Bs 659 respectivamente, (INE).
4.- Queda claro además para la clase obrera, que el capitalismo a nivel mundial ha entrado a su quinto año de crisis, donde las medidas monetarias y fiscales que están impulsando (Estados Unidos, China, Europa) preparan una profundización de la crisis, la llamada guerra monetaria entre las potencias imperialistas impulsan una situación no de crecimiento de la economía, la cual no se recuperará este 2011. Estamos en un contexto inflacionario descomunal de los precios de los alimentos (aumentan alrededor del 20% al año, FAO). El gobierno ha anunciado que el incremento salarial para este año, será superior al índice inflacionario (2010 fue de 7,18), en consonancia la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), abrió la posibilidad de que los empresarios puedan cubrir un alza salarial del 8% como tope, lo cual significa Bs 54 al mes, dicho incremento sería adecuado a la realidad de cada rubro.

5.- La Confederación General de Trabajadores Fabriles de Bolivia, plantea con claridad que si uno ve el crecimiento que ha tenido la empresa privada a lo largo de esta última década ha sido siempre positivo, el índice de volumen físico de la industria manufacturera entre los años 1990 al 2009, muestra un crecimiento del 100% de crecimiento de la producción material (volumen físico) y si se toma algunas ramas importantes de la industria (alimentos, bebidas, textiles), tendríamos cifras que bordean con facilidad el 350% de incremento en la producción (fábricas donde se trabaja de lunes a domingo, a tres turnos sin descanso). Este crecimiento siempre positivo está sustentado en el trabajo no pagado a la clase obrera (plusvalía). Cabe recordar que desde la economía política obrera, la creación de riqueza en la sociedad capitalista en la cual vivimos esta sustentada en el trabajo, y centralmente en el trabajo asalariado de la clase obrera (fabril, minera, petrolera, de la construcción etc.), donde la capacidad empresarial sólo es un factor secundario no productivo del proceso de creación de riqueza material. Y la ganancia capitalista, la plusvalía, es un trabajo no pagado al obrero, producto del monopolio de los medios de producción (fábricas, máquinas, terrenos, etc.) que ostenta la clase burguesa. En esta medida la propuesta empresarial, es una burla.

6.- Frente a esta situación la clase obrera fabril, junto a los trabajadores del país, frente a las tendencias de afectar el salario, han ido planteando que este año el incremento salarial sea de 30%, convocamos a los sindicatos de empresa, las federaciones de fabriles, a preparar una lucha por el incremento salarial de acuerdo a la canasta familiar de la COB. Exigimos un Plan de Industrialización bajo control de los trabajadores y la abrogación definitiva del 21060.

La Paz, febrero 24 de 2011

Confederación General de Trabajadores Fabriles de Bolivia
Contactos: Ángel Asturizaga 73559181

La inminencia de una crisis energética sin precedentes*
El seguimiento que hemos venido haciendo al proceso de nacionalización, hace tiempo que no nos permitía afirmar otra cosa que éste se hallaba más cerca de una nueva privatización que de una profundización. Desde hace varios números de Petropress hemos informado al país que las reservas de petróleo se hallaban ante un inminente agotamiento, lo cual tendría serías consecuencias.
Ahora estamos frente a éstas y, en tal marco, la intención gubernamental de “nivelar los precios” de la gasolina y el diesel oil con los precios internacionales, no ha sido, ni es un hecho aislado, sino el preludio de una crisis energética que se viene incubando hace por lo menos, 23 años (9 de descapitalización de YPFB, 9 de privatización y 5 de una nacionalización a medias). Crisis sin precedentes en los anales históricos del país que, a diferencia de los anteriores gasolinazos sufridos por la población, fueron aplicados en circunstancias en que no había grandes problemas en la producción, distribución y comercialización de los combustibles. El D.S. 0748 se dio cuando la demanda de los principales combustibles utilizados en el país ha superado a la producción nacional y, no existe —al menos a corto plazo— la capacidad de acrecentarla. Esto obliga a aumentar la importación de los mismos, importación que además de permanente, se ha tornado en una seria amenaza a la precaria.
La soberanía energética era lo menos que se podía esperar de la nacionalización. En vez de ello estamos, cada vez más, ante evidentes coincidencias entre la política energética oficial y las demandas de las trasnacionales quienes son finalmente, responsables de la crisis energética, la escasez, desabastecimiento e importaciones que desangran a la economía nacional. Más allá de las palabras oficiales las transnacionales no habían sido las socias que se dijo serían, es más, podemos afirmar con contundencia que continúan siendo las patronas. La inminencia de una crisis energética sin precedentes.
El gasolinazo, por otra parte, dejó expuesto un cambio en la posición política del gobierno y en su relación con la sociedad. Esto se ve, por ejemplo, de las medidas con que quiso paliar los impactos del DS 0748. Después de prometer una compensación salarial que igualaría plenamente la inflación, inexplicablemente optó por un 20 por ciento de aumento, superior a la inflación calculada por el mismo gobierno, pero para cuatro sectores: maestros y trabajadores de salud, que pueden ser muy conflictivos, y para el ejército y la policía, cuya función represiva habría sido vital para controlar la avalancha de protestas debidas al gasolinazo. Esta medida, aparte de irritar a la población —los propios maestros la rechazaron—, se sumó al hecho de que sólo una pequeña parte de la sociedad es asalariada.
En cuanto a las medidas para el área rural, éstas mostraron otro problema relacionado con la elevación de precios y escasez de alimentos que ha seguido al gasolinazo; la inexistencia de una política de soberanía alimentaria y, en general, agropecuaria. El ofrecimiento de compras estatales de la producción de los agroempresarios a precios internacionales muestra una inequidad clara a favor de los grandes mientras que los pequeños sólo merecieron una medida traída de los pelos; el ofrecimiento de riego para todos los municipios muestra una visión sorprendentemente simplista de la problemática de los pequeños productores, más aún porque ésta se da a cinco años de gobierno.
Ahora, estamos ante un inminente escenario de periodos recurrentes de escasez (en un país productor!!!) que tendrá a la gente convulsionada y movilizada en las calles buscando abastecerse de los combustibles imprescindibles para el desarrollo de la vida cotidiana. Junto a esto, se ha desatado otra crisis, la alimentaria, cuyas perspectivas son más complejas y oscuras que el petróleo.
*Editorial de la revista Petropress del Centro de Documentación e Información Bolivia, CEDIB, Cochabamba.

Partido Comunista de Bolivia
En la actual coyuntura
El país está en una coyuntura en la cual la derecha y la ultraizquierda están jugando un papel desestabilizador, con mentiras y engaños en los medios de comunicación a su servicio, para recapturar el poder político perdido. El gobierno ha contribuido, en alguna medida, a esta desestabilización con una mala o baja comunicación en la aplicación de un modelo de conducción del proceso y la adopción de las medidas apropiadas.
La Central Obrera Boliviana —COB— está discutiendo con el Gobierno tres puntos centrales: la reactivación económica, la abrogación del DS 21.060 y el ajuste salarial.
Queremos expresar nuestro criterio, de manera sintética, sobre los 3 puntos mencionados.
Reactivación económica. Tenemos la necesidad de pensar en acciones a corto, mediano y corto plazo. La primera acción es la planificación coordinada en los diferentes niveles, nacional, regional y local, con la participación del pueblo organizado, que permita la elaboración de planes, proyectos y programas económico-sociales en respuesta a las justas demandas de los diversos sectores. La participación del pueblo también significa ser partícipes de las tareas y responsabilidades que demanda el proceso. La puesta en marcha de proyectos que se encuentran estancados en los anaqueles oficiales. Ejecución de la inversión de proyectos en los sectores: de hidrocarburos, minero y agroindustrial, utilizando una parte suficiente de las reservas internacionales (10.000 millones de dólares), para objetivos tales como la planta de separación de líquidos, la de gas licuado de petróleo (GTL); la de urea; otros proyectos petroquímicos; la refinería de zinc, ingenio azucarero y otros dirigidos a la producción de alimentos.
Abrogación del Decreto Nº 21060. Este decreto es inconstitucional, está en franca contraposición con la nueva Constitución Política del Estado. Si bien muchos de sus artículos han sido derogados por medidas de este gobierno (CPE, leyes y decretos), eso no es suficiente. Debe abrogárselo inmediatamente, no existe razón valedera para que se lo mantenga. Abrogarlo significa otro paso más en el rompimiento con el neoliberalismo y su enmarañado legal.
Ajuste salarial. El ajuste salarial debe contemplar la inflación y el aumento de los precios de los artículos de amplio consumo de las familias bolivianas. Para los trabajadores no asalariados se debe adoptar medidas que alivien el alza del costo de la vida (pulperías barriales, de organizaciones populares; organización del transporte estatal o municipal; mercados campesinos, prolongación del régimen simplificado y otros).
El Partido Comunista de Bolivia ratifica su voluntad de apoyar al Proceso de Cambio y contribuir a su desarrollo y evolución hacia una transformación revolucionaria de la sociedad boliviana para construir un nuevo orden democrático de total soberanía y liberación nacional; la libertad para el desarrollo integral de los trabajadores y los pueblos y encausarnos firmemente hacia la construcción de una nueva sociedad que excluya la explotación del hombre por el hombre.
La Paz, 23 de febrero del 2010.
Comisión Política del Partido Comunista de Bolivia.

Partido Obrero Revolucionario (POR):
Carta abierta al cachorro de las transnacionales
Ante las acusaciones vertidas por Alvaro García Linera del viernes 18, el POR señala lo siguiente:
1.- ¿El trotskismo “extrema derecha”?. No señor, toda la historia del POR, desde su fundación (1935) y en todos estos 76 años de vida, ha dado lucha a muerte contra todos los gobiernos de la burguesía boliviana, enfrentando a la rosca minera, a los diversos gobiernos movimientistas que terminaron de rodillas ante el imperialismo, contra las dictaduras militares de los años 60 y 70 y contra todos los gobiernos neoliberales de las últimas dos décadas. Siendo perseguidos, encarcelados y asesinados muchos de los militantes poristas como muy bien sabe la opinión pública.
La derecha boliviana y el imperialismo siempre han sido nuestros principales enemigos en esta sociedad dividida en clases antagónicas y polares (burguesía y proletariado). El POR es la expresión de los intereses del proletariado boliviano y su lucha se proyecta a sepultar a la burguesía nativa y a liberar al conjunto de la nación oprimida del dominio imperialista. La derecha busca mantener la sociedad capitalista y nosotros buscamos destruirla, es esta la diferencia esencial. Hay que ser cínico para no reconocer este papel anticapitalista y antiimperialista que ha jugado el POR a lo largo de la historia política de Bolivia.
2.- El “Guerrillero” arrepentido pone como condición para pagar el salario igual a la canasta familiar primero la industrialización del país, tarea democrática burguesa que el MAS en función de gobierno no ha podido, no puede, ni podrá cumplir. Esto porque desarrolla una política burguesa y pro imperialista. En este caso concreto, Evo deja en manos de la inversión extranjera directa y en manos del empresariado criollo y gamonalismo oriental la tarea de desarrollar el país, sin tener en cuenta que el primero históricamente nos ha mantenido a la fuerza en calidad de mono productores de recursos naturales y los segundos se han convertido en sus instrumentos internos para viabilizar sus políticas de sometimiento. Definitivamente la burguesía criolla ha fracasado en su intento de industrializar el país, esta tarea impostergable pasa a manos del proletariado para ser realizada satisfactoriamente bajo su dirección política.
Un verdadero proceso de industrialización de las ciudades y maquinización del agro sólo será posible si y solo si rompemos con el imperialismo primero, expropiando todas sus propiedades en suelo boliviano como también si nacionalizamos todas las grandes haciendas capitalistas como también la banca privada nacional. Sólo de esta manera podremos reinvertir en Bolivia el excedente productivo y utilizar nuestras riquezas naturales (gas, hierro, etc.) como fuentes de materias primas para alimentar el nuevo aparato productivo nacional. Claro está que este proceso implica sustituir el régimen de propiedad privada imperante por un régimen socialista donde la propiedad sobre los grandes medios de producción es social, tiene como condición indispensable para su ejecución la previa derrota física del imperialismo y la burguesía criolla, es decir, primero debemos tomar el poder los explotados para constituir un Gobierno de Obreros y Campesinos.
Para el POR esta es la única manera de vencer el atraso económico precapitalista, única vía para vencer el hambre y la miseria en nuestra tierra. Por lo tanto nuestra lucha tiene como estrategia final la estructuración victoriosa del socialismo en Bolivia y en el mundo entero.
3.- En esta lucha histórica de liberación y en momentos de alta radicalización de la lucha de clases, han surgido gobiernos reformistas supuestamente revolucionarios buscando frenar, enfriar y desviar la arremetida de las masas en su empeño de consumar la revolución social. Obvio entonces que deberíamos combatir a estos gobiernos como el de Torres y el de la UDP que se convertían en obstáculo para que las masas salten a la lucha insurreccional por la conquista del poder. Este también es el caso del gobierno de Evo Morales. Despertando ilusiones en las masas para convencerlas que si es posible un “proceso de cambio” con el sólo hecho de tomar la silla presidencial y los curules parlamentarios sin tocar en un ápice los intereses y la integridad de la gran propiedad privada burguesa internacional y nativa. Engañando y traicionando la confianza de millones de bolivianos quienes creían que lucharía contra los grandes potentados pero que en la realidad terminó convirtiéndolos en sus “socios” y en última instancia en sus amos. ¿Cuál su gran error?. El de respetar y defender la gran propiedad privada de las transnacionales y de los empresarios bolivianos en desmedro de las grandes mayorías. Política pro burguesa que se esconde bajo un ropaje populachero e indigenista, que aunque no quiera, lo lleva a chocar inevitablemente contra las masas movilizadas que luchan por mejores condiciones de vida.
4.- No contento con tanta diatriba contra el POR, García Linera acaba su discurso paranoico llamando a expulsar de los sindicatos a los trotskistas. En su despiste ideológico el guerrillero termina como fascista asumiendo como su tarea, al igual que cualquier otro dictador de antaño, el de extirpar las ideas revolucionarias del seno del movimiento obrero hoy encarnadas en las acción de protesta de las masas. Frente a la estatización a los sindicatos y la compra de dirigentes al servicio del palacio de gobierno, la respuesta de los explotados es una sola: expulsar del seno del movimiento obrero y popular a todos los oficialistas, defendiendo la bandera de la independencia sindical frente a cualquier gobierno de turno.
5.- Señor(es) García Linera y Evo Morales a ustedes que se ríen de las necesidades más sentidas de los trabajadores les respondemos: el que ríe último ríe mejor. Inevitablemente el pueblo insurrecto pasará por encima de su gobierno y echará al basurero de la historia a toda esa camada de impostores y falsos revolucionarios concentrados en el MAS.
Comité Regional-La Paz del POR
La Paz, 21 de febrero de 2011


Jorge Oller Márquez
Sin retrocesos es lo que vale, la crisis que enfrenta el capitalismo, el cambio climático que conlleva a una crisis alimentaria a nivel mundial no es totalmente el producto de una supuesta mala política económica que conlleva el proceso de cambio, pero estos problemas están siendo muy bien aprovechados por las dirigencias obtusas que asolaron esta región, como es el caso del vetusto comité cívico que aún intenta luchar contra su muerte ya anunciada.
El hambre de los pueblos, que no tiene dueño ni patrón puede ser un arma de doble filo en nuestra sociedad: por un lado si es que se insiste que estas son manifestaciones erráticas, los errados serán los que afirmen tal enunciado, lo que provocaría que se alimente a los profetas de la violencia, como a la locuaz y osada dirigente del comité cívico que pidió prácticamente y sin ambages la renuncia del presidente del estado plurinacional. Pero si es que se tiene la capacidad de internalizar en el grueso de la población que este fenómeno de una esperada carencia de alimentos y la turbulencia social que ésta ocasiona, es nada menos que una demanda de mejor distribución de la riqueza para disminuir la brecha que aumentó sistemáticamente con la acumulación de capitales de algunos, a costa de muchos más, (El hambre despierta a los pueblos; Tatiana Martínez Hernández; BOLPRESS; 18/02/11) Las cosas se tendrían que encarrillar por donde históricamente corresponden radicalizando el proceso de cambio, ir para adelante y sin retrocesos, evitando la confusión que se nos quiere imponer.
Por esto es importante que la COB y por ende las COD tengan la suficiente madurez de ver todo el panorama en su conjunto que los llevara a soluciones globales y no diseccionar el problema —que tiene ribetes de orden mundial—, en virtud de mantener votos o de obtener el visto bueno de alguna embajada o comité, hacer este pedido a la otra institución (FEJUVE ) es mucho desear porque esta federación lo que plantea es una tergiversación a la real lucha que es contra la pobreza y por la seguridad alimentaría y no contra el gobierno nacional, que está haciendo lo posible para superar este conflicto, pero esta situación no tiene por qué alarmar a nadie porque es sabido a quién responde esta federación y son precisamente sus ediles mandantes los que tendrían que hacer un control esmerado para evitar la especulación.
La ultima marcha convocada por la COD fue de alguna manera un derecho consagrado en la CPE, protestar, pero este suceso no dejó de tener sus curiosas características y otras no tan curiosas sino provocativas, la más curiosa fue la participación de algunas graciosas damas de alta alcurnia blandiendo brillantes soperas y ollas vacías, pues por la forma como las maniobraban este era un instrumento ajeno a su diaria labor y las ampollas que debieron de obtener sus delicadas manos, de seguro habrían sido las primeras en sus cómodas vidas, la segunda y provocativa característica se observó con la infiltración de un lumpenaje ya desplazado, pero no disuelto, en las filas de los trabajadores, intentando desvirtuar esta manifestación con la violencia. Pero de una cosa podemos estar seguros es que el fantasma del hambre recorre el mundo y este no es un hecho privativo ni un designio de los dioses que imponen su castigo sólo a la Bolivia que lucha por emanciparse.

lucha de nuestros pueblos
El plan de la OTAN es ocupar Libia
(El líder de Revolución Cubana afirma que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días).
El petróleo se convirtió en la principal riqueza en manos de las grandes transnacionales yankis; a través de esa fuente de energía dispusieron de un instrumento que acrecentó considerablemente su poder político en el mundo. Fue su principal arma cuando decidieron liquidar fácilmente a la Revolución Cubana tan pronto se promulgaron las primeras leyes justas y soberanas en nuestra Patria: privarla de petróleo.
Sobre esa fuente de energía se desarrolló la civilización actual. Venezuela fue la nación de este hemisferio que mayor precio pagó. Estados Unidos se hizo dueño de los enormes yacimientos con que la naturaleza dotó a ese hermano país.
Al finalizar la última Guerra Mundial comenzó a extraer de los yacimientos de Irán, así como de los de Arabia Saudita, Iraq y los países árabes situados alrededor de ellos, mayores cantidades de petróleo. Estos pasaron a ser los principales suministradores. El consumo mundial se elevó progresivamente a la fabulosa cifra de aproximadamente 80 millones de barriles diarios, incluidos los que se extraen en el territorio de Estados Unidos, a los que ulteriormente se sumaron el gas, la energía hidráulica y la nuclear. Hasta inicios del siglo XX el carbón había sido la fuente fundamental de energía que hizo posible el desarrollo industrial, antes de que se produjeran miles de millones de automóviles y motores consumidores de combustible líquido.
El derroche del petróleo y el gas está asociado a una de las mayores tragedias, no resuelta en absoluto, que sufre la humanidad: el cambio climático.
Cuando nuestra Revolución surgió, Argelia, Libia y Egipto no eran todavía productores de petróleo, y gran parte de las cuantiosas reservas de Arabia Saudita, Iraq, Irán y los Emiratos Árabes Unidos estaban por descubrirse.
En diciembre de 1951, Libia se convierte en el primer país africano en alcanzar su independencia después de la Segunda Guerra Mundial, en la que su territorio fue escenario de importantes combates entre tropas alemanas y del Reino Unido, que dieron fama a los generales Erwin Rommel y Bernard L. Montgomery.
El 95 % de su territorio es totalmente desértico. La tecnología permitió descubrir importantes yacimientos de petróleo ligero de excelente calidad que hoy alcanzan un millón 800 mil barriles diarios y abundantes depósitos de gas natural. Tal riqueza le permitió alcanzar una perspectiva de vida que alcanza casi los 75 años, y el más alto ingreso per cápita de África. Su riguroso desierto está ubicado sobre un enorme lago de agua fósil, equivalente a más de tres veces la superficie de Cuba, lo cual le ha hecho posible construir una amplia red de conductoras de agua dulce que se extiende por todo el país.
Libia, que tenía un millón de habitantes al alcanzar su independencia, cuenta hoy con algo más de 6 millones.
La Revolución Libia tuvo lugar en el mes de septiembre del año 1969. Su principal dirigente fue Muammar al-Gaddafi, militar de origen beduino, quien en su más temprana juventud se inspiró en las ideas del líder egipcio Gamal Abdel Nasser. Sin duda que muchas de sus decisiones están asociadas a los cambios que se produjeron cuando, al igual que en Egipto, una monarquía débil y corrupta fue derrocada en Libia.
Los habitantes de ese país tienen milenarias tradiciones guerreras. Se dice que los antiguos libios formaron parte del ejército de Aníbal cuando estuvo a punto de liquidar a la Antigua Roma con la fuerza que cruzó los Alpes.
Se podrá estar o no de acuerdo con el Gaddafi. El mundo ha sido invadido con todo tipo de noticias, empleando especialmente los medios masivos de información. Habrá que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira, o una mezcla de hechos de todo tipo que, en medio del caos, se produjeron en Libia. Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días.
Los que con pérfidas intenciones inventaron la mentira de que Gaddafi se dirigía a Venezuela, igual que lo hicieron en la tarde de ayer domingo 20 de febrero, recibieron hoy una digna respuesta del Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Nicolás Maduro, cuando expresó textualmente que hacía “votos porque el pueblo libio encuentre, en ejercicio de su soberanía, una solución pacífica a sus dificultades, que preserve la integridad del pueblo y la nación Libia, sin la injerencia del imperialismo…”
Por mi parte, no imagino al dirigente libio abandonando el país, eludiendo las responsabilidades que se le imputan, sean o no falsas en parte o en su totalidad.
Una persona honesta estará siempre contra cualquier injusticia que se cometa con cualquier pueblo del mundo, y la peor de ellas, en este instante, sería guardar silencio ante el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio.
A la jefatura de esa organización belicista le urge hacerlo. ¡Hay que denunciarlo!
Fidel Castro Ruz
Febrero 21 de 2011

Danza macabra de cinismo
(Tomado de CubaDebate)
La política de saqueo impuesta por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en el Oriente Medio entró en crisis. Esta se desató inevitablemente con el alto costo de los cereales, cuyos efectos se hacen sentir con más fuerza en los países árabes donde a pesar de sus enormes recursos petroleros, la escasez de agua, las áreas desérticas y la pobreza generalizada del pueblo contrastan con los enormes recursos derivados del petróleo que poseen los sectores privilegiados.
Mientras los precios de los alimentos se triplican, las fortunas inmobiliarias y los tesoros de la minoría aristocrática se elevan a millones de millones de dólares.
El mundo arábigo, de cultura y creencia musulmana, se ha visto humillado adicionalmente por la imposición a sangre y fuego de un Estado que no fue capaz de cumplir las obligaciones elementales que le dieron origen, a partir del orden colonial existente hasta fines de la Segunda Guerra Mundial, en virtud del cual las potencias victoriosas crearon la ONU e impusieron el comercio y la economía mundiales.
Gracias a la traición de Mubarak en Camp David el Estado árabe palestino no ha podido existir, pese a los acuerdos de la ONU de noviembre de 1947, e Israel se convirtió en una fuerte potencia nuclear aliada a Estados Unidos y la OTAN.
El Complejo Militar Industrial de Estados Unidos suministró decenas de miles de millones de dólares cada año a Israel y a los propios estados árabes sometidos y humillados por éste.
El genio ha salido de la botella y la OTAN no sabe cómo controlarlo.
Van a tratar de sacarle el máximo provecho a los lamentables sucesos de Libia. Nadie sería capaz de saber en este momento lo que allí está ocurriendo. Todas las cifras y versiones, hasta las más inverosímiles, han sido divulgadas por el imperio a través de los medios masivos, sembrando el caos y la desinformación.
Es evidente que dentro de Libia se desarrolla una guerra civil. ¿Por qué y cómo se desató la misma? ¿Quiénes pagarán las consecuencias? La agencia Reuters, haciéndose eco del criterio de un conocido banco de Japón, el Nomura, expresó que el precio del petróleo podría sobrepasar cualquier límite:
"‘Si Libia y Argelia suspenden la producción petrolera, los precios podrían llegar a un máximo por encima de 220 dólares por barril y la capacidad ociosa de la OPEP sería reducida a 2,1 millones de barriles por día, similar a los niveles vistos durante la guerra del Golfo y cuando los valores tocaron los 147 dólares por barril en el 2008’, aseveró el banco en una nota."
¿Quiénes podrían pagar hoy ese precio? ¿Cuáles serían las consecuencias en medio de la crisis alimentaria?
Los líderes principales de la OTAN están exaltados. El Primer Ministro británico, David Cameron, informó ANSA, " admitió en un discurso en Kuwait que los países occidentales se equivocaron en apoyar gobiernos no democráticos en el mundo árabe." Se le debe felicitar por la franqueza.
Su colega francés Nicolás Sarkozy declaró: "La prolongada represión brutal y sangrienta de la población civil libia es repugnante".
El canciller italiano Franco Frattini declaró "‘creíble’ la cifra de mil muertos en Trípoli [ ] ‘la cifra trágica será un baño de sangre’."
Hillary Clinton declaró: " el ‘baño de sangre’ es ‘completamente inaceptable’ y ‘tiene que parar’ "
Ban Ki-moon habló: "‘Es absolutamente inaceptable el uso de la violencia que hay en el país’."
" ‘el Consejo de Seguridad actuará de acuerdo a lo que decida la comunidad internacional’."
"‘Estamos considerando una serie de opciones’."
Lo que Ban Ki-moon espera realmente es que Obama diga la última palabra.
El Presidente de Estados Unidos habló en la tarde de este miércoles y expresó que la Secretaria de Estado saldría para Europa a fin de acordar con sus aliados de la OTAN las medidas a tomar. En su cara se apreciaba la oportunidad de lidiar con el senador de la extrema derecha de los republicanos John McCain; el senador pro israelita de Connecticut, Joseph Lieberman y los líderes del Tea Party, para garantizar su postulación por el partido demócrata.
Los medios masivos del imperio han preparado el terreno para actuar. Nada tendría de extraño la intervención militar en Libia, con lo cual, además, garantizaría a Europa los casi dos millones de barriles diarios de petróleo ligero, si antes no ocurren sucesos que pongan fin a la jefatura o la vida de Gaddafi.
De cualquier forma, el papel de Obama es bastante complicado. ¿Cuál será la reacción del mundo árabe y musulmán si la sangre en ese país se derrama en abundancia con esa aventura? ¿Detendrá una intervención de la OTAN en Libia la ola revolucionaria desatada en Egipto?
En Iraq se derramó la sangre inocente de más de un millón de ciudadanos árabes, cuando el país fue invadido con falsos pretextos. ¡Misión cumplida! proclamó George W. Bush.
Nadie en el mundo estará nunca de acuerdo con la muerte de civiles indefensos en Libia o cualquier otra parte. Y me pregunto: ¿aplicarán Estados Unidos y la OTAN ese principio a los civiles indefensos que los aviones sin piloto yankis y los soldados de esa organización matan todos los días en Afganistán y Pakistán?
Es una danza macabra de cinismo.
Fidel Castro Ruz
Febrero 23 de 2011

7 y 42 p.m.

Editorial de Workers World/Mundo Obrero:
Libia y el imperialismo 
23 de febrero. De todas las luchas actuales en África del norte y el Oriente Medio, la más difícil de dilucidar es la de Libia.
¿Cuál es el carácter de la oposición al régimen de Gadhafi, que según se informa ahora controla la ciudad de Benghazi en el este?
¿Es pura coincidencia que la rebelión comenzó en Benghazi que está al norte de los yacimientos de petróleo más ricos de Libia, así como cerca de la mayor parte de sus óleo y gasoductos, de refinerías y de su puerto de transporte de gas líquido natural (LNG por las siglas en inglés)? ¿Hay un plan para dividir el país?
¿Cuál es el riesgo de una intervención militar imperialista que representaría el peligro más grave para los pueblos de la región entera?
Libia no es como Egipto. Su líder Moammar al-Gadhafi no ha sido una marioneta del imperialismo como Hosni Mubarak. Por muchos años Gadhafi fue aliado de países y movimientos que luchaban contra el imperialismo. Cuando tomó el poder en 1969 a través de un golpe militar, él nacionalizó el petróleo de Libia y utilizó mucho de ese dinero para desarrollar la economía libia. Las condiciones de la vida mejoraron dramáticamente para el pueblo.
Por eso, los imperialistas estaban decididos a destruir a Libia. Estados Unidos lanzó ataques aéreos en Trípoli y Benghazi en 1986 que mató a 60 personas, incluyendo la pequeña hija de Gadhafi —lo cual es raramente mencionado por los medios corporativos. Se impusieron devastadoras sanciones por EE.UU. y la ONU para arruinar la economía libia. 
Después de que EE.UU. invadió a Iraq en 2003 y destruyó gran parte de Bagdad con una campaña de bombardeo que el pentágono exultantemente llamó “choque y temor,” Gadhafi intentó proteger a Libia de una adicional amenaza de agresión otorgando grandes concesiones políticas y económicas a los imperialistas. Él abrió la economía a bancos y corporaciones extranjeras; accedió a las demandas del FMI sobre “ajuste estructural”, privatizó muchas empresas de propiedad del estado y recortó los subsidios del gobierno para necesidades como alimentos y combustible.
El pueblo libio está sufriendo de los mismos precios elevados y desempleo que son la base de las rebeliones en otras partes y que fluyen de la crisis económica mundial del capitalismo. 
No hay duda de que la lucha que recorre el mundo árabe por la libertad política y la justicia económica también ha resonado en Libia. No hay duda de que el descontento con el régimen de Gadhafi está motivando a una sección significativa de la población. 
Sin embargo, es importante que los/as progresistas sepan que muchas de las personas que están siendo promovidas en el oeste como líderes de la oposición son agentes experimentados del imperialismo. El 22 de febrero la BBC mostró imágenes de muchedumbres en Benghazi bajando la bandera verde de la república y sustituyéndola por la bandera del derrocado monarca, rey Idris quien había sido una marioneta de los EE.UU. y del imperialismo británico.
Los medios occidentales están basando muchos de sus reportajes en hechos supuestos proporcionados por el grupo en el exilio, el Frente Nacional para la Salvación de Libia, que fue entrenado y financiado por la CIA estadounidense. Si usted busca en Google el nombre del Frente más la CIA, encontrará centenares de referencias. 
En el editorial del 23 febrero, el periódico The Wall Street Journal escribió que “EE.UU. y Europa debían ayudar a los libios a derrocar el régimen de Gadhafi”. No hay mención en los salones o en los pasillos de Washington sobre una intervención para ayudar a la gente de Kuwait o de Arabia Saudita o de Bahrein a derrocar a sus dictadores. Incluso, con toda la hipocresía con la que hablan a favor de las masas en lucha de la región ahora, esto sería inconcebible. En cuanto a Egipto y a Túnez, los imperialistas están haciendo todo lo posible por conseguir que las masas salgan de las calles. 
No se habló de una intervención estadounidense para ayudar al pueblo palestino de Gaza cuando millares murieron por el bloqueo, el bombardeo y la invasión de Israel. ¡Todo lo contrario! Estados Unidos intervino para prevenir la censura del Estado sionista. 
El interés del imperialismo en Libia no es difícil de encontrar. Bloomberg.com escribió el 22 de febrero que mientras que Libia es el tercer productor de petróleo más grande de África, tiene las reservas probadas más grandes del continente —44.3 mil millones de barriles. Es un país con una población relativamente pequeña pero con el potencial de producir ganancias enormes para las gigantes compañías petroleras. Así es como lo ven los súper ricos, y la base de su supuesta preocupación por los derechos democráticos del pueblo de Libia. 
Conseguir concesiones de Gadhafi no es lo suficiente para los imperialistas señores del petróleo. Desean un gobierno que puedan poseer abiertamente. Nunca han perdonado a Gadhafi por derrocar la monarquía y nacionalizar el petróleo. Fidel Castro de Cuba en su columna “Reflexiones”, toma nota del hambre del imperialismo por el petróleo y advierte que EE.UU. está sentando las bases para una intervención militar en Libia. 
En EE.UU. algunas fuerzas están intentando movilizar una campaña que promueve tal intervención. Debemos oponernos a esto firmemente y recordarle a las personas bien intencionadas y sinceras, las millones de personas matadas y desplazadas por los EE.UU. por su intervención en Iraq. 
La gente progresista siente lo que ve como movimiento popular en Libia. Podemos ayudar más a ese movimiento apoyando sus justas demandas al tiempo que rechazamos la intervención imperialista, en cualquier forma que ésta pueda tomar. Es el pueblo de Libia el que debe decidir su futuro.
Publicado por Workers World/Mundo Obrero. www.workers.org

Declaración del representante permanente, embajador Rodolfo Reyes
ante el Consejo de Derechos Humanos sobre la situación en Libia
Ginebra, 25 de febrero del 2011.
Señor Presidente:
Hace menos de 72 horas, Cuba, por intermedio de su Ministro de Relaciones Exteriores expresó, en Bruselas, lo siguiente:
“Seguimos con suma atención los acontecimientos de orden interno que ocurren en Libia y su repercusión internacional. Son muy numerosas y no pocas veces contradictorias las noticias que se están divulgando. Algunos políticos y medios de prensa norteamericanos están incitando a la violencia, a la agresión militar y a la intervención extranjera. Los ánimos están exaltados en todas partes y temo que puedan conducir a graves errores internacionales e internos.
Deseamos que el pueblo libio logre una pronta solución pacífica y soberana a la situación allí creada, sin ningún tipo de injerencia ni intervención extranjera, que garantice la integridad de la Nación libia.”
La situación sigue siendo confusa y evoluciona aceleradamente. La información aparece de manera fragmentada, en muchos casos divergente y hasta se detecta el esfuerzo por usarla con el ánimo de incitar a una mayor desestabilización, que puede redundar en más daños y pérdidas de vidas.
Las preocupaciones que reflejaba dicha declaración lamentablemente se han hecho realidad y ese país ya está enfrascado en una guerra civil, en el contexto de una crisis económica mundial de grandes dimensiones que sume a los pueblos de esa región y del mundo en la desesperanza.
A todos nos preocupa la pérdida de vidas humanas y los daños provocados a la población civil por el conflicto que hoy se desarrolla en Libia. Nadie que actúe con honestidad puede estar de acuerdo con la muerte de civiles inocentes, lo que rechazamos de manera tajante en cualquier lugar del mundo que suceda. Es un aspecto en el que compartimos enteramente la opinión mundial.
Pero no podemos aceptar el riesgo de que se aproveche de modo oportunista esta trágica situación para satisfacer apetitos intervencionistas, arrebatarle al pueblo libio su soberanía y apoderarse de sus recursos. Ya se habla de una intervención militar humanitaria, a la cual nos oponemos porque, en lugar de resolver la situación, la complicaría aún más y podría tener otras graves implicaciones. Cuba denunció desde el primer momento los planes de ocupación de Libia y rechaza categóricamente cualquier maniobra que favorezca tales propósitos. Con seguridad, el pueblo libio se opone a toda intervención militar extranjera.
Señor Presidente:
Es nuestro deber pronunciarnos ante algunos elementos que contiene la resolución aprobada y que constituyen un nefasto precedente para la cooperación en materia de derechos humanos en que se debe sustentar la labor del Consejo.
Desde un principio, cuando estábamos construyendo este nuevo Consejo, Cuba se opuso a la cláusula de suspensión de la membresía de un Estado. Su inclusión en la resolución 60/251 sentó un negativo precedente, que lastró al naciente órgano con un aditivo que no tiene paralelo en otro órgano de la Naciones Unidas. Afortunadamente, nunca se había invocado hasta hoy, pero su empleo en esta ocasión abrirá las puertas para aquellos que buscan legitimar este mecanismo con el objetivo de utilizarlo selectivamente contra aquellos países que disienten de sus patrones.
Cuba, en consecuencia, se desasocia del párrafo dispositivo 14 del texto revisado de la resolución aprobada.
Para concluir, Señor Presidente, Cuba desea hacer un llamado a la calma y reitera su confianza en la capacidad del pueblo libio para resolver sus problemas internos, sin injerencia extranjera alguna, y preservar la paz, la estabilidad y la soberanía del país.
Muchas gracias.

Venezuela aboga por la paz y la soberanía en Libia
Publicado el 25 febrero 2011 en Noticias, Política
Fuente: Cubadebate
El Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Nicolás Maduro, durante el cierre de la jornada de comparecencias de los Ministros en la Asamblea Nacional de ese país , se refirió a una “pregunta irónica, poco seria para un problema tan delicado como la situación de Libia”, por lo que recordó a los presentes que se encontraban en la Asamblea Nacional, “no estamos en un show mediático, y por ello no evadiremos hablar del tema”.
Al respecto sostuvo que efectivamente en Libia, se están atravesando momentos difíciles, que no deben ser manipulados por los medios de comunicación, “en manos de occidente y de agencias imperiales que mienten sobre este problema”.
No le deseamos la violencia a ningún pueblo
El Ministro señaló que en el país africano, se están dando “los primeros pasos para un proceso de secesión, muestras igualmente de un proceso de guerra civil compleja, con cantidad de sucesos que luego conoceremos a fondo”.
Ante lo que agregó que “hoy se sabe la realidad de Trípoli, gracias a la presencia de un periodista de Telesur y afortunadamente este pueblo se encuentra normal ante el conflicto”.
En este sentido rechazó el doble rasero de algunas comunidades internacionales ante el conflicto, “quienes exigen investigaciones y castigos (…) por qué no lo exigen esos castigos contra la masacre de iraquíes y los bombardeos en Afganistán y Paquistán”.
Asimismo indicó que se debe analizar el conflicto con objetividad.
Puntualizó que algunas potencias buscan condiciones para justificar invasiones a Libia, “para desgajarla en pedazos y sacar el petróleo”.

La ambigüedad de la izquierda latinoamericana frente a Gadafi
Carlos Chirinos (BBC Mundo, Washington)
Para muchos en América Latina, Muamar Gadafi no es un líder más del mundo árabe que hoy se encuentre en problemas, sino una referencia histórica que alimentó sentimientos revolucionarios en Cuba o Nicaragua y, más recientemente, en Venezuela.
El Libro Verde es el manifiesto político de los seguidores de Gadafi.
En algunas de las capitales latinoamericanas, esa generación que hoy está en posiciones de poder y que alguna vez estudió el Libro Verde —el manifiesto político de los libios que siguen a Gadafi— está teniendo posiciones encontradas a la hora de las reacciones oficiales.
El líder libio ha recibido el apoyo expreso del presidente Daniel Ortega en Nicaragua y el del ex presidente de Cuba, Fidel Castro; las condenas en Perú y Brasil, y sobre todo, el notable silencio de Venezuela.
América Latina ha sido mencionada en la crisis, al punto que el lunes, el canciller británico, William Hague, sugirió que Gadafi podría buscar refugio en Venezuela, con cuyo presidente, Hugo Chávez, el libio ha desarrollado una estrecha relación. Caracas y luego el propio Gadafi desmintieron la versión.
Además la región fue nombrada varias veces por Gadafi durante el discurso que ofreció el martes, y quien refrescando sus credenciales antiimperialistas se ofreció como el "guía" de un movimiento revolucionario que abarcaría África, Asia y América Latina.
La conexión venezolana
Desde 2005 Chávez ha profundizado lazos con Gadafi, quien por esos años salía de la lista de parias internacionales en la que lo mantenían Europa y Estados Unidos.
Esta semana se especuló que Gadafi iba a ir a Caracas.
Venezuela se aproximó a Libia, cuando Italia, Reino Unido, Francia y hasta Estados Unidos aprovechaban el deshielo en las relaciones para buscar negocios petroleros.
El lunes, la cancillería venezolana, al rechazar la información "irresponsable" dada por Hague, dijo esperar que Libia encontrara "una solución pacífica a sus dificultades, que preserve la integridad del pueblo y la nación libia, sin la injerencia del imperialismo cuyos intereses en la región se han visto afectados en los últimos tiempos".
Caracas ni apoya ni condena la actuación de Gadafi en la actual crisis, pero muchos recuerdan que en el pasado el presidente Chávez ha expresado admiración por él, como en septiembre de 2009, en una cumbre en la Isla de Margarita, cuando aseguró que "lo que es Bolívar para nosotros, es Muamar Gadafi para el pueblo libio".
"Es difícil para Chávez asumir una posición, en parte porque su alianza principal en la región es con Irán, y ya el presidente (Mahmoud) Ahmadinejad ya ha cuestionado la represión en Libia", explicó a BBC Mundo Julio César Pineda, ex embajador venezolano en Libia.
Pineda, considera que en el caso del nicaragüense Daniel Ortega o del líder cubano Fidel Castro, sus apoyos responden a alianzas históricas con el gobierno de Trípoli, pero que tienen poco peso en la dinámica geopolítica actual.
"Ellos tienen poco que perder, en parte, porque a diferencia de Venezuela, no se trata de países miembros de la OPEP (Organización de Países Productores de Petróleo) y no tienen que lidiar con el resto del mundo árabe", aseguró Pineda, quien es analista internacional y un conocido opositor del presidente venezolano.
Desde Cuba
En su columna de Reflexiones de este martes, el ex presidente cubano, Fidel Castro, rinde un homenaje al liderazgo histórico de Gadafi, al tiempo que cuestiona las supuestas intenciones de EE.UU. de invadir el país petrolero.
Fidel Castro abordó el tema libio en sus "Reflexiones".
Castro destaca que la revolución en Libia que encabezó el coronel Gadafi en septiembre de 1969 "se inspiró en las ideas del líder egipcio Gamal Abdel Nasser", otro de los héroes del nacionalismo árabe y de los movimientos de liberación del Tercer Mundo.
"Se podrá estar o no de acuerdo con Gadafi. El mundo ha sido invadido con todo tipo de noticias, empleando especialmente los medios masivos de información. Habrá que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira", escribe Castro, con lo que parece dar el beneficio de la duda a su viejo aliado.
Para algunos analistas, estas referencias y la estrategia de Gadafi de presentarse a sí mismo como la vanguardia de una "revolución mundial", buscan reactivar las antiguas credenciales de luchador "anti-imperialista" del líder libio.
Distintos antiimperialismos
Sin embargo, se estaría haciendo una lectura inexacta de los movimientos de cambio político que se han dado en la última década en países latinoamericanos según dijo a BBC Mundo Eric Langer, director de estudios latinoamericanos de la Universidad de Georgetown en Washington.
Lo que une a esos gobiernos latinoamericanos con Libia es sólo el desacuerdo con el liderazgo de EE.UU. en el mundo
Eric Langer, Universidad de Georgetown
"Hay una cierta alianza entre Venezuela, Nicaragua, y en menor medida, Bolivia, pero creo que es una alianza de conveniencia y no ideológica, porque lo que une a esos gobiernos latinoamericanos con Libia es sólo el desacuerdo con el liderazgo de EE.UU. en el mundo".
Para Langer "el antiimperialismo de Gadafi no tiene muchas similitudes con el antiimperialismo de los latinoamericanos", y destaca el fracaso que considera que ha experimentado Gadafi en apuntalar su liderazgo en África o el Medio Oriente.
"Me parece muy fácil para Gadafi decir que hay revoluciones similares en América Latina, pero él ya no es un revolucionario, es simplemente un dictador", sentenció Langer.
Allí radicaría el problema diplomático para algunos gobiernos latinoamericanos, que no querrían verse demasiado cercanos a la posición de las grandes potencias frente al conflicto en Libia, pero que tampoco quieren vincular su prestigio internacional al de Gadafi, quien parece haber perdido con la reciente crisis la imagen que había recuperado en los últimos años.

Redacción / BBC Mundo
En momentos en que Muamar Gadafi se juega su futuro como líder de Libia, soldados, policías y oficiales del ejército se ven precisados a decidir si se oponen al coronel o permanecen leales a él.
El ejército libio ha experimentado una serie de deserciones e informes desde Bengasi dan cuenta de que pilotos rechazaron las órdenes de bombardear la ciudad y se lanzaron en paracaídas de su avión.
Como dice el editor de la BBC para temas internacinales John Simpson, "el sistema que exigía obediencia total y absoluto silencio del pueblo libio por 41 años se está desmoronando", y muchos se preguntan qué es lo que exactamente apuntala al gobierno.
Los efectivos del ejército no superan los 50.000.
Igualmente se preguntan cuál es el papel que juega en ejército, que resultó crucial en el desenlace de las crisis de Túnez y Egipto.
Como señala el especialista de la BBC en temas de seguridad Frank Gardner, "cuando el ejército de Túnez le dijo al presidente ya era hora de irse, se fue. Cuando los militares de Egipto hicieron lo mismo con Hosni Mubarak, se marchó".
Sin embargo, "en Libia no ocurre lo mismo".
Débil
Gardner señala que "el ejército libio es pequeño y carente de entrenamiento. Sus efectivos no superan los 50.000. Gadafi mantuvo deliberadamente débil el ejército para evitar un golpe militar".
El ejército libio ha experimentado una serie de deserciones.
En lugar de sustentar la base de su poder en el ejército, el coronel lo hace en una compleja mezcla de lealtades.
Este entramado, como explica Gardner, está compuesto "por brigadas paramilitares, por unidades internas de seguridad llamadas Comités Revolucionarios, por estructuras tribales y, lo más inquietante, por mercenarios de países africanos vecinos".
El escritor y analista libio Ahmed Rahel, le dijo a BBC Mundo que si bien no se puede confirmar que haya una fractura dentro de las fuerzas armadas, lo cierto es que parte de la oficialidad "no está ayudando a Gadafi. Algunos de los líderes militares han incluso desaparecido. No se sabe dónde están".
Gadafi mantuvo deliberadamente débil el ejército para evitar un golpe militar
Frank Gardner, especialista de la BBC en temas de seguridad
Miembros del ejército han dicho que están del lado de los opositores, pero después de más de cuatro décadas en el poder "la mayoría tiene miedo de Gadafi. Muchos lo ven todavía como una figura poderosa pero algunos de los dirigentes militares permanecen en las sombras porque no quieren ser vistos como del lado de Gadafi pero a la vez temen, y por eso están en silencio".
No obstante, "otros ya han declarado oficialmente su oposición, como el ministro del Interior, a cargo de la policía y procedente del ejército. Él declaró oficialmente que está con el pueblo y en contra de Gadafi", remarcó Rahel.
Además, "el ejército en la parte oriental de Libia manifiestó que está con el pueblo. En la parte occidental, muchos jefes militares han desaparecido y mi opinión es que no quieren decir claramente que están contra Gadafi pero a la vez tampoco quieren decir que están a favor de él", añadió.
Mercenarios
Sin embargo, de acuerdo con Rahel, el ejército no es factor clave para la supervivencia del gobierno de Gadafi. "Los grupos militantes que lo protegen a él y a sus hijos son ahora más importantes. Estos son los grupos de mercenarios que rodean ahora el lugar donde él está en Trípoli. Él está ahora aislado en Trípoli y protegido por esos grupos".
El ejército: ¿factor clave para la supervivencia del gobierno?
Y como manifiesta Gardner, se dice que estos mercenarios extranjeros "bien pagados y aparentemente despiadados, han estado dispuestos a matar civiles y desertores del ejército, algo a lo que oficiales se han negado y por lo que han pagado con sus vidas".
Según informa desde El Cairo el corresponsal de la BBC Alastair Leithead, son estos milicianos quienes recorren las calles de la capital libia, de acuerdo con las últimas informaciones.
Por su parte, George Joffe, especialista en Libia del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, le dijo a la BBC que "los que ahora son descritos como mercenarios extranjeros son, en realidad, personas llevadas a Libia como parte de la conciencia ideológica del régimen de una más amplia dimensión musulmana".
Los que ahora son descritos como mercenarios extranjeros son, en realidad, personas llevadas a Libia como parte de la conciencia ideológica del régimen de una más amplia dimensión musulmana
George Joffe, Universidad de Cambridge
Joffe explicó que la mayor parte de estas tropas proceden de países con los que Libia ha tenido vínculos, entre ellos Malí, Níger, Chad y Sudán.
Pero también es posible, agregó, que las milicias incluyan a musulmanes de Bosnia, quienes igualmente tenían el derecho de unirse a esa fuerza.
A nivel internacional, como manifiesta el editor de la BBC para temas africanos Martin Plaut, existe una creciente preocupación por el uso por parte del gobierno libio de tropas extranjeras que son acusadas de llevar a cabo algunas de las peores atrocidades de los últimos días.
La Liga Árabe, de hecho, emitió una declaración condenando enérgicamente lo que llama "crímenes contra civiles" y el reclutamiento de mercenarios extranjeros.

Chávez afirma que Venezuela está fuera de cualquier
recesión y apunta hacia el fortalecimiento económico
10:54 am 26 Feb 2011
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ratificó que su país se encuentra fuera de toda recesión económica y avanza hacia el desarrollo de la producción económica y el impulso de la cultura y los valores positivos.
En una alocución transmitida este viernes por la televisora estatal Venezolana de Televisión (VTV), el mandatario resaltó que el índice del Producto Interno Bruto (PIB), aumentó en un 0,6 por ciento en el cuarto trimestre del año pasado, lo que advierte un incremento importante para este 2011.
“Ahora se seguirán tomando medidas para que aquellos sectores que están por debajo de cero salgan a flote y los que ya salieron sigan su crecimiento”, expresó en Consejo de Ministros desde el Palacio de Miraflores, sede de la Presidencia.
En ese sentido, el presidente Chávez llamó a la población a abocarse hacia el trabajo conjunto para impulsar los planes del Estado que apuntan a mantener el crecimiento sostenido de todos los sectores productivos.
El pasado jueves, el ministro para la Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, afirmó ante la Asamblea Nacional que durante el año 2010 el Estado venezolano ha orientado su actuación en la superación de una cultura rentista a través de la transformación de una sociedad basada en el trabajo.
Añadió que dicha situación se ha logrado gracias a dos estrategias puntuales: la plena autonomía sobre el uso de los recursos naturales, y la justa distribución de la renta de esos recursos, mediante una política incluyente.
“Eso se evidencia en los indicadores positivos de desarrollo humano, el cumplimiento de las Metas del Milenio, la seguridad social y el empleo”, puntualizó.
Como parte de los objetivos que persigue el Ejecutivo venezolano en relación al mejoramiento de la calidad de vida, Chávez aprobó la víspera 619 millones de dólares para culminar las obras del sistema Tuy IV que aportará 21 mil litros por segundo a la ciudad de Caracas (capital) en el marco de los planes de obras públicas 2011-2012.
El sistema cumplirá con brindar servicio de agua potable en los barrios de Caracas, especialmente a zonas históricamente excluidas del oeste y suroeste de la capital así como de los Valles del Tuy, en el estado Miranda.
Asimismo, Chávez anunció que en los venideros meses de abril y mayo, el Gobierno realizará una oferta de “alta intensidad” para la adquisición de neveras, cocinas, aires acondicionados y televisores, a precios económicos para el pueblo.
“El objetivo es que cada familia tenga los enseres necesarios del hogar para tener una vida de calidad”, comentó el dignatario en la reunión con los titulares de las carteras.
Adicionalmente, suscribió la transferencia de alrededor de 215 millones de dólares para las gobernaciones del país.
Precisó que del año 2010 quedó un remanente de recursos que serán distribuidos a las regiones más necesitadas del país a través de la vía constitucional.
“Estamos revisando el Plan de Obras Públicas 2010-2012, que ya está en marcha; estamos dispuestos a acelerar todo esto, como el plan de comercio, cómo garantizar el suministro de los bienes y los servicios a los 30 millones que somos ya”, afirmó.
El presidente Chávez recordó la misión de su Gobierno por medio de los planes económicos, como la satisfacción de las necesidades de todos los venezolanos, cuyos logros se consiguen en socialismo a diferencia del capitalismo.
“¿Quien se apodera de los recursos en el capitalismo? Una pequeña minoría. En cambio en el socialismo se distribuyen tomando en cuenta las escalas de las necesidades. Es decir, a más necesidad más recursos para poder lograr, en el corto plazo, la igualdad”, emplazó.
Fuente: TeleSur
"Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad... Haga circular esta información".
Rodolfo Walsh

Asegura que Washington está controlando
la economía y la política en Honduras
Santo Domingo, 21 feb. (Europa Press)
El ex presidente hondureño Manuel Zelaya (2006-2009) ha revelado este lunes que Estados Unidos "amenazó" a su Gobierno cuando comenzaron los acercamientos con el mandatario venezolano, Hugo Chávez —uno de los enemigos ideológicos de Washington— con el que firmó varios acuerdos petroleros y económicos.
Zelaya fue derrocado el 28 de junio de 2009, el mismo día que tenía previsto hacer una encuesta en la que preguntaría a los hondureños si estaban de acuerdo con someter a votación en noviembre de ese año la posibilidad de renovar la Carta Magna. La oposición insiste que ese fue el detonante del golpe de Estado alegando que la intención del entonces presidente era perpetuarse en el poder.
Para Zelaya las causas reales de este hecho, que provocó que decenas de países rompieran relaciones con Honduras, no estuvieron fundamentadas su idea de modificar la Constitución. "Estados Unidos me amenazó, por mi relación con Chávez y me dijeron: 'si te alías con Chávez tendrás problemas con nosotros'", ha denunciado en declaraciones a Canal 13 de Santo Domingo.
La Casa Blanca se habría molestado por los negocios que estaría haciendo las autoridades hondureñas de entonces con el Gobierno socialista venezolano. "Ellos empezaron a focalizar las crisis por mi relación con Hugo Chávez, un amigo que me dio la mano cuando más lo necesitaba, con el acuerdo de Petrocaribe, que permitió bajar los precios de los combustibles", ha explicado.
"Las compañías norteamericanas de petróleos querían seguir su monopolio y sus formulas de control de precios en Honduras", ha añadido el ex mandatario hondureño y miembro del Parlamento Centroamericano.
Otras de las medidas que habría molestado a Washington sería el restablecimiento definitivo de las relaciones con el Gobierno de Raúl Castro. "Derogamos esa resolución que condena a Cuba, aceptada el 3 de junio (de 2009), no es casual que el golpe de Estado se produjo el 28 de junio" de ese mismo año, ha expresado.
Al valorar la situación actual de Honduras, Zelaya ha asegurado que Estados Unidos está controlando algunos asuntos claves para Honduras, como la economía y la política, lo que también pudiese explicar las causas que motivaron el golpe de Estado en su contra.
"Maneja la economía, el Ejército, las relaciones internacionales y los combustibles, por eso no entiendo por qué permiten que se elija presidente, mejor que nombren un gobernador como en los tiempos de los romanos", ha dicho.
Zelaya se encuentra viviendo en República Dominicana desde el 21 de enero de 2010, el mismo día que Porfirio Lobo asumió el poder en Honduras y le entregó un salvoconducto para que pudiese salir de la Embajada de Brasil en Tegucigalpa —donde estuvo refugiado cuatro meses— y abandonara el país sin ser arrestado ni afrontar la justicia por los 18 delitos relacionados con corrupción que se le imputan.

La rebelión de Wisconsin
Marco A. Gandásegui, h.
ALAI AMLATINA, 24/02/2011.- Los titulares de la prensa mundial derrochan palabras y exclamaciones para destacar el derrocamiento de los gobiernos favorables a EE.UU. de Egipto y Túnez. También se refieren a la “represión contra manifestaciones en Libia”. Igualmente, muestran fotos de los “manifestantes bahreiníes”. (Un senador norteamericano se recubrió de su toga y proclamó que EE.UU. ¿debía revisar su política de ayuda militar al emirato sede de la V Flota de ese país?) Por otro lado, “el presidente de Yemen promete no renunciar a pesar de las personas muertas en manifestaciones, las protestas se expanden en Marruecos y el presidente Bashir de Sudán no se presentará para otro mandato presidencial”.
En medio de esta difusión espectacular de la "revolución" de los pueblos árabes, ha aparecido otra fuente de protestas y manifestaciones. Sin embargo, los medios de comunicación han sido muy parcos y cuidadosos en dar a conocer detalles sobre sus protagonistas. Se trata de los trabajadores de EE.UU. que en diferentes escenarios, ciudades y centros de producción han comenzado a rebelarse. La crisis económica de EE.UU. ha golpeado a sus propios trabajadores, quienes han quedado desempleados (10 por ciento de la fuerza laboral) y sin vivienda (3 millones de familias han perdido sus hogares). Las protestas y manifestaciones populares en los Estados norteamericanos de Wisconsin, Minnesota y Ohio están generando preocupación entre los políticos y analistas nortemaericanos. Son Estados industriales que han sido golpeados por la crisis económica en forma especial. La sobreproducción (o en otras palabras, el subconsumo) de la economía norteamericana está creando serias dudas sobre la capacidad que tiene ese país para salir de la recesión a mediano plazo, mucho menos a corto plazo.
En Wisconsin, 80.000 personas se concentraron frente al capitolio de la ciudad de Madison para defender los derechos a la negociación colectiva de los trabajadores. El sábado realizaron la quinta jornada consecutiva de protesta en repudio a un proyecto de ley presentado por el gobernador republicano Scott Walker, quien pretende suprimir los contratos colectivos, los derechos sindicales y aumentar los descuentos salariales por razones de seguro y fondos de pensiones. (Wisconsin es un estado al extremo norte de EE.UU.).
El gobernador Walker, elegido el año pasado, pretende recortar los salarios y eliminar los derechos a la negociación colectiva de los empleados públicos. Los senadores demócratas representantes del estado —que salieron del estado para paralizar la votación del proyecto de ley— enviaron el viernes una carta al gobernador Walker diciendo que los trabajadores aceptarían los recortes a las pensiones y mayores contribuciones a los planes de salud y de jubilación, si él aceptaba tratar el tema de la negociación colectiva. Los recortes propuestos por Walker dejarían sin beneficios económicos o capacidad para negociar a miles de trabajadores públicos como maestros, policías y bomberos.
Las protestas se iniciaron el pasado martes, 15 de febrero, y han seguido fortaleciéndose, con la decisión de miles de trabajadores que no dejarán de pelear contra lo que ven como un “vasto plan de los republicanos para debilitar a los trabajadores”. Los senadores demócratas, que se oponen a la propuesta, han reiterado su rechazo del proyecto. Una de sus acciones más notorias fue abandonar físicamente el estado para evitar una votación sobre el proyecto.
Hasta ahora la respuesta presentada por las autoridades es llevar adelante el proyecto afirmando que las protestas no los harán desistir. Según Walker, la ley antisindical pretende reducir el déficit del Estado mediante recortes de salarios, pensiones, beneficios de salud y derechos de negociación colectiva. Pese a las maniobras del gobernador republicano, los maestros del Estado se han declarado en huelga hasta que no se retire el proyecto de ley. Las manifestaciones se han extendido a ciudades vecinas como Milwaukee y a otros Estados con gobernadores republicanos como Ohio, Indiana y Pensilvania.
El profesor de Lingüística del Instituto Tecnológico de Massashusetts (MIT), Noam Chomsky, plantea que la actual intranquilidad en EE.UU. se debe a que los trabajadores han tomado conciencia de que "los empleos no regresarán". Esto se debe a que "la política consiste en exportar los empleos a países donde la fuerza de trabajo es más barata". La razón es sencilla, es mucho más rentable invertir en la especulación financiera que en la producción económica.
El mundo árabe tiene algo en común con EE.UU.: Sus economías han colapsado y sus clases dominantes están en quiebra. En el caso de EE.UU. los riesgos aumentan en la medida en que sus gobernantes siguen jugando a la ruleta con su economía. Las consecuencias sociales y políticas comienzan a asomarse sobre el horizonte. La rebelión de Wisconsin es una señal.
—Marco A. Gandásegui, hijo, es Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

lecturas
 “La independencia es otro nombre de la dignidad”
Eduardo Galeano*
La Jornada (México)
Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.
***
Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.
Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.
***
Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.
Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.
***
En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.
Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.
Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:
Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.
***
Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.
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Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:
Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.
Y también:
Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.
Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.
A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:
Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?
Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.
A los ochenta años, escribió:
Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.
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Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.
Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?
¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.
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Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.
Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.
Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.
Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.
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Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.
Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.
Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.
Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.
Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.
Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.
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Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?
Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:
A veces. Depende de la hora.
Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.
Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.
Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.
Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.
Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: “Nadie nos va a mentir nunca más”?
Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano.